Argentina: Un ejercicio de previsiones (hipótesis)

A días de la primera vuelta electoral.

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“El fenómeno Milei entusiasma y asusta, y hay efectivamente quienes, con una mezcla de morbo y candor, desean que se queme de una buena vez la pradera –creen a lo sumo que mirarán los disturbios por televisión y que a ellos no los alcanzarán las llamas- y otros que, con creciente aprehensión y con el cuerpo todavía marcado por antiguas quemaduras, preferirían que alguien controlara el fuego en lugar de soplarlo a cada rato, como el libertario consumó desaprensivamente esta semana, haciéndose un flaco favor a sí mismo y ayudando sin querer a Sergio Massa, que es el verdadero pirómano de esta penosa historia”

“El factor miedo puede cambiar la historia”, Jorge Fernández Díaz, La Nación, 15/12/23

La circunstancia es de tensión extrema. La Argentina vive una doble crisis aguda entre la crisis cuasi hiperinflacionaria y la presión por extrema derecha que significa la candidatura de Javier Milei. Simultáneamente, el mundo vive una crisis política internacional alrededor del conflicto que se vive en Palestina, que se polariza y agudiza minuto a minuto. El Estado de Israel se apresta –ya lo está haciendo- a llevar adelante un genocidio en Gaza que podría abrir segundos y terceros frentes en el norte del país con Hezbolla en el sur del Líbano, Siria (que de todos modos no ha dicho esta boca es mía), e Irán. Estados Unidos, que apoya incondicionalmente al Estado sionista, sin embargo está intentando ahora poner “paños fríos”. Le reconoce a Israel el “derecho a la retaliación” (es decir, a la venganza), pero pide que se cuiden las “formas” (Blinken)…

En todo caso sobre esto acabamos de presentar otro texto. Lo que nos interesa acá es hacer una suerte de análisis contextualizador de lo que se viene el domingo.

  1. La indefinición como marca  

La coyuntura está “chupada” por las elecciones. La CGT ya ha señalado que no movilizará “hasta después de las elecciones” lo que constituye una abierta traición dado el escenario donde podría imponerse un candidato que cuestiona hasta cierto punto las libertades democráticas y aspectos estructurales de la organización misma del movimiento obrero. Una traición histórica de la cual hace parte también sobre todo el kirchnerismo que no ha movido un dedo para evitar o mediatizar la dinámica electoral: las direcciones sindicales afines a los k así como la militancia de la Cámpora están con el discurso de que movilizar le “hace el juego a la derecha” lo cual no tiene ni piés ni cabeza: no se entiende por qué salir a las calles, a la lucha, le haría el juego a Milei o Bullrich amén de responder al ajuste que aplica Massa y el FDT en vez de lo que es real: permitiría que las y los trabajadores acomoden sus ideas y verifiquen sus fuerzas sociales en la acción colectiva.

La realidad es que al no convocar a las calles se le hace el juego al régimen político electoral que viene arbitrando desde las PASO hacia la derecha y deja correr a Milei como si tal cosa: se lo admite en los debates presidenciales, se le acepta que prácticamente reivindique la dictadura militar, que desmienta el número de desaparecidos, que su vice Villarruel hable de que en la Argentina de la dictadura militar hubo “una guerra” justificando así la desaparición de personas y el genocidio orquestado desde el Estado provocando 30.000 detenidos-desaparecidos.

Sin embargo, aun así bajo la morsa simultanea de la crisis social y el clima hiperinflacionario que se vive en las calles, todavía el resultado electoral no está puesto. La incertidumbre es colosal porque es la expresión de una crisis histórica en el país que casi inevitablemente llevará a enormes enfrentamientos sociales, antes o después.

De cualquier manera, y a diferencia de lo que afirma superficialmente Joaquín Morales Solá desde las páginas del diario La Nación, es falso que la izquierda revolucionaria tenga la posición de que “cuanto peor, mejor”. Nuestro llamado es a una huelga general política para frenar los peligros simultáneos de la extrema derecha y el ajuste hiperinflacionario (no hay paritaria que alcance detrás de semejante ritmo de inflación), al tiempo que para el 22/10, es decir ya, el próximo domingo, llamamos al voto crítico a las candidaturas del FITU en todo el país.

La marca, entonces, marca aguda, es la indefinición y la tensión de los nervios para estar preparados para el escenario que venga, escenario que, repetimos, estará pautado tarde o temprano por choques sociales de una magnitud que no se ve desde hace años.

  1. Gana Milei en primera vuelta

Veamos ahora los escenarios posibles para el domingo 22.

El primer escenario que no es el más posible pero no deja de ser probable (es imposible tener apreciaciones electorales ajustadas cuando incluso los encuestadores están a ciegas y la “muestra electoral” es tan amplia). En este caso Milei ganaría en primera vuelta. Para ello debería sacar más del 40% redondo de los votos y la diferencia con el segundo (Massa o Bullrich) superar los 10 puntos redondos.

Un triunfo de Milei en primer vuelta tendría enorme impacto político-electoral. Eso es evidente pero no es lo que nos interesa en este análisis. El impacto lo descartamos y habrá que tener herramientas políticas para no impresionarse en demasía frente a él. Si nos interesa marcar por anticipado sus eventuales límites.

Primero hay que verificar si el “corte” de su votación sigue teniendo un peso más que proporcional en el interior del país que en el centro. Eso es muy importante. En segundo lugar estaría la mediación de que, a priori, Kicillof retendría la provincia de Buenos Aires (si se impone Carolina Píparo o Grandineti ya sería otro cantar) y que Juntos por el Cambio de la mano de Jorge Macri se impondría en CABA.

Por lo demás, difícilmente Milei podría formar mayoría propia en el Congreso. Con los números más favorables obtendría algo así como 50 diputados propios y 9 senadores, números más números menos.

Es decir: institucionalmente, a priori, partiría de fuertes límites para una fuerza que de momento no tiene gran organización extraparlamentaria (no hay casos de fuerzas de extrema derecha en el mundo con fuerza extraparlamentaria organizada que no sea las redes sociales y las movilizaciones de apoyo tipo las del Bolsonarismo, pero no fuerzas de choque).

Formar gobierno no le resultaría tan fácil. Es muy probable que en un escenario así Juntos por el Cambio se divida con el ala macrista apoyándolo incluso en la formación del gabinete, el bullrichismo en una suerte de “limbo” y el larretismo más los radicales (o sectores de ambas tendencias) con fuertes presiones hacia el centro.

Es evidente que en el escenario de un balotaje entre Milei y Massa, JxC quedaría en grave crisis y expuesto a una división. Pero prosigamos con el escenario de un triunfo de Milei en primera vuelta. No dejaría de ser un evento electoral, es decir, superestructural que posteriormente debería probarse en la lucha de clases.

Lógico que expresaría un fuerte impacto, como ya señalamos, y también un giro a la derecha político de magnitud con una parte del electorado (sobre todo reaccionario de clase media y precarizado) haciéndole de base social a la extrema derecha.

Pero acá se presentan dos problemas. Primero, que base política tendría un eventual gobierno mileidista y segundo la crisis es tan grave que podría haber un agudo choque de expectativas entre las medidas a tomar por Milei y lo que espera el electorado que lo votó (ni hablar del electorado que no lo haya votado).

Todos los analistas serios dudan de: a) las condiciones de gobernabilidad de Milei y b) de cuál sería su verdadero programa económico y político. Porque como demagogo de extrema derecha que es ha abierto un montón de flancos pero no se sabe exactamente cuáles serían las primeras medidas que tomaría y siquiera como haría para llegar al número para votar leyes en el Congreso Nacional.

Es difícil anticiparse, y no sabemos cuánto tiempo tomará. Pero es un hecho que: a) la dinámica hiperinflacionaria presiona, b) que Milei no podrá ofrecerle dólares constantes y sonantes a la gente como mucha gente espera y c) que la presión sobre la burocracia sindical archi-traidora que lo dejó pasar si ocurre este escenario sería muy fuerte para moverse más allá del hecho consumado de que lo habrían dejado llegar al gobierno sin mover un dedo.

Sin ser esta la eventualidad más probable el partido y la vanguardia tienen que estar preparados para ellos y tener herramientas a mano para mensurar el fenómeno aun si los datos cuantitativos (que además serían cualitativos dadas las circunstancias) son imposible de mensurar cuando escribimos este texto.

  1. Balotaje entre Milei y Massa

En todos los escenarios, a priori, Milei marcha primero. Sin embargo hay mucha dispersión en las encuestas (de las cuales se puede fiar menos que nunca) no solamente respecto de cuantos votos podría obtener, sino, a la vez y simultáneamente, de si en medio del tembladeral que se vive económico y social Massa logrará pasar a la segunda vuelta como se anticipa mayormente.

Acá entre el electorado lo que se ha detectado es la dialéctica (por así decirlo) entre dos sentimientos: el sentimiento de bronca (el deseo de que estalle todo de una vez, aunque ambos sentimientos no son exactamente lo mismo) y el sentimiento de miedo y/o responsabilidad a la hora de votar a un tipo impredecible.

La crisis del país es dramática. El gobierno de Alberto, Cristina y Massa son los responsables de haber legitimado y admitido una deuda impagable con el FMI. La extrema carencia de divisas públicas en el BCRA y la escalada constante del dólar se traduce en una presión inflacionaria imparable que linda con la híper. La “crisis que nos amenaza” (Lenin) es dramática porque prácticamente bloquea los comportamientos habituales de la vida cotidiana (ir de compras al súper es un suplicio; nadie sabe exactamente qué hará en sus vacaciones, prácticamente no se puede prever nada).

Además, en el contexto de falta de reservas (de reservas publicas exangües), las medidas tomadas por Massa en las últimas semanas son todas inflacionarias porque significan volcar más pesos a la plaza. No es que estemos en contra de la eliminación del impuesto a las ganancias en la 4 categoría, obviamente, ni la devolución del IVA aunque lisa y llanamente debería ser eliminado este impuesto indirecto regresivo, pero es un hecho que el costado monetario de las medidas del gobierno generan inflación.

Y sin embargo Massa tiene a su favor dos cosas: a) parece ofrecer más previsibilidad (su propuesta de gobierno de Unidad Nacional es eso, una propuesta sin duda reaccionaria que aplicará un fuerte ajuste) y b) puede concentrar el voto –de hecho lo va a hacer- de los sectores más estables –efectivos- de las y los trabajadores de la industria, del Estado, la docencia, la salud, etc. Esto último porque se tiene la convicción entre sectores amplios de estos sectores que Milei podría afectarles conquistas laborales históricas y ya no solamente el salario (los convenios, la estabilidad laboral, etc.).

Lógicamente, sin dejar de ser el representante de un duro ajuste que viene de la mano de la Unidad Nacional, un balotaje Milei/Massa mediatizaría un mes más los desarrollos. Claro que podría correr una nueva devaluación del dólar oficial el 23/10 como la que ocurrió ya el 14/08 debido a la diferencia ente el blue y el oficial (970 a estas horas versus 365). De todos modos, con la corrida del dólar la semana pasada y las declaraciones de Milei de que “el peso no vale más que excremento”, hay que ver cómo serán lo desarrollos y cuanto la da al gobierno para volver a soltar lastre devaluando nuevamente el dólar oficial (esto dependerá, también, del propio resultado electoral del 22).

A priori en el escenario que Milei obtenga el 35%, Massa el 30% y Bullrich el 25% (un ejercicio puramente ilustrativo porque las encuestas son cero fiables, como está dicho), a Massa le costaría muchísimo dar vuelta la elección porque incluso dividiendo a la mitad el voto bullrichista (es decir, a modo puramente matemático o estadístico), Milei tendría asegurada la presidencia en el balotaje… Acá se aprecia el papel ultra reaccionario del régimen de haber permitido un ultra derechista que cuestiona –aun todavía de palabra- al propio régimen político de la democracia de ricos llegar a la presidencia.

Para dar vuelta el resultado hace falta una acción extraparlamentaria. Y acá la dificultad está en la traición histórica que están cometiendo las centrales sindicales y los k en no llamar a la movilización por nada del mundo o el planteo que lo harán después de las elecciones.

El terreno electoral es hoy el más reaccionario. Dejar llegar a un tipo que cuestiona aspectos básicos del propio régimen y es enemigo jurado de la clase obrera muestra el carácter de clase del propio régimen amen que está también –a otro nivel, claro está- el comportamiento político extremadamente oportunista –casi capitulador, podría afirmarse- de fuerzas de izquierda como el propio PTS que se dedicó a hacer campaña electoral normal en condiciones anormales (¡no se le escucho a Myriam Bregman exigir una huelga general –o paro general- a la burocracia contra la derecha y el ajuste en dos debates presidenciales sucesivos!).

La coyuntura exige acciones extraparlamentarias para quebrar el giro a la derecha, para quebrar el monopolio institucional del régimen político. Si se introdujera ese elemento –pero sólo se si introduce entre la primera y la segunda vuelta- la historia podría darse vuelta. La coyuntura giraría a la derecha igual con Massa, pero no la extrema derecha como es el caso de Milei.

Además el escenario sería, quizás, menos explosivo porque la burocracia no sacaría los pies del plato pero, simultáneamente, los peligros serían menores y, eventualmente, de todas maneras se abriría un fuerte espacio a izquierda contra la unidad nacional aunque el mileidismo seguramente se mantendrá a extrema derecha rechazándola también.

  1. Balotaje Milei-Bullrich

Este es el escenario menos esperable pero el que prefiere la burguesía. Bullrich, a priori, si podría tener una base amplia y, lógicamente, sería más previsible para la burguesía y el imperialismo que Milei. Su “plan” de la mano de Melconian de economía bi-monetaria peso/dólar le resolvería el problema que las transacciones privadas se podrían hacer en dólares de curso legal y así entrarían divisas para los contratos privados (inmobiliarios, compra de bienes durables tipo autos, lanchas, y cosas así), etc., mientras que los salarios, evidentemente, seguirían en pesos devaluados…

De cualquier manera, la mayoría de los economistas insisten en que el problema no es la moneda sino el gasto público. En realidad, tampoco ese es el problema sino la falta de inversión y la productividad general de la economía. Entre ellas, la falta de inversión pública porque todo se ha destinado por décadas al pago de la deuda y a la fuga y no queda una divisa pública en el país.

Pero más allá de esto, el tema es ese: la burguesía y el FMI exigen atender el gasto público porque del superávit fiscal surgiría la posibilidad de afrontar el pago de la deuda impagable con el fondo, entre otros problemas.

No está claro cuál sería el “arbitraje electoral” entre Milei y Bullrich, es decir, cómo se repartirían los votos entre ellos.

Sí está claro que el gobierno saldría muy golpeado y que iríamos a un balotaje entre la extrema derecha y la derecha, un escenario algo atenuado de un triunfo de Milei directo, pero igualmente, desde el punto de vista electoral, adverso, con menos contrapesos, aunque la burguesía se volcaría en masa a llamar a votar a Bullrich (a quién sólo la burguesía y los grandes medios la vieron “ganadora” en el último debate…).

  1. Las elecciones como espejo deformado de la realidad

Es difícil evitar plantearse que se viene una enorme crisis independientemente del resultado electoral. La izquierda y el partido tienen que prepararse para eso. No solamente está la presión hiperinflacionaria sino la eventualidad de un gobierno de un signo derechista que no hubo en el país desde 1983.

Lógicamente, no hay que exagerar. Sus cuestionamientos al régimen político y el ajuste dramático que pretenderá imponer (incluso en las variantes del propio Massa y Bullrich) con las contrarreformas laboral, jubilatoria, despidos, ajuste feroz del gasto público, devaluación mayor de la moneda y del salario, etc., adelantan un escenario de conflictividad eventualmente agudo donde el problema es que la burocracia sindical tiene el monopolio de la representación, pero, simultáneamente, podría desbordarse ese monopolio y dar lugar a circunstancias revolucionarias no vistas en décadas en el país.

Lógicamente que la medida de las cosas la dará no solamente los resultados electorales relativos, sino, en última instancia y como siempre, la lucha de clases.

En los análisis que hemos escrito hemos puesto en tensión dos determinaciones. Por un lado, existe enorme fragmentación entre los trabajadores y sectores más pobres y de la juventud pobre amén de la clase media en decadencia o reaccionaria y los sectores desclasados que votan, eventualmente, a Milei. Pero por el otro existen reservas en el movimiento obrero, la mujeres y movimiento lgbtt y la juventud que se van a expresar, también, electoralmente, y sin duda también en las calles quizás mucho antes de los esperado.

El choque entre las medidas antidemocráticas y de contrarreforma y las reservas existentes y la quiebra de las ilusiones entre los votantes eventualmente a Milei (y a Bullrich y Massa, también), pueden dar lugar a choques de clases feroces (su intensidad dependerá de quién gane la elección, la espalda a nivel gobernabilidad que tenga y el tipo de medidas y la simultaneidad con que las tome.

Pero acá cabe un alerta metodológico de suma importancia: las elecciones siempre son un reflejo distorsionado de la realidad. Son una encuesta que esconden las fuerzas sociales que están por detrás. Es decir que, entonces, en cualquier escenario, la muestra será deformada y aunque un eventual triunfo de Milei cause hondo impacto, luego viene la “prueba del pudding”: qué medidas tome y qué respuesta generen.

Esto lo señalamos no para negar que a priori podría tener una legitimidad que lo acompañe tanto por la votación como por la situación social explosiva hiperinflacionaria ni negar que se abriría, a priori, una etapa reaccionaria cuya duración no tiene por qué ser larga, se verá, pero sí para tener en claro que la medida de las cosas la da siempre la lucha de clases y como ya escribimos en nuestro primer texto luego de las paso, las relaciones de fuerzas no están probadas; tienen que probarse.

  1. Las tareas inmediatas

En lo inmediato hay que preparar a la vanguardia, a la izquierda y el partido para los eventos. No dejarse impresionar, tener firmeza y paciencia política porque los tiempos de los diversos sectores (militancia, vanguardia, masas) no son los mismos y hay que seguir insistiendo en las herramientas del frente único, la unidad de acción, la exigencia y la denuncia según sean los casos para tomar las calles.

En lo inmediato están la marcha del Orgullo el sábado 4 de noviembre, la Jornada Nacional de Lucha el jueves 9 de noviembre y las movilizaciones en defensa del pueblo palestino que ojalá den lugar a una Jornada Mundial frente al creciente genocidio sionista en Gaza. Y, dentro de esto, nuestro planteo de paro general activo como exigencia y denuncia a una CGT y unas CTA’s que no mueven un dedo lo que constituye, como hemos señalado ya, una traición histórica contra la clase obrera y los sectores populares.

Por otra parte, y como señalamos en nuestra carta a la izquierda de un mes atrás, es de suma importancia rediscutir la unidad de la izquierda. Para lo que viene, gane quién gane, no alcanza con un mero acuerdo electoral que funciona cada dos años: hasta falta frente único y lucha en las calles para enfrentar el ajuste y los ataques al derecho a la organización de los trabajadores y la juventud además de los derechos democráticos.

En ese sentido se replantea el problema del FITU y sin que sea voluntarista, la unidad de la izquierda no puede dormir la siesta de los justos hasta la próxima elección de espaldas a la excepcionalidad de las circunstancias y la crisis que se está viviendo. De ahí que hablemos, en cierto modo, de refundar la unidad de la izquierda.

De todos modos, y como siempre los hemos hechos en la última larga década donde el FITU se negó a la unidad con nuestro partido utilizando oportunistamente para ello el mecanismo proscriptivo de las PASO, llamamos en todo el país a votar críticamente por sus candidaturas como voto de clase el próximo domingo 22 de octubre.

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