Covid-19: un nuevo episodio de la competencia por la vacuna

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  • Esta semana la carrera internacional por la vacuna del Coronavirus ha dado un nuevo salto con los anuncios de Rusia y AstraZeneca de que en breve podrían comenzar la producción masiva. Los peligros y contradicciones de la competencia.

Martín Mandeb

No es ninguna novedad que la obtención de una vacuna contra el COVID-19 es uno de los principales problemas que tiene planteada la humanidad. No existe ningún debate sobre la llamada pos-pandemia si antes no se resuelve tan elemental problema.

Es por ello que tantos los anuncios en relación a los avances en la investigación de los distintos laboratorios a lo largo del mundo como los avances en la inversión de la futura distribución que deberá llevarse adelante son un problema central en las discusiones del ámbito político mundial. Y, a pesar de las noticias recientes venidas de Rusia en relación a los avances en la vacuna llamada, todos estos problemas y sus incógnitas parecen lejos de resolverse.

Velocidad récord, la vacuna rusa y la vacuna de Oxford

Es indiscutible que los avances en el desarrollo de la vacuna han tomado una velocidad vertiginosa. En tan solo 7 meses varias vacunas han ido sorteando fases que la acercan al objetivo final de producirse en masa y distribuirse por el globo. Si lo comparamos con la tardanza de otras vacunas de enfermedades que -en mayor o menor medida- han sido bastante importantes para el desarrollo de la medicina, no hay algo medianamente comparable. La vacuna contra las paperas sería la velocidad que más se le acerque a este desarrollo, habiendo tenido una demora de hasta 4 años. La vacuna contra la Polio, como segundo posible ejemplo, tardó hasta 7 años en lanzarse a la producción masiva. Es evidente que al desarrollo de la vacuna contra el COVID-19, los científicos -y las empresas capitalistas, pensando en sus ganancias- han puesto un énfasis en sus investigaciones que ha dado sus frutos.

Al día de hoy, 15 vacunas se encuentran en la fase 1 de prueba, es decir, probándose entre pequeños números de jóvenes sanos para evaluar la seguridad y las dosis correctas; 3 vacunas se encuentran en fase 2, siendo parte de estas pruebas personas que son factor de riesgo; y 7 vacunas se encuentran en la fase 3, probándose en miles de personas para ya definir su salida al mercado.

Esta increíble velocidad, de todas formas, pareciera tener sus inconvenientes inherentes, y la ejemplificación más clara quizás sean, en primer lugar, la famosa Sputnik anunciada por Putin la semana pasada; y luego la vacuna de la universidad de Oxford, patrocinada por la empresa AstraZeneca.

Hagamos un breve repaso sobre lo que ya bastante se ha divulgado en relación a la vacuna rusa, pero que sirve recordar. Que el lanzamiento al interior del país con mayor extensión territorial de una vacuna que no ha pasado de la fase 3 y que, al parecer, la mayor extensión de prueba en grupos de tan solamente 38 personas ha sido un problema de gran preocupación para la comunidad científica.

Esto no por un mero capricho, sino porque para demostrar efectividad y capacidad de inmunización -como asegura Putin que la vacuna proporciona- no puede tan solamente comprobarse en unos pocos casos. El sistema inmune es bastante complejo, e implica variaciones entre los distintos individuos, por lo que una vacuna que demuestra eficacia en algunas personas puede ser ineficaz o incluso dañina en otras. Es por ello que varios especialistas ya han alarmado sobre las posibles consecuencias -que podría tener costos enormes en la manutención de las medidas sanitarias para evitar la propagación del virus, así como la posibilidad de miles de nuevas víctimas fatales-1.

Por otro lado, se encuentra la vacuna que se anunció de pronta producción en Argentina y México, la vacuna de la universidad de Oxford patentada por la empresa AstraZeneca si se encuentra en la fase 3. Ahora bien, aunque esta vacuna pareciera tener mayores pruebas de eficacia por seguir protocolos científicos que Rusia no se molestó cumplir, ni siquiera la propia empresa tiene total seguridad sobre su propio desarrollo, por lo que con todos los países que acordó entregarles algunas de las primeras millones de dosis, la empresa incluyo una protección en los acuerdos contra posibles futuras reclamaciones por inutilidad o daños colaterales que esta vacuna puede tener2.

Ahora bien, incluso entendiendo lo imperante que es para la humanidad conseguir una vacuna en el menor tiempo posible para poder superar esta pandemia que ya llegó a la cifra de 21 millones de casos y 762.000 muertos: ¿Cómo es que gobiernos y empresas toman semejantes riesgos? Sucede que, el lucro de los empresarios, las ganancias multimillonarias que puede lograr la empresa que desarrolle una vacuna efectiva, orientan las investigaciones y las hace perder (en parte) algunas rigurosidades en beneficio de velocidades increíbles.

A su vez, los estados capaces de desarrollar la vacuna tienen interés un interés propio: llegar temprano a la carrera se ha convertido en un factor de primer orden para su influencia internacional, tratando de extenderla o (al menos) sostenerla. Por ejemplo, una cosa es para Putin si tiene que comprar masivamente la vacuna a alguna empresa estadounidense o europea occidental e inundar su mercado interno de un producto que no es propio; otra muy diferente poder garantizarlo por su cuenta e incluso reforzar sus vínculos con países satélites haciéndolos compradores de la vacuna rusa. Lo mismo cuenta para Gran Bretaña, Estados Unidos o China: la vacuna es un factor de carrera y disputa geopolítica.

En este caso, también, la vacuna rusa y la de Oxford son buenos ejemplos de lo dicho: La vacuna rusa ya tiene acuerdos internacionales para la producción 500 millones de dosis; conjuntamente ha recibido solicitudes de hasta 1000 millones de vacunas desde 20 países distintos3. Y esos números, que pueden producir enormes beneficios, aún sabiéndose la posible inutilidad de la droga contenida en la vacuna producida por Rusia. Nada distinto sucede con la AstraZeneca, que ya hizo acuerdos durante el desarrollo de la investigación con la Unión Europea por la venta de 300 millones de dosis (con la opción de compra de 100 millones de dosis extra) y que en su producción en América Latina el encargado de financiarla ha sido el magnate Carlos Slim4, con una cifra que se desconoce pero que hace sospechar de las enormes ganancias que pueda estar siguiendo este multimillonario capitalista con este enorme desarrollo. Y es que, a pesar del declarado desinterés del empresario tanto por AMLO como por los representantes de sus empresas, se hace muy difícil imaginar que un empresario como Slim y una vacuna con cobertura ante los posibles desastres que puede causar, persigan algo distinto que no sea el mayor lucro posible para sus bolsillos.

La carrera por la obtención de la vacuna puede disparar las ganancias del laboratorio que obtenga semejante logro -nada más ni nada menos que el más importante en el último siglo-, es por ello que uno de los que está perdiendo la carrera ha redoblado la apuesta para sobreponerse a los anuncios de Rusia y de Europa. Nos referimos a la salida a luz de la llamada operación “Warp Speed” lanzada por el gobierno de Donald Trump. Al parecer, el mandatario de la principal potencia imperialista desea obtener lo antes posible la vacuna, tanto para empezar a resolver los enormes estragos que la pandemia le ha causado al país norteamericano, como para obtener las ganancias multimillonarias que podrían obtenerse anotándose el logro científico del año. Es por eso que la política seguida por Trump implica fuertes inyecciones de dinero (se anunció un acuerdo con la empresa Moderna por 1300 millones de dólares para obtener 100 millones de dosis de la vacuna que salga en el próximo tiempo, en parte para garantizar la distribución, en parte para presionar por una aceleración de los tiempos de prueba5). En conjunto con ello, el gobierno también se encuentra presionando abiertamente a las empresas farmacéuticas estadounidenses para que tengan una vacuna antes del próximo fin de año, aunque los expertos de dicho país recomiendan un período de 18 meses para obtener una vacuna adecuada. Esta presión política ya ha puesto en alerta a un sector de la comunidad científica del país yanquí, por las mismas preocupaciones que causa la Sputnik y la vacuna de la Oxford.6

Una salida humanitaria

Ahora bien, es claro que todos estos aumentos de ritmos en las investigaciones no tienen el objetivo de salvar vidas. Ni Putin, ni Slim y la Unión Europea, ni Trump, que han invertido cientos de millones para la obtención de una vacuna, les interesa acabar con la amenaza a la vida de millones de vidas que es el COVID-19 más de lo que les interesa la obtención de miles de millones en beneficios y ganancias. Es por ello que, en vez de socializar las experiencias y desarrollar en conjunto una vacuna que pueda resolver este desafío que plantea esta nueva enfermedad, lo que ha primado es la competencia y una carrera en la que, si alguno de sus participantes rompe las reglas, millones pueden sufrir las consecuencias.

El capitalismo, incluso en relación a algo tan elemental cómo obtener una vacuna frente a una pandemia inédita, se demuestra inhumano y con la mera disposición a saciar el afán de lucro. La necesidad de una alternativa anticapitalista a este sistema no es un capricho, sino una necesidad que, a gritos, el mundo pide para que los intereses humanitarios primen por sobre los intereses de algunos pocos bolsillos.


3 Véase “Sputnik V: las dudas sobre la vacuna aprobada en Rusia por el gobierno de Putin contra el coronavirus” https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-53745100

4 Véase “Coronavirus. Vacuna de Oxford: cuál es el papel del mexicano Carlos Slim en la producción y distribución”https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/vacuna-covid-19-astrazeneca-cual-es-papel-del-nid2421140

5 Véase “Coronavirus: Trump anuncia un acuerdo con Moderna para asegurarse 100 millones de vacunas” https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/coronavirus-trump-firma-acuerdo-moderna-100-millones-nid2418541

6 Véase “Scientists Worry About Political Influence Over Coronavirus Vaccine Project” https://www.nytimes.com/2020/08/02/us/politics/coronavirus-vaccine.html?searchResultPosition=5

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