Argentina: Ningún genocida fuera de la cárcel

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  • Hay que frenar cualquier intento de impunidad con la excusa de la pandemia. Los genocidas deben permanecer en cárcel común.

Por Ana Vázquez

(…) Están perfectamente atendidos. Jamás han reconocido el ‘error’, lo volverían a hacer”.

Entrevista a Taty Almeida en la Televisión Pública el 30/4/20, en ocasión de cumplirse el 43° aniversario de la ronda de las Madres en Plaza de Mayo

Estas fueron las palabras de Taty Almeida al preguntársele por la situación de los represores en presidio, en este caso, a raíz del otorgamiento de la detención domiciliaria al médico de la ESMA, Carlos Octavio Capdevila. La referente de la organización de derechos humanos precisó con claridad meridiana las razones por las cuales todos deben continuar en la cárcel.

Al Comunicado de compañeros, familiares, querellantes, sobrevivientes, organismos de derechos humanos, organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles y partidos políticos, se sumó la presentación de un amparo en los tribunales federales los querellantes Carlos Lorkipanidse y Patricia Walsh pidiendo dejar sin efecto la medida de domiciliaria al represor.

A propósito y a tono con esta discusión de “libertades” que se ha instalado desde el ángulo más reaccionario y han aprovechado para desviar el eje de las discusiones fundamentales, la presentación del documental Operación Cóndor, de Andrea Bello y Emiliano Serra, nos ha hecho reflexionar una vez más sobre la actuación de estos genocidas condenados y algunos liberados. El film remite a la acción mancomunada de las dictaduras y “democracias” imperantes en los 70 en América latina y su estrecha colaboración en la represión.

Crímenes, torturas, desapariciones, extradiciones forzosas orquestadas bajo el mando del amo del Norte, representado por el ex jefe del Departamento de Estado, Henry Kissinger. Él dirigía la orquesta, los dictadores de Uruguay, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, ejecutaban los instrumentos. Y los gobiernos de la democracia burguesa como el de Isabel Martínez de Perón en noviembre de 1975, con el golpe militar ya concertado a la vuelta de la esquina y otros, acompañaban. La reunión que selló el acuerdo se concertó en Chile: el pacto de sangre contra los explotados y oprimidos se puso en acción.

Este entramado monstruoso de actuación de los servicios de inteligencia para perseguir a través de las fronteras a militantes y luchadores sindicales y políticos, secuestrar niños está expuesto en el trabajo de los realizadores a través de testimonios de sobrevivientes, familiares, nietos restituidos a sus familias.

Uno de ellos es el pianista Miguel Ángel Estrella, argentino secuestrado en Uruguay, que logró sobrevivir a los campos de exterminio. Otro fue el pianista Tenorinho, del grupo musical de Vinicius de Moraes, que es secuestrado en Argentina en ocasión de una gira artística. Él es fusilado en la ESMA.

Los sobrevivientes y familiares testimonian sobre todo lo que conocieron y vivieron. ¿Quién estaba a cargo del operativo? ¿Quién ejecutó a este artista secuestrado? Las respuestas nos las dan ellos: Jorge “el Tigre” Acosta y Alfredo Astiz.

Sobran la bronca y la indignación. Pero no faltó lucha. Lucha que, como bien muestra el film, comenzaron las Madres, los familiares de las víctimas. Fue en condiciones muy difíciles. Sufrieron represión, aprietes, el secuestro de la primera presidenta de Madres de Plaza de Mayo: Azucena Villaflor. (Bien conocido es el rol de entregador de Alfredo Astiz, que se infiltró en sus reuniones, como “familiar”, en la Iglesia de Santa Cruz).

También muestra que la pelea no quedó ahí, que continuó hasta el día de hoy con las imágenes de marchas multitudinarias más recientes (en una de las cuales están en la cabecera nuestros compañeros/as Manuela Castañeira y Héctor “Chino” Heberling).

Y hoy, frente al nuevo ataque que nos hacen enviando a sus casas a genocidas de la dictadura del 76, acompañamos a Taty Almeida en sus palabras y a todos los repudios hechos públicos.

Aunque no estamos viviendo una situación semejante desde el punto de vista de las relaciones de fuerza ni tampoco, para nada, en relación al nivel de la represión de la dictadura, sí estamos viviendo una situación adversa para nuestra vida y nuestro futuro. Salvando las profundas distancias, los amigos y sostenedores del poder saben de nuestras dificultades y aprovechan esta situación para mandar a su casa a represores infames, si los hay. Mientras “cocinan” a nuestras espaldas las medidas contra los trabajadores los máximos funcionarios del Estado, de las cámaras empresarias y de las centrales sindicales.

Pero que sepan que aunque no podamos salir a las calles en forma masiva, vamos a seguir bregando por nuestros derechos, los de nuestros compañeros/as desaparecidos y sus familiares. No bajaremos los brazos, en medio de esta terrible pandemia capitalista, como no los bajamos frente a los femicidios, los ataques a la salud y a la supervivencia de nuestra clase. Porque la solidaridad con nuestra clase, con los más explotados/as y oprimidos/as es también con aquéllos que sufrieron el genocidio, sus familiares y compañeros.

Nuestra trinchera siempre se levanta desde el mismo lado y desde ella hablamos y actuamos, aunque los contratiempos y las dificultades sean muchas. Éstas no las elegimos nosotros, pero sí estar presentes allí, con los/as que más necesitan.

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