Big Tech: miles de trabajadores despedidos y millones de ganancias

Durante el 2022 las empresas del sector tecnológico llevaron adelante con “tristeza” y “un dolor muy grande” miles de despidos de su fuerza laboral, en aras de maximizar sus ganancias.

Los compañeros del Observatorio Internacional del Trabajo y el Futuro nos hicieron llegar este artículo, que reproducimos por tener el tipo de contenido que consideramos necesario difundir para aportar a la organización de la nueva clase trabajadora en el siglo XXI. Fuente original acá

Durante el 2022 las empresas del sector tecnológico llevaron adelante con “tristeza” y “un dolor muy grande” miles de despidos de su fuerza laboral, en aras de maximizar sus ganancias. Pero, ¿por qué las empresas más valiosas del mundo y que más aumentaron sus ganancias durante los últimos tres años, “se equivocaron” y tienen la “difícil decisión” de despedir a quienes produjeron sus exorbitantes rendimientos?

Surgimiento de las Big Tech: ¿dónde, quién, cómo, cuándo, por qué?

Durante las últimas dos décadas fuimos testigos del crecimiento de las empresas del sector tecnológico, que incluye a empresas relacionadas a la Tecnología de la Comunicación y la Información (TIC) como Facebook, Twitter, Tik Tok, etc.; y a empresas que ofrecen servicios de finanzas, bancarización y ventas que operan en redes digitales, tales como Amazon, Alibaba o Mercado Pago.

Desde hace años los capitales que controlan el sistema económico vienen impulsando una transformación que implica la digitalización y financiarización de la economía. Dicho proceso se agudizó luego de la crisis de las hipotecas subprime en el año 2008, producto de la especulación del sector financiero e inmobiliario. Para salir de dicha crisis los grandes fondos de inversión, tales como Vanguard, BlackRock, State Street, entre otros, volcaron sus inversiones al desarrollo de la big data, el internet de las cosas, la robótica, la inteligencia artificial, las redes 5G, la impresión 3D, y la bio y nanotecnología, dando lugar a lo que Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, denominó en 2016 como la Cuarta Revolución Industrial, que trae aparejada una nueva fase del capitalismo caracterizada por la virtualización y digitalización de la economía.

Estas transformaciones producen cambios en el mundo del trabajo, y lo que se observa como tendencia es una polarización: por un lado, de una mayor demanda de trabajos altamente remunerados y calificados; y por otro lado, empleos de baja o nula calificación y muy baja remuneración.

Según el artículo titulado “The future of jobs report” del año 2018 elaborado por el World Economic Forum (WEF) en los próximos cuatro años la automatización desaparecerá 75 millones de empleos, más del doble si lo comparamos con la crisis del 2008 en donde desaparecieron 30 millones de empleos. El mismo tiempo, el estudio prevé que producto de los desarrollos tecnológicos se crearán 133 millones de empleos nuevos, en donde la presencia humana será determinante, realizando aquello que no podrán hacer las máquinas. Este tipo de trabajo requerirá de un mayor grado de formación y especialización, y será altamente remunerado para el grupo de trabajadores que pueda acceder a los mismos.

En dicho contexto se enmarca el crecimiento del sector tecnológico y caracterizamos a la fuerza laboral empleada por el mismo.

En esta navidad, un telegrama de despido

La navidad llegó antes de tiempo para las y los trabajadores de las tecnológicas y los “papás noel” del sector llegaron cargados con una gran bolsa de telegramas de despidos. Según Layoffs.fyi, el sitio web creado por el emprendedor digital americano Roger Lee para llevar el seguimiento en materia de despidos de 853 empresas tecnológicas, durante el 2022 unos 137.492 trabajadores fueron despedidos, de los cuales 60.000 pertenecen a compañías tecnológicas con asiento en los Estados Unidos.

La noticia tomó relevancia a partir del mes de noviembre, con una seguidilla de despidos, en la cual trabajadores de las principales empresas tecnológicas fueron cesanteados a través de un correo electrónico firmado por sus propios dueños e informados públicamente en redes sociales.

Amazón, el segundo mayor empleador privado de Estados Unidos, despidió a 10.000 trabajadores en sus unidades de dispositivos y servicios, aproximadamente un 3% de los 300.000 trabajadores de la empresa, y sin afectar a los de almacén y transporte. Dave Limp, vicepresidente senior a cargo de dispositivos y servicios, justificó la decisión a un “entorno macroeconómico inusual e incierto” y la necesidad de “priorizar” proyectos.

Meta (Facebook, Instagram y Whatsapp), a través de su CEO y fundador Mark Zuckerberg, anunció 11.000 despidos, un 13% de su fuerza de trabajo (87 mil empleados en todo el mundo), y declaró: «Me equivoqué y asumo la responsabilidad», “sé que esto es difícil para todos y lo siento, especialmente por los afectados”. Justificado en el objetivo de hacer a la empresa «más ágil y eficiente».

Twitter, a través de su nuevo dueño Elon Musk, llevó adelante el recorte de prácticamente la mitad de su planta laboral, despidiendo a 3.500 trabajadores, bajo el justificativo de alcanzar “un Twitter 2.0 revolucionario” en lo que describe como el “comienzo de un viaje emocionante”.

A las anteriores se suman Snap, red social, que anunció el despido del 20% de su nómina, más de 1.000 trabajadores; Netflix y Peloton, plataformas de videos, que despidieron a 500 y 4.000 empleados respectivamente; Lyft, rival de Uber, anunció la salida de casi 700 empleados, un 13% de su plantilla; Stripe, plataforma de pagos de comercio electrónico, recortó su plantilla en 1.000 personas, un 14% del total; Robinhood, aplicación de negociación de acciones, realizó dos rondas de despidos este año, que afectaron a más de 1.000 trabajadores; Ualá, fintech argentina, despidió a 53 empleados; Lemon con un recorte del 38% de su planta, afectando a más de 100 personas, en Argentina y en Brasil; entre otras.

Detrás de las grandes ganancias, hay explotación y despidos

A partir del 2020, mientras miles de trabajadores en todo el mundo eran azotados por la crisis económica causada por la Pandemia del Covid-19, las empresas tecnológicas se vieron favorecidas por el contexto de aislamiento social, y gracias al trabajo realizado por sus trabajadores, vieron crecer sus recaudaciones de manera exorbitante.

Según datos brindados por el Fondo Monetario Internacional – FMI, Alphabet, Facebook, Apple, Amazon y Microsoft, fueron las principales y grandes ganadoras durante la pandemia, creciendo un 18,22% en sus ingresos y un 36,72% en sus ganancias, mientras que los Estados Nación tuvieron una pérdida en promedio del 4,2% de su PBI, durante el 2020. Forbes indicó que durante el 2021 estas cinco grandes compañías internacionales llegaron a 1.23 billones de euros en ingresos (1.41 billones de dólares), un 27,8% más que en 2020.

Si particularizamos estas cifras encontramos por ejemplo que durante enero y septiembre del 2020, Facebook se benefició con unos 17.927 millones de dólares, un 61 % más que los 11.136 millones obtenidos en el mismo período del año pasado. Mientras que Amazon, durante el mismo período triplicó sus ganancias netas sobre igual período del año 2019, en un equivalente a 6.300 millones de dólares.

Vale decir que estas ganancias no son sólo coyunturales, sino que, según el Top 100 de empresas más valiosas del mundo realizado por Bloomberg y PwC, indica que las empresas del sector han ocupado los 5 primeros puestos en los últimos 10 años. Además la brecha entre las empresas más grandes y más pequeñas de la lista se amplió durante esos años, más aún en los últimos tres, en donde la capitalización de mercado de la empresa número uno tiene un aumento del 78%, pasando de $1.602 millones de dólares a $2.850 mil millones.

En este punto es importante reconocer la composición de acciones de las Big-Tech por parte de los principales fondos de inversión, lo que indica la relación existente entre la denominada histórica Aristocracia Financiera, representada por los dueños de los fondos de inversión, y la nueva Aristocracia Tecnológica, representada por los CEOS y dueños de las empresas tecnológicas (Gimenez, P. Caciabue, M., 2020). A su vez, según datos brindados por Andrés Llorente, divulgador en temas bursátiles, en 2020 BlackRock, State Street y Vanguard, representaban en su conjunto un 19,81% del índice bursátil industrial (Dow Jones) en Wall Street.

Esta nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica se desprende de la Oligarquía Financiera Transnacional tanto del Proyecto Globalista como del Proyecto Neoconservador, y lejos está de ser una unidad orgánica y homogénea, sino que encierra en su interior una profunda lucha intercapitalista por el conocimiento estratégico y por la disputa de quien impondrá el nuevo orden mundial (Gimenez, P. 2020).A decir de Matías Caciabue, en su artículo publicado en Más allá de los Monstruos (2019) la Oligarquía Financiera Global encarna un proyecto financiero y especulativo, sin asiento en lo productivo, sostenido a través de Cities Financieras, tales como Londres, Shanghai, Hong Kong, Bombay, París, Sao Paulo, Buenos Aires. Algunos de los principales nombres que representan dicho proyecto son la familia Rothschild, George Soros, Haim Saban, Harris Simons y Michael Bloomberg.Por otro lado, la Oligarquía Financiera Neoconservadora tiene su asiento territorial en Estados Unidos, principalmente en el complejo industrial, militar, farmacéutico y energético, con asiento en el dólar norteamericano y el manejo de la Reserva Federal. Su proyecto busca mantener un solo polo con alcance global, que se oponen al multilateralismo y apuestan al bilateralismo que se pueda construir desde los Estados Unidos. Algunos de los principales actores de este proyecto son la familia Rockefeller, Warren Buffett, y Jeff Bezos.

Como contracara: la organización y conciencia en las y los trabajadores de las tecnológicas

Ya dijimos que las y los trabajadores despedidos son quienes, a través de su fuerza de trabajo, pusieron en marcha y funcionamiento una vasta red de sistemas y operaciones que permiten la producción de la riqueza, que injusta y desigualmente es apropiada por los dueños de las empresas.

A decir de Gramsci, en la órbita de la economía, observamos cómo las y los trabajadores son organizados para la producción de la riqueza, y en la órbita de la política, se puede observar cómo las y los trabajadores se organizan para la disputa por el reparto y distribución de la misma. Retomemos algunas experiencias de lucha y organización por parte de trabajadores del sector tecnológico, que abren un panorama de oportunidad en este escenario de crisis multidimensional.

En 2020 trabajadores de “cuello blanco” de Google se organizaron con apoyo de Communications Workers of America (CWA), el mayor sindicato de telecomunicaciones y medios de comunicación de Estados Unidos y en Canadá, y oficializaron el 4 de enero de 2021 la creación del Sindicato Alphabeth Workers Unión a través de su primer twitts y a las 15 horas ya contaba con más de 22 mil seguidores en twitter.

Sus consignas y reclamos principales fueron que Google ha armado la IA para la guerra; que ha recompensado a ejecutivos que lastimaron y abusaron de mujeres y trabajadores marginados con pagos multimillonarios; haber creado un sistema de empleo por niveles segregado por raza, género y compensación; difundir desinformación, la exacerbación del cambio climático y la automatización que acaba con los trabajos.

Otra experiencia es la de Amazon, en donde trabajadores de “cuello blanco” alzaron su voz en reclamos sobre el cuidado del medioambiente y el cambio climático, repudiaron y solicitaron que la empresa abandone sus contratos de computación en la nube con clientes en la industria del petróleo y el gas, que según el sitio web de Amazon incluyen BP, Shell y GE Oil & Gas. Además, se refirieron al enfoque de la empresa a las tecnologías de vigilancia emergentes.

También las y los trabajadores de los almacenes de Amazon, llevaron adelante importantes acciones de huelga, abandono de puesto de trabajo y campañas de sindicalización dentro de la empresa, bajo las consignas de mejores condiciones de trabajo y cuidados ante la pandemia del coronavirus y aumento permanente en los salarios por hora, más transparencia en su informe del Covid-19 y licencia anual por enfermedad pagada, entre otras.

Solidaridad internacional, creatividad y claridad en las consignas, viralización a través de redes sociales, leyes antimonopólicas, regulación e impuestos al comercio electrónico, participación de las y los trabajadores en las ganancias, reformas laborales parciales que protejan derechos laborales, entre otras, son algunas de las iniciativas que el polo del trabajo puede llevar adelante para generar de esta crisis, una oportunidad para construir un mundo socialmente humano y económicamente justo.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí