La rebelión de los carpinchos

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  • La especulación inmobiliaria, la destrucción de los humedales y los carpinchos intentando recuperar lo suyo.

Luz Licht

En los últimos días el «conflicto» originado por la presencia de carpinchos en Nordelta fue parte importante de la agenda mediática y las redes, con memes, notas en todos los portales, horas de cobertura en los programas de televisión.

Sin embargo, lo que parecía una nota de color, poco a poco fue instalando debates muy interesantes por el tono que tomo la defensa de los simpáticos roedores y en torno a la pregunta: ¿Quién es el verdadero «invasor»?

El escenario es el municipio de Tigre, en la provincia de Buenos Aires. Allí, para 2010, alrededor de un 40% del territorio -excluyendo a las islas- ya estaba ocupado por barrios cerrados, según la arquitecta Sonia Vidal-Koppman, investigadora del CONICET y docente en el Centro de Información Metropolitana (CIM) de la UBA. Este avance implacable de los desarrolladores inmobiliarios y los barrios privados en la zona ha contado desde hace décadas con el aval político de las intendencias de Sergio Massa y Julio Zamora.

Los terrenos sobre los que se construyó el «emprendimiento» propiedad del empresario Eduardo Constantini eran humedales. Estos ecosistemas son reservorios de agua dulce y biodiversidad fundamentales que representan el 21% del territorio del país y están en grave peligro. Para los dueños del mercado inmobiliario y agropecuario son «tierras improductivas» y «fuentes de plagas».

Por si fuera poco, «desde el comienzo de la cuarentena hasta agosto tuvimos ventas por aproximadamente US$24 millones. Dentro de este período, es importante resaltar que en dos meses (julio y agosto) se vendió más que en todo 2019», declaraba a La Nación Matías Terrizano, director comercial de Nordelta.

Ante el aumento de la demanda, las necesidad de avanzar sobre mayor territorio fue depredando lo poco que quedaba del hábitat de los carpinchos y tantas otras especies. Tal como decía María José Corriale, especialista en ecología y manejo de carpinchos, «el desmonte hizo que los carpinchos que estaban en ese lugar pasen a la zona más urbana buscando nuevos lugares donde establecerse».

Del otro lado, se intentaba instalar desde el relato de los vecinos de Nordelta de una inminente «invasión» de carpinchos violentos e irrespetuosos de la propiedad privada. Pero, pocos/as se creyeron que los antiguos habitantes del selecto barrio, sin título de propiedad, no pasan de simples herbívoros que no representan ningún peligro para las personas u otras especies en tanto no son predadores.

El ingenio popular y la cuestión de clase

La cuestión de clase se metió, como quien no quiere la cosa, en la lectura del «conflicto». Se trataba de los chetos de Nordelta, los Tinchos representantes de las clases privilegiadas contra los pobres animales cuyo hogar fue arrasado en pos de la especulación inmobiliaria. Esa historia se repite, ya la conocen y sufren tantas personas frente al déficit habitacional y de vivienda, de la cual la recuperación de terrenos en Guernica se transformó en emblema.

Entonces, ¿hasta donde era posible empatizar con los habitantes del barrio cerrado más caro y exclusivo de la zona norte del Conurbano bonaerense? Ahí el metro cuadrado cotiza más de 2200 dólares. Se trata del lugar donde los propietarios no reparan en meter a la empleada doméstica, a la que no tienen en blanco en el baúl del auto para hacerla trabajar en plena cuarentena o de ocultar un country entero, como Los Alisos, que en 2012 hizo figurar unos 114.721 m2 como baldíos totalizando una evasión de más de 1,3 millones de pesos.

De alguna forma los memes mostraron que el reflejo inmediato fue el de bancar a esos roedores que molestaban a ese puñado de representantes de las clases altas y privilegiadas. No menos interesante es que, una parte importante de las imágenes y posteos más virales tuvieran referencias a Karl Marx. El referente más importante de las ideas ligadas al clasismo y la lucha de la clase obrera -de los explotados y oprimidos- contra el capitalismo y sus beneficiarios, la clase burguesa.

Entre lavarse las manos y el dejar hacer como política de gobierno

Mientras el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible nos invita a hacernos responsables a todos/as, poco se ve en su acción concreta el desarrollar políticas concretas que sirvan para combatir las quemas, el desmonte y avance de los especuladores inmobiliarios y el agronegocio. Hoy son los pioneros de atacar a los luchadores/as contra la megaminería con el verso de que se trata de una actividad sustentable, promover la instalación de las megagranjas porcinas, etc.

Qué estamos perdiendo cuando destruyen un humedal, “principalmente, los humedales contribuyen a la retención, la filtración, la absorción y la purificación del agua. También es central su actividad como esponja que morigera con mucho éxito a las inundaciones. De hecho, está demostrado que cuando un humedal desaparece, las inundaciones son muchísimo más violentas», explicaba el propio viceministro de la cartera de ambiente, Sergio Federovisky.

«Los carpinchos hicieron más por la Ley de Humedales que todos los integrantes del Congreso» se escuchaba en un programa de televisión como comentario. Por supuesto, en realidad, detrás del impulso a esta hay una enorme organización y militancia por parte de activistas, organizaciones socioambientales y de izquierda.

La frase señala un problema real, y es que la mayoría de los partidos políticos del régimen desde sus espacios de representación y bancas no hacen más que garantizar el avance de los intereses de los capitalistas que, obtienen sus ganancias a partir de relaciones de producción que tienden «a destruir sus dos fuentes de riqueza, la naturaleza y los seres humanos».

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