Después de SVB: el derrumbe de Credit Suisse, uno de los bancos más grandes del mundo

A pesar de que el gobierno de Biden salió rápidamente al rescate del Silicon Valley Bank, el desplome de Credit Suisse demuestra que sus efectos en el sistema financiero global están lejos de estar controlados.

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Este miércoles las acciones del Credit Suisse, uno de los bancos más grandes del mundo, llegaron a derrumbarse hasta un 30%, arrastrando tras de sí a prácticamente todas las principales entidades bancarias del mundo.

El desplome se da unos días después de la bancarrota del Silicon Valley Bank (SVB), el 16° banco más grande de EE.UU., que debió ser intervenido por el gobierno luego de declararse insolvente.

La caída de SVB despertó los temores de un colapso financiero como en 2008, cuando quebró Lehman Brothers. A pesar de que el gobierno de Biden y la Reserva Federal salieron rápidamente al rescate de SVB, el desplome de Credit Suisse demuestra que los efectos en el sistema financiero global están lejos de estar controlados.

Si bien SVB era un banco importante, sobre todo en el rubro de las empresas tecnológicas, con Credit Suisse nos ubicamos en una escala mucho mayor, cuya eventual caída tendría efectos globales. El banco, con sede en Zurich, Suiza, es uno de los más grandes y antiguos del mundo.

Tormenta perfecta

Por supuesto, los problemas de Credit Suisse no nacieron el fin de semana, cuando se confirmó la caída del Silicon Valley Bank. En realidad, ya en su informe anual 2022 había admitido pérdidas por cerca de $8000 millones de Euros, que se suman al rojo de $1670 millones del año anterior. El informe, que fue publicado en febrero pasado, ya venía despertando sospechas, después de que su publicación sea pospuesta en dos oportunidades.

De hecho, el resultado del Suisse es el peor precisamente desde la crisis financiera de 2008. Esto demuestra que lo de SVB no fue un caso aislado, sino que la situación de inflación global, alimentada por los efectos de la pandemia y de la guerra en Ucrania, sumada a las políticas de los bancos centrales estadounidenses y europeos de aumentar los tipos de interés, dejaron expuesto la fragilidad del sistema financiero global.

Esto lo demuestra también el hecho de que, por su tamaño, el Credit Suisse es un banco sometido a regulaciones más severas que un banco de alcance «regional» como lo era el SVB. Para los organismos reguladores europeos, el Suisse es considerado una «institución financiera sistémicamente importante», con activos que superan por más del doble a los que tenía el SVB antes de caer, y una influencia de alcance mundial.

Lo significativo es que, aun sometido a estas mayores regulaciones, el desplome de este miércoles revela una enorme fragilidad, con consecuencias inciertas.

No es el único problema que enfrentaba la institución. A principios de 2022 el banco suizo había sido foco de fuertes cuestionamientos luego de que una investigación periodística internacional revelara que parte importante de sus activos eran fortunas recibidas a consignación por parte de personas relacionadas con violaciones a los Derechos Humanos o escándalos de corrupción alrededor del mundo.

¿Y ahora?

La acumulación de señales negativas produjo otro «miércoles negro» en todas las bolsas del mundo, como si no hubiera sido poco ya los desplomes del pasado lunes, derrumbe del SVB mediante. Los principales bancos europeos sufrieron fuertes caídas bursátiles: BNP Paribas cayó 11%, el Santander 9,3%, Deutsche Bank 9,6%. También sufrieron pérdidas los principales bancos norteamericanos, como JP Morgan y Bank of America, así como todos los principales índices como NASDAQ y SP 500.

Si algunos creían que la quiebra del SVB podía significar un episodio aislado, por estar especialmente expuesto a la política de subida de tasas que afecta más directamente a las startups tecnológicas, el derrape de un gigante como Credit Suisse podría ser otro paso en la dirección de una incipiente crisis financiera mundial.

No lo decimos nosotros, sino Larry Fink, CEO de BlackRock, el principal fondo de inversión del mundo, quien consideró que la caída del SVB podía ser «sólo el inicio de una crisis progresiva, con más intervenciones y caídas de empresas en el camino».

También el economista Nouriel Rubini, uno de los «gurúes» que alertó sobre la crisis financiera de 2008, consideró que el Credit Suisse «es muy grande para caer», pero también «muy grande para ser salvado».

Por supuesto, las autoridades financieras suizas y europeas parecen dispuestas a correr el riesgo de intentarlo. Tanto el Banco Central Suizo como el Banco Central Europeo anunciaron esta tarde que están «listos» a inyectar liquidez si el Credit Suisse así lo necesitara, como una forma de intentar desalentar los retiros de depósitos forzando así otra corrida bancaria como la que se llevó puesta al SVB.

En resumen, la UE parece estar dispuesta a seguir los pasos de la Fed de rescatar a los bancos que caigan, echando por tierra todos los ríos de tinta escritos acerca de haber «aprendido las lecciones» de la crisis de 2008. En la «cabeza» capitalista, la única lección que entra es la de salvaguardar las ganancias de los poderosos y los millonarios, a cualquier costo.

Mientras aún están por verse los alcances de esta mini-crisis, en lo inmediato parece haberse puesto en suspenso, o por lo menos desacelerado, las políticas de altas tasas tanto de la Fed como del BCE. ¿Le darán los gobiernos capitalistas un respiro a los bancos y los especuladores, a cambio de dejar correr la inflación que afecta principalmente a las mayorías asalariadas? Así planteada, uno está tentado a decir que la pregunta se responde sola. Pero no es todo tan sencillo, en una Europa conmocionada por huelgas y movilizaciones masivas en el Oeste. Y por el estruendoso sonido de la guerra en el Este.

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