Chile: experiencia de Ollas Comunitaria «Llama del norte» durante la crisis

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  • Una de las experiencias que se extienden por abajo durante la crisis de la pandemia en Chile. Mientras tanto, continúa la lucha contra el régimen post pinochetista.

J. Alicia L.C

Hace dos meses, la crisis económica golpeó nuestras puertas, entonces, decidimos compartir una idea con mujeres del sector, madres de niños, niñas y jóvenes. Quienes se sintieron llamadas a colaborar y resistir en colectividad la pandemia del COVID 19.

Enfermedad que contagia y mata a miles de personas todos los días. Al mismo tiempo que propaga los efectos neoliberales de un sistema capitalista y de mercado que arrasa con todo principio solidario y fraterno, imponiendo el derecho a “elegir” por sobre las “garantías de los derechos fundamentales como la salud, educación, trabajo, vivienda, alimentación, recursos naturales en otros”. Esos derechos que aparecen maquillados en una Constitución Política que protege y garantiza la libertad económica para que las empresas puedan lucrar con las necesidades sociales y diseñar políticas subsidiarias, focalizadas en los sectores más vulnerables, es decir, para la pobreza y extrema pobreza.

Las consecuencias de esas políticas subsidiarias, las estamos cocinando hoy en la Olla Comunitaria. Organizada por mujeres jefas de hogar con o sin la compañía de sus parejas. Son los lunes, miércoles y viernes quienes se organizan en duplas de mujeres asumiendo el turno de cocinar para sí mismas, sus familias y a otras personas que no conocen, pero se conectan con la necesidad común y solidaria.

Las inequidades y desigualdades en las mujeres a consecuencia del modelo neoliberal, lo escuchamos en los relatos del día a día. La jornada comienza a las 9.00, con un desayuno que les espera para comenzar el buen día, esto les permite encontrase en sintonía para comenzar a cocinar.

Historias de resignación y frases como: “es la vida que me tocó vivir”, “mi pareja tiene muchas cosas buenas, pero a veces se pierde por ahí con la droga”, “sentimientos de fidelidad y amor socialmente creado y a la vez violento, las posterga así mismas. el compromiso de tenerles a ellos algo que comer cuando vuelvan a la casa”. después de haberse lanzado unos días”, “Sentir que es lo que Dios nos dio”. Son comentarios en la cocina, donde más de alguna mujer vivió y vive el dolor de la resignación de la subsistencia sin resistencia.

Aquí, no se escucha el futuro, solo el presente de mujeres que recibieron una educación mercantil, algunas que abandonaron sus estudios medios por embarazo adolescente, maltrato en la infancia, siendo la presencia histórica y transversal el linaje de los conflictos familiares en todas, en los corazones de algunas el dolor la violencia sexual y de género.

Clientas de una educación que solo las preparó para trabajos precarios, temporales, mal pagados en que a veces deciden trabajar por cuenta propia o en la feria, en la calle, siendo ambulante y sin protección social. Mujeres con pensiones miserables que complementan sus ingresos vendiendo lo que otros desechan o invierten lo poco que obtienen. Mujeres que participan en la Olla Común y que en ocasiones cambian sus turnos por la presión del marido para estar con ellos en la casa.

Reconstruir los tejidos sociales con sus propias manos, sobre todo cuando han dejado de tejer producto de un modelo económico competitivo, destrozado por tejidos sintéticos y de producción industrial de libre mercado.

Hoy día, son ellas las que cocinan, algunos días con miradas tristes y preocupadas porque hay que pagar el arriendo, el almuerzo, las deudas por el costo de vivir en un mundo moderno, competitivo e individualista. Son ellas las que se sobre endeudan por pagar el agua y la comida. Mujeres con hijos e hijas y que en algunos casos nacieron por la falta de autonomía de sus propios derechos sexuales y reproductivos. Aquellas que el estado subsidiario no las seleccionó para ser parte de una sociedad de privilegios, pues las garantías están puestas en el empresariado y la protección al libre mercado.

Mujeres organizadas en torno a la Olla Comunitaria, resisten a los efectos del COVID 19. Resistencia contra las consecuencias del neoliberalismo, luchan con sus manos, inteligencia y emociones.

Es el espíritu solidario el que hace frente a la necesidad de los sectores más resentidos por la crisis del país.

Ajenas a la comprensión de la violencia de género, a la discusión de la AFP, al plebiscito por una Constitución Política, a la garantía de los derechos sociales, culturales y económicos ellas miran con rareza el modelo económico “Neoliberal”, ese que solo lo han escuchado en el noticiero y que es incomprendido en las poblaciones. Ese modelo, que solo ciertos grupos de la sociedad lo conocen y tienen conciencia de que vivimos un Estado capitalista.

La Idea de identidad territorial, permite conformar una colectividad, donde la única comprensión de la igualdad dentro de la desigualdad es compartir experiencias de vida con relatos similares:

a todas nos ha tocado nada”

y lo poco ganado ha sido dateado por otras…por Dios y la suerte«

La Olla Comunitaria, permite vivir una experiencia positiva de organización, dignidad, pues logran proveerse a sí mismas, logrando sentir sensaciones como la gratificación, colaboración mutua, solidaridad, confianza de volver a tejer juntas.

Promueve la participación social, donde revertimos la acomodación y resignación de “lo que les tocó vivir” “por el derecho a vivir”.

Esta experiencia colectiva en la cocina, no soluciona el problema estructural como país, solo marca un precedente de un trabajo territorial, autónomo, el cual hasta la fecha no ha sido intervenido por organismos de gobierno, manteniéndose firmemente autosustentando para mantener una Olla Comunitaria, la que no solo alimenta a más de 100 personas tres veces a la semana, aporta al desarrollo pleno de la libertad de opinión, de acciones antineoliberales y lo más importante, las motiva a un grupo alejado de los privilegios neoliberales a involucrarse en el sistema político.

Estas mujeres, son aquellas que sin tener conciencia de su situación, aparecen en las estadísticas, en los discursos presidenciales, estudios académicos, foros y seminarios en que solo un grupo selecto de letrados y letradas entregan contenido y recomendaciones sobre “Como abordar la violencia de género en contexto de pandemia, en Diálogos sobre la feminización de la pobreza, en capaciones sobre Inequidades y Desigualdades

Mujeres que sin saberlo, son parte de las causas del estallido social y las consecuencias del Neoliberalismo. Son ellas la que el Estado las clasifica como “las más vulnerables” les suman subsidios y les resta derechos.

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