Guerra en Ucrania: Kiev bajo ataque

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  • La capital ucraniana amaneció bajo asedio. Las tropas de Putin avanzan posiciones en el territorio ucraniano. Recrudecen los enfrentamientos en las calles de Kiev.

Agustín Sena

En la madrugada del viernes comenzaron los bombardeos rusos sobre Kiev. El presidente Zelensky alertó sobre la «presencia de grupos de saboteadores rusos» en la capital, e instó a la población a respetar el toque de queda y resguardarse. Se notificó la presencia de tropas rusas uniformadas como soldados ucranianos, en un aparente intento por infiltrarse en la ciudad. Miles de ucranianos descendieron a refugios improvisados en los sótanos de edificios y hoteles, e incluso a las estaciones del subterráneo de Kiev.

Las bombas rusas regaron el centro de la ciudad. Varios edificios fueron destruidos, así como aeronaves rusas de combates, derribadas en el centro de la ciudad. Hasta la noche del jueves, el gobierno de Zelensky estimaba las víctimas mortales en 137, además de varios cientos de heridos. Esos números seguramente ascenderán tras las escaramuzas en Kiev. También ascenderán, seguramente, las víctimas civiles. Varias zonas residenciales de la capital sufrieron destrozos y bombardeos sobre viviendas. Los desplazados internos se cuentan por decenas de miles.

Zelensky, contra las cuerdas

Los cuerpos de aviación rusos tomaron el control del aeropuerto Antónov en Hostomel. Se trata de un importante punto logístico para la aviación militar ucraniana, que quedo rápidamente neutralizado. Desde allí, la aviación rusa se unió las tropas que llegaron por tierra desde Bielorrusia, atravesando la zona de exclusión de Chernóbyl.

La llegada del día mostró un panorama favorable a Putin. Las tropas rusas rodearon la capital desde el Norte y el Noreste. En estos momentos, las defensas ucranianas se encuentran resistiendo en el Puente Habana, situado a tan sólo 3 kilómetros del Parlamento ucraniano y de la Plaza del Maidan. Las autoridades ucranianas declararon que estaban preparadas para hacer volar los puentes que dan ingreso a la capital por el Norte.

Según el gobierno ucraniano, se están registrando abundantes bajas en las filas rusas. Según la viceministra de Defensa Hannah Maliar, se habrían destruido 80 tanques, 500 blindados, 10 aviones y 7 helicópteros rusos. Además, las bajas entre las tropas rusas ascenderían a 2800. «Somos fuertes. La victoria será nuestra». Twitteó la funcionaria. Sin embargo, el avance de las fuerzas rusas no se detiene. En tan sólo un día de guerra, las tropas de Putin han llegado a la Capital y la han puesto bajo asedio. Nadie sabe cuánto puede aguantar Ucrania esta posición.

La OTAN vacila

El presidente ucraniano parece quedarse sin tiempo, sin recursos y sin aliados. «Esta mañana estamos defendiendo a nuestro país solos. Las naciones más poderosas del mundo solo están mirando desde lejos», declaró Zelensky esta mañana. Sus aliados de la OTAN han declarado que no tomarán parte de los enfrentamientos militares (al menos por ahora). Las «sanciones económicas» dictaminadas por las potencias occidentales parecen menos dirigidas a intentar detener la guerra que a golpear el poder económico y diplomático de Rusia una vez que el enfrentamiento militar termine. Biden no parece dispuesto a pagar el costo de una guerra directa con una potencia militar como Rusia.

La Unión Europea, por su parte, ha quedado descolocada, por no decir fuera del mapa. Las propias sanciones económicas contra Putin podrían traerles severos daños colaterales a los Veintisiete. No por nada Alemania (secundado por Italia y Hungría) se opuso a la expulsión de Rusia del sistema de pagos internacionales SWIFT (el sistema que permite las transferencias entre entidades financieras de todo Europa). Esta medida hubiera tenido consecuencias casi impredecibles al quebrar la «fluidez» financiera de Europa. Si las potencias imperialistas occidentales pretenden resolver el conflicto con puras «sanciones» económicas, la globalización que caracteriza al capitalismo mundial podría volverse una piedra en su zapato.

Sentarse a conversar con el fusil en la sien

A pesar de los twits «victoriosos» del gobierno ucraniano, Zelensky está retrocediendo. Tan sólo 24 horas después de romper relaciones diplomáticas con Moscú, anunció esta mañana que está dispuesto a sentarse a negociar con Putin para «detener la muerte de personas». «Vladimir Putin está listo para enviar una delegación rusa a Minsk», anunció por su parte Dimitri Peskov, portavoz del mandatario ruso.

Las declaraciones de Putin fueron zigzagueando en las últimas horas. Fue desde «defender el Dombás» hasta «desnazificar Ucrania», pasando por acusaciones al gobierno ucraniano de «ser una banda de drogadictos neonazis» y arengas a que el Ejército ucraniano derribe a su propio gobierno. Tras las poses y los discursos, la estrategia de Putin parece ser desplegar todo lo posible su poder militar sobre territorio ucraniano (pasó de los bombardeos a la invasión de la capital) e ir tanteando la mejor resolución posible. Que caiga Zelensky y conseguir instaurar un régimen más «pro – ruso» podría ser una posibilidad, pero no es la única. Más probable (tal como están las cosas en estos momentos) parece ser la búsqueda de un «impasse diplomático» bajo nuevas condiciones.

Dicho en concreto: sentarse a negociar con Kiev ocupada, los puntos estratégico – militares del país bloqueados por las tropas rusas y Zelensky aislado y derrotado. Luego del reconocimiento de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk por parte de Putin, el primer punto de las negociaciones podría ser la partición del territorio ucraniano (con ganancia territorial de las Repúblicas pro – rusas) y extender la influencia rusa hacia Ucrania occidental.

De concretarse cualquiera de las posibilidades que se barajan hoy, el gran perdedor sería el pueblo ucraniano. Tras largos años de encontronazos entre Rusia y la OTAN, la población ucraniana ha sido tomada como rehén de una disputa entre potencias imperialistas. La única solución positiva para las masas ucranianas sería un alto al fuego inmediato y el retiro de todas las tropas extranjeras. Nadie, salvo el pueblo ucraniano, debería decidir cómo organizar su territorio y su sociedad.

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