La explotación de trabajadores migrantes en Qatar: una perversa cara del capitalismo del siglo XXI

Investigaciones llevadas adelante por organizaciones de DD.HH. develaron los mecanismos que se aplican en Qatar para la superexplotación de la mano de obra migrante, en algunos casos reducida a la esclavitud mediante el sistema de kafala.

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La Copa Mundial de la FIFA que se lleva adelante actualmente en Qatar ha sido uno de los mundiales más criticados. Las críticas apuntan a diversos aspectos del país organizador: su régimen político monárquico, sin ningún tipo de derecho democrático, o sus leyes discriminatorias y persecutorias hacia el colectivo LGBT.

Pero hay un aspecto en el que los países occidentales que se han mostrado «críticos» del país organizador han reparado bastante menos. Se trata en la utilización de mano de obra migrante superexplotada, en algunos casos esclavizada, a la que Qatar recurrió para poder adaptar su infraestructura a las exigencias de una Copa del Mundo en tiempo récord.

Si bien numerosas organizaciones de DD.HH. han denunciado la grave situación de la mano de obra migrante en el país varios años antes de que comience la competición, tanto el gobierno qatarí como la FIFA han priorizado el negocio mutimillonario detrás del evento, construido sobre la vida de miles de personas que llegaron al país del golfo pérsico con la promesa de llevar algo de dinero a sus familias.

Un país construido sobre la sangre de inmigrantes

No es para nada exagerado decir que Qatar es un país construido sobre la sangre y el sudor de los inmigrantes. Basta con mirar las proporciones: los trabajadores no-qataríes representan el 95% de la fuerza laboral del país.

En Qatar viven unas tres millones de personas, pero sólo 800.000 de ellas son de nacionalidad qatarí. La mayoría restante son inmigrantes que provienen o bien del sur de Asia (India, Nepal y Bangladesh) o bien de diversos países de África.

Tras el descubrimiento del yacimiento de gas natural más grande del mundo en el mar qatarí, la prácticamente nula infraestructura del país que requería el proyecto de convertirse en un país exportador, sumado a la pequeña población del desértico país, hizo que la monarquía recurriera a la mano de obra inmigrante de manera masiva. Y lo hizo de la forma más perversa: mediante la negación de los derechos laborales y sociales más elementales.

Esto convirtió a Qatar en el país que es hoy, donde conviven ciudadanos de primera (qataríes, entre ellos una pequeña minoría absurdamente rica) y de segunda (cientos de miles de trabajadores migrantes que viven en la miseria).

Sobre esta estructura social extremadamente desigual se apoyó el proyecto de organizar una Copa del Mundo. Aunque los ojos del mundo se posaron sobre Qatar, y hubo miles de denuncias sobre la situación de los DD.HH. en el país, la FIFA decidió seguir adelante. La realización del mundial que se lleva adelante en estos momentos costó 200.000 millones de dólares, el más caro de la historia. En parte porque hubo que construir prácticamente todo de cero. No sólo estadios, sino también infraestructura de transporte y alojamiento para recibir a miles de fanáticos alrededor del mundo.

Pagar para trabajar

La realización de la Copa Mundial requirió de miles de trabajadores que fueron contratados especialmente para los proyectos relacionados directa o indirectamente con la competencia.

Investigaciones llevadas adelante por las organizaciones Human Rights Watch y Amnistía Internacional develaron los mecanismos que se aplican en Qatar para la superexplotación de la mano de obra migrante.

Para empezar por el principio, las personas que quieran ir a trabajar a Qatar tienen que pagar una comisión. Todo comienza en el país de origen del trabajador, donde una empresa de recursos humanos ofrece prometedores puestos de trabajo con relativamente buenos salarios. Estas empresas están a su vez contratadas por empresas más grandes (algunas de ellas firmas occidentales) que tienen a su cargo la realización de los proyectos relacionados con el mundial.

Estas «comisiones» pueden alcanzar los 2000 o incluso 4000 dólares, por lo que los trabajadores que buscan migrar tienen que endeudarse para poder acceder a un contrato de trabajo en Qatar. Es decir que el sistema está hecho para que incluso el trabajador tenga que pagar para acceder a un puesto de trabajo.

Pero esto es apenas el inicio de los abusos. Muchos de los inmigrantes que llegan a Qatar con un contrato de trabajo caen en el sistema laboral de la kafala, un régimen prácticamente de servidumbre.

El sistema de kafala convierte al trabajador prácticamente en propiedad del empleador. El trabajador no puede elegir cambiar de trabajo, ni siquiera regresar a su país, sin el permiso del empleador, al que se le debe entregar los pasaportes y es quien controla la visa de trabajo. Por supuesto, las pagas son mucho menores que las que se prometían en un principio y, de hecho, abundan las denuncias de que muchas veces los salarios se pagan con meses o hasta años de retraso, o ni siquiera se pagan, por lo que muchos trabajadores han quedado reducidos a la esclavitud. En algunos casos, trabajadores inmigrantes en Qatar han muerto de hambre ante la falta de recursos.

Además, la mayoría de los trabajadores viven en condiciones de hacinamiento, compartiendo pequeñas habitaciones hasta con ocho personas más. Muchos de ellos son trabajadores de la construcción: han construido los estadios, los hoteles y hasta estaciones del metro.

Las jornadas laborales no solo son extensas, sino que se realizan bajo el calor abrasador del golfo, con temperaturas que superan normalmente los 50°.

El resultado de todo este perverso sistema de superexplotación ha sido el de miles de trabajadores muertos. Las cifras que calcula HRW se acercan a los 6500 trabajadores fallecidos en las actividades relacionadas directa o indirectamente con la realización del mundial. El gobierno de Qatar, por su parte, sólo admite 3 muertes relacionadas de manera directa con el torneo (por ejemplo, en la construcción de estadios) y 36 de manera indirecta (hoteles, centros comerciales, etc.). La mayoría de las muertes de inmigrantes son catalogadas por el Estado como de «causas naturales». Según la OIT, al menos 37.600 trabajadores de Bangladesh, India y Nepal sufrieron lesiones de moderadas a graves en la construcción de los estadios y otros edificios.

Aunque el gobierno qatarí se comprometió en 2017 (es decir, siete años después de haber comenzado las obras para el mundial) a desarticular el sistema de kafala y a establecer un salario mínimo para los trabajadores migrantes, investigaciones posteriores han corroborado que la situación poco ha cambiado desde entonces.

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