Europa: crisis migratoria y represión

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  • El gobierno francés desalojó un campamento de 1.500 migrantes kurdos. En la frontera de Bielorrusia y Polonia, miles de inmigrantes intentan cruzar hacia la Unión Europea. Mientras los gobiernos europeos discuten quién es el culpable de la crisis, decenas de migrantes mueren y decenas de miles acampan en condiciones inhumanas.

Agustín Sena

La crisis migratoria viene acumulando tensiones a lo largo del año. En las últimas semanas, se han formado dos enclaves del conflicto. El más importante (por la cantidad de migrantes involucrados) es el de la frontera Bielorrusia – Polonia – Lituania. Alrededor de este punto fronterizo están creciendo los choques diplomáticos entre la Unión Europea, por un lado, y el gobierno bielorruso, con la figura de Putin asomando por detrás. Por otro lado, el problema migratorio también genera problemas entre el Canal de la Mancha, punto de paso de miles de migrantes desde Francia hacia el Reino Unido.

Un conflicto geopolítico… 

Desde el 2020, el gobierno bielorruso ha flexibilizado su política de inmigración. Se facilitaron o eliminaron los requisitos para obtención de visado proveniente de 76 países. Algunos de ellos son Siria, Libia, Irak y Afganistán, países marcados por conflictos bélicos, religiosos y étnicos internos y una descomposición social rampante. No hay números oficiales, pero los migrantes llegadas desde esos países hacia Bielorrusia se cuentan por decenas de miles.

Con la flexibilización migratoria, se multiplicaron los viajes de aerolíneas que transportan migrantes desde Oriente Medio y África hacia Bielorrusia. La mayoría de los viajes provienen de puntos clave en el flujo migratorio Asia – Europa, como Dubai o Estambul.

Pero los migrantes no tienen a Bielorrusia como destino final, sino como parada intermedia. Desde allí intentan ingresar a los países centrales de la Unión Europea. Y la principal puerta de entrada a la UE es Polonia, limítrofe con Bielorrusia. En las últimas horas, la tensión estalló en la frontera. Más de 1.000 migrantes intentaron cruzar la frontera polaca en la paso de Bruzgui–Kuznica. El ejército polaco respondió con gases lacrimógenos, camiones hidrantes y granadas aturdidoras. Se estima que en el improvisado campamento de la zona permanecen entre 2.000 y 4.000 migrantes, entre ellos familias enteras con niños, que permanecen a la intemperie con temperaturas cercanas a los cero grados. Otros miles de migrantes permanecen en territorio bielorruso, acampando en centros comerciales, estaciones de subterráneo y en las calles de las principales ciudades, sin acceso a trabajo ni servicios básicos.

La apertura migratoria del gobierno bielorruso fue catalogada por las autoridades polacas como «terrorismo de Estado». «Utilizan a los migrantes como municiones contra la Unión Europea» fue una de las frases que se vieron en los principales medios de comunicación europeos. Lukashenko, el presidente bielorruso, desestimó las acusaciones y se reunión con la premier alemana, Angela Merkel. Las negociaciones llegaron a un impasse en las últimas horas, luego de la represión del ejército polaco en Bruzgui–Kuznica.

Lukashenko, mandatario bielorruso desde 1994, atraviesa acusaciones de autoritarismo y falta de transparencia institucional desde hace varios años. En 2020, tras unas elecciones manchadas por acusaciones de fraude, el bielorruso prorrogó su mandato y la UE aprobó sanciones diplomáticas contra su gobierno. Según varios miembros de la UE, la política migratoria de Lukashenko sería su revancha contra las represalias diplomáticas.

Al mismo tiempo, la Unión Europea viene exigiendo la intervención de Putin en el conflicto migratorio. El mandatario ruso es un aliado geopolítico de Lukashenko, y no parece tener intenciones de intervenir. «Yo no tengo nada que ver», declaró en las últimas horas.

En Francia, por otro lado, la tensión crece mientras miles de migrantes intentan cruzar el Canal de la Mancha para llegar al Reino Unido. Hoy miércoles, el gobierno francés desalojó un campamento migrante en la zona de Grande–Synthe, a 300 kilómetros de París. Allí permanecían 1.500 migrantes, en su mayoría kurdo – iraquíes. De ellos, alrededor de 600 fueron conducidos a centros de detención de migrantes, y se detuvo a más de 30 personas acusadas de tráfico de personas.

Mientras tanto, los gobiernos francés y británico se lanzan la pelota y cruzan acusaciones. Reino Unido acusa a Francia de «no hacer lo suficiente» para detener el flujo de migrantes hacia territorio británico. Francia, por su lado, le exige al gobierno británico el desembolso de 62 millones de euros en materia de presupuesto para el control del flujo migratorio. Por detrás y a media voz, aparecen los problemas diplomático – comerciales que emanan del Brexit. Tras la salida de Reino Unido de la UE, el gobierno francés quiere acelerar la obtención de licencias comerciales para la entrada de pesqueros franceses en aguas británicas. De no facilitarse las licencias, el gobierno francés podría ser menos operativo en el control del flujo migrante hacia Reino Unido.

Tanto en el enclave bielorruso – polaco como francés – británico, lo que aparece tras la crisis migratoria son los choques entre la Unión Europea y las potencias que permanecen por fuera de la misma: el Reino Unido post Brexit, por un lado, y el «eje Moscú», por el otro.

… con los refugiados como rehenes

La crisis migratoria europea no es un fenómeno nuevo. Por el contrario, el problema migratorio aparece recurrentemente en la escena desde hace por lo menos dos décadas. En todos los casos, la situación empeora cualitativamente cuando alguna potencia occidental interviene desastrosamente en territorio asiático. En este caso, la crisis migratoria recrudeció tras la criminal salida de las tropas yanquis de Afganistán, obligando a miles de afganos a salir por cualquier medio del territorio ocupado por los talibanes.

La respuesta de los gobiernos europeos ha sido siempre la misma: cerrar fronteras, expulsar a miles de migrantes y encerrar a otros miles en centros de detención de migrantes bajo condiciones inhumanas. En el paso Francia – Reino Unido, ya han fallecido por lo menos 4 personas en los últimos meses, y otras 3 permanecen desaparecidas.

Por otro lado, el cierre de fronteras no ha frenado ni desacelerado el flujo de migrantes hacia la UE. Lo único que se logró fue empeorar las condiciones en la que los migrantes se trasladan, y aumentar los riesgos humanitarios. En el Canal de la Mancha, por ejemplo, los migrantes ya no pueden ingresar al Reino Unido a través de los ferrys ni por el «Eurotúnel» (un subterráneo marítimo) por el endurecimiento de la vigilancia policial. Deben optar por las precarias embarcaciones ilegales, ya famosas luego de las decenas de fallecimientos que ocasionaron en el mediterráneo en la última década.

En todos los casos, los enfrentamientos geopolíticos entre Estados europeos por el problema migrante han llevado a recrudecer la crisis y generar más muertes. La única vía posible de solucionar el problema migrante radica en terminar con la Europa de fronteras blindadas, al mismo tiempo que con las intervenciones imperialistas (europeas y yanquis) en Asia y África.

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