Argentina: Dos Plazas, un reclamo desde las bases contra el ajuste

El miércoles 17 de agosto, miles se movilizaron en las calles de Argentina porque tienen mucho que reclamar, pese a la voluntad de la CGT de que nada se mueva si ella no lo decide.

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Dos fueron las convocatorias. Una, la de la CGT, la más masiva. La otra, la del sindicalismo combativo y la izquierda; el SUTNA, la UF Oeste, el SiTraRepA, miles de desocupados, el Nuevo MAS y otros partidos de izquierda movilizaron a Plaza de Mayo y realizaron un acto claramente opositor, de denuncia del ajuste en curso.

Un ajuste condicionado, una convocatoria oficialista incómoda y una Plaza de Mayo opositora

Las burocracias de la CGT y la CTA vienen siendo las principales cómplices de la política (y los fracasos) del Frente de Todos. Si la agenda política estaba dominada por discutir la devaluación (o delirios como la “dolarización”) era por un motivo muy sencillo: mientras las organizaciones empresariales y sus representantes en el gobierno y la oposición nunca deciden callarse, los dirigentes de las organizaciones de trabajadores tienen por vocación cerrar la boca.

Para que nada se salga de control, la crisis hizo obligatorio para ellos hacer algo. No querían ni quieren: son parte de este gobierno y a él deciden atarse. ¿Qué hacer entonces? Jugar el juego de moda en el peronismo incómodo con su fracaso, el del oficialismo opositor que no se opone. No rompen pero presionan. Si no lo hicieran, el vapor de la olla a presión de los lugares de trabajo eventualmente saldría por otro lado.

Las consignas de convocatoria de la CGT eran un reclamo sin reclamar, una exigencia sin denunciar, un apoyo insatisfecho que se opone sin oponerse. Nadie jamás se movilizaría por semejante programa. Los miles y miles de trabajadores que se movilizaron masivamente por las calles de Buenos Aires marcharon por su salario, por sus condiciones de trabajo y de vida, por las paritarias.

Pese a todo, la presencia del movimiento obrero en la calle dejó clara una cosa: los trabajadores no se van a dejar esquilmar mansamente. Fue una jornada de reclamo pese a que la conducción de los principales sindicatos del país preferiría no reclamar nada.

Para que cualquier reclamo de los trabajadores pueda tener alguna viabilidad, alguna mínima posibilidad de concretarse, es absolutamente necesario derrotar los planes de ajuste del gobierno nacional. Sin embargo, por ahora la mayoría de los trabajadores no identifica sus reclamos con la lucha política contra el gobierno. Saben y sienten que necesitan luchar por lo suyo, pero muchos todavía esperan que algo bueno salga de Massa. Otros simplemente esperan para votar el año que viene. Pero, con la crisis en pleno curso, nada está todavía cerrado y nadie descarta que el movimiento obrero se ponga en movimiento. En esas contradicciones se apoya (y las fomenta) y fomenta la CGT para que no se crucen las líneas de la lucha reivindicativa y la política.

Las conducciones sindicales tradicionales sí tenían dos cosas claras. La primera, que el gobierno debía saber que no se pueden suspender las paritarias. Hacerlo implicaría quitarles poder de negociación y, por lo tanto, de control de los lugares de trabajo. La segunda, que no pueden regalarle a la izquierda y a los movimientos de desocupados independientes la calle. Necesitaban mostrar su poder de movilización.

La convocatoria de la izquierda y el sindicalismo combativo, claramente opositora al gobierno y su ajuste, puso en la calle a las principales organizaciones de trabajadores recuperadas, a miles de desocupados y a la creciente organización de los repartidores precarizados en el SiTraRepA. Se encargó de que alguien diga lo que había que decir.

Así, la jornada de ayer resultó ser un condicionamiento al ajuste del gobierno. Los trabajadores no quieren ser los que paguen esta crisis.

La crisis no terminó

En sus declaraciones sobre las medidas a tomar por el giro del gobierno con su asunción como superministro, Massa habló de manera abstracta y técnica. Es todo más fácil si la mayoría no logra entender que se trata de un ajuste antipopular clásico, y la habladuría técnica suena más profesional y elegante. Como dijimos en la edición anterior, el giro es hacia un ajuste recesivo neoliberal más “clásico”, diferente al ajuste inflacionario que se venía aplicando hasta entonces.

Lo único que cambió en el último mes es que, aparentemente, el gobierno logró cerrar su crisis interna. Por momentos parecían acumularse las condiciones para que cayera Alberto Fernández. El vértigo de la crisis movió de lugar a los componentes del gobierno. El presidente parece haberle dejado a Massa la gestión del día a día y se dedica a recorrer el país. Cristina, sin programa alternativo al ajuste y temiendo perder su base política si tuviera que aplicarlo, calló toda crítica y deja hacer a la nueva figura fuerte del Ejecutivo.

La principal dificultad del nuevo superministro sigue siendo, y pareciera que nunca podría dejar de ser, la resolución de los dos grandes problemas: ponerle algún ancla a los precios y lograr el ingreso de los tan deseados y esquivos dólares.

Las medidas tomadas hasta ahora luego de la puesta en escena de la asunción de Massa, con Himno nacional con orquesta incluido, son centralmente dos.

La primera, la suba de las tasas de interés, hacer más caros los préstamos. Esta es una medida típicamente recesiva, de enfriamiento de la economía. Las empresas industriales y comerciales necesitan siempre de préstamos bancarios para su normal funcionamiento, pues los ingresos no necesariamente siguen el ritmo de los pagos. Ni hablar si se trata de invertir para ampliar la producción, cosa de todas formas nada común entre los capitalistas argentinos. De esta forma, el gobierno hace más difícil el acceso a préstamos para buena parte de las empresas argentinas (en particular a las PyMES) y sólo puede esperarse que una parte de la actividad económica se detenga. Hay que decir, no obstante, que una parte de la gran burguesía industrial venía haciendo sus buenos negocios con el acceso a dinero “barato”, con tasas de interés por debajo de la inflación. También, por supuesto, decrecerán ampliamente los créditos al consumo.

La segunda, el tarifazo con otros nombres: “segmentación de tarifas”, “uso eficiente”. Nunca se olvidan de ajustar a la inmensa mayoría en nombre de “los que más lo necesitan”, que en teoría son los pobres pero en los hechos son las empresas de energía, los acreedores privados del Estado y el FMI. La retórica del ajuste no nombrado como tal recuerda a los primeros días del macrismo.

Lo que hay detrás del ajuste es lo que los progresistas llaman la “puja distributiva”. De un lado, los reclamos de los trabajadores contra la suspensión de paritarias y todo lo insinuado de un ajuste clásico neoliberal. Del otro, la más poderosa franja de capitalistas de Argentina (los patrones del campo), le dijeron en reunión a Massa lo que quieren: devaluación, llamada “sinceramiento” porque suena más simpático. Las medidas económicas implementadas hasta ahora son un mensaje claro de que en esta “puja” el gobierno ya tomó partido, y no es el de los trabajadores.

El gobierno intenta “anclar” la crisis. Pero no puede hacerlo ajustando de manera directa el salario sin esperar una reacción masiva ni obligando a los capitalistas del agro a liquidar divisas (porque de tocarles el bolsillo nada quiere saber). Hasta hace un mes, hablaban pero no hacían nada contra los especuladores, hoy nadie espera ni un gesto hostil disimulado contra ellos.

Pese a los anuncios de asunción, tan magníficos y mediáticos, hasta ahora Massa no logró avanzar en nada con la liquidación de dólares de la exportación y en nuevos préstamos. Así, nada asegura que no se vivan en breve nuevos movimientos de la divisa por excelencia, esa montaña rusa de cotizaciones que sube y baja, y sube y sobre todo sube.

Así, de conjunto, la situación macroeconómica es la misma de hace un mes y medio, con la misma inestabilidad pero con más ajuste. Massa todavía gozará por un tiempo de la tregua en el Frente de Todos y las expectativas de buena parte de los sectores populares; pero, si las cosas siguen así, nadie, absolutamente nadie, podría calificar esto con otra palabra que no sea “fracaso” o, siguiendo la política oficial del eufemismo permanente, “triunfo fallido”.

Lo único que cambió es, entonces, la crisis de la gestión gubernamental. Pero, con todas las demás abiertas, nadie puede dar aquélla por cerrada.

La Plaza de Mayo de la izquierda y la lucha de los obreros del Neumático

La convocatoria al acto de la izquierda y el sindicalismo combativo, así como los cortes de Panamericana y otros puntos por parte de los trabajadores del SUTNA, fueron un completo acierto.

La lucha de los obreros de las principales fábricas de Neumático es hoy la más importante de las peleas de los trabajadores. El reclamo por las horas al 200% viene siendo duro hace meses: los trabajadores no retroceden y las empresas no quieren ceder nada. El SUTNA parece tener la necesidad de hacer más visibles sus reclamos, y la jornada del miércoles fue un paso adelante en ese camino que merece ser profundizado.

El acto en la Plaza (por supuesto, más pequeño que el de la CGT) le puso voz propia a la oposición al ajuste desde el punto de vista de los trabajadores. El poder de movilización de la izquierda es todavía mayoritariamente de movimientos sociales, con una minoritaria representación entre los trabajadores ocupados y un peso importante en la juventud. Entre las amplias masas de trabajadores todavía dirige la burocracia sindical, sobre todo porque la conciencia promedio sigue siendo muy “reivindicativa” y poco política.

En ese debate, el Nuevo MAS, el ¡Ya Basta!y las compañeras y compañeros del SiTraRepA dejaron en el acto de la izquierda un mensaje muy claro: hay que exigirle e imponerle a la CGT y la CTA la convocatoria a un paro general activo, con continuidad. En ese camino, hay que preparar una gran Jornada Nacional de Lucha y un Encuentro de Trabajadores que organice a la vanguardia de ocupados y desocupados para transformarla en una alternativa a las direcciones burocráticas de sindicatos y movimientos sociales.

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