Brasil: Los desafios de la izquierda radical en un escenario de pandemia, autoritarismo y politización de la lucha de clases

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  • Contribución de Socialismo o Barbarie- Tendencia interna del PSOL al Seminario para la construcción del Movimiento de Izquierda Radical.

Presentación

Es con un fuerte espíritu de lucha, impulsado por las responsabilidades históricas que estamos enfrentando colectivamente y que ganarán aún más peso político en el próximo período, tanto en la discusión y rumbos de nuestro partido, así como en el enfrentamiento al bolsonarismo y sus desafios, sin perder jamás de vista los intereses más inmediatos e históricos de los trabajadores y trabajadoras – una tarea de las y los revolucionarios-, que saludamos al Seminario de construcción del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, un frente de tendencias, organizaciones, colectivos y militantes socialistas.

Este documento tiene como objetivo contribuir al análisis y una aproximación lo más precisa posible de la realidad que pueda contribuir al enfrentamiento político a los desafíos de naturaleza inmediata e histórica que están a la orden del día. Si nuestro análisis en sí no puede alterar la realidad, la carencia de estrategia revolucionaria imposibilita encontrar puntos de apoyo en esa misma realidad para impulsar la lucha. Descartar así la dinámica inestable de la realidad, sus contradicciones y las posibilidades y peligros en el horizonte de la lucha de clases, como hacen varias tendencias de nuestro partido, es desarmar estrategicamente a las bases frente a la necesidad vital que representa la movilización de las masas ante el agravamiento de la pandemia y de las intenciones bonapartistas de Bolsonaro.

Las Rebeliones Populares siguen polarizando la realidad mundial

En 2008 el mundo observó el inicio de una crisis económica internacional desencadenada por una burbuja en el mercado inmobiliario estadounidense con consecuencias dramáticas para los cuatro puntos cardinales del planeta. Ese escenario económico-social llevó a la intensificación de la lucha de los trabajadores/as y de la juventud, contra las medidas imperialistas y neoliberales, que colocaron la posibilidad de ruptura con las soluciones en los marcos de la institucionalidad y los programas de conciliación, sin embargo, que no avanzaran hacia ese campo se debió a la criminal capitulación de las direcciones como Syriza, en Grecia y, Podemos, en España, por ejemplo.

Una crisis marcada por elementos que indicaban el carácter estructural de esta, exponiendo ante el mundo la dificultad que el capitalismo de este siglo encuentra para sus posibilidades de mantener y ampliar la tasa de ganancia a escala internacional.

La perspectiva de los intereses imperialistas impusieron sistemáticamente una agenda de duros ataques a la clase trabajadora internacional, redundando en una regresión histórica del nivel de vida de las masas que, consecuentemente, desencadenó procesos radicalizados de lucha alrededor del mundo.

En algunos lugares estos procesos avanzaron hacia un proceso de rebelión popular – un nivel específico de lucha que va y vuelve, que alcanza objetivos parciales, a veces derrotados, pero que no son revoluciones – que sacudió a países que hacía años estaban sometidos a dictaduras, como fue el caso de la Primavera Árabe, y que sigue emergiendo en varias regiones del mundo, como es el caso chileno y, más recientemente, el colombiano, que todavía mantiene un desenlace indefinido.

Lejos de haber sido superada, la crisis de 2008 registró un histórico e inédito capítulo, todavía en desarrollo, con la explosión de la pandemia del nuevo coronavirus que agrava aún más el escenario hacia una tendencia progresiva de ruptura con la normalidad ante una de las más graves crisis socio-sanitarias de la historia.

Aquí no podemos, bajo ningún concepto, dejar de insistir que esta pandemia y el surgimiento de nuevos patógenos son consecuencia directa del modo de producción capitalista, como dejó claro el biólogo evolucionista Rob Wallace. Modo de producción que avanza sobre territorios de manera irracional e insoportablemente agresiva, indicando al mundo el carácter destructivo de las relaciones de producción capitalistas y sus consecuencias ambientales, sanitarias y sociales. Lo que presenta un escenario de barbarie mundial con más de 3 millones de muertos y la incapacidad de inmunización en masa.

Datos del Banco Mundial nos ayudan a reafirmar las consecuencias de esta crisis histórica del capitalismo que se descarga sobre los hombros de los explotados y oprimidos. Según esta institución, ya son más de 150 millones de personas las que fueron lanzadas a la pobreza extrema en este período pandémico y que se suman a las más de 2,8 billones que ya estaban en esta condición y que representan hoy casi el 40% del total de la población mundial.

Por el lado de la perspectiva de los intereses imperialistas frente al catastrófico escenario de crisis humanitaria internacional, enfrentan grandes e históricas dificultades para estabilizar la situación social, sanitaria y económica, destacándose el caso de los Estados Unidos. El año pasado (2020) resultó en un escenario comprometedor para los hilos de la cadena productiva internacional que alcanzó una retracción  histórica de cerca de 4,3% del PIB mundial, la peor desde la crisis de 1929, la Gran Depresión.

La regresión de las condiciones objetivas de la clase trabajadora internacional y la falta de perspectiva de las nuevas generaciones respecto a un futuro humanizado – acceso a la salud, empleo y educación – son el producto de una política imperialista y ultraliberal, dominada por el desempleo, por la informalidad laboral y por la pobreza generalizada, que sirvió, y sigue sirviendo, para el desencadenamiento de procesos políticos encabezados por la juventud, las mujeres y negros internacionalmente. Estos hoy son los sectores más dinámicos en la lucha de clases. Aquí queremos resaltar un fenómeno de profunda riqueza: donde las nuevas generaciones se forjan en la lucha directa en las calles, en un recomienzo histórico de la experiencia en las luchas de los sectores explotados y oprimidos, cuyo punto álgido al momento son las Rebeliones Populares que vienen ocurriendo desde el inicio del siglo XXI.

Estos sectores, son los que impusieron una derrota histórica al trumpismo, que dijeron no al estado patriarcal y machista con la lucha por la legalización del aborto en Argentina, que derrotaron a Piñera y su agenda ultraliberal y a la constitución heredada de la dictadura Pinochetista y que ponen a Iván Duque contra las cuerdas, haciéndolo recular con su reforma tributaria criminal. Haciendo evidente la desconfianza en las viejas direcciones reformistas y conciliadoras que no representan sus intereses.

De una manera o de otra, queda clara la necesidad de superación de una burocracia reformista que históricamente siempre impuso límites, desvíos y traiciones a las luchas y no ha satisfecho las necesidades más básicas de las masas o las reprimió durante sus gobiernos, como en el caso del lulismo en Brasil.

Pese a los límites políticos más inmediatos de las recientes Rebeliones Populares y procesos de lucha internacionales, que no significa que no puedan avanzar – afirmar lo contrario sería caer en un esquematismo mecánico, unilateral, impresionista y derrotista de la realidad – nos ponen, sin embargo, en mejores posibilidades para la construcción de una alternativa socialista con influencia sobre las masas.

Aunque la socialdemocracia y el reformismo no cumplan un papel central en las luchas directas – realmente son más que nada desarticuladores de las mismas – estos procesos no consiguen conformar aún una representación político-electoral propia. Así, en períodos electorales los votos van hacia el reformismo o para el mismo Joe Biden como en el caso norteamericano. Constituyendo una especie de ciclo alternativo entre gobiernos reformistas, de derecha clásica y hasta de extrema derecha, como en el caso de Colombia, Polonia, Hungría, Brasil, Filipinas, Turquía, India, etc.

Es en esta dinámica que nosotros/as, socialistas revolucionarios/as, encontramos un desafío de naturaleza histórica y que necesariamente debe pasar por el balance de las experiencias del siglo pasado para poder avanzar hacia sectores de la clase trabajadora en la histórica batalla internacional por la transformación de nuestra clase en clase histórica, en clase para sí. La acción en relación a las nuevas experiencias de lucha a escala internacional exige que avancemos de manera consecuente y coherente junto a estos sectores.

Por todo esto, hallamos necesario que las fuerzas de la izquierda revolucionaria y movimientos en lucha organicen una Conferencia Internacional Anticapitalista con el objetivo de generar un espacio para procesar esas nuevas experiencias de lucha y coordinar esfuerzos para la intervención de las corrientes revolucionarias.

Superar la estrategia de conciliación de clases para derrotar al autoritarismo genocida

Desde la maniobra reaccionaria del impeachment entramos en una situación política bastante desfavorable. Situación que convivió con varias coyunturas hasta la elección de Bolsonaro, que acabó por definir la situación política como abiertamente reaccionaria.

Es esta correlación de fuerzas desfavorable la que explica en gran parte las más de 420 mil muertes por Covid-19 y todos los males sociales en que está inmersa nuestra clase, que no ocurrió solo por contingencias objetivas (crisis económica, la ofensiva burguesa, desindustrialización, desempleo…), como quieren hacer creer la dirección lulista y parte de las corrientes que actúan en el PSOL.

La crisis mundial económica golpeó al gobierno de colaboración de clases lulista de lleno en 2012, que fue el telón de fondo de la semi rebelión popular con base en el protagonismo de la juventud a partir de 2013. En tanto, ese proceso de luchas fue respondido por el lulismo con una brutal represión a los movimientos sociales. Dilma fue elegida a final de 2014 prometiendo no aplicar medidas de recorte de derechos, para enseguida, cometer una estafa a su electorado.

Cuando la burguesía quiso tirar a Dilma del poder a partir de 2015 contó con la movilización masiva de sectores de la clase media, pero el PT ya no podía contar con acciones masivas de la juventud y de la clase trabajadora para defender a su gobierno.

Es importante también mencionar el papel desmovilizador que cumplió el lulismo ante la PEC (Propuesta de Enmienda Constitucional) al techo de gastos del Estado, de la “reforma laboral” y durante el gobierno de Temer. Aún ante las maniobras reaccionarias que llevaron a Lula a prisión, la apuesta fue la de pasivamente aceptar la determinación de la “justicia”. Así, el papel traidor del PT, de Lula y de toda la burocracia, como parte de la ecuación política que nos hizo llegar al gobierno Bolsonaro, no puede ser dejado de lado.

Como todo gobierno autoritario, Bolsonaro genera una serie de inestabilidades políticas hasta que una definición más de fondo se establezca para un lado o para otro. Además  de eso, la clase trabajadora y los oprimidos no están derrotados históricamente, a pesar del papel nefasto que ha cumplido la dirección del movimiento de masas, lo que acrecienta la constante inestabilidad.

Entonces, las contradicciones políticas, tanto las más de fondo como las más circunstanciales, se expresan de forma tal que crean coyunturas inestables que se pierden por la política de la dirección, porque si fueran aprovechadas, podrían llevar a un proceso de intensa movilización hasta la caída del gobierno.

Este año, las cientos de miles de muertes por Covid-19 producto de la política genocida de apostar al contagio masivo de Bolsonaro, la estanflación, desempleo, precarización y hambre crecientes, llevan a un aislamiento mayor del gobierno que se viene manifestando en las encuestas de opinión pública, en las calles y en las movilizaciones de los explotados y oprimidos que impulsan la perspectiva de impeachment.

Esta coyuntura más favorable para derrotar a Bolsonaro y la división de la clase dominante que lo sustenta, como parte de esto, se manifiesta superestructuralmente en la CPI (Comisión Parlamentaria de Investigación) del Covid en el Senado. Sin embargo, esa será una CPI más que no tendrá implicaciones relevantes sin la movilización directa para derrotar al gobierno.

Ciertamente desde el punto de vista de la acción política, precisamos pensar dentro del contexto pandémico en que vivimos, en la necesidad de distanciamiento y cuidados sanitarios que son fundamentales. Pero eso no puede significar el inmovilismo al que hemos asistido por parte de la mayoría de la izquierda mientras mueren millares por día, faltan camas de terapia, remedios, oxígeno, vacunas, empleo, ayudas sociales y comida.

Las masas salen a las calles todos los días para trabajar, conseguir trabajo o alguna forma de ingreso para sobrevivir. Llenan terminales de ómnibus, de subte y trenes, se aglomeran en las fábricas, en comercios y en los barrios. Nosotros/as sabemos dónde están, es fácil encontrarlas, por eso, no hay pandemia que justifique que no hagamos una acción sistemática contra el gobierno de cara a las masas en que las llamemos a la acción.

Si la tarea política central es la lucha por vacunas para todos, un ingreso de emergencia, distanciamiento social y por el impeachment de Bolsonaro, como bandera política unificadora de las demandas de nuestra clase y de las y los oprimidos, para salvar millares de vidas. El único medio para eso es la movilización y acción de las masas en sus distintas formas dentro de las posibilidades actuales. O sea, sin impulsar la movilización directa, no podemos solucionar ninguno de los problemas que estamos enfrentando hoy.

Tenemos sectores en lucha, la juventud y sectores que ya se están movilizando en las calles. Sin embargo, la elección de una estrategia para la dirección mayoritaria del movimiento de masas, como para sectores minoritarios, que propone la mayoría de la dirección del PSOL, que va más allá de la pandemia, ha retrasado el proceso de movilización y le ha dado tiempo al gobierno.

Abandonar la lucha directa como estrategia es dejar que Bolsonaro se recupere y continúe golpeando al régimen y, también, perder la posibilidad de abrir el camino hacia una correlación de fuerzas más favorable antes de las elecciones de 2022.

Es necesario derribar a Bolsonaro para salvar vidas, garantizar los derechos democráticos y cambiar la correlación de fuerzas a nuestro favor. Es necesario ocuparse de las elecciones con la perspectiva de construir un frente de izquierda independiente de los patrones y del gobierno. Sin embargo, la política electoral debe estar subordinada a la lucha directa y, solo podemos tener una política electoral correcta si esta se basa en una estrategia y tácticas para movilizar y organizar a las masas para la lucha hoy.

El único camino estratégico viable para derrotar a Bolsonaro es totalmente abandonado por la mayoría de la dirección del PSOL en nombre de la política frentepopulista que tiene en las elecciones de 2022 a su horizonte estratégico. En el momento pre-Congresual del PSOL al que estamos entrando, esa orientación política precisa ser discutida por las bases de nuestro partido con el objetivo de criticarla amplia y profundamente.

Solo así podremos actuar en esta coyuntura de forma tal de tornarnos en una fuerza política que no se posicione de forma fatalista y que sea capaz de impulsar la movilización, organizando campañas y actividades en un escenario durísimo para nuestra clase. Pero también de posibilidades de derrotar a este gobierno a partir de una postura política que coloque en el centro de su táctica la movilización de las y los trabajadores y oprimidos.

Por un PSOL independiente, para la lucha directa y organizado desde las bases

El PSOL, que se caracteriza como un partido amplio, reune concepciones políticas distintas, pasará por una de sus mayores pruebas en los próximos años. La lucha entre las fuerzas políticas internas siempre fue intensa, pero se encuentran en el escenario de un gobierno autoritario y con presiones frentepopulistas internas, representadas por la mayoría de la dirección, condiciones que son cada vez más agudas.

Con las traiciones del PT al frente de los gobiernos y en la dirección del movimiento de masas ya se colocaba la necesidad de construir un partido a izquierda, pero fue durante el gobierno de Lula que esa posibilidad se materializó.

La confluencia de la izquierda a partir de la expulsión de los “radicales del PT” colocó la posibilidad de construir un partido de mayoría radical. Pero, la posición sectaria adoptada por el PSTU, de exigir que el centralismo democrático fuese la condición previa de funcionamiento para que se pudiese ir al proceso de legalización, favoreció la implosión de parte del agrupamiento inicial, lo que enflaqueció la presencia de la izquierda radical al interior del partido.

La disputa entre sectores radicales y reformistas era equilibrada. Pero después, con el partido ya legalizado y formado, la entrada de la antigua APS (Acción Popular Socialista) terminó por consolidar una mayoría no-revolucionaria en su dirección. Desde entonces, vivimos la amenaza permanente de que las fuerzas oportunistas rompan la independencia de clase del PSOL. Pero, desde la base del partido y las tendencias de izquierda venimos dando la batalla sistemática para mantener el partido a la izquierda.

En los últimos años, con la entrada de nuevos sectores al partido, particularmente Guilherme Boulos y su movimiento/tendencia, las presiones oportunistas, sobre todo las frentepopulistas ganaron más fuerza. Principalmente a partir del momento en que Lula readquiere sus derechos políticos.

Amenaza que significa imponer al partido la ida a un frente popular burgués con el PT de Lula, el PCdeB, PDT, PV, lo que sería un “frente amplio”. O, mismo, con partidos como el MDB, PSDB y otros, el llamado “frente amplísimo”, como defiende Marcelo Freixo. Cualquiera de esas hipótesis, si se concreta, sería el fin de la independencia política de clase del partido.

Ese movimiento táctico se hace con el argumento de que esta sería una necesidad para derrotar al fascismo. Ciertamente, ese es un argumento que nada tiene que ver con la pelea por la independencia de clase y, mucho menos, con el criterio básico de que sólo se puede derrotar al (neo) fascismo con la lucha directa, con el movimiento de masas en las calles. No con un frente electoral con la burguesía – línea que, en verdad, sólo puede traer más confusión a nuestra clase y provocar el efecto inverso, que es la desmoralización.

Esta ofensiva para que el PSOL no realice su proyecto original y avance para dar cuenta de los desafíos de la lucha de clases superando al lulismo, pasa por el cierre de los espacios democráticos para que se pueda realizar. A pesar de que el PSOL tiene un régimen aparentemente democrático, por cuenta del derecho de tendencias, existe en su interior un régimen cupulista. Régimen, con la mayoría de la dirección al frente, que se hace contra la organización de núcleos de base para que no pueda definir los rumbos del partido, y con métodos fraudulentos para elegir delegados a los Congresos y posicionarse como mayoría.

La pre-candidatura de Glauber Braga es el instrumento vital de lucha contra el frentepopulismo

La pre-candidatura de Glauber Braga para Presidente, con un programa anticapitalista y volcado a la formación de un frente de izquierda sin patrones, es una táctica decisiva en este momento de intensificación de la lucha contra la deriva frentepopulista de la mayoría de la dirección partidaria. Por esa razón, el Seminario tiene que adoptar esta pre-candidatura como parte de sus resoluciones políticas centrales.

El lanzamiento de la pre-candidatura ya fue extremadamente exitoso, contando con más de mil firmas de dirigentes partidarios y del movimiento social, figuras públicas nacionales y la mayoría de la bancada de diputados federales. En tanto, esta es una herramienta cuyo uso debe ser intensificado durante el Congreso Nacional en todas sus fases, con actividades organizadas por el Movimiento de Izquierda Radical, tales como: entrevistas, debates, lives, volanteos y otras que promuevan esta pre-candidatura.

El Movimiento de Izquierda Radical: una alternativa para la militancia combativa

Con este corrimiento político más a derecha, corremos el riesgo de que la conquista democrática, que es el derecho de tendencias y la participación de la oposición en los órganos de dirección sean eliminados, va a depender de la mayoría que se constituya en el próximo congreso.

Enfrentamos una ofensiva frentepopulista y una reacción que lleva a la siguiente disyuntiva: vamos a ser parte de un frente popular o vamos a un partido que supere al lulismo por izquierda? Disyuntiva que va a depender del camino que irá a predominar, podrá tener como fin un proceso de refundación del partido en el sentido de la pérdida del proyecto inicial. Sin embargo, por otro lado, se están generando rupturas de fuerzas políticas con dislocamientos a izquierda que pueden favorecer al polo radical del PSOL.

Así, al mismo tiempo en que la mayoría de la dirección y figuras públicas defienden entrar al frente amplio capitaneado por el PT, rupturas están ocurriendo, siendo una parte importante de ella por izquierda. Lo que otorga a la izquierda radical no sectaria grandes posibilidades de construcción.

Esas posibilidades no son lineales y aún no hay una avalancha a izquierda, todavía, para ser aprovechadas demandan que creemos instrumentos político-organizativos que apunten claramente hacia la construcción de un polo alternativo consecuente de la izquierda radical, que no sea sectario, mucho menos oportunista. Un instrumento que sepa aprovechar las oportunidades sin renunciar a perspectivas estratégicas y principios, como hace parte de la izquierda del partido. Infracciones políticas estas cuando se cometen siempre se vuelven contra los intereses del movimiento de masas y de la organización política de la clase trabajadora.

Por esa razón, somos parte de la propuesta de ir a la construcción de un frente político de tendencias, organizaciones, colectivos, militantes y figuras públicas de la izquierda radical. Movimiento que tienda a fortalecer la lucha por un PSOL verdaderamente socialista, independiente de los patrones y de la burocracia, organizado democráticamente por la base y contra el proyecto de refundación del partido a derecha. Pero, también que actúe fuera del partido como herramienta de organización de activistas para la lucha directa y para el enfrentamiento a la burocracia. Es para enfrentar este desafío que en este Seminario somos parte del conjunto de tendencias, colectivos y militantes que estamos lanzando el proyecto de fundación del Movimiento de Izquierda Radical.

 

Traducción del portugués por Luz Licht

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