
Una investigación de periodistas del New York Times dio a conocer nuevos detalles sobre el plan del presidente Donald Trump para obstaculizar la certificación del triunfo de Joe Biden por parte del Capitolio, el mismo día que sus seguidores intentaron interrumpir por la fuerza el proceso.
Más de una docena de e-mails entre asesores, abogados y dirigentes de campaña del presidente Trump revelan que se había orquestado un plan que incluía utilizar falsos electores del Colegio Electoral de aquellos Estados disputados donde el presidente Republicano afirmaba haber ganado.
El objetivo era ensuciar el proceso de certificación de los votos electorales que debía llevar adelante el Capitolio, mientras afuera los seguidores de Trump eran convocados a una manifestación violenta. Los mails revelan que se trató de un plan orquestado durante largas semanas con el objetivo explícito de intentar generar caos y confusión en el proceso de certificación de los votos electorales y evitar que aquel 6 de enero de 2021 Joe Biden sea proclamado Presidente electo.
Estafa electoral
Los escandalosos mails muestran la impunidad con que el equipo de asesores y abogados que rodeaban a Trump planearon estorbar la sesión legislativa del 6 de enero. Jack Wilenchik, un abogado de Phoenix encargado de organizar a los electores pro-Trump en Arizona, lo explicaba así en uno de los correos que salieron a la luz: «Simplemente estaríamos enviando votos electorales ‘falsos’ a Pence para que ‘alguien’ en el Congreso pueda hacer una objeción cuando comience a contar los votos y comience a argumentar que los votos ‘falsos’ deben contarse». El mail es del 8 de diciembre de 2020, por lo que por lo menos un mes antes de la jornada en el Capitolio el equipo de Trump ya estaba planificando falsear el proceso.
En un mail posterior, Wilenchik propone que sería mejor utilizar el término «votos alternativos» en lugar del de «votos falsos». Y continúa: «vamos a intentar darle una ‘sorpresa’ a los Demócratas y a la prensa».
Otros testimonios comprueban que el propio Trump estaba al tanto del plan y era uno de sus promotores. Frente a la comisión legislativa que investiga los sucesos del 6 de enero, La Jefa del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, declaró que Trump la contactó por teléfono los días previos «para hablar de la importancia de que el Comité ayude a la campaña a reunir a estos electores ‘contingentes’».
Los mails de Wilenchik ofrecen incluso más detalles y dan cuenta de que eran plenamente conscientes de que querían hacer algo ilegal: «Su idea es básicamente que todos nosotros (GA, WI, AZ, PA, etc.) hagamos que nuestros electores envíen sus votos (a pesar de que los votos no son legales según la ley federal, porque no están firmados por el gobernador); para que los miembros del Congreso puedan pelear sobre si deben ser contados el 6 de enero». El dueño de «la idea» a la que se refiere Wilenchik es Kenneth Chesebro, otro abogado que trabajaba para la campaña de Trump. El mail tenía como destinatarios una media docena de otros abogados y dirigentes de la campaña de Trump en aquellos Estados más disputados donde el presidente Republicano estaba denunciando «fraude». Wilenchik remata: «un poco salvaje/creativo, estoy abierto a discutirlo».
Mientras Trump denunciaba fraude electoral, su equipo trabajaba para llevar uno adelante.
La trama se complica
El plan consistía en que cada uno de los responsables de la campaña de Trump en estos Estados debía conseguir una «persona apuntada» para que firme los documentos falsos y enviarlos al Congreso. Según revelan los mails, en Pennsylvania esta «persona apuntada» fue Douglas Mastriano, que pretende correr como candidato a gobernador por los Republicanos en las próximas elecciones.
Advertido por otros Republicanos de que lo que estaba a punto de hacer era ilegal, Mastriano pidió asegurarse de que no tendría «problemas» al firmar los documentos falsos. Es lo que revela otro mail, esta vez enviado por Christina Bobb, quien actualmente continúa siendo asesora personal de Donald Trump. En ese correo -escrito el 12 de diciembre- Bobb insiste con que hace falta actuar para convencer a Mastriano: “Mastriano necesita una llamada del alcalde. Esto debe hacerse. Hable con él sobre la legalidad de lo que están haciendo”, escribió. Y agregó: “Los electores quieren estar seguros de que el proceso es *legal*, esencial para una mayor estrategia”. ¿Quién es «el alcalde» que debe llamar a Mastriano? Es la forma en la que en numerosos mails este grupo de abogados se refiere a Rudolph Giuliani, abogado personal de Donald Trump y ex alcalde de Nueva York.
A medida en que el 6 de enero se acerca, los correos electrónicos detallan los problemas que fue encontrando el equipo de asesores para llevar adelante el plan. La mayoría de las «personas apuntadas» no estuvieron dispuestas a involucrarse en la maniobra. Según explican los autores de la investigación: «Para diciembre estaba claro que ninguna autoridad estaría de acuerdo en aceptarlo, por lo que los abogados de Trump se enfocaron en presionar a Pence, quien estaba programado para presidir una sesión conjunta del Congreso el 6 de enero.»
Las presiones comenzaron a recaer entonces en el vicepresidente, Mike Pence, quien para ese entonces ya había salido a despegarse de las declaraciones públicas de Trump que afirmaban que estaba ocurriendo un fraude electoral. James Troupis -abogado que trabajó para la campaña de Trump en Wisconsin- escribió el 14 de diciembre: «no hay necesidad de que los legisladores actúen», y continuó: «es el Sr. Pence quien tiene que abrir los votos electorales el 6 de enero».
Desesperados
A medida que el plan se iba deshilachando, tomaba cada vez más fuerza la estrategia de recurrir a los seguidores de Trump para que asalten el Capitolio. El 24 de diciembre, uno de los mails entre John Eastman y Boris Epshteyn -dos de los principales asesores de la campaña de Trump a nivel nacional- revela que el plan comenzaba a «girar» exclusivamente hacia movilizar a la base trumpista al Capitolio: «Pensé en reenviarte esto: ‘necesitamos ser una sola voz, hablando con la fuerza de 74 millones’». Se trataba de un mensaje de redes sociales que circulaba entre seguidores de Trump. Eastman, el autor del mail, agrega: «74 millones. Pensemos una forma de implementarlo».
El 27 de diciembre, Epshteyn responde a Eastman asegurando que «al Sr. Trump le gustó el enfoque agresivo que proponen los abogados». Para ese entonces, Trump ya comenzaba a llamar a sus seguidores a una movilización el 6 de enero, prometiendo que sería «feroz».
La revelación de estos mails vuelve a confirmar el intento planificado y deliberado de Trump y sus colaboradores de recurrir a métodos ilegales y golpistas para evitar el triunfo de Biden. El objetivo siempre fue descarrilar la sesión parlamentaria del 6 de enero. En un primer intento, el plan principal fue falsear documentos para obstaculizar y ensuciar la elección. En la medida en que la estrategia no conseguía aliados, se recurrió a liberar a las hordas de fascistas seguidoras de Trump a que ensayen un asalto de tipo golpista. Ambos planes fracasaron.