Más de 7000 personas murieron y millones se vieron afectadas este lunes luego de que un violento terremoto de 7,9 en la escala de Richter sacudiera a Siria y Turquía.
El evento sísmico ha tenido consecuencias desastrosas, siendo el peor en 100 años para ambos países. La cantidad de víctimas fatales confirmadas sigue siendo parcial, y continuará en aumento a medida que prosiguen las tareas de rescate.
El terremoto es uno de los más mortíferos en las últimas dos décadas en todo el mundo, luego del que sufrió Haití en 2010 y Japón en 2011.
Según informa la cadena CNN, la situación es todavía más grave en Siria que en Turquía, debido a que la zona afectada es una de las que más sufrió las consecuencias de la guerra civil que lleva más de una década. Por lo tanto, gran parte de la infraestructura en esa parte del país depende más de las ONG que actúan en el país que en el propio Estado sirio.
En el noroeste de Siria, más de cuatro millones de personas ya dependían de la ayuda humanitaria antes del terremoto, por lo que la situación es extremadamente compleja.
Miles de edificios han colapsado por la magnitud del sismo, lo que produjo una gran cantidad de víctimas fatales y otras miles de personas que continúan atrapadas entre los escombros y que esperan a ser rescatados. Sólo en Turquía se registraron 5000 edificios que se derrumbaron.
Las tareas de rescate se realizan a contrarreloj, debido a que un terremoto de esa magnitud suele ir acompañado de réplicas de menor intensidad que pueden durar días, semanas o hasta meses. En sólo un día y medio ya se registraron más de 100 réplicas que se sintieron en numerosos países de Medio Oriente. Esto complica mucho más las tareas de rescate.
La zona es un lugar de la tierra extremadamente sensible a este tipo de eventos, ya que allí se produce la intersección de cuatro placas tectónicas: la Anatolia, la Euroasiática, la Arábiga y la Africana.
