La Casa Blanca confirmó en un comunicado oficial haber suministrado información de inteligencia a Ucrania. Gracias a esta, se pudo confirmar los objetivos delimitados por el ejército ucraniano, así como localizar nuevos.

Según el mismo comunicado, esta información no se filtró «con el objetivo de eliminar a altos oficiales rusos». Lo cual de todas maneras no significa que la información no haya sido utilizada con ese fin.

Los datos incluyen la ubicación geográfica de las tropas rusas. También se suministraron datos clasificados del plan de guerra elaborado por el Kremlin para la zona del Donbás.

Una nueva etapa de la guerra

El suministro sistemático de inteligencia estadounidense a Ucrania se enmarca en el reforzamiento de la asistencia bélica occidental a Ucrania. Al parecer, Biden y la OTAN ven una oportunidad en el cambio de coyuntura operado en la guerra.

Tras el fallido intento de tomar Kiev en las primeras semanas del conflicto, Rusia parece haber pasado a una estrategia a largo plazo de control territorial. Para esto, está focalizando sus tropas en la zona del Donbás, con una atención constante sobre la ciudad de Mariúpol.

Este es, probablemente, el escenario que esperaba (y deseaba) la OTAN. El alargamiento del conflicto permite que las sanciones económicas comiencen a desgastar internamente a Rusia. Además, facilita un suministro más eficiente a las líneas de defensa ucranianas.

Parte de esta política de «asistencia reforzada» es el envío de nuevas formas de armamento y más sofisticadas formas de armamento. Entre ellos se cuentan los famosos «switchblade» o drones kamikazes. Este tipo de armamento de última generación podría permitirle a las tropas ucranianas atacar puntos y objetivos estratégicos del ejército ruso.