Más de 50.000 ferroviarios van a la huelga en Reino Unido y paralizan el país

Por el aumento de la inflación, el gobierno de Boris Johnson teme que el verano llegue con una oleada de huelgas que de verificarse sería inédita desde los tiempos de Margaret Thatcher.

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Reino Unido se encuentra sacudido por una masiva huelga de trabajadores ferroviarios. Más de 50.000 operarios de trenes en todo el país pararon este martes. La medida se repetirá el próximo jueves y el sábado, e incluye a los trabajadores del metro de Londres.

Desde las privatizaciones del sistema ferroviario de 1989 que el país no registraba una huelga de esta magnitud en el sector de transporte.

Las razones se deben principalmente a reclamos salariales. Con la inflación en niveles más altos en una década (9% interanual en abril y se espera que siga subiendo) los trabajadores reclaman aumentos no menores al 7%. Por su parte, las empresas operarias del servicio ofrecen apenas un 2%, mas un 1% «extra» atado a que los trabajadores acepten una reforma en las condiciones laborales favorables a la empresa.

Además, denuncian un plan de reducción de personal por parte de Network Rail, la empresa que gestiona la red ferroviaria. Según el sindicato, la empresa planea despedir 2.500 como parte de un plan de ahorro de 2.000 millones de libras (U$S 2.500 millones).

Se trata del mayor reclamo sectorial en tres décadas en el país británico. El sindicato que agrupa a los empleados del sector (RTM, por sus siglas en inglés) no descartó nuevas medidas de fuerza si no se atienden sus reclamos.

Aunque el gobierno asegura no estar interviniendo en las negociaciones entre el gremio y las empresas, sus funcionarios y el propio Boris Johnson salieron a criticar la huelga. Uno de los argumentos que esbozaron funcionarios del gobierno fue que convalidar los aumentos salariales alimentará aun más la inflación. Además, el Secretario de Transporte acusó a los gremios de «oponerse al progreso de las nuevas prácticas laborales». El sindicato respondió acusando al gobierno de trabajar en complicidad con la patronal.

Además, la administración Johnson respondió proponiendo limitar el derecho a huelga de los trabajadores del transporte, obligándolos a «garantizar un servicio mínimo» los días de huelga. Esto sólo alimentó aun más el descontento entre los trabajadores, que identificaron rápidamente la posición del gobierno como favorable a las patronales.

¿Efecto en cadena?

La huelga ferroviaria está despertando nerviosismo en el gobierno de Boris Johnson, ya que se teme que el verano llegue con una oleada de huelgas que de verificarse serían inéditas desde los tiempos de Margaret Thatcher.

El efecto generalizado de la inflación más el «puntapié» dado por los ferroviarios ha producido que otros sindicatos empiecen a barajar la idea de ir a la huelga. Otros gremios del transporte -como el de choferes de autobuses- anunciaron que consultarán a sus miembros sobre la posibilidad de sumarse a la huelga.

Pero el reclamo excede al ámbito del transporte. Educación, Sanidad y Correos también se encuentran actualmente reclamando mayores incrementos salariales ante la inflación creciente. El gobierno teme que la huelga ferroviaria produzca un efecto en cadena es estos otros sectores en conflicto salarial.

De hecho, el tema empieza a instalarse en la agenda política del país. Consultado por la prensa, el secretario general del sindicato ferroviario aseguró que apoyaría una huelga general en caso de ser convocada por las centrales sindicales. Sería la primera en casi un siglo.

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