Brasil: sólo la lucha de los trabajadores puede frenar la catástrofe

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  • Es necesaria la entrada en escena de la clase trabajadora, con un programa anticapitalista, para evitar una catástrofe sanitaria, económica y social de gigantescas proporciones.

Por Antonio Soler

Según datos oficiales del Ministerio de Salud, tenemos 28.320 contagiados (un aumento del 12%) y 1736 muertes producto de las complicaciones del Covid-19 – son 204 muertes más en las últimas 24hs. Sin embargo, los especialistas afirman que, debido al desfasaje de las notificaciones y la falta de tests, para cada caso confirmado tenemos un número que en realidad llega a ser 7 veces mayor. Sólo en San Pablo hasta ayer teníamos 15 mil casos sospechosos de contagio en la fila para la realización de tests. Y aún estamos apenas en la escalada de la curva epidémica.

La realidad es que tendremos un número mucho mayor de contagios, enfermos, internaciones y muertes de los vistos hasta ahora con un fuerte impacto sobre la salud pública y en la realidad brasilera como un todo. Ese impacto al que nos referimos obedece a factores generales presentes en todas partes del mundo, tales como: las características “naturales” del proceso de contagio del Coronavirus que tiene una transmisibilidad mucho mayor que los demás virus, el desmonte neoliberal de los sistemas de salud y las características del sistema económico (capitalismo) que funciona en base a la concurrencia privada para la obtención de ganancias cada vez mayores en detrimento de la satisfacción de las necesidades colectivas de combate de la actual pandemia.

Además de estos, tenemos factores nacionales que ponen elementos aún más explosivos, veamos: la ausencia de atención sanitaria básica para prácticamente la mitad de la población, desempleo y precarización que sufren la amplia mayoría de la población, un número bajísimo de camas de cuidados intensivos, falta de insumos básicos y de tests para casos sospechosos, un Congreso comprometido con las políticas de ajuste ultra liberales, aún en medio de la pandemia, y un presidente neofascista/negacionista que actúa abiertamente contra las medidas de contención de la epidemia propuestas por la OMS, el Ministerio de Salud, por los gobiernos estaduales y municipales y por toda la comunidad científica.

Una pandemia fuera de control

Ese conjunto de factores hace a las dificultades de proyección real del contagio y de enfrentamiento eficaz de la pandemia que en nuestro caso son aún mayores que en muchas otras partes del mundo. La cuestión es que la cuantificación del contagio y de sus impactos aún es extremadamente difícil de hacer. Para aproximarnos a alguna métrica, conscientes de sus imprecisiones, porque actúan en la realidad factores políticos y sociales que no caben en los modelos matemáticos, y poder vislumbrar el alcance de la epidemia en el territorio nacional y sus desdoblamientos sanitarios y políticos, podemos utilizar las proyecciones de los estudios del Imperial College de Londres.

En términos planetarios, los investigadores de esta universidad calculan que en el peor escenario, sin medidas preventivas, el contagio del virus llegaría a 7 billones de personas y llegaría a 40 millones de muertes. En el caso Brasilero, en el mejor escenario presentado por la universidad, con un 75% de toda la población en aislamiento y con testeos masivos que den cuenta de todos los casos sospechosos, llevaría a 250 mil internaciones, 72 mil camas serían ocupadas simultáneamente y tendríamos cerca de 44 mil muertes. En el peor escenario, si nadie estuviera en cuarentena y los tests no fueran multiplicados, habría hasta 188 millones de contagiados, 6,2 millones de personas serían internadas y tendríamos 1,1 millón de muertos. En un escenario intermedio de cuarentena de adultos mayores, lo que está siendo propuesto por Bolsonaro, el número de muertes podría llegar a 530 mil personas.

En la práctica, estamos en una combinación de factores que está entre el escenario 2 y el 3, o sea, muy lejos de estar en el mejor de los escenarios. Eso porque hay división al interior del gobierno sobre la política de aislamiento, Mandetta (ministro de salud) defiende el aislamiento social y Bolsonaro apenas el aislamiento de los adultos mayores, lo que hace que tengamos una media por abajo del 50% de aislamiento, mucho más abajo del 75% del mejor escenario, y testeamos apenas 296 personas por millón de habitantes, un número inferior al de Irán y de los EUA, que testean 3562 y 9505, respectivamente. Factores que hacen que hasta ahora estemos andando totalmente a oscuras en relación al real número de contagios/muertes por el Covid-19. O que, evidentemente, torna a las políticas públicas ineficientes para combatir la pandemia.

El panorama es aún más preocupante si ponemos en el cálculo a la depresión económica y a la política en curso del gobierno y el congreso ante la pandemia. La depresión económica (estimada por el FMI en 5,3% para 2020), las políticas de precarización de las condiciones de vida (como la medida provisoria que permite una reducción salarial de hasta un 75% y el proyecto de ley que estimula las contrataciones precarias con bajos salarios) para transferir a los trabajadores y pobres el costo de la depresión y de la pandemia y, la continuidad del negacionista genocida de Bolsonaro, hace a un conjunto de elementos que, si no fueran interrumpidos por la lucha obrera y popular, pueden hacer que tengamos un número de contagios y de muertes que se aproximará al segundo escenario previsto por el Imperial College.

Derrotar a Bolsonaro y construir una salida de las masas

Teniendo en cuenta los factores y posibilidades presentados, existe la necesidad de trabar una lucha implacable contra el avance de la pandemia y sus consecuencias en Brasil y el mundo, a partir de una perspectiva independiente de las y los trabajadores.

Manteniéndonos en nuestra realidad nacional, en primer lugar es preciso desenmascarar la ilusión repetida por los dirigentes del PT y del PSOL de que podemos enfrentar las consecuencias de la pandemia sin, simultáneamente, trabarnos en una lucha para derrotar al gobierno de Bolsonaro, sin construir una alternativa política para la crisis y sin imponer también por la movilización un programa de emergencia de las y los trabajadores para la crisis.

Las llamadas políticas keynesianas, de aumento de la inversión pública para contener la pandemia que será pagado por las y los trabajadores después de la crisis, están fracasando en todo el mundo y, consecuentemente, también en Brasil. Está más que probado por las crisis planetarias anteriores, y esta no es diferente, basta apenas ver la situación de barbaries sanitarias – mismo al interior de los países imperialistas –, que sólo la clase trabajadora y sus programas anticapitalistas, comenzando por el no pago de la deuda pública y el cobro de impuestos a las grandes fortunas, pueden ayudar a un combate eficiente ante la hecatombe que se aproxima.

Por eso, precisamos cambiar radicalmente la política desarrollada por la dirección de nuestro partido (PSOL). Debemos encaminar de hecho, no de manera formal como hace la mayoría de la dirección del PSOL, en unidad de acción con la campaña por el Fuera Bolsonaro y Mourão, que en nuestra opinión tiene que ser complementada con la bandera de Elecciones Generales para que el pueblo decida, por la movilización de las y los trabajadores Rumbo a la Huelga General y por un Plan de Emergencia de las y los Trabajadores para enfrentar la pandemia y la depresión económica.

Además de esas campañas, para colaborar de hecho para enfrentar la pandemia y construir una alternativa de masas a la burocracia lulista, en cuanto partido debemos tomar otras medidas políticas y organizativas, tales como: denunciar la criminal posición del PT y Lula frente a la catástrofe – que decide no luchar para derrotar al criminal gobierno Bolsonaro –, impulsar de forma independiente la unidad de acción y construir un frente político anticapitalista para fortalecer la posición independiente al interior del movimiento.

La izquierda debe luchar por un programa independiente y anticapitalista que se concentre en priorizar la salud y la vida de las masas. Debemos poner todos los recursos del Estado y toda la riqueza nacional al servicio de eso, además de ampliar la movilización directa de las masas como única alternativa efectiva para enfrentar esta gigantesca crisis que se avecina. En tanto, tenemos que luchar diariamente y organizar las luchas colectivas por un conjunto de medidas urgentes:

– A partir de impuestos a las grandes fortunas y del no pago de la deuda pública con los grandes inversores, reconvertir la industria nacional pública y privada para la producción de equipamientos e insumos para el combate de la epidemia;

– Dinero público sólo para salud pública;

– Por un sistema de salud verdaderamente Estatal, Único, Universal, Gratuito y de Calidad;

– Disposición de todas las camas de la Red Privada de salud para la población;

– Los hospitales y clínicas privadas que se rehusaran a atender a la población deben ser estatizados sin ninguna indemnización.

– Concurso público inmediato en las esferas, federal, estadual y municipal para profesionales de la salud en todos los niveles;

– Inversión en investigación de vacunas y remedios, disponibilidad de presupuesto para universidades y laboratorios públicos.

– Campaña de vacunación residencial contra la gripe para inmunizar e informar a la población acerca de los síntomas y el tratamiento del Coronavirus;

– Disposición de asilo, para quienes viven en la calle, en las grandes cadenas de hoteles, dormitorios en todas las ciudades como mecanismo para proteger a la población que vive en situación de calle;

– Los establecimientos que se negaran a cumplir esa medida deben ser expropiados y puestos al servicio de la población, sin indemnización;

– Distribución gratuita de productos y dispositivos de protección contra el Coronavirus en todos los lugares públicos, para el conjunto de la población;

– Distribución gratuita de alimentos y elementos de higiene en los barrios populares;

– Aprovisionamiento de agua potable en todos los barrios y comunidades;

– Pago de un salario-mínimo de acuerdo con el DIEESE para todos los trabajadores desempleados e informales;

– Congelamiento de todas las tarifas de agua, electricidad, teléfono, internet y de todos los productos de la canasta básica;

– Suspensión del pago del agua y la energía eléctrica en los barrios populares;

– Congelamiento de los precios de los combustibles, gas, e impuestos corrientes;

– Paralización inmediata de las fábricas y empresas privadas no esenciales, con garantía integral de los empleos y salarios;

– Estatización de las empresas que despiden y su puesta bajo control de los trabajadores;

– Efectivización de todos los terciarizados/as del servicio público y de las empresas privadas grandes;

– Reivindicar el Derecho de Negarse a trabajar, previsto en la ley, (CLT) en casos de riesgo de vida;

– Reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salarios, con relevamiento de turnos en los casos de servicios que no puedan ser interrumpidos;

– Liberación inmediata de los trabajadores pertenecientes a los grupos de riesgo (mayores de 60 años, embarazadas y portadores de enfermedades crónicas);

– Suspensión inmediata de las clases a nivel nacional con la garantía de todos los derechos laborales para los trabajadores/as de la educación;

– Los padres/madres que faltaran al trabajo para cuidar de sus hijos/as deben tener los días pagos y sus ausencias abonadas;

– Revocamiento de todas las reformas que quitan derechos a la población (techo a los gastos del estado, reforma laboral y la previsional) y el fin de toda amnistía de impuestos a las grandes empresas (exenciones fiscales);

– 10% del PIB (toda la riqueza producida anualmente en el país) para la Salud Pública para fortalecer al Sistema Único de Salud (SUS);

– Para financiar ese plan de emergencia, no pago de la deuda pública a los banqueros;

– Nacionalizar los bancos y el comercio exterior para frenar la especulación capitalista con el hambre del pueblo trabajador;

– Impuestos a las grandes fortunas del 10%;

– Re estatización de todas las empresas públicas privatizadas desde la década de 1990.

Traducido del portugués por Luz Licht

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