Litio: el mineral del futuro

La importancia del litio en las nuevas tecnologías y la creciente disputa por su control de parte de las grandes potencias capitalistas, Estados Unidos y China.

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«¿Por qué es importante América latina?». Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras poco comunes, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile… (…) a EEUU le queda mucho por hacer, esta región importa, ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego…”

Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos

 

Hace algunas semanas, las palabras de la Jefa del Comando Sur trascendieron dado el descaro con el que esbozó la estrategia de Estados Unidos para la región, la suma de recursos que le importan, y el objetivo: la seguridad nacional.

Entre los “ricos recursos y elementos de tierras raras” que mencionó, jerarquizó uno en particular: el litio. Y detalló sobre una reunión de zoom días previos, con el embajador yanqui en Argentina, y un ejecutivo de Livent (minera de capitales norteamericanos) para hablar sobre la situación de la industria, el lugar de China en su explotación, y ver “cómo podemos ayudar” …

Pero ¿de qué se trata este mineral que empieza a estar en boca de todo el mundo? ¿Por qué se habla de “oro blanco” ¿En que reside su importancia? ¿Qué efectos tiene su explotación? ¿Implica un verdadero proyecto de desarrollo para nuestros países?

Iremos abordando estos interrogantes a lo largo de una serie de notas.

¿Qué es el litio?

El litio es un mineral, el más liviano de los metales de la tabla periódica. Se encuentra en prácticamente toda la corteza terrestre, sin embargo, dado los métodos de extracción existentes hasta el momento, solo es viable en algunos (pocos) lugares. Su principal cualidad es de tener mucho potencial electroquímico, lo que da la capacidad de almacenar grandes cantidades de energía en baterías recargables (su densidad de energía es cinco veces superior a las baterías de plomo-ácido). Esto lo convierte en un “recurso estratégico” para la producción de baterías de celulares, laptops, etc. Pero centralmente, dado el agotamiento de los “recursos fósiles” (carbón, gas y petróleo) en el mediano plazo, las potencias imperialistas vienen planteando la transición energética a un paradigma de energías limpias y renovables (eólica, geotérmica, solar, etc.). Estas últimas son intermitentes, por lo que necesitan acumularse para convertir la energía fluctuante en constante.

Su aplicación no es nueva. De hecho, durante la Guerra Fría, Estados Unidos se interesó en este mineral para la fabricación de la bomba de hidrógeno o termonuclear. En la actualidad, su impulso está dado por la industria automotriz, para el paso a fabricación de automóviles eléctricos (Nacif, F. “Geopolítica del litio 2022”, Rebelión, septiembre 2022)). En el 2022, representaron el 20% de la producción total de automóviles en el mundo.

Las principales reservas de litio, con posibilidad de ser extraídas de manera rentable, se encuentran en salmueras. Estas se ubican en Chile (8 millones de toneladas), Australia (2.7 millones), Argentina (2 millones), China (1 millón), Zimbabwe (70.000 toneladas), Portugal (60.000), Brasil (64.000) y Estados Unidos (35.000). Las reservas de Bolivia no están cuantificadas por el Servicio Geológico de Estados Unidos, pero se suponen superiores a las de Argentina y Chile.

Estos datos muestran por sí mismo la importancia otorgada al “Triangulo del litio” (Argentina, Chile y Bolivia), donde se encuentran las reservas de entre el 60 y 70% del mundo, representando los mejores yacimientos por el método de explotación, factibilidad y rentabilidad económica (Colombo y Barberón, “Litio, un recurso natural estratégico en la geopolítica internacional y suramericana”, CEDICI). En términos de producción, los órdenes son: Australia (40 mil toneladas), Chile (18 mil), China (14 mil) y Argentina (6200), según datos del 2020 del Servicio Geológico de Estados Unidos.

Sin embargo, los principales países industrializadores del mineral son…. China y Estados Unidos, que poseen reservas y la capacidad técnica para la generación de baterías. El resto de los países, actúan como exportadores de la materia prima.

Ambos países, junto a la Unión Europea, poseen amplios planes de políticas públicas de impulso a la movilidad eléctrica, que incluyen la inyección de capitales en todas las fases de la cadena de valor, exenciones impositivas a las empresas, y subsidios a la compra (en el caso de Estados Unidos, de 12.500 dólares). Incluso China penaliza a quienes compren automóviles de combustión interna. La venta mundial de automóviles eléctricos ha venido duplicándose de manera sistemática, pasando de 3 millones en 2020, a 6.6 millones en 2021, y 12 millones en 2022.

Este crecimiento exponencial genera un cuello de botella entre la oferta y la demanda, que llevó a una disparada del precio del mineral. Solamente desde el 2020, tuvo un aumento del 900%, elevando su precio a 80 mil dólares la tonelada. La fabricación de baterías para automóviles requiere de 6 kilos de carbonato de litio (para los celulares se requiere solo un gramo), lo que sumado a que los tiempos de puesta en funcionamiento de una explotación oscila entre los 7 y 10 años, se estima que esta brecha no hará más que crecer en el futuro próximo (Gigante, E. “El aumento de la demanda mundial de litio: una oportunidad para la Argentina” Visión desarrollista).

China y Estados Unidos: de la seguridad del suministro a la seguridad nacional

El suministro del litio (y, por ende, el liderazgo en la transición energética) representa también un nuevo capítulo del enfrentamiento entre Estados Unidos y China, en un contexto de creciente polarización entre estos contendientes, un endurecimiento de sus posiciones, y la invocación, de ambos lados, de cuestiones de “seguridad nacional”.

El marco general es el de la perdida de hegemonía del imperialismo yanqui, y el ascenso de un imperialismo “en construcción” como es el caso chino. Estamos transitando una reconfiguración del orden mundial, de características todavía inciertas, pero que solo puede traer mayores choques y enfrentamientos (Yunes, M. China hoy: problemas, desafíos y debates, izquierdaweb.cr).

A principios de siglo, Estados Unidos dominaba el mercado, controlando más de la mitad de la producción. Pero en los últimos 20 años, China creció un 130%, y hoy supera a la potencia norteamericana. Como explica un experto del sector:

“Hace unos quince o veinte años, China elaboró su propia estrategia industrial. Decidió construir una cadena de suministro para numerosas industrias críticas, incluida la de la movilidad. Los chinos dijeron: “Queremos convertirnos en líderes mundiales en tecnología, producción y venta de vehículos eléctricos”. Y se dieron cuenta de que uno de los aspectos claves para lograr el dominio en cualquier sector es poseer el suministro. Entonces fueron a Australia, a la Argentina, a África, a todo el mundo, y extendieron grandes cheques a las empresas y de esa manera terminaron siendo dueños de la materia prima. Luego de asegurarse el recurso construyeron el resto de la cadena de suministro. Así que yo diría que China, en términos de estrategia o desarrollo de su cadena de suministro de vehículos eléctricos, está al menos diez años adelantada al resto del mundo.” (Castillo, M. Entrevista a Chris Berry, en Editorial RN).

El gigante asiático domina alrededor del 70% de la producción mundial de baterías. Además de los usos civiles, la aplicación militar resulta particularmente importante, sobre todo en la producción de baterías para submarinos, por su capacidad de resistencia y mayor aceleración.

“Durante los últimos años, la disputa global por apropiarse del litio latinoamericano se ha intensificado. China está avanzando de manera intensiva en las distintas escalas de la cadena de valor del Litio. Sus empresas han realizado fuertes inversiones, tanto en la adquisición de empresas controladoras de salares, como en la instalación de fábricas de baterías. En Argentina, durante el año pasado (2022) y con la participación de instituciones gubernamentales de China y Argentina, la empresa China Gangfeng, adquirió el grupo minera argentino Lithea, por US$ 962 millones (Financial Times, 2022), y anunciaron la construcción de plantas para fabricar baterías de ion-litio (Inforeg, 2022). Por su parte, Bolivia se encuentra en pleno proceso para licitar contratos de explotación de litio. De las seis empresas en competencia, cuatro son chinas, una rusa y sólo una norteamericana (El país, 2022). Mientras que, en Chile, la minera Tianqi avanza en el mercado del litio, comprando el 24% de las acciones de la Sociedad Química y Minera de Chile (SQM), controladora del Salar de Atacama, el cual posee las mejores condiciones de extracción de litio del mundo (Diario Financiero, 2018). Además, para marzo de este año, el gobierno de Gabriel Boric tiene planeado iniciar la discusión sobre la creación de una Empresa Nacional del Litio.” (Carrasco Luna, A. “El carácter estratégico del litio latinoamericano y las disputas globales por su gestión”, en Viento Sur).

Un informe del think tank yanqui, Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, de mediados del año pasado, alerta sobre una posible escasez global para el 2030, cuando China dominará el 80% de la cadena de producción, y lo poco preparado que se encuentra Estados Unidos para satisfacer el aumento de la demanda en el próximo periodo (Dandan, A. El interés estratégico de Estados Unidos sobre el litio argentino en su batalla contra China, en Página 12).

Esta avanzada del país asiático, explica en gran medida la respuesta yanqui. No son solo las declaraciones de la generala. También hay medidas prácticas que Estados Unidos viene tomando para garantizar el abastecimiento del mineral. A mediados del año pasado, anunciaron la creación de la Asociación de Seguridad de Minerales, junto a la Unión Europea, Canadá, Australia, Japón, Corea del Sur y el Reino Unido; bautizada por los especialistas como la “OTAN metálica”. Los ausentes, son…. China y Rusia.

Es que, en el marco de la invasión de Rusia a Ucrania, la dependencia europea del gas y el petróleo rusos, y los trastornos energéticos que eso significó, la nueva estrategia se orienta a invertir en “países amigos” que puedan garantizar el abastecimiento, para no depender de gobiernos rivales. Biden aprobó recientemente la “Ley de reducción de la inflación”, donde promueve la compra de autos eléctricos producidos en suelo norteamericano, con baterías que contengan, de manera creciente a través de los años, metales extraídos en Estados Unidos o donde tenga establecidos Tratados de Libre Comercio. (Nacif, cit.). Estados Unidos, que importa alrededor del 50% de su demanda, pugna por recuperar terreno y garantizar el acceso a esos recursos.

Todos posan sus ojos en el “triángulo del litio”. Desarrollaremos esto en una futura nota.


Bibliografía

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