Las primeras luchas contra el gobierno de la «Revolución Argentina» (1966-1972)

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  • 52 años del Cordobazo: las luchas contra la dictadura de Onganía, la preparación en las calles de trabajadores y estudiantes para conmover la historia.

Ana Vázquez

Dedicamos estas líneas a la memoria de los jóvenes obreros y estudiantes asesinados en las calles durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía: Santiago Pampillón (7/9/66, Córdoba), Juan José Cabral (15/5/67, Corrientes), Adolfo Bello (17/5/69, Rosario), Luis Norberto Blanco (21/5/69, Rosario), Máximo Mena (29/5/69, Córdoba).

Un presente con historia que pone a la juventud estudiantil y trabajadora en el centro de la escena

“Bello, Cabral, te vamos a vengar”. La consigna resonó en las calles de todo el país después de los primeros “azos” en los que estos jóvenes cayeron asesinados por las balas policiales. Las expresiones de repudio a la dictadura y sus medidas ya estaban apiñándose y estallaron con el movimiento estudiantil a la vanguardia junto al movimiento obrero. La fuerza de las calles le ganó al onganiato, a los gorilas de todo pelaje y a las directivas del general Juan Domingo Perón.

La dictadura de Onganía contra la juventud rebelde

El gobierno de la Revolución Argentina, presidido desde el 28 de junio de 1966 por el general Juan Carlos Onganía, pronosticó quedarse 40 años en el poder. La planificación prolija de la clase burguesa argentina, bendecida por el amo del Norte, era crear un Estado Burocrático-Autoritario (EBA), bajo la doctrina de seguridad nacional. Desde EEUU y sus servicios de Inteligencia había mucha preocupación por el repudio a la guerra de Vietnam dentro de su propio país, la simpatía con la Revolución Cubana en todo el continente… demasiados problemas, había que combatir a los “insurgentes” sin demoras.

“La Revolución argentina tiene objetivos, pero no plazos”, dictaminaron desde las altas cumbres del poder. Se prohibieron los partidos políticos, así como todo tipo de participación política por parte de la ciudadanía; rigió en forma casi permanente el estado de sitio y se vieron cortados los derechos civiles, sociales y políticos.

Desde Madrid las directivas hacia la dirigencia del Partido Justicialista y la burocracia sindical fueron bien precisas, sin eufemismos.Para citar sólo una que nos parece emblemática, el 30 de junio de 1966, en una carta dirigida al mayor Pablo Vicente, Perón le decía:

“Nosotros, de acuerdo con el consejo criollo, hemos desensillado hasta que aclare. Estamos a la expectativa y observando. Si los militares que llegan al gobierno con la oposición cerrada del radicalismo, del conservadurismo y las izquierdas, no aciertan a resolver el problema político como debe ser, no pasará mucho tiempo en estar frente a todo el país y muchos perros hacen al final la muerte del ciervo.”

“Las primeras medidas son, en general, buenas: disolución del Congreso, de la Corte Suprema, de los gobiernos y legislaturas provinciales, etc. Sobre los partidos políticos también ha sido buena su disolución, lo que nos favorece a nosotros que no siendo un partido seguiremos viviendo como movimiento nacional. Sin existencia legal pero sí con existencia real. Sobre los hombres hasta ahora designados, me parece que han comenzado a fallar y, en esta etapa, los hombres son todo un augurio un tanto negativo.” (Infobae, 28/6/20, negritas en el original, Juan Bautista “Tata” Yofre [escritor y político argentino. Fue secretario de Inteligencia del Estado entre 1989-1990 y embajador durante el gobierno de Carlos Menem]).

Por si quedaba alguna duda, el dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor de la CGT, estuvo presente en la asunción del presidente golpista.

Los ataques a la juventud en primera fila

Los luchadores que irrumpieron en forma temprana en las calles de Córdoba, y luego en distintas provincias y localidades, tenían muchas razones para manifestar su descontento. En primer lugar, el onganiato vino con el programa de atacar a la educación pública. Su objetivo era poner en primera la educación privada, específicamente en manos de la Iglesia católica. La prioridad no era, desde ya, poner la educación al servicio de las masas populares, sino hacerla sólo para una élite conservadora que pudiera pagar sus estudios y conculcar sus ideas conservadoras.

En el movimiento estudiantil, las conquistas democráticas alcanzadas con la Reforma Universitaria de gobierno tripartito de la Universidad, además del ingreso irrestricto en las carreras, eran derechos adquiridos naturalizados en el accionar cotidiano del estudiantado y la comunidad universitaria. No dejaron que se los arrebataran así nomás, por ellos pelearon, se enfrentaron, tuvieron sus represaliados y sus víctimas en las calles.

Las “reformas” de Onganía y Cía contra la juventud y los trabajadores

A través del decreto-ley N° 16.912 del 20 de julio de 1966 dispuso la intervención de todas las universidades. El todopoderoso gobierno militar no dejaba hendija por donde se filtrara la democracia de estudiantes, docentes y no docentes, para que pudieran plantear sus reclamos y opiniones. Algunas de sus “perlas” fueron estas:

1) Censura a las actividades de los centros de estudiantes, “cuna del comunismo”, según los jefes castrenses. Anulación de la histórica Reforma Universitaria. Para dar una lección ejemplificadora hacia estudiantes y docentes, irrumpió la Policía Federal a los bastonazos, conocida la fecha como La Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio de 1966 en la Universidad de Buenos Aires, fundamentalmente en la Facultad de Filosofía y Letras y en Ciencias Exactas y Naturales.Detuvieron a 400 integrantes del claustro universitario y destruyeron instalaciones de los edificios. Dieron tantos palazos que también la ligó el profesor estadounidense Warren Ambrose. El gobierno de EEUU montó en cólera… y hasta el mismo general Onganía tuvo que criticar la acción policial. ¡Qué poco precavidos estos guardianes del orden!

2) Ley del 25 de abril de 1967 bajo el nombre de “Ley Orgánica de las Universidades” (Ley N° 17.245). Para educar en el patriotismo, se prohibía todo tipo de actividad sindical o política. Así como para que quedaran los mejores, quedar fuera de la carrera si no se aprobaba una materia por año. El dios mercado aparecía como demonio: “Asimismo, si bien se defendía que, idealmente, la universidad debía ser gratuita, cada facultad podía reglamentar la pérdida de ese derecho si los alumnos no aprobaban una cantidad determinada de materias (Art. 92). Un criterio mercantil semejante se establecía para los exámenes y trabajos prácticos repetidos o recursados. Todos esos ingresos irían a parar a un fondo universitario que se podía acrecentar a través de herencias, legados y donaciones de personas públicas o privadas quienes, debido a su generosidad, serían exonerados de impuestos nacionales (Art. 105).”

3) Si esto fallaba, a los pocos meses se dictó otra ley con nombre y apellido más cristalino, sin disfraces: Ley N° 17.401 de “Represión del comunismo”. Si te enganchaban, “1 a 8 años (Art. 11 y 12). Asimismo, durante el procesamiento no contaría con el beneficio de la excarcelación”.(Negritas nuestras)

4) Censura artística. El gobierno de Onganía prohibió las representaciones del ballet El mandarín maravilloso de Béla Bartók, de La consagración de la primavera de Ígor Stravinsky y posteriormente el estreno argentino en el Teatro Colón de la ópera Bomarzo de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Lainez. La censura se extendió al cine con la prohibición de Blow Up de Michelangelo Antonioni y de espectáculos teatrales en el “transgresor” Instituto Di Tella, entre otros.

A nivel de los rectores, algunos aceptaron las nuevas reglas de juego y otros renunciaron: lo hicieron los que estaban a cargo de las Universidades de Tucumán, Córdoba, Litoral, La Plata y Buenos Aires. No era poca cosa. Estas renuncias fueron un aliento para que el movimiento estudiantil empezara a patear el tablero.

Agosto de 1966 se prende la primera mecha en Córdoba

La oposición a la intervención provoca en esa ciudad la primera huelga estudiantil en esa fecha, junto con la indignación y el estado de agitación en las otras casas de altos estudios.

Suspenden profesores, clausuran el comedor universitario el 8 de agosto. Para poner más leña al fuego la Resolución 175 del Ministerio del Interior declaraba disueltas todas las agrupaciones estudiantiles.

Un ataque en regla a un conjunto de derechos conquistados. Los estudiantes secundarios, en primer lugar los dependientes de las universidades, como el Nacional de Buenos Aires y de La Plata, así como otros en el interior del país, también empezaron a demostrar su descontento y se aliaron a los reclamos y denuncias de los universitarios. Su respuesta en las calles no fue tan masiva, pero sí de una amplia vanguardia en algunos establecimientos, como los mencionados.

El gobierno militar atacó en forma conjunta por varios costados…y uno a uno se le fueron cayendolas fichas. El movimiento estudiantil y sus aliados lo hicieron, no sin numerosas dificultades, en un proceso que tuvo varias “previas” por localidades y lugares de trabajo y estudio, hasta que estallara en el masivo Cordobazo obrero-estudiantil del 29 de Mayo de 1969. Después de ese cimbronazo, “el general no tenía quien lo defendiera” y tuvo que dar un paso al costado.

El movimiento estudiantil cordobés frente a un inmenso desafío

Los estudiantes cordobeses pelearon contra el gobierno reaccionario de Macri que les quería robar el futuro. Ahora el social liberal de AF judicializa la lucha por sus derechos iniciada durante el gobierno anterior con mecanismos de “delación” pura y dura. ¿Dónde está la grieta? No la encontramos. Porque para “poner en regla” a los que luchan, sobre todo si son jóvenes “insurrectos”, todos los gobiernos capitalistas, más allá de sus colores bien diferenciados y matices a veces, coinciden: hay que domesticar a la juventud para que no luche y no transmita esos “malos” ejemplos a propios y a aliados.

El protagonismo de la juventud que “pica en punta”es el hilo conductor con aquellas jornadas de lucha contra el gobierno de Onganía.

En esta ocasión, enfrentan una judicialización de la movilización estudiantil sin antecedentes en nuestro país en un régimen democrático-burgués. Actualmente, la gran mayoría de los jóvenes estudiantes son al mismo tiempo trabajadores ultraprecarizados. Sean motociclistas, telefonistas u obreros metalúrgicos o del Neumático, la precarización laboral es la nueva regla capitalista para imponer su poder de dominación.

Esa regla de hierro hace que la juventud, doblemente explotada y castigada, se rebele con miras más amplias que su lugar inmediato. A veces la mirada inmediata, corta, dificulta esa visión más global necesaria para entender las razones de su hostigamiento.

El esfuerzo denodado que tenemos que hacer, creemos, es desarrollar esa bronca y esa incipiente organización muy valiosa en una organización independiente sostenida y, asimismo, desarrollar la conciencia política anticapitalista que nos permita enfrentar al sistema y sus lacras en su conjunto. Y pelear por una alternativa de los de abajo: obrera y socialista.

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