De rodillas ante el Imperio

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  • Esa es la mejor forma para describir la reunión que sostuvieron Donald Trump y López Obrador el pasado miércoles 08 de julio en Washington DC.

Por Victor Artavia

Al finalizar el encuentro, el presidente mexicano elogió a su homólogo estadounidense porque no “los trató como una colonia” y, acto seguido, lo eximió cualquier conducta imperialista: “Lo que más aprecio es que usted nunca ha tratado de imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía. En vez de la Doctrina Monroe, usted ha seguido en nuestro caso el sabio consejo del ilustre y prudente George Washington, quien advertía de que las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”1.

Estas declaraciones causan asombro, pues desde el inicio de su carrera por la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump dirigió fuertes ataques xenófobos contra los migrantes mexicanos (y latinoamericanos por extensión), a quienes acusó de ser violadores y criminales. Asimismo, Trump es un promotor del muro fronterizo, avala el trato abusivo contra migrantes detenidos (incluido el encierro de niños en jaulas) y, cada tanto, amenaza con sanciones económicas al gobierno mexicano para que fortalezca la vigilancia en su lado fronterizo.

Un viaje de negocios para los capitalistas mexicanos

Este viaje constituyó la primera salida oficial del mandatario mexicano, cuyo fin era conmemorar la entrada en vigencia del Tratado Comercial México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Previo a la reunión, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, canceló su asistencia al evento aduciendo problemas de agenda por la pandemia. Esto desplazó el foco del evento hacia las turbulentas declaraciones de Trump contra la población mexicana y sus políticas migratorias abusivas, así como de la decisión de López Obrador de asistir al que se convirtió en un encuentro bilateral.

El presidente mexicano mantuvo en firme su asistencia por dos motivos centrales. Primero, como es común en este tipo de encuentros políticos, la delegación presidencial va acompañada por un séquito de burgueses que, entre copas y brindis durante las actividades sociales, cierran jugosos negocios. En este caso, el “izquierdista” López Obrador se hizo acompañar de un “selecto grupo de empresarios” que, además del magnate Carlos Slim (uno de los hombres más ricos del planeta), incluyó a “los dueños de las principales televisoras de México, Ricardo Salinas Pliego, de TV Azteca; Carlos Hank González, de Banorte; Bernardo Gómez, de Televisa, así como Olegario Vázquez Aldir, de Grupo Ángeles, y Daniel Chávez, del grupo hotelero Vidanta”2.

Junto con esto, México es uno de los países más afectados por la pandemia de Covid-19 en la región debido a la política negacionista del presidente durante las primeras semanas que, si bien no hizo declaraciones tan repulsivas como las de Bolsonaro (López Obrador construye una imagen de “abuelito” tierno), en los hechos sostuvo una política similar pues rehusó tomar medidas de cuarentena y apeló al cuidado de las mujeres en las familias para combatir la propagación del virus. El resultado desastroso de esta orientación es evidente, pues México cuenta con 268 mil casos y 32 mil muertes (datos al 09 de julio).

Por todo lo anterior, la reunión con Trump fue un buen espacio para que los principales grupos empresariales mexicanos cerraran negocios con sus contrapartes estadounidenses, a la vez que sirvió de distractor sobre los efectos de la pandemia en México.

Una maniobra para tapar la rebelión antirracista y la crisis sanitaria

Pero el principal beneficiado de la reunión fue Donald Trump. De acuerdo al New York Times, la reunión con López Obrador representaba “una distracción bienvenida de las crecientes infecciones por coronavirus y protestas masivas por la violencia policial. Con su enfoque en el pacto comercial (…) la reunión permitirá al Sr. Trump hablar en su lugar sobre una economía estadounidense cuya restauración ha convertido en un tema central de campaña”3.

Además, no es un dato menor que un 28% de los votantes de Trump en 2016 fueron latinos, por lo que congraciarse con López Obrador a pocos meses de las elecciones donde persigue la reelección, es una táctica útil para sostener (o aumentar) ese voto, al mismo tiempo que desarrolla su política migratoria reaccionaria para satisfacer a los sectores supremacistas blancos que lo apoyan.

Debido a esto, varias figuras del Partido Demócrata presionaron para suspender la reunión, alegando que era una cortina de humo de Trump para desviar la atención de la crisis sanitaria y de las protestas antirracistas. El congresista demócrata Jesús García criticó la asistencia de López Obrador a la reunión en la Casa Blanca, alegando que era una humillación para México y beneficiaba al actual gobierno estadounidense: “El congresista demócrata Jesús “Chuy” García consideró, por otra parte, que López Obrador, al visitar la Casa Blanca, se perfila como un aliado de Trump y sacrifica la dignidad del pueblo de México (…) Consideró que López Obrador, con su viaje a la Unión Americana, valida a Trump sin importar que el estadounidense haya puesto a niños en jaulas, haya separado a familias migrantes y haya llamado a los mexicanos violadores y criminales”4.

Esta postura de los representantes del Partido Demócrata tiene mucho de oportunismo electoral, pero es llamativo que miembros del establishment imperialista sean más críticos con las políticas migratorias de Trump que el mismo presidente de México, el blanco central de sus comentarios y tuits xenófobos. Incluso el New York Times resaltó la constante sumisión del actual presidente mexicano hacia las exigencias estadounidenses: “En lugar de luchar contra Trump y arriesgarse a las consecuencias económicas, López Obrador ha permitido en repetidas ocasiones que Estados Unidos dicte grandes concesiones sobre migración y obligue a México a asumir gran parte de la carga de evitar que las personas crucen la frontera (…) Con pocos recursos, López Obrador ha seguido principalmente la agenda de la Casa Blanca, especialmente en materia de inmigración, aunque en muchos casos sus acciones contrastan con su imagen de hombre del pueblo y benefactor de los desposeídos”5.

Por todo esto, no resulta extraño que Trump declarara al final de la reunión que “las relaciones entre EE.UU. y México nunca han sido tan estrechas”, palabras que proviniendo del principal representante del imperialismo mundial equivalen a una “palmadita en la espalda” de López Obrador por su buen desempeño como presidente “cipayo”.

López Obrador asumió una política de servilismo consciente ante el imperialismo, incluso transformándose en el «policía migratorio» de EUA que detiene en sus fronteras las caravanas de migrantes centroamericanos. Esta reunión con Trump demostró que su proyecto político no tiene nada de reformista y, por el contrario, se asemeja más a un social-liberal en política exterior (bastante similar al PAN o al PRI) que no tiene por objetivo luchar contra la burguesía mexicana y la opresión del imperialismo estadounidense.


1 Amílcar Salazar. “Trump defiende a López Obrador de las críticas por viaje a EU”. En https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/a-un-dia-de-verse-trump-presume-el-muro-y-amlo-ve-buena-relacion (Consultada el 09 de julio de 2020).

2 IDEM.

3 Azam Ahmed y Michael Crowley. “Mexican Leader Vows ‘Dignity’ at Trump’s Side; Critics Fear Humiliation”. En https://www.nytimes.com/2020/07/08/world/americas/mexico-amlo-trump-meeting.html (Consultada el 09 de julio de 2020).

4 Amílcar Salazar. “Trump defiende a López Obrador de las críticas por viaje a EU”. En https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/a-un-dia-de-verse-trump-presume-el-muro-y-amlo-ve-buena-relacion (Consultada el 09 de julio de 2020).

5 IDEM.

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