Adiós y hasta siempre a Luis Sepúlveda

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  • Exiliado político, guerrillero, ecologista, viajero de paso obstinado y contrario: su increíble voz, suspendida entre la América Latina a la que pertenecía y la Europa en la que se había refugiado, se ha apagado en un hospital de Oviedo.

Luis Sepúlveda: «Da rabia volver a tiempos que creíamos superados». Entrevista

Roberto Zanini entrevistaba a Luis Sepúlveda el pasado 21 de octubre de 2019 para el diario italiano il manifesto, que volvía a publicar esta semana sus declaraciones, en las que se explayaba sobre la situación de su país, con motivo de la muerte del escritor chileno a causa del coronavirus este 16 de abril.

Luis Sepúlveda acaba de cumplir 70 años. Tenía 28 cuando el Chile de Pinochet lo expulsó benignamente, en lugar de hacerle cumplir la cadena perpetua a la que se había hecho acreedor como miembro del GAP, el Grupo de Amigos Personales del presidente Allende [equipo encargado de su seguridad]. Los carros de combate por las calles de Santiago los lleva literalmente en la carne, en los huesos doblados por años en una celda del tamaño de un frigorífico, en las uñas arrancadas. Ahora han vuelto los tanques y de nuevo hay estado de emergencia.

¿Qué has sentido en tu corazón al ver a los soldados por las calles, una vez más?

Una gran, gran rabia. La vuelta a tiempos que creíamos superados. Pero no es así, el fantasma del pinochetismo continúa estando muy vivo en Chile, y el presidente Sebastián Piñera, que es una persona perfectamente inútil, demuestra una actitud abiertamente fascista.

¿Es una vez más Pinochet, su espectro, o hay algo nuevo en este gobierno de derechas que blinda las calles?

En el fondo hay una parte de la herencia de Pinochet. Y por encima hay una extrema derecha fascista al estilo de Bolsonaro, cada vez más presente en todos los países de América Latina.

Cada día más: aparte de México, la derecha va muy bien en todo el subcontinente.

Sí, hay un florecimiento de la extrema derecha, unida al narcotráfico, las sectas evangélicas y los fundamentalismos religiosos. El panorama está feo y se está poniendo peor.

¿Tienes miedo de algo parecido a lo de entonces, o la democracia chilena es lo bastante fuerte como para poder superar lo de estos soldados por los calles?

El golpe militar del 73 tenía un solo objetivo: imponer un sistema económico, el modelo económico neoliberal. Esto es lo que se impuso. Ahora bien, las consecuencias del neoliberalismo han llevado a una explosión social, que estaba ahí, contenida, pero que más tarde o más temprano iba a reventar. El problema es que esta explosión social no tiene un objetivo político bien definido, es ira popular que se reaviva de manera espontánea, pero sin ninguna fuerza política que proponga una alternativa. Es la rabia por la rabia, y esto es muy preocupante. No creo que pueda repetirse el golpe del 73, un golpe de Estado con esas características, pero todo lo que se ha conquistado desde los años del golpe, hasta las más mínimas conquistas, está ahora en peligro.

Por lo tanto, esto es una “jacquerie”, una rebelión sin horizonte político, ¿es así?

Exactamente, es una reacción popular frente a una serie de medidas absolutamente odiosas. Chile es un país en el que las desigualdades sociales son increíbles cuando se intenta describirlas, los muy ricos y una mayoría de personas que viven de la pobreza de los que viven por debajo de ellos. El triunfo ideológico del neoliberalismo ha hecho que mucha gente, por el simple hecho de tener una puta tarjeta de crédito, se sienta parte integrante de la clase media. Es un país ideológicamente muy débil, la izquierda chilena está en su peor momento, no hay una alternativa y la rabia popular, la ira de las clases populares, se manifiesta de esta manera. Pero la respuesta de la represión puede llevarnos a tiempos tremendamente feos.

¿Tienes alguna esperanza en lo que queda de la izquierda histórica chilena, o en otros grupos?

La única esperanza de veras es la gente joven, la que se ha manifestado más duramente y desde hace más tiempo contra el gobierno, pero falta una articulación política inteligente, la construcción de un proyecto político alternativo, los recursos intelectuales para proponer algo diferente, y este es un trabajo de años. Espero que se haga.

¿Otras experiencias en América Latina? El de hoy ¿es un fenómeno chileno o latinoamericano?

Lo que sucede en Chile forma parte de un fenómeno global, es del todo evidente que también el neoliberalismo está en crisis. Cuando un país como los Estados Unidos elige presidente a un empresario absolutamente inepto, ineficaz e ignorante, no se puede esperar que los demás mandatarios del mundo sean muy distintos. Hace menos de una semana dijo Donald Trump que la relación entre los Estados Unidos e Italia ¡se remonta a la antigua Roma! Hay algunas esperanzas: la Bolivia de Evo Morales, combatir toda pobreza de modo real y eficiente y hacer crecer el país, el Uruguay del Frente Amplio, Pepe Mujica comenzó otra manera de hacer política que ha seguido el Frente Amplio, sin grandes ambiciones ha conquistado cosas fundamentales y la gente vive mejor. Evidentemente no es la gran solución, la gran solución tendría que ser otro modo de vivir, alejarse de la realidad y del mito del crecimiento económico. Hace falta tener otra idea de desarrollo, falta esto para completar la idea de una alternativa.

Piñera ha declarado: “Estamos en guerra contra un enemigo potente, muy organizado e implacable, dispuesto a utilizar sin límites la violencia y la delincuencia”. Parece la descripción de una invasión. Pero ¿quién es el enemigo? Y ¿está de verdad organizado?

Pero qué enemigo organizado, el “enemigo” son los pensionistas que viven con pensiones miserables, los estudiantes que terminan los cursos con deudas universitarias para treinta años, los docentes con el salario más bajo de América Latina, los jóvenes sin futuro alguno, la clase trabajadora sin derechos….La policía entra todos los días en los colegios e institutos y golpea brutalmente. Y esta explosión espontánea, iniciada con una manifestación totalmente pacífica contra el precio de los billetes de metro, no justifica de ninguna manera la violencia del Estado. Cuando el Estado empieza a ejercer violencia, encuentra evidentemente una respuesta violenta.

Il manifesto, 16 de abril de 2020

 

Sin Permiso

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