Hacia el mundo de la hiperpolarización

Intervención de Roberto Sáenz en el debate organizado por el Nuevo MAS sobre la situación internacional.

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Buenas tardes compañeras y compañeros, primero un par de aclaraciones. Está el partido de Francia-Inglaterra, así que espero que me den bolilla, porque detrás del espejismo del mundial está la situación de la lucha de clases internacional, y detrás de ella, la situación de China.

El título de la charla es un poquito tramposo, porque hay que dar un marco más general de la situación mundial antes de hablar de China, y esto tiene varias determinaciones que tengo que desarrollar primero. Así que la charla va a ser un poquito más sobre algunas determinaciones de la coyuntura internacional, y dentro de eso voy a meter China.

  1. Una dinámica de acentuación de las contradicciones del capitalismo

Hay un concepto que quiero transmitir en primer lugar, que es la dinámica hacia la acentuación de las contradicciones del capitalismo en esta etapa del siglo XXI. Hay una definición clásica que hizo Lenin en 1914, al comienzo de la Primera Guerra Mundial, de que el siglo XX abría una etapa de crisis, guerras y contradicciones.

Y si piensan en la revolución rusa o la revolución china, en dos guerras mundiales con veinte millones de muertos en la primera y cincuenta en la segunda, si piensan en el ascenso obrero y estudiantil del Mayo francés, o en la competencia interimperialista, acontecimientos cruzados por una lucha de clases inmensa y con dificultades también, acontecimientos cruzados por sangre, parece que efectivamente el siglo XX tuvo mucho de esa definición general de Lenin de acentuación de las contradicciones del capitalismo. Esto remite a otra idea también: como el capitalismo es explotador y opresor, genera descontento, genera malestar, y también la competencia entre burgueses.

Los últimos 40 años, desde la caída del muro de Berlín, un periodo donde EeUu aparecía como única superpotencia mundial, fueron años –dicho muy exageradamente y unilateralmente– de atenuación de las contradicciones. Fueron años en los cuales no hubo nuevas grandes revoluciones, hubo por supuesto una ofensiva imperialista brutal con el neoliberalismo capitalista. Tampoco hubo grandes guerras imperialistas. Y hubo un fenómeno político, por lo menos en occidente, expresión de esa atenuación de las contradicciones, que fue la gestión del capitalismo con la democracia burguesa. También fue el apogeo del “centro político”; todo quedaba absorbido en el centro, más conservador o más progresista, pero centro al fin.

Lo que estamos viviendo ahora, lo que está iniciándose, es un cambio profundo en esa dinámica: La multiplicación de los problemas del capitalismo del siglo XXI cambia de nuevo el signo, hacia la tendencia a la acentuación de las contradicciones, los choques de clases y los choques entre Estados. Se acumulan elementos estructurales y políticos que muestran una dinámica de crisis creciente, que empiezan a generar una incomodidad, un mayor choque entre las clases sociales, un potencial mayor choque entre Estados y guerras, y también divisiones, como tampoco vimos en las últimas décadas, en el seno de la clase dominante. Hay un cambio de signo, se aprecia esa dinámica a una mayor inestabilidad, a un mayor desarreglo en las condiciones económicas y políticas en general, que parece remitir a algo que parecía perdido.

La idea de que el capitalismo es explotador y opresor no se había perdido, está el capitalismo neoliberal, la precarización, las dificultades para la juventud en su formación, la crisis de la salud, todo eso estuvo presente todo este tiempo. Pero no hay que abordarlo de manera vulgar, como lo hacen algunas corrientes que todo el tiempo te dicen que el capitalismo está en crisis. Abordado de manera no vulgar, mirando los nuevos elementos que se suman en el capitalismo del siglo XXI, la idea de que el sistema está cruzado por profundas crisis es una cuestión que tiene su peso y su jerarquía.

Hay un ejemplo que es súper sencillo, el hecho de que haya vuelto el espectro del enfrentamiento nuclear. Y eso está ligado a otra cosa importante, de la que probablemente en Argentina no tengamos la menor idea, que es que empezó de nuevo la carrera armamentística. Eso como síntoma algo tiene que significar. No soy especialista en el abordaje marxista del armamentismo, en el que no casualmente Rosa Luxemburgo era especialista, porque fue contemporánea a la Primera Guerra Mundial, la resolución de los conflictos del capitalismo por la vía armada, militar. Que se acerque el espectro de la resolución de los conflictos intercapitalistas por la vía militar, y posiblemente el espectro del enfrentamiento físico en los conflictos entre las clases, significa como síntoma que algo pasa por abajo, que algo se está volviendo más crítico.

Recién empieza, no es que ya estamos en el apogeo de una irrupción de acontecimientos extraordinarios, pero es muy factible que el cambio de la situación internacional nos plantee como generaciones la experiencia en acontecimientos más radicales de lo que estamos acostumbrados. Porque hay una crisis del capitalismo que supura y que plantea que las soluciones centristas, que todavía dominan, no funcionen más, la mediación del voto, los pactos, los acuerdos, las solucionen que no entrañan enfrentamientos, que son solo políticas.Ya que estamos en el mundial se podría decir fairplay versus juego sucio. En el segundo tiempo del partido contra Holanda los tipos le pasaron por arriba a Argentina haciendo juego sucio.

Trasladen eso a la lucha de clases, y verán que se viene una lucha de clases mundial con más juego sucio, con más choques directos y piquetes de ojo, con más guerra de Estados y guerra de clases. Y sería un terremoto que cruzaría todas las determinaciones si hubiera un desencadenante nuclear. No está todavía planteado en lo inmediato, está atenuado, Ucrania es hoy una guerra de desgaste, pero hubo algunas semanas donde hubo temor. Y no es solo lo más evidente, cae una bomba atómica y mata gente; la guerra brutaliza las relaciones sociales, y al brutalizarlas genera una doble tracción: puede generar miedo en un sector, y en otros, valentía y una actitud de mayor compromiso.

La lucha de clases se puede brutalizar un poco, porque las soluciones de compromiso pueden no alcanzar para satisfacer los intereses burgueses que están en juego. Y como siempre, arrancan ellos, los burgueses, y la clase responde, van madurando la clase y los revolucionarios, y responden a esa circunstancia.

Entonces, si las relaciones entre las clases y entre los Estados, y las propias relaciones dentro de la burguesía se brutalizan, se hacen más ríspidas, es porque hay algo profundo que está mal. Esto no es decir que el capitalismo se va a caer. El capitalismo es muchas cosas, es como una doble vida esquizofrénica, no es una mera historia de fracasos, es una historia de éxito y fracaso simultáneamente. En el relato histórico de las corrientes del trotskismo en la posguerra el capitalismo es una historia de fracaso, y es evidente que no es así, el éxito y la destrucción conviven en el capitalismo, y no solo en el capitalismo histórico, también en el siglo XXI. Volviendo al mundial, si mostramos la historia de Qatar, si lo mirás arquitectónicamente decís ¡a la pelota!, y si lo mirás por atrás, es un Estado parasitario rentista que mató a miles de trabajadores para construirse.

Eso es importante entenderlo, que la historia del capitalismo es de precarización y superexplotación de la clase trabajadora y simultáneamente de recreación de una nueva clase trabajadora, porque está inscripto en su propia lógica que necesita a la clase trabajadora para crear valor. Es muy linda la idea de Marx en el Manifiesto Comunista, de que el capitalismo, en su historia de éxito, escribe también su historia de fracaso al crear a su propio sepulturero, que es la clase obrera.

Lo que pasa es que la historia de éxitos y fracasos del capitalismo del siglo XXI se está poniendo delicada, y repropone esta idea de crisis, guerras y revoluciones, aunque todavía no es tan grave como fue en el siglo XX. En 1929 sucedió la crisis más importante del capitalismo, la del 2008 es una crisis importante pero no llega a eso; guerras hay, pero no se comparan con las del siglo XX, y revoluciones históricas no ha habido. Pero el tema es si la dinámica va hacia la mediación, hacia la pacificación de las relaciones de explotación y opresión, o es más agresiva, hacia la acentuación. Me parece que es una buena definición, que trasciende la coyuntura, que la tendencia es hacia la acentuación, sin que hayamos llegado a la magnitud de los eventos del siglo XX–aunque hay elementos propios del siglo XXI que ahora vamos a desarrollar–. El signo cambió.

  1. Las crisis subyacentes

La segunda cuestión es lo subyacente, qué es lo que subyace a la perspectiva de conmoción universal. Lo subyacente son cinco, seis, siete crisis sistémicas del capitalismo, de las que tiene su importancia entender su radical novedad. Primero está la crisis ecológica, a la que pongo en primer lugar porque es la más estructural, la relación de la humanidad con la naturaleza; el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas llegó tan alto que es un tema nuevo en la humanidad, no estuvo presente antes la afectación humana del clima. TheEconomistdice “seamos realistas, el objetivo de un tope del 1,5 por ciento para 2030 no se alcanza”, y ya se espera un 2 por ciento de aumento de la temperatura en relación a la etapa preindustrial.

El cambio climático es un tema inmanejable para el capitalismo, está muy desbocada la racionalidad irracional de perseguir la ganancia, y encima estamos en un nuevo momento geopolítico de competencia entre potencias –China-EeUu– que también dificulta hacer acciones comunes. Sin entrar en detalles, quiero transmitirles lo radicalmente novedoso que es el problema climático como tema político sistémico, un tema que antes en la humanidad no existió.

Otro elemento que influye en este cambio de la atenuación a la acentuación de las contradicciones, es la pandemia. La crisis en China es porque la pandemia no está contenida. El elemento principal no es la rebelión de los obreros de la Foxconn, lo más general es que China fracasó en combatir la pandemia, y si fracasó China la pandemia sigue en el mundo porque son 1.800 millones de habitantes. Los casos en Brasil aumentaron, y también en Argentina, la pandemia no se terminó de ir, y es completamente extraordinario convivir tantos años con una pandemia, que desnuda la miseria del capitalismo explotador y ajustador del gasto social con los sistemas de salud derrumbados.

Otro elemento sistémico, también novedoso aunque su génesis está en la tradición del marxismo revolucionario, es el conflicto China-EeUu. El enfrentamiento militar entre potencias evidentemente tiene historia, pero no lo hubo en dos generaciones. Lo novedoso es que es difícil que EeUu y China se acomoden a largo plazo pacíficamente –a largo plazo, no a corto ni mediano plazo–. Y la última guerra mundial terminó en 1945. Estuvo el conflicto este-oeste entre EeUu y la URSS, pero había acuerdos sobre las zonas de influencia, fue un conflicto pautado, que tenía firmados acuerdos que se respetaron. El conflicto China-EeUu, hoy no tiene acuerdos pautados. No se va a una guerra mundial inmediatamente, pero es un elemento nuevo en el escenario internacional, combinado con la guerra de Ucrania, con el tema nuclear, con el rearme: es parte de las noticias –y hace décadas no ocurría– cuántos portaviones tiene EeUu y cuántos tiene China.

Hay otro tema novedoso, seguramente más presente para todos, que es la dinámica de debilitamiento de los regímenes democrático-burgueses. Por ejemplo, bajo una forma nueva, hace unos días hubo un golpe de Estado parlamentario en Perú; Castillo no apeló a la movilización, quiso disolver el parlamento y este lo destituyó. El parlamento de Perú es fujimorista; es un golpe que mantiene algún tipo de mediación, no son los tanques saliendo a la calle, pero es un acto político desde la derecha, es reaccionario, contra un gobierno que no tiene una base social sólida pero aparece como progresista. Ese elemento más reaccionario y de choque entre las clases es también un elemento nuevo y que muestra una dinámica a más enfrentamientos directos entre las clases.

Entonces, en las raíces del capitalismo del siglo XXI se configuraron una serie de elementos nuevos que llevan a choques más directos entre las clases, entre los Estados, y eventualmente a una lucha de clases más radicalizada. También interviene ahí el capitalismo voraz del siglo XXI, que parece no tener ningún límite si la clase trabajadora no se lo pone. Esto es complejo, difícil de desarrollar y difícil de hacerlo más concreto más allá de lo que todos sabemos: la precarización laboral, la explotación, etc. Pero es más que eso, se trata de un capitalismo con herramientas muy abstractas, que le permiten acumular una riqueza ficticia brutal, irrefrenable en un punto. Es un capitalismo que desde Argentina es inconcebible, por su mentalidad, por la desigualdad en la distribución de la riqueza: ningún capitalista grande en la Argentina le llega a los talones a los jeques árabes por ejemplo. Hay capitalistas que alertan sobre el peligro de la revolución por lo desvergonzado de la acumulación de riqueza en un punto y acumulación de pobreza en el otro.

Fíjense en la lógica del capitalismo y la lucha de clases, donde la desmesura en la acumulación de riqueza en una punta es irrefrenable si no es por acción de la clase trabajadora. Todo lo que se llamó Estado benefactor en la posguerra, todas las conquistas sociales de la clase trabajadora en el siglo XX, todo eso fue subproducto indirecto de la revolución rusa, fueron concesiones para evitar la revolución en occidente. Eso ofrece una enseñanza: si no hay revoluciones –aunque hay mediaciones también– parece que el capitalismo no tuviera límites. Hay ciertos límites como conquistas democráticas, de organización, sindicatos, etc., pero su dinámica es como irrefrenable. Al capitalismo voraz del siglo XXI solo se lo va a frenar con un nuevo ascenso revolucionario.

Argentina es un país muy dinámico en la lucha de clases, pero apreciar desde acá el mundo en su desmesura y en su monumentalidad es difícil, porque la burguesía argentina es chiquita, y aunque eso pueda ser beneficioso en la eventualidad de un proceso revolucionario, para apreciar el mundo tal como es, es una dificultad.

  1. La división dentro de la burguesía

Hay polarización, hay más choques, más luchas, surgió la extrema derecha, todo eso está presente. No sé si está tan presente conceptualmente que, en relación a los últimos cuarenta años, hay más división burguesa. Esto es un concepto importante. Estamos acostumbrados a militar en condiciones donde la burguesía está unificada; en la izquierda del siglo XX había una definición, unilateral pero que expresaba esta condición de unidad burguesa, que era “la santa alianza mundial de la burguesía y el imperialismo”. Un elemento importantísimo de la actual coyuntura mundial es que hay más división burguesa, más diferencias entre los de arriba sobre cómo tratar los asuntos, no hay solo división entre los de arriba y los de abajo.

Aunque se unifiquen para explotar a la clase trabajadora, entre las representaciones políticas de la clase dominante se dan cornadas que antes no se daban. Hay sectores burgueses a los que les parece más económico no avasallar los límites de la democracia burguesa, y otros sectores burgueses que tantean el terreno para ir más allá e imponer regímenes de fuerza, bonapartistas. Los dos sectores son burgueses, y somos independientes de ambos sectores, pero no son exactamente iguales en su tratamiento de las relaciones de fuerzas en la lucha de clases.

En la Argentina por ejemplo, cuando uno de esos sectores tutela una sanción a Cristina Kirchner –que sabemos que está cruzada por la corrupción–, lo que está tutelando es quitar del medio una figura burguesa que le mete contradicciones, y hay que barrerla a ella para barrer a todos los sectores populares que la votan y a toda la mediación que puede significar el peronismo. Porque para aplicar un plan de ajuste brutal en la Argentina, no está claro que el peronismo sea la herramienta más útil, por las obligaciones que tiene creadas, por la corriente posibilista que dirige, por los sindicatos, por el dominio territorial, etc. No está claro que para aplicar un plan de dolarización de la economía argentina, donde solo te podés jubilar –como en Brasil– con 49 años de aportes en blanco, el peronismo sea la mejor herramienta, aunque pueda ser la mejor herramienta para contener si se pudre todo.

Hay división burguesa entre “pudrimos todo” y “no pudrimos todo”, quién pudre todo y quién viene después a atajar para que no se vaya a un desmadre revolucionario. Hay un intento burgués de reventar las conquistas de la clase obrera mundial. Y eso no para, se reafirma; va y viene porque también hay resistencia y lucha de clases, están las dos tendencias, y hay un debate burgués sobre si mediar los conflictos o reventarlos, pero salir a reventar es peligroso porque puede generar de vuelta la revolución social.

A Trump en las elecciones de EeUu le acaba de ir mal, y el congreso de EeUu acaba de votar una conquista porque pasaron por ley el matrimonio igualitario, y es extraordinario cómo opera la lucha de clases detrás, pero Trump no está muerto, sigue presente. La extrema derecha sigue presente, tal como el centro político, que tiene miedo de que la extrema derecha desencadene de nuevo la revolución social, porque si no, saldrían a cortar cabezas y chau. Entramos en una dinámica completamente distinta, donde el espectro de la revolución puede volver a aparecer.

Otra cosa es que no estamos preparados para eso, no está preparadas las nuevas generaciones para la revolución, pero una cosa llama a la otra en una dialéctica impresionante entre reacción y revolución. Es una dialéctica viva que es parte de los nuevos tiempos, que arranca a veces con conquistas y otras con cosas terribles, como los chicos que ejecutaron en Irán. En Irán está en marcha una especie de revolución, porque uno se imagina que Irán es un Estado teocrático atrasado y nada más, y no es así, lo atrasado es el campo y las ciudades son recontra modernas, con una juventud que irrumpe y con una clase obrera con una tradición histórica inmensa; si no, no hubiera habido los paros de petroleros que vimos, aparte de toda la modernidad hermosa del movimiento de mujeres. Eso de tirar el velo y cortarse el pelo es de una valentía inmensa y también expresa un renacer, un recomienzo de la experiencia histórica, no es una pelotudez, son actos de una valentía descomunal.

Conviven las dos tendencias, la de la extrema derecha y la de la rebelión popular, de manera que no se salda el asunto, y la tendencia es hacia la polarización porque el asunto no se resuelve con la mediación, con las palabras, y hay que pasar a los hechos. El año que viene es un año electoral en la Argentina, y en 2024 puede venir una prueba de fuerzas, por un plan de shock si gana la oposición, con el que tratar de hacer pasar medidas más duras en la Argentina.

  1. La polarización no para de crecer

Esas tres definiciones están juntas, la acentuación de las contradicciones, las raíces de la crisis y la polarización, y una dinámica de radicalización de la lucha de clases.

En el plano internacional, hay una coyuntura indefinida donde crece el intercambio de trompadas, más o menos mediado. Acuérdense que para que Trump perdiera las elecciones hubo una rebelión antirracista en EeUu, y cuando Trump ganó las elecciones hubo una marcha histórica del Me Too. Electoralmente se terminó expresando en Biden, que es del centro burgués imperialista, no se expresó en algo más radicalizado. Luego el trumpismo intentó ganar las elecciones y no le fue bien y no se resolvió. Y si hablamos deEeUu y China, vemos que en esta dinámica de crisis y polarización empiezan a entrar países muy grandes. Y lo importante para nosotros es que estemos preparados en el partido y la corriente para la aparición de eventos extraordinarios.

Obviamente esta charla sería distinta si en Brasil se hubiera impuesto Bolsonaro. No se impuso, y el bolsonarismo no se animó a desafiar las instituciones de la democracia burguesa. Habrán visto a ese bolsonarista que fue ocho kilómetros agarrado del parabrisas de un camión; después le hicieron un reportaje, y el tipo decía “creí varias veces que iba a morir”. Es un médico, estaba en un corte de ruta de clase media, y cuando arrancó el camión se tiró sobre el capot creyendo que el camionero iba a frenar. Lamentablemente no hubo reportaje al camionero, pero si llevás a un tipo a cien km por hora durante ocho kilómetros prendido al capot, estás dispuesto a matarlo. También estuvo el auto que atropelló a varios bolsonaristas en un corte.

Después de estos hechos, Bolsonaro corrió a los medios a decir “no, no hagamos como la izquierda que corta rutas, salgan de las rutas”. Después quedaron como dos semanas en la puerta de los cuarteles pidiendo el golpe. Evidentemente en Brasil hubo temor a una explosión social.

Estuve en Brasil a pocos días del mundial, y no había clima de mundial. Había una contradicción real, la verde-amarelha ya no es la camiseta de la mayoría, se la apropió el bolsonarismo. Pero hubo incipientes expresiones de guerra civil. No sé cómo se imaginan ustedes la guerra civil, quizás se la imaginen muy ideológicamente; pero la guerra civil no arranca ideológicamente, la gente de las hinchadas antifascistas y de los barrios que fueron a levantar los cortes de ruta era gente que no podía ir a laburar por los cortes, y se ve en los videos cómo festejaban cuando barrían a los bolsonaristas. La burguesía frenó, y ahí Lula dijo “¿vieron?, mediación, tranquilidad…”.

Mediación es no desafiar a la bestia, engañarla, convencerla. La bestia es la clase trabajadora y los sectores populares, la juventud. La lucha de clase pone límites. En China hubo límites, los obreros de la Foxconn pusieron límites, porque ya está, el grado de explotación es demasiado alto hasta para China.

Lo cual también muestra que hay una nueva generación de trabajadores, que no parten de una conciencia socialista como se partió hace un siglo, pero que tiene vida y si la desafiás va a pelear.

El debate interburgués tiene una miga real, porque si miden mal les puede salir mal. En general la iniciativa la tiene la clase dominante, las grandes revoluciones no suceden a iniciativa de las masas explotadas y oprimidas, surgen como respuesta a iniciativas destructivas de la clase dominante; la revolución rusa surgió de la guerra mundial, la revolución china del desastre que hizo Japón en China.

Entonces el debate burgués tiene un contenido real. La extrema derecha tiene más racionalidad económica, pero el centro político tiene más racionalidad política, porque hay que ver si están las condiciones o no para reventar a la clase obrera, la juventud y el movimiento de mujeres. Las nuevas generaciones no están testeadas; conviven con la precarización laboral, con las condiciones de existencia, con la crisis de la salud, con toda la pérdida de conquistas, pero no es su derrota, no es su retroceso, está naturalizado. Pero si van más lejos todavía, a aquello que no está naturalizado, aquello que son derechos conquistados, de organización, de libertad de palabra, o cuando van a un grado de explotación que ya es demasiado, se puede testear.

Las nuevas generaciones que van a hacer la historia de este siglo XXI están intactas, y hay que saber ver eso como corriente revolucionaria; las derrotas del siglo XX son de otras generaciones, no son suyas. Hay que saber transmitirles esas enseñanzas, pero esas nuevas masas trabajadoras explotadas y oprimidas no están testeadas. Y como está este sector burgués pasado de rosca, van a ser testeadas.

Y eso es lo más importante de toda la charla, transmitirles la idea de que va a haber una prueba, y que esa prueba va a generar condiciones revolucionarias. Que se pueden ganar o se pueden perder, por supuesto, y para ganar hay que construir partidos revolucionarios.

  1. Estallido en China

Au LungYu define al Estado chino como “orweliano”. En China no hay sindicatos, no hay organizaciones de la sociedad civil, hasta las organizaciones religiosas están dentro del PCCh.

Les digo primero una cosa intuitiva. Me dio la impresión, cuando vi los videos de la Foxconn, pero también con los estudiantes movilizados en el puente de Shangai o de Pekín, de que la gente tiene menos miedo al régimen de lo que imaginábamos, o sabe que le pusieron un límite al régimen. Las imágenes de la Foxconn son impresionantes, se llevaron por delante a toda la seguridad vestida y encapuchada de blanco por el covid, parecía una guerra de zombies.

La planta deZhengzhou está en la provincia de Henan, en la “panza” de China, una provincia arrocera cercana a la costa, en zona de monzones y lluvias. Los trabajadores migrantes de la planta de Foxconn son de la zona de Henan, no de la otra punta de China. En la fábrica hubo varias semanas de disturbios; los querían dejar encerrados hasta marzo del año que viene en lo que llaman “sistema cerrado”, que consiste en ir del puesto de trabajo al dormitorio que está en la planta, y después a laburar, y después al dormitorio, y así. Ahí apareció un límite, la gente dijo “me harté del sistema cerrado”, saltaron las alambradas y se fueron caminando por dos o tres días, a sus lugares de residencia en el campo. Y además, la población de Henan les organizó paradas en los caminos para reponerse, dormir, etc.

Algo pasa. No sabemos bien qué magnitud tiene, pero algo pasa para que suceda todo esto. Lo común es el covid: la burocracia se enamoró de las cuarentenas, que pasaron de ser una medida sanitaria inevitable a una medida de control social, se cambió el carril. Las cuarentenas al principio fueron inevitables cuando no había vacunas, nosotros en la Argentina incluso defendimos que los trabajadores pudieran cuarentenizarse y no ir a trabajar. Pero a partir de las vacunas, no hace falta la cuarentena, y la burocracia siguió por el carril del control social y no vacunó.

Ese es el elemento común que explotó en China, lo más general: la política del capitalismo de Estado chino de transformar una medida sanitaria en una herramienta de mero control social antisanitaria. En China no se vacunó suficientemente, no se importaron vacunas aunque algunas eran mejores que la producida en el país, y como estuvieron en cuarentena permanente, no hay inmunidad. Eso es un lío, porque ahora están relajando las medidas de cuarentena por las expresiones de descontento, y está el peligro de que se expanda el virus porque no hay anticuerpos.

Esta explosión de descontento es la más importante desde 1989cuando fue la rebelión de Tiananmen, una rebelión estudiantil y popular que fue aplastada con tanques en la plaza de ese nombre. El interrogante es si empieza a haber un límite en China en las condiciones de vida y explotación. La sociedad china es más moderna de lo que fue nunca, más urbana, con más nivel cultural del que tuvo nunca. Los chinos se impactaron cuando vieron en televisión a la gente sin barbijo en las tribunas del mundial, y que no se morían.

La gestión sin mediación de la sociedad china urbana, modernizada, con cientos de millones de jóvenes, es una contradicción: la sociedad está modernizada y la gestión política no, es autocrática, premoderna. No hay ninguna válvula de escape, no hay sindicatos, ni voto universal, ni competencia entre partidos políticos, no hay derecho a la movilización, pero al mismo tiempo hay internet, llega el mundo, se enteran de las cosas. Creemos que esta es la contradicción más profunda en China, aunque no tenemos la apreciación directa: un choque entre la gestión premoderna de la vida sociopolítica, súper explotadora y autocrática, y la modernidad de una sociedad que tiene otras aspiraciones, que no puede tener solo aspiraciones económicas sino también culturales, sociales, políticas. China entra como un actor nuevo en el mundo y no está claro que el gobierno pueda detener ahí la historia, parece tener más vida de lo que se creía; es la mayor crisis en China en cuarenta años.

  1. El reinicio de la experiencia histórica

Hay una definición de matices muy chiquitos, finita, que es la del recomienzo de la experiencia histórica. ¿Quiere decir que hay una radicalización socialista, que la lucha de clases está en ascenso? No, todavía no hay nada de eso. ¿Pero no importa porque la crisis y las luchas son objetivas? Tampoco, porque sin subjetividad no se ganan las luchas. Pero hay vida, hay algo, hay una acumulación de experiencias, y hay elementos difusos de conciencia anticapitalista, antisistema, en algunos sectores.

Por ejemplo con el tema ecológico: fuimos a volantear a la puerta de Pirelli y un trabajador de 22 años nos dijo que estaba muy interesado en la ecología; ¿cuándo vimos en la clase trabajadora argentina gente preocupada por la ecología? Lo clásico es que es muy difícil salir del tema reivindicativo. La ecología te abre la cabeza al mundo, en un compañero de fábrica te ayuda a llegar a temas más generales.

¿Cuántos jóvenes trabajadores en el mundo está preocupados por el tema ecológico? Habría que hacer una estadística, porque es un tema universal, difícil de circunscribir solo al plano individualista –aunque hay ideologías para todo, la huerta orgánica, etc.–. ¿Cuántos trabajadores trans hay? Eso también es un lío, porque te conecta con temas universales, la identidad. Hay un montón de eso en el mundo, y son cosas que te sacan de lo reivindicativo –aunque tienen su especificidad y a veces, aunque partamos de allí, hay que batir el parche con lo más general, el socialismo, etc.–.

Hay ejemplos más clásicos, como la organización de los nuevos sectores de trabajadores, lo de la Foxconn, etc. La humanidad está poblada de una nueva generación que no está cerrando el capítulo de su vida, lo está abriendo, y tiene vías de acceso a la conciencia anticapitalista. Compite con la extrema derecha, con el prejuicio, el enojo con el de al lado, con el de abajo, el inmigrante, etc. El prejuicio es poderosísimo, la fuerza de la inercia es una de las más poderosas en la historia; el prejuicio es automático. Pero compite con otro sentimiento, que es el de la solidaridad, un sentimiento natural si trabajás de manera asociada, o luchás de manera asociada.

Compiten dos fenómenos, progresivo y regresivo, y el mundo es muy joven. No hay radicalización política; la conciencia promedio en la clase trabajadora es reivindicativa, y en los sectores politizados es el posibilismo, no hay conciencia revolucionaria todavía. Pero hay chispazos anticapitalistas, en la vanguardia obviamente pero también en sectores más amplios.

Estos elementos hacen un cuadro –lo digo exageradamente para que se entienda– prerrevolucionario. No se ve un cuadro no revolucionario, por la crisis, por la agresión del capitalismo. Un cuadro no revolucionario sería porque el capitalismo hace muchas concesiones, o porque hay mucha derrota, y no parece que haya ninguna de las dos cosas, hay mucha crisis y hay vida, la clase trabajadora y la juventud no son inertes. Y hay algunas concesiones por la lucha de clases, pero no estamos en una etapa de concesiones sino más bien de seguir retirando conquistas.

  1. Nuestra corriente

Sin ninguna intención de hacer alharaca, hay dos cosas hoy que son cualitativas para nuestra corriente, por donde entramos en este juego de situación. Una es que estamos convocando a un encuentro de repartidores en San Francisco junto a los compañeros y compañeras del sindicato de comercio de California; es una cosa incipiente, pero es una novedad.

Es significativo. Ellos representan a muchos latinos que reparten con Uber, y tienen relaciones con la juventud trabajadora de Starbucks y de Amazon Flex, que es el reparto de Amazon. Este encuentro también refleja algo del recomienzo de la experiencia histórica. Algunos compañeros grandes del gremio californiano se sensibilizaron con la juventud de nuestros camaradas; tiene el inmenso valor de querer pasarle la posta a la nueva generación.Tienen la sensibilidad de ver en el Sitrarepa una expresión de la nueva clase trabajadora.

La otra novedad, de otra dimensión pero que tiene valor, es que hoy en París estamos participando en la fundación de un nuevo partido, a partir del ala izquierda del NPA. Estar fundando una nueva organización junto a cientos de compañeros jóvenes tiene un gran valor para nuestra corriente. Y ni les cuento si logramos hacer pie políticamente en EeUu… Estas cosas conectan a nuestra corriente con ese reinicio de la experiencia histórica del que venimos hablando.

  1. El proceso de la clase obrera china

Volvamos ahora un poco a China. La clase obrera china del 49 tenía más derechos sindicales en las áreas del Kuomingtan que en las del maoísmo… Todos los especialistas dicen que era muy corporativa y ordenada alrededor de elementos reivindicativos, y que vivió la revolución como algo ajeno.

Esa clase obrera había sido protagonista de la revolución del 25-27, que fue derrotada. En la época de la fundación del PCCh revolucionario, eran tres millones de trabajadores frente a 600 millones de campesinos.

El maoísmo creó una clase obrera estatizada de 40-50 millones de trabajadores, bajo el régimen que se llamaba “del tazón de arroz”, un régimen de seguridad social de alimento básico, alojamiento y condiciones de vida, a cambio de su libertad y organización política. Era una clase obrera poco interesada por los asuntos universales, nunca se emancipó políticamente.

Esta clase obrera estatal bajo el régimen del tazón de arroz fue despedida masivamente con la restauración capitalista, y se formó otra clase obrera, de 400-500 millones, un gigante social que no tiene sindicatos. Políticamente no sabemos qué tiene en la cabeza, pero sabemos que en la juventud hay una corriente maoísta muy fuerte, también hay juventud socialdemócrata y anarquista; juventud trotskista no hay.

En esta clase obrera, uno de los elementos de organización incipientes son los “abogados prácticos”, compañeros y compañeras despedidos que organizaron alrededor de ellos a otros despedidos armando bufetes de abogados prácticos para ayudar a la lucha reivindicativa de los trabajadores en distintos lugares. Por otra parte, hay una parte de la clase obrera china cuyas condiciones de vida mejoraron, algunos ya están en 500 dólares por mes.Luego de la derrota de Hong Kong hubo también derrotas en China para la clase obrera y hay 300 abogados prácticos presos.

  1. La Foxconn

Lo de Foxconn, todo el mundo dice que fue espontáneo. Hubo relaciones de solidaridad e intercambio de información, por ejemplo dónde pasar la noche, pero todos los informes dicen que no hay organización. En Foxconn –200 mil trabajadores– probablemente haya más relaciones de solidaridad que en otras partes, porque viven todos en Henan.

Leyendo todo lo que se escribe sobre China, no se encuentran señales de conciencia política en la clase obrera, aunque sí en la juventud. Au LoongYu habla de una “ensalada” entre dos elementos: una idea anticomunista, y otra de reivindicar las conquistas durante el maoísmo; todo lo que se ve por ahora es reivindicativo.

Además de los abogados prácticos, muy extendidos y que son una experiencia de solidaridad hermosa aunque elemental, también parece que la clase obrera china está más fuerte y que el promedio salarial está más alto.

También se detecta “Gigmanufacturing” en la planta de Foxconn porque los modelos nuevos de iPhone salen en septiembre todos los años, y en los meses previos se trabaja a lo loco en la Foxconn para Apple. Muchos trabajan como si fuera por aplicación o “golondrina” porque ahí trabajan mucho pero prefieren no estar efectivos porque también trabajan en otras cosas, o sea que hay mucha combinación en las relaciones de explotación.

Es obvio que es un gigante social. No se detecta que en la Foxconn, con sus 200 mil trabajadores, haya una dirección, ni sindical ni política; tampoco células del PCCh. Lo que sí hay son funcionarios del PCCh en todas las plantas, públicas o privadas, altos funcionarios en altos puestos de dirección.

También sabemos que en China, las relaciones de solidaridad cuando sos un inmigrante son más difíciles; existe el régimen del pasaporte, la gente joven va a trabajar a las ciudades pero no pueden ni casarse ni establecer un domicilio, para su vida civil tienen que volver a su pueblo. Pero si sos de la misma provincia, como en el caso de Henan, estás cerca.

La ciudad donde está la Foxconn es una gran ciudad con tradición de industria textil, que se terminó y fue reemplazada por la industria súper moderna de Apple; eso también es poder social, porque no es lo mismo trabajar en una textil que en algo que se llama Apple o iPhone, y la calificación laboral tampoco es la misma.

  1. La subjetividad

Hay cosas que son complejas: en China la subjetividad vale un cuarto de lo que vale en un país capitalista normal. Hay una trayectoria histórica donde la degradación humana es tan grande, además de la tradición confuciana de la familia, la autoridad del padre, etc., que “la gente parece chiquitita”, como decían Fairbank (especialista yanqui en China) y RolandLew. El concepto de individuación y subjetividad de Occidente no existe en China, donde el ser humano está más absorbido en la comunidad, y la comunidad puede ser la familia como puede ser el directorio de la empresa; hay un respeto religioso a la autoridad.

O puede ser que Xi Jing Pin, al que Au LoongYu lo pinta como un “idiota”, un burócrata puramente superestructural. Mao tenía carisma, era otra cosa; puede ser que no fuera socialista, pero hizo la Larga Marcha, años caminando cuatro mil kilómetros, una gesta histórica. Xi Jing Pin no tiene ninguna gesta histórica atrás.

En lo que nos toca de Occidente en la Argentina, existe la individualidad, como concepto positivo amén del consumismo y el negativo del individualismo de los pequeñoburgueses. En China el individuo está absorbido en la sociedad y la familia, y ese elemento, que aparece como tan general, es complejo, y diferencia la tradición de ChenDuxiu de la tradición de Mao: Chen apostaba a la clase obrera con derechos, con libertades y con individualidad, y Mao estaba con la apuesta agraria.

Pero la realidad no es puramente objetiva ni puramente subjetiva; ese elemento convive con la fuerza estructural de la clase obrera. En Foxconn hubo concesiones, además de que dejaron que la gente finalmente se escapara, y no hubo represión estatal; esas imágenes que vemos son del cuerpo de seguridad de la fábrica, no de la policía o el ejército, hay una búsqueda de contención. Además hubo una indemnización de 1500 dólares para cada trabajador o trabajadora que se quiera ir de la planta, que es una miseria, pero los trabajadores sentaron una condición, los que quisieron se fueron, y por ahora no escuchamos de represalias.

Hay una cosa que es común: la fuerza objetiva de la clase trabajadora y su fuerza subjetiva están muy desproporcionadas. Hace un siglo la fuerza subjetiva de la clase era más grande que su fuerza objetiva, mientras que en este siglo, la fuerza objetiva de la clase obrera es mucho más grande que su fuerza subjetiva; pero hay una relación dialéctica entre ambas fuerzas, no son vidas totalmente paralelas. Saliendo de China y yendo al mundo, hay una contradicción entre la monumentalidad de la envergadura estructural de la clase obrera y su limitación subjetiva.

El concepto que tiene que quedar claro es que la individualidad como un valor creado en occidente por la revolución burguesa, en China no existe. La revolución burguesa en China nunca ocurrió, y la revolución anticapitalista, que fue histórica, no lo resolvió.

El otro concepto es que entre lo objetivo y lo subjetivo hay proporciones totalmente distintas que al inicio del siglo XX, donde el grueso de la clase obrera estaba concentrado en Europa, pero era socialista; hoy es mundial pero no es socialista.

Obviamente, la maduración subjetiva es un desafío histórico inmenso, pero la existencia objetiva de la fuerza de la clase obrera es también un hecho; si no lo fuera, hoy en China no tendrían ningún derecho, y el salario está en promedio 500 dólares, no es tan bajo. Además, avanza la cadena de valor de taller manufacturero del mundo a competir en empresas de más tecnología, expresando también que hay otra clase obrera.

¿Cómo interpretamos que canten la internacional? No tengo la menor idea. Hay analistas que dicen que cantaban la internacional porque el régimen decía que los que se movilizan son todos agentes de potencias extranjeras, o sea, la cantaban como diciendo “no somos agentes imperialistas, somos chinos”. Hay otra interpretación posible, y es que hay tradiciones revolucionarias en China también; la revolución china fue grosa, histórica, no fue socialista desde nuestro punto de vista pero fue anticapitalista, y evidentemente hay elementos progresivos de tradición que están ahí. No sirve para hacerse la película de que la juventud china es socialista revolucionaria, eso no; la verdad debe estar en un mix entre la recuperación de cierta tradición y el demostrar que ellos son chinos y saben cantar la internacional. Hay otra canción que se cantó, una especie de canción libertaria democrática, que quizás se haya cantado más honestamente: la conciencia inmediata es democrática, no es socialista; es democrática y reivindicativa.

  1. El régimen

Au LoongYu dice que es un régimen sin sociedad civil: sin sindicatos, sin comisiones internas, sin centros de estudiantes, sin derecho de huelga, sin voto universal. Tampoco es un régimen fascista, es más bien autocrático, no hay instancias de organización independiente ni dependiente, no hay partidos salvo el PCCh, un partido-Estado con 60 millones de miembros. Trotsky decía que los sindicatos eran expresión de la democracia obrera dentro de la democracia burguesa; en China no hay expresiones de democracia obrera ni expresiones de democracia burguesa.

El compromiso histórico de la burocracia china, que se reafirmó con la restauración capitalista, el “compromiso social”, es la inexistencia de una esfera de la vida vinculada a la acción política; te dan el crecimiento y el consumismo, y lo que te pide el régimen es la no participación política.

No hay sociedad civil desde el punto de vista formal, pero hay sociedad: si no hubiera sociedad no habría lucha. Y está la contradicción de separar de la vida política a gente que tiene cada vez más vida cultural.

Después está todo distorsionado. Por ejemplo, corrientes que aparecen como progresistas son ultra neoliberales, expresamente de libre mercado.

China hizo una revolución anticapitalista, expropió a los capitalistas, restauró el capitalismo, pero nunca hubo revolución burguesa. Cosas que para nosotros son naturales y que son la mierda del régimen burgués pero que supone conquistas igual, en China no las ha habido nunca. El libre derecho a la opinión y expresión política, a la organización, no existen.

Existieron otras cosas, la revolución del 49 fue anticolonialista y eso fue extraordinario, se independizó China del imperialismo, garantizó la unidad nacional del país, el sentimiento nacional tiene aspectos legítimos, progresivos. En China estuvo la guerra del opio en 1850, la hizo el imperialismo británico, y terminó con un tratado por el cual las ciudades que estaban en la costa del Pacífico quedaron sometidas a un dominio especial por parte del imperialismo, el país fue dividido. También fue dominada por Japón, las mujeres chinas, como las coreanas, fueron a parar a los prostíbulos japoneses. La independencia y la unificación nacional fueron legítimas y progresivas. Lo que pasa es que hoy la burocracia utiliza ese sentimiento nacional como arma para la competencia interimperialista.

Hay países que están peor que China, Rusia está mucho peor. Los compañeros preguntaban en qué grado estamos, del uno al diez, en cuanto al reinicio de la experiencia histórica en el mundo, y les decía que estamos en el punto 1; Rusia y el este europeo están en menos diez. China no está en menos diez, y eso es positivo porque como país estratégico es mucho más importante que Rusia.

Otro elemento diferente es que en China no hubo contrarrevolución burocrática, la revolución fue burocratizada desde el inicio. En Rusia hubo una de las dos contrarrevoluciones más profundas de la historia contemporánea, que fue el estalinismo, como en Alemania el nazismo. Rusia no tiene competencia en el atraso, es lo más atrasado de todo, y los países del este europeo le siguen. En Rusia la clase obrera fue aplastada, en Hungría si rebuscás un poquito estuvo la rebelión del 56, en Checoslovaquia la del 68, en Polonia estuvo Solidaridad. China está en un sentido lejísimos de Rusia, porque aparte Rusia es un imperio en reconstrucción pero por razones políticas y militares, está muy desindustrializada.

Una última cosa: en el terreno ideológico y de las relaciones humanas conviven tendencias revolucionarias y reaccionarias. Hay conquistas que son democráticas pero configuras revoluciones en las relaciones humanas, como el derecho al aborto y los de las personas lgbt, que aunque no cuestionen la explotación capitalista hacen a condiciones de vida más emancipadas. Eso tiene una respuesta contrarrevolucionaria, como se ve con los Milei. Es una ley de la lucha de clases expresada en la vida cotidiana y en el terreno de las relaciones humanas.Conviven la lucha por el Estado laico con la regresión que suponen las iglesias evangélicas que actúan directamente en política. La enseñanza de eso es que no hay revolución sin reacción, y tampoco hay reacción sin revolución.

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