La situación de las y los trabajadores de plataformas digitales en pandemia

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  • Un informe publicado en febrero por la Organización Internacional del Trabajo revela las condiciones de precariedad y explotación que sufren las y los trabajadores de las plataformas digitales o apps.

Luz Licht

En un informe publicado en febrero de este año por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) titulado “El papel de las plataformas digitales en la transformación del mundo del trabajo» se mostró lo que se viene denunciando acerca de las condiciones de extrema precariedad a las que son sometidos miles de jóvenes en distintas partes del mundo.»

Según el informe de la OIT “Siete de cada diez aseguró que si contraía el virus, no tendría derecho a tomarse una licencia o recibir una compensación. Las jornadas son más largas que en los trabajos tradicionales, de 65 horas semanales, y en el 79 por ciento de los casos mencionaron sufrir estrés por el trabajo, como el riesgo de sufrir lesiones físicas, el tránsito, la remuneración o la presión por conducir rápido.”

Además, en relación a este tema manifestaron que “la cantidad o la calidad de los artículos suministrados eran inadecuadas. Además, ocho de cada diez trabajadores han debido incurrir en gastos adicionales para comprar el equipo de protección personal.”

Se trata de empresas que como las apps de reparto niegan derechos básicos a sus trabajadores argumentando que la tarea que no se trata de una relación laboral o de dependencia sino de un servicio al que las y los trabajadores le ponen el cuerpo en tanto “socios colaboradores”. Ese es uno de los secretos de sus enormes ganancias así como el criterio super explotador que rige los algoritmos que asignan tareas y tiempos para las y los trabajadores.

Por eso las y los trabajadores de las plataformas digitales o apps se vienen organizando desde abajo en distintas partes del mundo. Han coordinado varias jornadas de lucha como los paros internacionales. Agrupaciones como Jovénes Trabajadores Precarizados de Argentina, impulsan el reclamo por la sindicalización:

“La negación de la relación laboral es tan central al modelo comercial de las apps de reparto que recientemente Pedidos Ya actualizó sus contratos de uso y en uno de sus apartados puso claramente que los repartidores no pueden decir que “trabajan para Pedidos Ya”. Es decir, que más que la tecnología, la logística, la innovación, etc, la verdadera clave del éxito de las apps es tener en pleno siglo XXI a miles de jóvenes trabajando en condiciones del siglo XIX.”

La mayoría de las plataformas digitales encuentran entre sus inversionistas a gigantes Fondos de Inversión. En la página de la OIT se informa que solo en 2019, Uber (de origen yanqui) facturó 10.745 millones de dólares, mientras que Rappi (Colombia) 220 millones, Pedidos Ya de (origen uruguayo) ganó 250 millones y Glovo (España) se llevó 300 millones de dólares. Todo indica que ni un solo dólar de estas jugosas ganancias se repartió con sus “socios colaboradores”.

La presencia de las plataformas digitales de servicios de taxi y reparto creció exponencialmente en la última década. La OIT estimó que eran cerca de 142 las que funcionaban en 2010, mientras que para 2020 ya eran 777. Para el año 2010 dice que las apps de delivey eran 46 y ya pasaron a ser 383 en 2020. El informe a su vez refleja que “los datos indican que en algunas plataformas laborales digitales hay un exceso de oferta de mano de obra, lo que provoca una mayor competencia entre los trabajadores y ejerce una presión a la baja sobre el precio de las tareas”.

Por otro lado, un dato interesante es que “aproximadamente un tercio de los trabajadores de las plataformas digitales basadas en la web señalaron que su trabajo en la plataforma era su principal fuente de ingresos, una proporción que aumentaba en el caso de los países en desarrollo y de las mujeres.”

En este panorama, se ve que la principal fuente de empleo para la juventud en los países periféricos es el que ofrecen estas empresas campeonas de la superexplotación 2.0 bajo condiciones de absoluta precarización. Las generaciones más jóvenes conocemos un mundo del trabajo sin estabilidad en los ingresos (que llegan a base de extensas y extenuantes jornadas laborales) sin las condiciones y derechos mínimos que supo conquistar la clase trabajadora  a costa de históricas e implacables luchas.

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