Bolivia: Añez habilita el uso de transgénicos con la excusa de la pandemia

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  • Mediante un decreto, el gobierno de facto de Añez habilita a las grandes empresas del agronegocio el uso de semillas transgénicas con la excusa de la emergencia sanitaria abierta por la pandemia del Coronavirus.

Por Renzo Fabrizio

Lejos de ser un “gobierno de transición para llamar a elecciones” con la que los golpistas querían recubrir de una forma democrática el derrocamiento del entonces presidente Evo Morales, el gobierno de Jeanine Añez gobierna sin escrúpulos para los negocios de los capitalistas, en este caso para las grandes multinacionales del agro (como Monsanto o Syngenta).

Mediante el decreto 4232, el gobierno permite la utilización de semillas transgénicas en los cultivos de maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soja. El cultivo de transgénicos es una práctica que en Bolivia está prohibida por leyes y hasta por artículos de la constitución, es decir que además de ser una medida muy peligrosa para la salud de la población y para el medio ambiente, es completamente ilegal. Según un comunicado del MAB (Movimiento Agroecológico de Bolivia) el decreto viola “la Constitución Política del Estado, la Ley 300 de la Madre Tierra, la Ley 144 de Revolución Productiva, la Ley 071 del Derechos de la Madre Tierra, la Ley 3525 de Fomento a la Producción Ecológica, y el “Protocolo de Bioseguridad de Cartagena”, este último ratificado por Bolivia mediante la Ley 2274 del año 2000”. Por supuesto, la legalidad no es algo que les preocupe precisamente a los golpistas, y más cuando se trata de favorecer las ganancias de los empresarios que fomentaron y apoyaron el golpe.

Las semillas transgénicas son semillas modificadas genéticamente para resistir plagas y químicos, lo cual trae aparejado, por una lado, la utilización masiva de herbicidas, plaguicidas y agrotóxicos, y como parte de esto, por otro lado, el avance descontrolado del monocultivo, la deforestación y la destrucción de la diversidad ecológica precedente.

Por estas razones, es llamativo (y cínico) que el gobierno de Añez se excuse en la emergencia sanitaria por la Pandemia para tomar esta medida. El argumento del gobierno consiste en que es necesario garantizar la seguridad alimentaria de la población frente a la pandemia. Paradójicamente, el uso de agrotóxicos y semillas transgénicas más bien producen lo contrario: concentra la producción agrícola en pocas manos (grandes empresas multinacionales productoras de semillas transgénicas como Bayer-Monsanto), desplaza a miles de campesinos y comunidades originarias de sus tierras, e intoxica a personas y animales mientras destruye el medio ambiente. La verdadera razón es, pues, abrir un enorme mercado nuevo para estas empresas, que según la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo de Bolivia (patrones rurales), puede llegar a redundar en ganancias de alrededor de 2.800 millones de dólares.

Esta medida fue acompañada, pocos días después, con el nombramiento de Óscar Ortíz en el Ministerio de Desarrollo Productivo, un histórico representante de la patronal boliviana, expresidente de la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz (CAINCO). Ortíz en seguida salió a defender el decreto, asegurando que “puede ser una respuesta importante para fomentar mayor productividad, fortalecer la seguridad alimentaria boliviana y generar mayores ingresos a las exportaciones”.

No obstante, la medida de la golpista Añez ha sido criticada duramente desde muchos sectores. En primer lugar, desde decenas de organismos y colectivos ecológicos y campesinos de Bolivia, pero al ser tan escandalosa, incluso el filo-golpista Carlos Mesa (rival electoral de Evo en las últimas elecciones antes del Golpe) tuvo que despegarse del asunto, así como Luis Arce, el actual candidato presidencial del MAS. Por su parte, Evo Morales, vía Twitter, también crítico a Añez por la medida, aunque con una cuota de hipocresía, ya que desde finales de su gobierno que venían dándose cada vez más concesiones al agronegocio. Además, como ya es costumbre, el MAS se limita a criticar declarativamente a los golpistas, sin llamar a las masas campesinas a ninguna medida real.

Por lo tanto, dependerá exclusivamente de la clase trabajadora y campesina Boliviana defender sus tierras, sus costumbres y sus derechos frente a intento de avance de las multinacionales capitalistas de la mano del Golpismo.

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