Brasil: aumentan las muertes en manos de la policía

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  • Racismo en Brasil. La policía que más mata en el mundo no dio tregua ni con la pandemia y se amplió el número de asesinatos en el país.

Por Martín Camacho

“¿Quien mata más: el Covid- 19 o la policía?” La pregunta fue pintada en los muros del barrio Vila Clara, ubicado en la zona sur de San Pablo, que fue escenario de las recientes movilizaciones de la juventud negra frente a la muerte de Guilherme Silva Guedes, de 15 años. El joven fue secuestrado por policías el día 14/6, torturado y brutalmente asesinado con varios tiros en la cabeza y en las manos. El cuestionamiento denuncia la brutalidad de la Policía Militar en las periferias brasileras en medio de la crisis sanitaria. La policía que más mata en el mundo no dio tregua ni con el nuevo coronavirus (Covid-19) y se amplió el número de asesinatos en el país.

En medio de la crisis sanitaria, el cuestionamiento de los habitantes del barrio denuncia la intensificación de la brutalidad de la Policía Militar en las periferias brasileras en los últimos días. Además de no haber tenido derecho a una cuarentena plena, los jóvenes y madres periféricas tienen que lidiar también con el luto de perder un amigo o ser querido por la violencia policial.

Solamente entre marzo y abril de este año, 290 personas murieron en el estado de Río de Janeiro en medio de operativos policiales, aun cuando parte de la población estuvo confinada en casa por recomendación de las autoridades y los crímenes en general hayan disminuido. Ese número de víctimas equivale a casi un tercio de los muertos por la policía estadunidense en todo el año 2019. En San Pablo, el número de “muertes derivadas de la intervención policial” subió un 54,6% en abril. Fueran unos 371 casos contabilizados, o sea, uno cada seis horas.

En 2019, fueron registradas unas 5.804 personas asesinadas por policías en Brasil. Según un relevamiento hecho por el Monitoreo de Violencia, en una colaboración del G1 con el núcleo de Estudios de la Violencia de la USP y el Foro Brasilero de Seguridad Pública, el número registrado el año pasado representa un alza del 1,5% en relación a 2018. En los Estados Unidos, país que viene protagonizando rebeliones antirracistas, la policía mató a 1.099 personas en 2019 (Fuente: Mapping Police Violence). O sea, la policía brasilera se cobra casi 6 veces más víctimas que la estadunidense y los números ya alertaban sobre un aumento de la violencia policial.

La muerte de George Floyd se conecta directamente con la realidad brasilera y reabre el debate sobre el racismo estructural. No era de extrañarse que la repercusión de las protestas en los EUA llegase al país con tanta familiaridad. A pesar de que la población negra de Brasil lucha diariamente contra la violencia policial y el racismo, el asesinato del hombre afro americano y las protestas que hicieron esconderse bajo su escritorio al propio Donald Trump, marcaron nuevamente la necesidad de ampliar la organización de los explotados y oprimidos contra la discriminación racial.

En los barrios ricos podes insultar a la Policía Militar, en la favela estás muerto

“Lo que es ser un macho en la periferia, acá es ser un Alphaville” 1 gritó un hombre blanco, rico y habitante de un barrio alto de la ciudad de San Pablo. Sabiendo que en un país racista y desigual, el código postal determina si recibís una paliza o hay silencio de parte de la policía, como en el caso del empresario que fue denunciado por su esposa por agresión física que atendió el llamado de la PM con insultos y amenazas. La imagen que repercutió en las redes sociales desenmascara la formación racista de la policía brasilera.

En los barrios ricos los policías son insultados por personas blancas de clase media-alta y dejan pasar lo que se puede llamar un “desacato a la autoridad”. La acción de sumisión de la PM ante esos casos, muestra que las fuerzas policiales están al servicio de la elite brasilera. En la imagen, el hombre blanco parece que tiene más autoridad que los policías. No es mera coincidencia ver como agachan la cabeza los hombres de uniforme en Alphaville, porque esa es una realidad que hace parte de lo cotidiano de la policía.

Sin querer entrar en un debate extenso sobre los motivos de la violencia policial, podemos trazar algunos puntos a tener en cuenta. El coronel de la reserva Glauco Carvalho, ex-comandante de la PM de la capital paulista y doctor en Ciencias Políticas de la USP, explica la mala “distribución” entre las regiones ricas y las periferias. En la cual, en un barrio alto de la zona sur hay un agente policial cada 280 habitantes, en contraposición, en la periferia hay un policía cada 1600 personas.

Obviamente esa distribución no es aleatoria. La policía existe para preservar la forma de vida burguesa y no a la sociedad como un todo, la policía fue hecha para reprimir y no para cuidar de las personas, como la ideología dominante indica. Ahí es donde se pierde el coronel y termina justificando la acción policial en las periferias, que tira antes de preguntar y ejecuta jóvenes por su color de piel y por su condición social. Los números demuestran la virulencia y un genocidio de la población negra y joven que tiene lugar en las periferias. Y un trato de absoluta sumisión en los barrios ricos.

“¿Cuantos más van deben morir para que esta guerra contra los pobres termine?” (Marielle Franco)

Hace mucho tiempo que el estado brasilero declaro la guerra contra los pobres. Una guerra enmascarada en “lucha contra las drogas” y que acaba matando a millares de jóvenes negros de las periferias todos los días. El racismo estructural está inserto en todas las instituciones de la república. Brasil hoy tiene la tercera población carcelaria del mundo. Solo atrás de China y de los EUA. Una fría realidad de más de 700 mil presos que en su gran mayoría son jóvenes, negros y pobres.

La frase dicha por Marielle Franco en la Cámara de Concejales de Río de Janeiro hacía referencia a los asesinatos constantes por parte de las fuerzas de “seguridad”. Un genocidio sistemático que hoy tiene una repercusión mayor por la cantidad de casos que para nada son aislados como quieren hacer creer los políticos del régimen y los jefes de la policía.

Los muertos no pueden volverse números

Ágatha Félix, de 8 años, Kauê Ribeiro dos Santos, de 12 años, Kauan Rosário, de 11 años, João Pedro Matos Pinto, de 14 años, Guilherme Silva Guedes, de 15 años, Micael Silva Santos, de 11 años. Son algunos de los casos difundidos de niños y niñas muertas por la acción de la policía este año en Brasil. Algunos de ellos con tiros en la espalda, otros con evidencias de tortura y otros con uniformes de la escuela. Pero todos muertos inocentes en las manos de los policías sin entender el motivo de tanta violencia y odio.

Obviamente ninguno de esos casos se dio en los barrios ricos. Las periferias de las grandes capitales del país son lugares muy peligrosos para la juventud y la policía es la culpable. No es de ahora ni de este gobierno, si bien los números de muertes aumentaron en la época de pandemia aun bajando los índices de criminalidad. En los gobiernos anteriores también estuvieron los escuadrones de la muerte, organizaciones paramilitares para el exterminio, esas son las mismas milicias que hoy son cuestionadas y que están ligadas a la familia Bolsonaro. Pero hoy, la violencia contra los negros, pobres, mujeres y el colectivo LGBT crece día a día.

No son casos aislados, es sistemático

La frase que se escucha en las manifestaciones contra la violencia no es más que la realidad: “la policía mata todos los días”. Últimamente, lo que está ocurriendo es que las personas están filmando la acción de la policía y el tema está siendo tomado por los grandes medios de comunicación. Golpizas, patadas, ejecuciones y tiros son las cosas rutinarias en las periferias.

La excusa es la misma: son casos aislados y que los policías tienen que ser apartados y con eso el problema se soluciona. En la práctica, no pasa más que de una advertencia a los policías criminales. Hoy, con la repercusión de los casos, varios ex-policías han sido apresados y expulsados, lo que solo confirma la inoperancia de la policía para defender a las mayorías. Pero, como ya dijimos, la institución policial como sistema de seguridad no sirve para la sociedad, sino para garantizar la tremenda desigualdad social en que vivimos de forma violenta. No es casual que las personas se sientan más seguras sin la presencia de la policía que con ella, al contrario del imaginario narrado por la retórica dominante. Por eso es preciso exigir:

¡Las vidas negras importan!

¡Justicia para todos!

¡Basta de genocidio de la población negra!

¡Por el fin de la Policía Militar ya!

Esas tienen que ser las banderas en nuestra lucha contra el racismo


1 (NdlaT: refiere al primero y uno de los barrios cerrados de condominios más suntuosos de la ciudad, cuya empresa fundadora fue pionera en replicar ese modelo de barrios cerrados de millonarios en varios puntos del territorio)

Traducido del portugués por Luz Licht

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