Argentina: El gobierno pierde el control de la situación económica

Mientras el gobierno de Fernández mira sin poder reaccionar, los grandes capitalistas de la bolsa y los bancos imponen una devaluación de hecho. Todas las catástrofes con las que amenazaban si no había acuerdo con el FMI están sucediendo con acuerdo con el FMI.

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La crisis política de orientación del gobierno con las internas oficialistas, la falta de dólares en general y reservas del Banco Central en particular, la emisión sin respaldo, el creciente descontento y movilización… la combinación de un problema superpuesto sobre otro que a la vez alimenta a los demás estalla por los aires y su índice es el descontrol completo de la cotización del dólar.

El gobierno prácticamente se ha quedado sin divisas disponibles y por lo tanto sin margen para controlar las corridas ni financiar política económica alguna. El déficit fiscal es imposible de sostener sin endeudamiento, y a nivel internacional nadie le quiere prestar al Estado argentino ni un dólar.

Desde la asunción del actual gobierno, su orientación era centralmente financiar el déficit emitiendo bonos en pesos. Luego del desplome de su cotización el mes pasado, los bancos exigen cada vez más condiciones y garantías para renovarlos. Si no lo hicieran, podrían quedarse sin otra manera de sostenerse que emitiendo sin respaldo, ni crecimiento de la circulación o las inversiones. Así, solo lograrán darle un nuevo empuje a la ya insoportable inflación. Incluso la deuda interna, en moneda emitida y controlada por el Estado argentino, podría entrar en default el Estado argentino.

Estos problemas son cosa natural en una economía en la que todo es controlado por quienes es controlado. El gobierno nunca pudo ni quiso hacer nada sobre eso. Sus intenciones eran los muy optimistas deseos de solucionar todos los problemas manteniendo y defendiendo sus causas.

Los exportadores del agro siguen siendo los dueños y señores de las principales riquezas nacionales, fruto del trabajo de otros y la naturaleza apropiada por pocos. Hoy esto explota por los aires: los patrones del campo se niegan a liquidar los dólares de la exportación, frenando el principal ingreso de divisas del país. Con costos en pesos, ganan en dólares; y creen que es su derecho natural el de exprimir todo lo que puedan de la riqueza del país. Esperan liquidar con un dólar a 300 pesos o más, en vez de los 127 que reciben ahora.

La balanza comercial es deficitaria. Entra más que lo que sale. Y si ya faltaban dólares, eso no puede sino empeorar todo lo demás, que a la vez le dará impulso al déficit comercial.

Otro gran problema de este invierno económico y austral es el abastecimiento de gas. La explotación de Vaca Muerta, una de las principales reservas del mundo, estuvo tan orientado al casi puro saqueo que después de casi diez años toda su producción es para la exportación. Argentina produce todo el gas que necesita pero no tiene las cañerías para su uso doméstico. El Estado argentino gasta dólares en importar gas cuando podría estar vendiendo. «Capitalismo semicolonial» es una categoría que encaja de manera pura en el sistema económico argentino.

Mientras los controles sobre el dólar se sostenían sin medida alguna contra los capitalistas, cada problema económico iba empeorando y cada transacción con dólares se hacía con un parche del Estado. Entramos entonces en una situación insostenible, en la que hay unas siete cotizaciones distintas de la principal divisa del mundo en suelo argentino.

El gobierno anunció que legalizará que los turistas vendan hasta 5 mil dólares a cotización del «blue». Esto es, reconoce la cotización ilegal (o extra legal, o supra legal) en ciertas transacciones.

Esta medida casi anuncia por adelantado que habrá una devaluación. Ésta puede ir del 30% al 50% aproximadamente, y su número es el índice exacto en el que se empobrecerá la clase trabajadores y los oprimidos en Argentina.

Alberto Fernández había dicho que sería duro con los especuladores, bajo su gobierno es que la devaluación será también el índice exacto de cuánto más ricos serán por haber especulado lo suficiente. No obligaron a liquidar divisas, no pusieron ningún control a la banca, nada hicieron para que los dólares dejen de drenar hacia afuera las riquezas del país. Nada hicieron contra los intereses de los grandes capitalistas.

«Redistribución de la riqueza» dijeron siempre los progresistas en sus discursos oficiales. Y, en efecto, están distribuyendo la riqueza de los más pobres a los más ricos.

Pero la miseria creciente alimenta la conflictividad. La de los ricos es la especulación bursátil que llevó al dólar arriba de los 300 pesos. La de los trabajadores y sectores populares ha cambiado más de una vez la historia del país en las últimas décadas, y el gobierno y la clase dominante le temen más que a ninguna otra cosa.

La movilización crece a la par de la crisis social. Continúa la lucha de los obreros del neumático por las horas al 200%, los metalúrgicos de la UOM se movilizan y paran, los trabajadores precarizados son cada vez más (lo que le da inmensa importancia a la pelea por el reconocimiento del SiTraRepa), los desocupados siguen protagonizando una movilización masiva tras otra.

Incluso los movimientos sociales sociales del oficialismo se ven obligados a darse cuenta de que no es posible quedarse quietos cuando el suelo se mueve. De los muy domesticados Grabois hasta la mismísima CGT comienzan a movilizarse.

La corrida contra el peso es la «lucha» de las franjas más altas de la clase capitalista por defender sus inmensas ganancias. El gobierno no hace otra cosa que cederles. Si no quiere verse hundida en una crisis y miseria aún mayor, a la clase trabajadora argentina no le queda otra alternativa que contraponer a los empresarios y el gobierno sus propias luchas y su propio programa. 

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