Bolsonaro privatiza Eletrobras, la empresa de energía eléctrica más grande de América Latina

La privatización traerá desinversión y aumento de tarifas para millones de brasileños. El gobierno amenaza con más privatizaciones, incluida la de Petrobras.

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Esta mañana el presidente brasileño Jair Bolsonaro hizo efectiva la privatización de Eletrobras, la empresa de producción y distribución de energía eléctrica más grande de América Latina.

La medida se hizo efectiva con el inicio de las operaciones en la bolsa de San Pablo, este martes. La empresa fue creada en 1962 durante el gobierno nacionalista de Getulio Vargas. Eletrobras jugó un papel importante en el proceso de industrialización del país. A partir de hoy, por primera vez desde su fundación pasa a estar en manos privadas.

Lo notorio es que en la primera rueda de operaciones las acciones de Eletrobras fueron compradas mayoritariamente por un fondo de inversión singapurense. Otros dos grandes controladores surgieron a partir de la venta de las acciones: la firma canadiense CPPIB y la brasileña 3G Radar. De esta manera, la privatización significó de inmediato también una extranjerización. Nada menos que en la empresa que distribuye la energía eléctrica a todo el país.

Bolsonaro encabezó un acto de celebración en el que dio inicio a las operaciones en la bolsa de San Pablo, haciendo efectiva la privatización. Funcionarios, empresarios y operadores de bolsa festejaron en el lugar junto al mandatario. Afuera, miles se congregaban en rechazo a la medida.

Tras desprenderse de sus acciones, la posición del Estado brasileño en el paquete accionario se redujo de un 75% a un 49%, haciendo efectivo el control privado de la empresa. El Estado recaudó unos 6.000 millones de dólares por la venta.

Otra de las consecuencias inmediatas que tendrá la privatización será la suba de tarifas en el servicio eléctrico. Según expertos del sector, los aumentos serán de al menos 8% para el año que viene.

Desastre neoliberal

Con la privatización, el servicio de energía eléctrica queda supeditado sin ninguna mediación al de las ganancias de estas empresas privadas que ahora controlan el servicio. El gobierno pretende que los brasileños paguen las tarifas que un puñado de empresarios extranjeros decidan, pura y exclusivamente en función de sus ganancias.

Además, como ha mostrado la experiencia argentina con las privatizaciones de los ’90, los privados al frente de los servicios públicos llevan adelante una fuerte reducción de la inversión con el objetivo de «bajar costos» para aumentar sus ganancias. Esto produce un servicio más defectuoso y sin embargo más costoso para los usuarios.

La conclusión es la misma que la experiencia histórica ha mostrado una y otra vez: las privatizaciones producen un desastre, cuyo únicos ganadores son los grandes empresarios.

Este grave ataque de Bolsonaro debe ser enfrentado de inmediato. El gobierno ya anunció sus intenciones de que Eletrobras marque el camino para otra privatización. La de la empresa brasileña más importante de todas, Petrobras.

Frente a esta situación, el principal candidato opositor, Lula da Silva, afirmó que daría marcha atrás con la privatización en caso de ser elegido Presidente. Llama la atención que mientras Bolsonaro hace efectivos sus ataques, el candidato del PT esté pensando en las elecciones. Sobre todo si se tiene en cuenta que este partido conduce las centrales obreras y la gran mayoría de los sindicatos, desde donde podría lanzarse un plan de lucha contra la privatización y los planes neoliberales del gobierno, sin esperar al calendario electoral.

Lejos de eso, la alianza electoral de Lula con el conservador Alckmin anuncian que un próximo gobierno del ex presidente tendrá un carácter marcadamente social-liberal. Por lo que sus promesas electorales deben ser tomadas con la más absoluta desconfianza por parte de la clase trabajadora.

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