Cristina Fernández y el capitalismo: «es el sistema más eficiente»

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  • En una sesión de EuroLat 2022, Fernández hizo una defensa ideológica del sistema capitalista, al que calificó de “eficiente”. Las más de 650 millones de personas que pasan hambre en el mundo y el 37% de pobres la desmienten.

Redacción

El discurso de «la jefa» fue tan apologético del capitalismo que hasta se permitió reproducir alguno de los lugares comunes que repiten «los que quieren quemar el Banco Central», para ponerlo en sus propias palabras.

«El capitalismo se ha demostrado como el sistema más eficiente y eficaz para la producción de bienes y servicios que necesita la humanidad» dijo, una y otra vez dejando en claro de qué lado se ubica.

Quiso adornar su discurso con una pisca de keynesianismo aduciendo que el Estado «El estado de bienestar se crea como un sistema donde el estado tenía responsabilidad sobre la vida de las personas, su trabajo, salud, educación».

Pero detengámonos un momento en la primera parte de la frase, porque reúne tanto a liberales como a «progres» en su defensa cerrada del capitalismo como mejor sistema posible. ¿Es efectivamente el sistema más eficiente? Para verlo, tomemos simplemente dos indicadores muy, pero muy básicos que, se supone, un sistema económico «eficiente» debería satisfacerlos sobradamente: alimento y vivienda, las dos necesidades más elementales que hay.

Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura), cada año el 14% de los alimentos que se producen a nivel mundial se pierden antes de llegar a la venta minorista. Esto equivale a unos 400.000 millones de dólares en alimentos que se pierden durante la cadena.

Si a esto le sumamos el desperdicio de alimentos (que considera la reducción de la cantidad o calidad de alimentos desde que llega a manos del vendedor minorista), el resultado total nos da que casi un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se pierden o desperdician.

Mientras tanto, la cantidad total de personas que padecen desnutrición este año podría elevarse a los 827 millones. Otras 3000 millones (es decir, un poco menos de la mitad de la población mundial) no pueden permitirse una dieta saludable. ¿En qué sentido podría decirse que esto configura un sistema «eficiente»?

Vayamos ahora al caso de la vivienda. También según la ONU, cerca de 200 millones de personas en el mundo carecen de vivienda, y unas 1500 millones (cerca de un cuarto del total de la población) vive en viviendas precarias.

En América Latina y el Caribe, los estudios más recientes muestran que una de cada tres familias habita en una vivienda inadecuada, construida con materiales precarios o carente de servicios básicos.

El Reporte Mundial de ONU-Hábitat concluyó que el 97% de las viviendas en los países desarrollados o en vías de desarrollo no son accesibles financieramente para aquellos grupos sociales a las que fueron inicialmente destinadas, lo que muestra los efectos de la concentración y la especulación inmobiliaria.

En Argentina, sin ir más lejos, según datos oficiales de la Secretaría de Vivienda, el déficit habitacional alcanza a 3,5 millones de familias, entre déficit cuantitativo y cualitativo.

¿Bajo qué punto de vista puede calificarse de «eficiente» un sistema económico que no puede ni siquiera garantizar algo tan básico como el alimento y la vivienda? Todo esto, claro, sin tener en cuenta que la propia lógica de la producción capitalista, librada a su curso irracional, es la causante del cambio climático que esta poniendo en juego nada menos que nuestra supervivencia como especie.

Al calificar al capitalismo como eficiente, aun con todas sus diferencias y aunque agregue consideraciones sobre la necesidad de «regularlo», Cristina se monta al discurso de los Macri, Espert y Milei, que nos quiere hacer creer que este mundo de explotación y miseria es el mejor de los posibles.

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