Elecciones en Guatemala: entre el autoritarismo y la corrupción

El proceso electoral parece estar marcado por el fraude, el autoritarismo y la intención de sectores de la burguesía por traer al poder a personas vinculadas con el conflicto armado y el genocidio del pueblo Ixil.

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Guatemala se encuentra en medio de un nuevo proceso electoral, los comicios serán el próximo 25 de junio. Para el gane de alguna candidatura se necesitan más del 50% de los votos, actualmente hay 23 inscripciones de fórmulas electorales; de ellas las más importantes son: la de Zury Ríos (la hija del dictador Ríos Montt), Sandra Torres, Edmunt Mullet y Carlos Pineda cuatro propuestas que oscilan entre la ultraderecha y la derecha.

En febrero varias encuestas como Research International y CID Gallup colocaban a Zury Ríos y Sandra Torres como las candidatas que pasarían a segunda ronda, lo cual dejaba a la expectativa si la hija del dictador se convertirá en la próxima presidenta guatemalteca. Sin embargo, en la última encuesta electoral Zury Ríos cayó hasta el cuarto puesto, mientras que se colocó en primer lugar el empresario Carlos Pineda.

Más allá de las fluctuaciones electorales el proceso se encuentra marcado por los señalamientos de corrupción y autoritarismo, por ejemplo, se prohibió la participación de Thelma Cabrera, representante de Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), que es parte de CODECA una organización indígena y campesina, también se prohibieron otras fórmulas electorales como la de Roberto Arzú (quién es Roberto Arzú? Sino vale la pena mencionarlo se puede quitar).

De hecho, la lluvia de proscripciones continúa, al momento de redactar este artículo el Tribunal Contencioso dejó fuera a Carlos Pineda tras una denuncia por no realizar las asambleas del partido de forma correcta y no presentar documentos de financiamiento electoral.

Así, la carrera electoral se encuentra atravesada por un cuestionamiento de fraude y la intencionalidad de la burguesía guatemalteca por colocar a Zury Ríos en la silla presidencial. Con las proscripciones el camino se le allana a Ríos.

Ella no esconde la simpatía por su padre, en una entrevista con la CNN en el 2019 dijo lo siguiente: “mi padre murió inocente, lo acusaron de muchas cosas (…) lo acusaron, pero jamás se lo demostraron, él murió libre (…) en Guatemala no hubo genocidio”.

En Guatemala si hubo genocidio, el genocida del pueblo Ixil fue Ríos Montt, junto con toda la burguesía guatemalteca y los militares. Montt fue juzgado y declarado culpable en primera instancia, pero luego los dinosaurios en Guatemala se encargaron de anular el fallo. Ríos Montt no murió inocente, pero si libre por la corrupción estructural que impera en el país.

El genocidio maya fue uno de los picos más sangrientos del conflicto armado en Guatemala, además, fue una muestra del racismo del Estado guatemalteco, y se ancló en la campaña de persecución contra militantes comunistas:

Más de 200,000 personas fueron asesinadas o desaparecidas entre 1960 y 1996 en el conflicto interno (…). El peor periodo de violencia fue entre 1982-1983,  cuando fuerzas contra-insurgentes promovieron una campaña de represión sistemática de genocidio contra la gente maya. Tomando de una histórica antipatía de la gente indígena de Guatemala, el Estado justificó la exterminación de aproximadamente 440 comunidades mayas diciendo que eran parte de un complot comunista contra el gobierno.

Retornando a la actualidad, una de las propuestas que destaca en el plan de Ríos es sobre seguridad, ella estará por aplicar el modelo de Bukele e imponer penas de muerte a quién sea culpable de corrupción. En un línea similar se direcciona la campaña de Sandra Torres.

De esta manera, el proceso electoral parece estar marcado por el fraude, el autoritarismo y la intención de sectores de la burguesía por traer al poder a personas vinculadas con el conflicto armado y el genocidio del pueblo Ixil. Además, cabe resaltar cómo el “modelo Bukele” toma fuerza en la región, con gobiernos que aplican políticas punitivistas contra la violencia de las pandillas, por ejemplo, esta fue la ruta que tomó Xiomara Castro en Honduras.

Otro elemento regional a destacar es cómo, de mantenerse la tendencia actual, Centroamérica parece estar desempolvando sus galas de bonapartismo, en mayor o menor medida los distintos países parecen estar tomando medidas -y opciones- cada vez más autoritarias; de momento los principales exponentes son Daniel Ortega (Nicaragua) y Nayib Bukele (El Salvador).

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