¡Fuera Bolsonaro!

Elecciones históricas en Brasil.

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Este domingo 30 de octubre son las elecciones más importantes para Brasil en los últimos 40 años. Tal vez para toda América Latina.

La presidencia de Jair Bolsonaro permitió que la extrema derecha no sólo saliera de su ostracismo, sino que la convirtió en una fuerza de masas desde el Estado. Hoy, se disputa la presidencia con un Lula muy «normalizado», que intenta agrupar en torno a su candidatura a casi todo el viejo arco político, que quiere ganarse el favor de la clase dominante brasilera. Intenta mostrarse como la cara de lo previsible. Del otro lado, el presidente de extrema derecha es un peligro latente, mucho más en el poder, a los derechos democráticos de los trabajadores y el pueblo brasilero.

Es una irresponsabilidad política no advertir sobre los peligros de la jornada electoral. Pero también es importante tratar de no exagerarlos. Bolsonaro se prepara para desconocer los resultados de las elecciones que le sean adversos. En principio, son completamente imprevisibles. Todo indica que debería ganar Lula con un margen similar al de la primera vuelta. Sin embargo, hay una serie de factores que podrían torcer el resultado, mayormente extra electorales.

Bolsonaro intentó instalar el miedo entre sus adversarios. Mientras Lula se dedicó toda la campaña a evitar todo lo posible la calle, la extrema derecha tuvo la sistemática política de movilizarse. En esas condiciones, el presidente neofascista llamó a sus seguidores a rodear los centros de votación para «evitar fraudes». Si una parte de quienes lo rechazan ya temía hacer valer su voto, en esas condiciones eso solamente puede empeorar. El cansancio con la campaña podría mantener a una parte de la gente en su casa, también la abstención de quienes hayan votado a otro candidato en la primera ronda. Todo está abierto. 

Si Bolsonaro venía acortando la distancia por meses, Lula ahora ganó ventaja sobre el final de la campaña. Esto se debió al escándalo del ex diputado bolsonarista Jefferson, que intercambió balas con la policía y al ajuste anunciando por el ministro Guedes, que dispone que el salario mínimo (y las jubilaciones) ya no se ajustan por inflación.

La campaña se había derechizado en las primeras semanas posteriores a la primera vuelta, la religión se había metido como pocas veces antes. Incluso se llegó al extremo delirante de que se discutiera si Lula había hecho un pacto con el diablo o no. Ese es el tipo de agenda que habían instalado las iglesias en favor de Bolsonaro. Ahora, las cosas se han torcido un poco y se discuten cosas más terrenales, y realmente propias de los intereses de la mayoría, como el salario. Pero la disposición de fuerzas en las urnas está demasiado equilibrada, con poca ventaja de Lula, mientras las de la calle son de Bolsonaro porque el PT y sus aliados la han abandonado.

Ahora, el bolsonarismo anunció que se movilizará no importa cual sea el resultado. El STF (la Corte Suprema) dice que la Avenida Paulista será para quien gane y Bolsonaro intenta imponer que sea suya a toda costa, y mostrarse así como el «legítimo» triunfador pese a que las urnas digan otra cosa. Mientras tanto, Lula solo llama a votar y no dice nada de la necesidad de defender el resultado en caso de derrota de Bolsonaro.

El escenario de indefinición y de peligros golpistas podría arrastrarse hasta enero. Sea quien sea el nuevo presidente, deberá asumir en enero. Así, podría haber un escenario similar al de Estados Unidos con la toma del Capitolio por los seguidores de Trump. Bolsonaro podría agitar un supuesto «fraude» e intentar movilizar a su base frente a una eventual asunción de Lula. Y, sin embargo, tampoco es del todo seguro que pueda hacer eso; aunque es obvio que las intenciones no faltan.

Frente al peligro que implica Bolsonaro para las libertades democráticas de los trabajadores y los sectores populares de toda la región, la izquierda revolucionaria tiene el deber de llamar al voto ultra crítico a Lula. Y, sobre todo, debemos tomar las calles para barrer definitivamente con el neofascismo bolsonarista. 

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