Nueva jornada de masivas protestas durante este fin de semana en Israel

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  • Las concentraciones más importantes tuvieron lugar en Tel Aviv y Jerusalén, en esta última ciudad las/los manifestantes llegaron incluso a las puertas de la residencia del Primer Ministro Benjamin Netanyahu para exigir su renuncia. Según la Corporación de Radiodifusión Israelí hubo otros 260 puntos de protesta en todo el país.

Luz Lich

Israel lleva más de dos meses consecutivos de protestas cada vez más masivas en las calles. En el mes de julio las convocatorias que eran semanales mostraron un significativo incremento en la participación y extensión de las mismas. La consigna central de las protestas exige la renuncia del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, a la vez que se denuncia su gestión de la crisis originada por la pandemia del Covid-19, junto con las consecuencias económicas que trajo la misma.

Otro punto de descontento son las acusaciones de corrupción que pesan sobre Netanyahu, que lo llevaron en mayo de este año a una audiencia preliminar que terminó postergado la declaración de los testigos para enero del 2021. Este elemento provoca una mayor adhesión de las clases medias a las protestas que exigen su renuncia.

En total son tres los casos de corrupción a los que se enfrenta, las acusaciones son por cohecho (cuya pena puede prever hasta diez años de prisión), fraude, abuso de confianza y sobornos. Se lo acusa de haber recibido regalos ilícitos a cambio de otorgar favores valuados en 230 mil sheckels (203 mil dólares), de buscar influenciar al medio de mayor alcance de habla hebrea, Yedioth Aronoth, para que favorezcan su imagen en la cobertura de su disputa con Israel Hayom. También es acusado de impulsar regulaciones que favorecieron al accionista mayoritario del grupo Bezeq, a cambio también de buena publicidad en su portal de noticias Walla.

La popularidad del primer ministro decrece al calor de una mayor agitación política y social en las calles. Hay sectores que no descartan que sea convocada para fines del verano en el hemisferio norte de manera anticipada una nueva ronda de elecciones (sería la cuarta vez en el último tiempo). Los roces dentro de la actual coalición de gobierno entre el partido Azul y Blanco con quienes comparte la rotación del cargo de Primer Ministro de la mano de Benny Gantzy el Likud –partido de Netanyahu- tienen también una mayor resonancia en los medios.

Solo en mayo los ecos de la rebelión antirracista que sacude Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd llegaron al país a partir de las protestas de la comunidad de etíopes-israelíes.Estos representan aproximadamente el 2% de la población en un país de 9 millones de habitantes. Los reclamos fueron contra de la sistemática violencia policial y racista que sufre esta comunidad que llegó a través de la migración entre los años 80 y 90 del siglo XX, a esto se suma una situación de pobreza y falta de empleo con los índices más altos dentro de la sociedad israelí, según el Proyecto Nacional Etíope.

El descontento de sectores civiles de la población también se concentra en la gestión de la pandemia que juzgan ineficiente. Tras decretar un estricto confinamiento desde mediados de marzo hasta el mes de mayo, no se impidió un rebrote y alza de los contagios con la apertura que ya  rondan actualmente los 70 mil, junto con una cifra cercana a las 500 muertes. La consecuencia económica de la crisis del Covid-19 es lo más sensible, con un aumento de un 20% del desempleo, sobre todo entre los sectores más bajos de la población.

A este panorama se suma una serie de reformas que impulsa el Primer Ministro en materia institucional, que desde distintos sectores juzgan un verdadero atentado contra el sistema democrático israelí. Por ello, el último 29 de julio en el contexto de las manifestaciones se instaló en la Plaza Rabin una performance con un muñeco en tamaño real de Netanyahu que recrea la escena de la última cena. Su creador, el artista ItayZalait dice que trató de representar “la última cena de la democracia israelí”.

La situación muestra a un gobierno que no logra hacer mermar las protestas, como ejemplo del ministro de Seguridad Interior del gobierno, Amir Ohana, quien pidió a la policía que reprima duramente las manifestaciones o las prohíba. Por su parte la cúpula policial a través de Matti Cohen señaló que “no permitiría ninguna violencia contra manifestaciones civiles u oficiales” en el portal Haaretz, también agregó para dejar en claro su desaire al ministro que “garantizaremos la libre expresión y protestas de los ciudadanos que estén dentro de los límites de la ley”.

En este contexto Netanyahu y su partido el Likud han recurrido a movilizar a grupos de extrema derecha, como “La Familia” (simpatizantes del equipo de futbol Bettar Jerusalén). Este grupo agitó en las redes sociales la contra marcha a favor del gobierno y fue encargado de golpear y amedrentar a los manifestantes que exigen la dimisión de Netanyahu en varias ocasiones. Como respuesta a los ataques se organizaron grupos como el “WatchProtest”, que garantiza la seguridad para el retorno y desconcentración luego de las marchas, así como de identificar a los provocadores. De momento determinaron llamar a la policía una vez que identifican a este tipo de provocadores entre la gente.

En el plano internacional tampoco se cuentan grandes aciertos para el Primer Ministro, quien acumula crecientes tensiones con Irán, y sobre todo el repudio global contra su intento junto a Trump de anexar el territorio palestino de Cisjordania. Junto a esto situación de tensión social y política interna suma elementos para una inestabilidad y conflicto que va camino a superar los dos meses de movilizaciones y protestas en Israel.

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