Mella, la clase obrera y la revolución

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  • Breve historia de la vida y las concepciones del principal pionero y fundador del comunismo cubano.

Martiniano Rodríguez

Julio Antonio Mella es considerado uno de los referentes del socialismo americano, reputación ganada por su corta vida dedicada a la revolución. Nació en La Habana, hijo de un sastre dominicano y una irlandesa que debieron huir a Cuba desde Estados Unidos, a donde regresó siendo muy joven para ser parte del ejército, para regresar a Cuba posteriormente gracias a un amigo de su padre. A los 17 años se fue a México donde también probó suerte en el ejército, pero de nuevo volvió a Cuba donde finalmente terminó el secundario y entró en la Universidad de La Habana.

Nada hacía presagiar que este muchacho sería un problema para Machado, dictador de Cuba, para los miembros del PC cubano, y para tantos otros a los cuales oponía sus ideales de revolución social.

Su juventud estuvo atravesada por los grandes hechos del periodo de entre guerras, de alguna manera fueron dejando huellas en su vida. La reforma universitaria que comenzó en Córdoba en 1918, la Revolución Rusa de 1917, la Revolución Mexicana, el ascenso de EEUU como potencia mundial pero sobre todo en el Caribe, la consecuente resistencia de Sandino, hasta la creación del APRA. Todo recibió su atención y despertó su apetito por la política que lo llevó a ligar su suerte a la revolución y a la clase obrera.

Lo que más resalta de la escasa obra de Mella es su ferviente antimperialismo. No es para menos, Cuba se independizó de España tardíamente por una invasión de EEUU que creó una semicolonia gracias a la enmienda Platt, que no sólo permitía a este país intervenir en Cuba cuando lo considerara necesario. Era fácil odiar a EEUU, y Mella no era uno más, él entendía que EEUU era mucho más que una potencia imperialista: era el capitalismo que se venía.

Entendía, a diferencia de muchos en su época y en la actualidad, que los gobiernos no eran iguales, que había diferentes grados de opresión[1] y que por lo tanto no todo discurso en contra de EEUU era de por sí antimperialista. Siempre el reformismo era blanco de sus críticas, el APRA de Haya de la Torre era uno de esos cantos de sirena que Mella criticaba duramente. Su visión del imperialismo en ascenso lo llevó a apoyar todas las luchas de liberación nacional del Caribe y Centroamérica, en especial la de Nicaragua, donde los marines peleaban contra la resistencia de Sandino.

Cuál era la salida para este revolucionario cubano, fácil, un Frente Único encabezado por la clase obrera. La revolución social es la única salida, “Sólo los de mentalidad tullida podrán creer que la evolución de los pueblos de América se ha de detener en las guerras por la independencia”[2]. Es verdad que si bien siempre puso a la clase obrera por delante, también es verdad que el campesinado americano se llevó una parte importante de la confianza de Mella, una característica de los marxistas americanos que intentaron amoldar la teoría socialista a su continente. En “Imperialismo, tiranía, Soviet” llega a hablar de que los oprimidos (así sin más) serán los que formen el frente único[3], pero en muchos otros lugares podemos leer la necesidad de que la clase obrera encabece.

El frente único realizaría la revolución social, que terminaría no solo con el imperialismo sino con el capitalismo. De esta forma, también se delimita de las teorías populistas que había en la época, sobre todo el APRA, que intentaban hacer creer que estudiantes o “trabajadores intelectuales” (o sea las clases medias) serían parte de la dirección del frente. En “¿Qué es el APRA?” se puede leer esta crítica, pero también cierta desconfianza en el Kuomingtang chino con el cual el PC stalinista quería hacer un frente único para la liberación nacional; estos roces harían que la relación con los PC siempre fuera conflictiva.

Con respecto a la clase media, Mella dedicó mucha atención a los estudiantes (ya que él lo era) y los intelectuales, razón por la cual siempre atrajo a los jóvenes universitarios que buscan cambiar el mundo. A ellos les dejó una gran enseñanza: siempre hay que estar ligados a la clase obrera. Siempre tuvo claro el lugar que ocupa la Universidad en la sociedad, es un ámbito más de discusión de ideas. Dentro de la Universidad de La Habana, se encargó de darle forma a la Universidad Popular José Martí, pero siempre la entendió como una herramienta más en su lucha y no como el arma principal (algo que suelen olvidar los jóvenes de las universidades que lo reivindican). La Universidad es de clase[4], por lo que si bien es un referente de la Reforma Universitaria, siempre supo sus límites: debían ser los oprimidos los que reformaran la Universidad, junto a toda la sociedad. Decía, entre nosotros están “los que aspiran a servir a los primeros, y los que están dispuestos a cooperar con los últimos”.[5]

En definitiva, el intelectual y el estudiante tenían que aportar a la revolución socialista, acercándose a los obreros y campesinos, luchando junto a ellos. Era la visión de un intelectual con una praxis revolucionaria, que fue la manera en la que transitó su vida.

Como hemos dicho, la centralidad de la clase obrera en el pensamiento de Mella es evidente, incluso en una zona donde el peso del campesinado es cultural e históricamente más importante (aunque como ya hemos dicho se ven algunas presiones en ese sentido). En este sentido, en ¿Qué es el APRA?, uno de sus artículos mas importantes, destaca una idea que en esos momentos se estaba discutiendo y después de la segunda guerra quedaría olvidada: “Nacionalizar puede ser sinónimo de socializar, pero a condición de que sea el proletario el que ocupe el poder por medio de una revolución”[6].

Algo tan simple como que no puede haber socialismo sin que la clase obrera tome el poder, queda desvirtuado por guerrillas y ejércitos que tomaron el poder sin la clase obrera. Hoy en día sigue habiendo partidos socialistas que reivindican estos procesos como estados obreros degenerados, sin que los trabajadores hayan aportado mucho. Mella lo tenía claro, sin revolución con la clase obrera a la cabeza, nacionalizar es un acto de un gobierno burgués como lo podía ser Cárdenas en México. No se dejó convencer por una tarea que gobiernos burgueses pueden llevar adelante sin problemas en momentos incómodos para el capitalismo. Centró la importancia en el sujeto que debía llevarla adelante para que realmente fuera un paso adelante.

Las relaciones con los defensores de Stalin nunca fueron fáciles. Mella fue uno de los fundadores del PC cubano, pero siempre con esa relación tirante que establecieron aquellos que preferían pensar con aquellos que esperaban órdenes de Moscú. Por un incidente en la Universidad de La Habana, Mella y varios más terminan en la prisión de Machado (aquel que Mella llamaba el Mussolini del Caribe). Una huelga de hambre que tuvo bastante apoyo en el exterior le valió un dudoso juicio interno, acusado de actuar sin consultar, en perjuicio del resto de los detenidos y más (nunca quedó claro ninguno de estos puntos, tan dudoso que la Internacional pidió la reincorporación). Stalin no quería líos en el patio trasero de EEUU, y esto explica bastante de las relaciones de Mella con el PC.

Pero Mella partió rumbo a México para evitar más encuentros con la policía de Machado, que se caracterizaba por su brutalidad. En México siguió sus discusiones con el PC mexicano. Aquí un sector apoyaba al presidente Elías Calle, uno de los máximos dirigentes de la Revolución Méxicana, y buscaban ser el ala izquierda la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana). Pero Mella creía que era necesario ir más allá, disputar la dirección política de la CROM e incluso formar otra central, cosa que lograría en 1928 (Confederación Sindical Unitaria de México) con el apoyo de otros dirigentes. Esta acción le valió que lo echaran de la dirección del PC.

A esta pelea, se le sumaban sus deseos de que en el Caribe estallara una revolución, objetivo por el cual venía trabajando y su nombre haciéndose conocido. Pero los deseos de Stalin, que en esos años consumaba la contrarrevolución en la URSS, no quería problemas con el capitalismo, y menos con EEUU, la naciente potencia imperialista.

Enemigos le sobraban: Machado en Cuba donde quería volver a perseguir su objetivo, dirigentes del PC cubano que estaban descontentos con Mella en México, dirigentes del PC mexicano no lograban domar a este joven, y más. Se sabe que murió en la calle porque recibió disparos, pero siempre está la duda de quién lo mandó a matar. Venía de discutir con un enviado de Moscú (con cierta reputación por sus actos en España durante la guerra civil), pero la investigación no fue concluyente y el PC culpó a Machado. Sin duda, muchos festejaron.

Mella quedó como un dirigente estudiantil, retomado por la juventud como eso, pero fue mucho más que eso. Su objetivo era que la clase obrera tomara el poder, y esa perspectiva militó en la Universidad y en los conflictos obreros. Siempre supo que la Universidad era simplemente otro lugar donde militar el socialismo y la revolución, no era un fin. Su idea de Frente Único, de la centralidad obrera, y otras cosas, lo alejaban de Stalin y del PC, aunque nunca se unió a la oposición. Su vida corta dejó una huella muy importante, y su obra inconclusa, como mínimo, nos marca el arranque de un camino: la revolución socialista con los obreros a la cabeza.


[1] “¿Habrá voces de libertad en el Congreso de La Habana?”, página 172.

[2] “Julio Antonio Mella, vidas rebeldes”, Editorial Ocean Sur, 2009, México. Página 50.

[3] Op cit, página 68.

[4] “El concepto socialista de la reforma universitaria”, página 134.

[5] “Nueva ruta a los estudiantes” en “Julio Antonio Mella, Vidas rebeldes”, Ocean Sur, 2009, México. Página 37.

[6] Op cit, página 83.

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