Bolsonaro continúa sin reconocer la derrota, pero su margen se estrecha

Mientras tanto, las rutas de 11 estados de Brasil fueron cortadas por un sector golpista de camioneros que apoyan a Bolsonaro y denuncian supuesto "fraude".

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Ya pasaron más de 24 hs. desde que se confirmó el triunfo de Lula da Silva en el balotaje en Brasil. Por ahora, el derrotado presidente Jair Bolsonaro aún no ha hecho declaraciones públicas.

Aunque el actual presidente no reconoció la derrota, tampoco movilizó su aparato comunicacional y político para difundir las denuncias de supuesto fraude que desde varios meses atrás viene preparando el bolsonarismo, con el objetivo de embarrar la cancha frente a un resultado adverso.

 

Mucho se especuló en la previa sobre qué actitud tomará Bolsonaro frente a una eventual derrota, que finalmente se confirmó. El propio mandatario había dejado correr escenarios en los que no reconocería la derrota electoral, poniendo en duda la transparencia de la elección. Sin embargo, casi un día después de confirmados los resultados, su margen para una aventura de tipo golpista se va estrechando cada vez más.

Aislamiento y silencio

A pesar de que la elección fue extremadamente reñida, ningún sector político nacional ni internacional en Brasil puso en duda la legitimidad de los resultados. Lula da Silva se alzó con la victoria por más de dos millones de votos, aunque esa cantidad representa menos de 2 puntos porcentuales de diferencia entre ambos candidatos.

Rápidamente, en cuanto el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó la victoria del candidato opositor, prácticamente todo el arco político reconoció la victoria de Lula. Inclusive parte del propio bolsonarismo.

De hecho, una de las primeras reacciones más cercanas al presidente fue la de uno de sus hijos, el diputado Flavio Bolsonaro, quien escribió una arenga a sus seguidores en Twitter, pero sin ninguna referencia al proceso electoral, en lo que pareció un reconocimiento tácito de la derrota: “¡Gracias a todos los que nos ayudaron a rescatar el patriotismo, que oraron, rezaron, salieron a las calles, dejaron su sudor por el país y le dieron a Bolsonaro la mayor votación de su vida! ¡Levantemos la cabeza y no renunciemos a nuestro Brasil!», escribió el hijo del mandatario.

Otros aliados del presidente también escribieron mensajes reconociendo los resultados electorales, como las senadoras electas bolsonaristas Tereza Cristina y Damares Alves. También lo hizo la diputada electa, Carla Zambelli, quien afirmó que «nuestro partido [El PL, de Bolsonaro] será la mayor oposición que Lula jamás imaginó tener».

Sin embargo, nada se escuchó decir al propio presidente, quien no ha hablado ni se ha mostrado públicamente desde el cierre de la elección. ¿Cómo debe interpretarse este silencio?

Medios brasileños señalan que Bolsonaro se encuentra «abatido» y «decepcionado», y que no acepta ninguna llamada ni visitas desde anoche, a excepción de su círculo más íntimo.

Sin embargo, más allá del impacto anímico de la derrota, el silencio del mandatario constituye en sí mismo un cuestionamiento al resultado electoral. Y por lo tanto una actitud, como mínimo antidemocrática, que debe ser rechazada. Debemos exigir que Bolsonaro acepte la derrota en las urnas. Lo contrario sienta un precedente que en el futuro podrá ser utilizado por el bolsonarismo para eventuales provocaciones golpistas. Además de que le deja la puerta abierta a su propia base reaccionaria a que «tomen en sus manos» las iniciativas de corte golpista. Por lo tanto, el silencio de Bolsonaro es peligroso porque tiene también elementos de especulación: esperar, medir y tantear el terreno mientras su base toma la iniciativa. No en un futuro indeterminado, sino en este momento clave.

Especulaciones antidemocráticas

Algo de eso ya está pasando desde esta mañana. Las rutas de 11 estados de Brasil amanecieron cortadas por un sector de camioneros que apoyan a Bolsonaro y que denuncian fraude electoral.

Si bien se trata por ahora de un sector minoritario, su poder de fuego se hizo sentir rápidamente. Esta mañana se registraron en total 52 protestas en los estados de Bahía, Goiás, Minas Gerais, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Pará, Paraná, Río de Janeiro, Rondônia, Rio Grande do Sul, Santa Catarina y São Paulo, según informó el portal G1, del Grupo Globo.

Se trata de sectores transportistas que en su mayoría manejan sus propios camiones, y no trabajadores en relación de dependencia. De hecho, la Confederación Nacional de Trabajadores del Transporte y la Logística, el sindicato que agrupa a los trabajadores del sector, rechazó públicamente los cortes, a los que calificó de «antidemocráticos».

A pesar del aislamiento político de Bolsonaro, esto no deja de configurar un escenario peligroso. Su margen para montar alguna provocación se achica, mientras sus propios aliados reconocen su derrota y el propio establishment político capitalista reconoce la victoria de Lula, incluyendo los presidentes de otros países, desde Joe Biden hasta Xi Jinping.

Pero mientras pasa el tiempo, su silencio le da vía libre a que un sector de su base reaccionaria -todavía minoritariamente- salga a la calle a cuestionar el resultado electoral. Esto apuntala la necesidad de que la derrota de Bolsonaro en las urnas sea ratificada con la movilización en las calles. Una tarea imprescindible para derrotar definitivamente al golpismo neofascista bolsonarista.

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