Eva Perón: la figura mujer del bonapartismo

A propósito del 70 aniversario de su muerte.

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En el sentimiento obrero y popular suele haber nostalgia sobre los primeros años del peronismo, en los cuales a los trabajadores y el pueblo pobre se le otorgaron beneficios que antes no existían, como el aguinaldo o las vacaciones pagas, o el reparto de alimentos y bienes de uso doméstico para las familias mas empobrecidas. Es ahí donde radica la simpatía por Eva Perón, ya que en su rol de “abanderada de los humildes” terminaba personificando la ayuda estatal.

Pero, sin ahondar en las razones de fondo del surgimiento del peronismo, poco se va a entender de ese fenómeno. Tomado desde lo superficial, surge la versión más radicalmente exagerada del peronismo como herramienta de “liberación” de los desposeídos, pero de fondo implicó el montaje de un gran aparato para que la clase trabajadora quede subordinada a los capitalistas, no para «combatir el capital».

El contexto histórico del surgimiento del peronismo: “Estados de Bienestar” y nuevos bonapartismos

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, evento en que el capitalismo mostró su rostro más puro devastando gran parte de Europa y causando la muerte aproximada de 60 millones de personas (algunos especialistas dicen que más), la burguesía mundial se enfrentaba a un gran dilema: cómo reconstruir el capitalismo occidental teniendo que lidiar con un gigante como la URSS. Es que si bien el llamado “bloque comunista” no era tal y cumpliría un rol conservador en el orden mundial, para millones de trabajadores del mundo podía ser un camino a seguir, actuaba de faro para todos los explotados y oprimidos. No solo por las conquistas y derechos obtenidas por la revolución rusa de 1917, sino sobre todo porque mostraba como posible para las masas superar al sistema capitalista y construir un sistema “socialista” o “comunista”: el objetivo podía ir mas allá que tal o cual reivindicación parcial e ir por todo, un cambio total del sistema social.

Esto último para un sector de la burguesía mundial fue todo un llamado de atención, y alarmada frente a este potencial problema decidió darse una política de contención: ceder algo para no perder todo. Las relaciones de fuerzas entre las clases no eran precisamente de “paz social” y fueron la base sobre las que surgieron gobiernos de tinte “bonapartista” [1]. Perón, cuando era secretario del gobierno militar que lo precedió a el mismo, era muy consciente del futuro que se podía avecinar, de masas rebeladas contra todo:

“Dentro de este objetivo, fundamental e inmediato, que la Secretaría de Trabajo y Previsión persigue, radica la posibilidad de evitar el cataclismo social que es probable, no imposible. Basta conocer cuál es el momento actual que viven las masas obreras argentinas, para darse cuenta si ese cataclismo es o no probable. La terminación de la guerra agudizará de una manera extraordinaria ese problema, y América será, sin duda, el juego de intereses tan poderosos como no lo han sido en la historia ningún país de este lado del Ecuador antes de ahora. El capitalismo en el mundo ha sufrido durante esta guerra, en este segundo acto del drama, un golpe decisivo. El resultado de la guerra 1914-1918 fue la desaparición de un gran país europeo como capitalista: Rusia. Pero engendró en nuevas doctrinas más o menos parecidas a las doctrinas rusas, otros países que fueron hacia la supresión del capitalismoEn esta guerra, el país capitalista por excelencia quedará como un país deudor en el mundo, probablemente, mientras que toda la Europa entrará dentro del anticapitalismo panruso. Esto es lo que ya se puede ir viendo, y diría que no es nuevo ni es tampoco de los comunistas, sino que es muy anterior a ellos. En América quedarán países capitalistas, pero en lo que concierne a la República Argentina, sería necesario echar una mirada de circunvalación para darse cuenta de que su periferia presenta las mismas condiciones rosadas que tenía nuestro país. Chile es un país que ya tiene, como nosotros, un comunismo de acción de hace años; en Bolivia, a los indios de las minas parece les ha prendido el comunismo como viruela, según dicen los bolivianos; Paraguay no es una garantía en sentido contrario al nuestro; Uruguay, con el “camarada” Orlof, que está en este momento trabajando activamente; Brasil, con su enorme riqueza, me temo que al terminar la guerra pueda caer en lo mismo. Y entonces pienso cuál será la situación de la República Argentina al terminar la guerra, cuando dentro de nuestro territorio se produzca una paralización y probablemente una desocupación extraordinaria; mientras desde el exterior se filtre dinero, hombres e ideologías que van a actuar dentro de nuestra organización estatal, y dentro de nuestra organización del trabajo.” [2]

La conclusión a la que llega Perón, aunque le haya implicado choques reales con sectores de la oligarquía y el imperialismo yanqui, era que a los trabajadores había que darle concesiones para poder contenerlos. Y, para los trabajadores, las medidas adoptadas por el peronismo desde la Secretaría hasta siendo gobierno fueron un gran avance en sus condiciones de vida: se obtuvieron conquistas como el aguinaldo o las vacaciones pagas mencionados anteriormente, aumentos generalizados de los salarios, convenios colectivos de trabajo, fallos a favor de los trabajadores en disputas con las patronales que históricamente siempre ganaban.

Es en este marco que la figura de Eva Perón ganaba reconocimiento popular, tanto a partir del reparto hecho personalmente de la asistencia social del Estado, como en su rol de secretaria en el Ministerio de Trabajo (el cargo de Ministro fue para un burócrata sindical del riñón del peronismo, José Maria Freire, del Sindicato Obrero de la Industria del Vidrio y Afines).

Pero, mas allá de las consideraciones personales que quien lea esta nota pueda tener sobre Eva, en su libro “La razón de mi vida” ratificará sus posturas respecto a las perspectivas históricas de la clase trabajadora y las mujeres.

El asunto de fondo es que el peronismo, con las medidas que adoptaba, buscaba algo mucho más estratégico: atar de pies y manos a la clase obrera a la explotación capitalista. Así, aplicó un mecanismo de “concesión – trampa”, ya que por un lado otorgaba derechos reclamados durante décadas, pero con la trampa de establecer férreos controles contra la organización independiente de la clase obrera. Fue entonces el surgimiento y/o fortalecimiento de los grandes aparatos de las burocracias sindicales, que fue el otro lado de la moneda de las concesiones obtenidas.

La CGT como chaleco de fuerza a la clase obrera y el rol de Eva Perón

“La organización que el Estado construyó para la clase obrera, la CGT, era como una gigantesca trampa. Mientras las superganancias del capital alcanzaron para formar el cebo y otorgar mejoras a la clase obrera, la trampa permaneció abierta: en su seno el proletariado obtenía mejora tras mejora. Cuando las superganancias terminaran y hubiera que disminuir el nivel de vida de los obreros a fin de mantener las ganancias normales, la trampa habría de cerrarse sobre el proletariado para paralizarlo” [3]

Milciades Peña resume de manera brillante el nuevo rol que debía jugar la CGT. Surgida en 1936 y dirigida en ese entonces por dirigentes del estalinismo y la socialdemocracia local, con el advenimiento del peronismo las conducciones gremiales debían ser cien por ciento del peronismo, correa de transmisión directa de las directrices del líder Perón.

Este se encargó de ir barriendo a los dirigentes más opositores, cooptando a los que estén dispuestos a  subordinarse sumándose a la nueva “doctrina”. Esto genera una nueva etapa, otro momento bisagra en la historia de las direcciones sindicales: de organizar sindicatos de lucha y acción directa en sus orígenes a la burocratización dirigida desde el Estado.

Haciendo un poco de historia, a comienzos de siglo pasado los gremios comenzaron siendo construidos desde abajo, con aportes y esfuerzos voluntarios, y dirigidos por trabajadores socialistas, comunistas (entendidos de manera amplia y antes de la burocratización del PC) y anarquistas. Gran parte de la clase obrera argentina era inmigrante, venida en barcos cuando la Primer Guerra Mundial causaba estragos en Europa, y anteriormente escapando de las persecuciones generadas tras la masacre a la Comuna de París en 1871. Un núcleo central de la clase obrera argentina se formaba entonces con ideas revolucionarias (la revolución bolchevique de 1917 era una referencia internacional), con lo más avanzado proveniente de Europa predominaban ideas de vanguardia, y sus sindicatos de alguna u otra forma eran anticapitalistas y de acción directa contra el Estado y los patrones.

Luego de esta primera etapa, con la crisis económica mundial de 1929, se dan cambios estructurales generales que transforman a la clase obrera y al sindicalismo. En lo internacional, el proceso de burocratización de la URSS permeaba a las direcciones sindicales “comunistas”, y junto con las “socialistas” su línea era cada vez más de conciliación de clases con sectores burgueses. Al mismo tiempo, tenían poco o nulo diálogo un gran contingente humano que iba modificando la composición de la clase obrera argentina. Es que como producto de una industrialización relativa, dada la debacle del mercado mundial en la década del 30, hay una ola migratoria interna de trabajadores rurales, con poca o nula experiencia sindical y política, que van hacia las ciudades buscando trabajo en la industria.

Y va a ser sobre esta “nueva clase obrera” que el peronismo va a actuar para cambiar la composición y el modelo de sindicalismo. Las coordenadas generales eran ideales para una orientación bonapartista: reflujo de las luchas, nueva clase obrera prácticamente sin derechos, y con las direcciones del momento enfrentadas y dividiendo en 1942 la CGT en dos:

“Un hecho dramático lo descubre en 1942, cuando la CGT se divide en dos organizaciones, una controlada por el estalinismo, otra por los socialistas, ambas igualmente burocratizadas y extrañas a los intereses, a las inquietudes y a las aspiraciones del proletariado argentino, en particular el nuevo proletariado fabril. El resultado inevitable era la desmoralización de la clase obrera organizada, la extinción de su espíritu de lucha y la indiferencia y el desarraigo por parte de los obreros recién llegados a la industria” [4]

Fue entonces que el peronismo se dio una ofensiva contra los gremios que se manejaban de manera independiente, las conducciones gremiales debían responderle directamente sea por cooptación o por aplastamiento. Entonces, es “desde arriba” que se forma el sindicalismo más rancio que conocemos hoy en día: pasó de ser la representación de los trabajadores frente al Estado y de lucha contra los patrones, a un sindicalismo dócil, un chaleco de fuerza servil al Estado, funcional a la explotación capitalista y contra toda iniciativa independiente de la clase obrera [5].

Puesta bajo su mando la CGT, el gobierno solo le daba personería a los gremios registrados en ella, pasando a la clandestinidad a todo gremio que se mantuviera independiente, al tiempo que a los sindicatos registrados les daba todo tipo de concesiones llamando la atención de toda esa nueva base obrera que vivía y trabajaba en muy malas condiciones. [6] Las concesiones iban desde “mejoras apreciables en los salarios y en las condiciones de trabajo, una marcada tendencia a favorecer a los obreros en los conflictos gremiales, el amparo concedido a los dirigentes y delegados frente a la tradicional prepotencia patronal en el trato con los obreros, todo esto facilitó que los obreros se dejaran afiliar en los sindicatos estatizados”. [7]

Es bajo estos mecanismos de control, construidos para evitar que la clase obrera piense en una salida independiente, revolucionaria, que Eva Perón pasa a jugar un rol destacado de contención. Héctor Amichetti, actual Sec. Gral de la Federación Gráfica Bonaerense, mencionó recientemente que «Evita estaba convencida que era necesario tener una CGT abiertamente identificada con el peronismo para defender [al gobierno de Perón] de las acechanzas enemigas. Las posturas de autonomía sindical, estuvieran o no influenciadas por ideologías extranjeras, no le garantizaban el compromiso de apoyo al Gobierno que Eva consideraba necesario« [8].

Es que para el peronismo, y Eva como parte importante de ese armado, el obrero podía ser solamente peronista, y todo aquel que tenga planteos que pudiera ir más allá iba a ser tildado en su propio libro como «infiltrado»:

«Yo puedo asegurar que nunca, sino por excepción, exigen más que lo justo y cuando piden más de lo razonable se debe a un error de cálculo que pronto reconocen o al consejo de malos amigos infiltrados»[9].

También frases como «Sé que a veces han venido a verme aun algunos comunistas infiltrados entre los peronistas», o «También hubiese podido suceder que, ausente de la Secretaría el creador genial de la nueva doctrina y de la nueva técnica de las reivindicaciones obreras, los mismos dirigentes, aun los peronistas, volviesen a la vieja doctrina y a los viejos métodos, dominados inconscientemente o infiltrados por los otros.»,[10] muestran su desprecio hacia todo tipo de conciencia clasista.

Tener una clase obrera dócil implicaba que esta no actuara de manera directa, todo tenía que ser a través y bajo las decisiones que tomara Perón: “Conservo de aquellos días [cuando Perón fue preso en 1945] varios mensajes manuscritos por él; […] En todos sus mensajes no hizo otra cosa que recomendarme a sus obreros ‘que estuviesen tranquilos, que no se preocupasen por él, que no creasen situaciones de violencia…’».[11] Como se puede observar, habla de «sus» obreros, como si la clase trabajadora fuese de su propiedad. Y este pasaje también muestra la esencia del peronismo, ya que como herramienta de conciliación de clases jamás enfrentará a la burguesía: la clase obrera «no debe actuar con violencia», no debe tener iniciativa, sino que debe esperar pasivamente la palabra del líder, aunque lo que esté en riesgo sea la vida de la misma clase[12].

Una defensa del capitalismo rabiosamente antisocialista

“Un día me asomé, por la curiosidad que derivaba de mi inclinación, a la prensa que se decía del pueblo. [… ]Por eso tal vez leí la prensa de izquierda de nuestro país; pero no encontré en ella ni compañía, ni camino y menos quien me guiase. Los ‘diarios del pueblo’ condenaban, es verdad, al capital y a determinados ricos con lenguaje duro y fuerte, señalando los defectos del régimen social oprobioso que aguantaba el país. Pero en los detalles, y aún en el fondo de la prédica que sostenían, se veía fácilmente la influencia de ideas remotas, muy alejadas de todo lo argentino; sistemas y fórmulas ajenas de hombres extraños a nuestra tierra y a nuestros sentimientos. Se veía bien claro que lo que ellos deseaban para el pueblo argentino no vendría del mismo pueblo. Y esta comprobación me puso de inmediato en guardia… Me repugnaba asimismo otra cosa: que la fórmula para la solución de la injusticia social fuese un sistema igual y común para todos los países y para todos los pueblos”. [13]

Siendo el objetivo de la revolución socialista llevar al poder a la clase trabajadora, eliminar las clases sociales, buscar una sociedad igualitaria sin explotados y oprimidos y cuya materialización final es la sociedad comunista (cosa que no sucedió en los territorios de la ex URSS ni China), podemos ver como a Eva le “repugnaba” (sic) que los trabajadores vayan hasta el final contra el sistema capitalista, mostrándose defensora a ultranza de este régimen social. [14]

El objeto fundamental del Justicialismo en relación con el movimiento obrero es hacer desaparecer la lucha de clases y sustituirla por la cooperación entre capital y trabajo. El capitalismo, para darle todo al capital, explota a los trabajadores. El comunismo, para solucionar el problema, ideó un sistema de lucha que no terminará sino cuando haya una sola clase social; pero a esto se llega por la destrucción, que es efecto de una lucha larga, y sin cuartel, entre capital y trabajo. […]El Justicialismo en cambio quiere también llegar a una sola clase de hombres: la de los que trabajan […] Pero no quiere llegar por la lucha sino por la cooperación”[15].

Para Eva Perón, trabajadores y capitalistas deben cooperar, no deben enfrentarse, y todo el fin ultimo para la clase trabajadora debe limitarse a arrancarle concesiones a los capitalistas, pero manteniendo esa relación de explotación intacta. Como perspectiva es un horizonte sin salida, ya que toda concesión arrancada a los capitalistas estos últimos, tarde o temprano, van a intentar recuperarla.

Y de hecho, toda la ofensiva neoliberal mundial que arranca en la década del 70-80 tiene que ver con desmantelar lo que fue quedando de los “Estados de bienestar”. En definitiva toda estrategia de conciliación de clases solo puede servir como favor a los capitalistas, ya que en momentos de ascenso obrero la burguesía puede ceder algo, pero queda agazapada para volver a atacar con todo cuando el viento cambie un poco.

¿Eva Perón feminista?

En los últimos años, con el empuje de la marea verde y la lucha feminista, un sector del peronismo le agregó el pañuelo a la imagen de Eva. Veamos con un pasaje si semejante imagen de Eva tiene algo que ver con su historia real. No solo porque el gobierno de Perón y Eva estaba en contra del aborto, sino por algo más general, el desprecio explícito de su ícono por el movimiento feminista[16]:

“¿Que por ser peronista no puedo encabezar el movimiento femenino de mi Patria? Esto sí merece una explicación. — ¿Cómo va usted — me decían — a dirigir un movimiento feminista si usted está fanáticamente enamorada de la causa de un hombre? ¿No reconoce así la superioridad total del hombre sobre la mujer? ¿No es esto contradictorio? No, no lo es. Yo lo “sentía”. Ahora lo sé. La verdad, lo lógico, lo razonable es que el feminismo no se aparte de la naturaleza misma de la mujer. Y lo natural en la mujer es darse, entregarse por amor, que en esa entrega está su gloria, su salvación, su eternidad. ¿El mejor movimiento feminista del mundo será tal vez entonces el que se entrega por amor a la causa y a la doctrina de un hombre que ha demostrado serlo en toda la extensión de la palabra?

 

De la misma manera que una mujer alcanza su eternidad y su gloria y se salva de la soledad y de la muerte dándose por amor a un hombre, yo pienso que tal vez ningún movimiento feminista alcanzará en el mundo gloria y eternidad si no se entrega a la causa de un hombre. ¡Lo importante es que la causa y el hombre sean dignos de recibir esa entrega total! Yo creo que Perón y su causa son suficientemente grandes y dignos como para recibir el ofrecimiento total del movimiento feminista de mi Patria. Y aun más, todas las mujeres del mundo pueden brindarse a su Justicialismo; que con ello, entregándose por amor a una causa que ya es de la humanidad, crecerán como mujeres”. [17]

Este pasaje no tiene desperdicio, el movimiento feminista no alcanzará la gloria si no se entrega a la causa de un hombre, y ese hombre es Perón. Toda esta «obra» de Eva es una alabanza al líder, al que tanto la clase obrera como las mujeres deben subordinarse.

También el derecho del voto femenino, históricamente reclamado por el movimiento sufragista, fue concedido con la búsqueda de aumentar el caudal de votos del peronismo. Y, como esta medida progresiva era rechazada por la oligarquía, para jugar a dos puntas fue acompañada con otras de tinte conservador:

“… a fin de aumentar el caudal electoral peronista se otorga el voto a la mujer, mas para compensar esta progresiva medida democrática se perpetúa la enseñanza religiosa [contra la ley de educación laica de ¡1884!]  y todas las variantes del pensamiento reaccionario son colocadas al frente de la vida cultural. Se elimina en la escuela primaria la coeducación de los sexos, y en las universidades se destruyen los laboratorios de psicología experimental, ventajosamente sustituidos por Santo Tomas” [18].

No hace falta agregar que el movimiento feminista internacional, en plumas como la de Kollontai (con todas las diferencias que uno pueda tener) tenía muchas décadas antes ideas mucho mas avanzadas.

“El bonapartismo con faldas”

“Sin la proletarización de grandes masas del interior, sin la extinción del empuje combatiente del proletariado y el progresivo anquilosamiento de sus organizaciones, que culmina en 1942, el peronismo no hubiera sido posible. Menos aun Evita. Recién después de haber sido abandonadas y defraudadas mil veces por sus direcciones socialistas y estalinistas, tan sólo entonces estuvieron las masas trabajadoras argentinas, en particular sus sectores mas oprimidos, maduras para idealizar a esta ‘abanderada de los humildes’ que vestía modelos de Christian Dior y lucía la orden franquista de Isabel la Católica”[19]

Eva Perón concentraba en sí misma todas las contradicciones de ser una de las principales figuras del régimen bonapartista[20]. El peronismo era el dique de contención para que las masas trabajadoras no giraran a la izquierda, pero al mismo tiempo la oligarquía criolla le tenia un odio despiadado.

A la burguesía aristocrática  no le gustaba para nada que una mujer de origen mas plebeyo tuviera un rol tan importante en el gobierno y encima se dirigiera a sus sirvientas, a las pobres. Tampoco gustaba en sectores reaccionarios que ella sea el nexo entre Perón y los sindicatos, e incluso irritaba a sectores del Ejército que criticaban que ella tenga más influencia en las cosas del Estado que las jerarquías cuarteleras.

Así las cosas, la conclusión que hay que sacar de cara a los trabajadores y el movimiento de masas es que hay que organizarse y pelear por las reivindicaciones de manera independiente: la historia demuestra que depositar la confianza en la conciliación de clases y las figuras que lo representan es, como dice el dicho popular, “pan para hoy y hambre para mañana”. El único camino para llevar al triunfo definitivo a las y los trabajadores, las mujeres y la juventud es el anticapitalista. Hay que derribar de una vez por todas este sistema capitalista basado en la explotación y la opresión, construir una sociedad igualitaria, socialista, y esta tarea solo puede ser construido por la clase trabajadora.

 


[1] “En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al prole­tariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno gira entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burgue­sía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capitalismo extran­jero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el prole­tariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ga­nando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros. La actual política [del gobierno mexicano] se ubica en la segunda alternativa; sus mayores conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de las com­pañías petroleras. Estas medidas se encuadran enteramente en los marcos del capitalismo de estado. Sin embargo, en un país semicolonial, el capitalismo de estado se halla bajo la gran presión del capital privado extranjero y de sus gobiernos, y no puede mantenerse sin el apoyo activo de los trabajadores. Eso es lo que explica por qué, sin dejar que el poder real escape de sus manos, trata de darles a las organizaciones obreras una considerable parte de responsabilidad en la marcha de la producción de las ramas nacionalizadas de la industria” (Leon Trotsky, La industria nacionalizada y la administración obrera 12 de mayo de 1939)  En Argentina, fenómeno del bonapartismo se dio bajo la figura de Perón, pero hubo fenómenos de esta índole en América Latina. Por ejemplo en Brasil o México las figuras de Getulio Vargas y Lázaro Cárdenas cumplieron, a grandes rasgos, papeles similares.

[2] Discurso de Juan Domingo Perón en la Bolsa de Comercio siendo Secretario de Trabajo y Previsión, 25 de agosto de 1944.  https://www.educ.ar/recur sos/129173/secretario-de-trabajo-juan-d-peron-en-bolsa-de-comercio/download/inline

[3] Milciades Peña, (Historia del pueblo argentino, pag 485)

[4] Milciades peña, op cit 471

[5] “La nueva CGT fue desde el primer momento en todo lo esencial una repartición estatal. No surgió de la movilización autónoma de la clase obrera. Al contrario, fue creada en un momento de descenso de la combatividad del proletariado argentino, cuando su composición se modificaba vertiginosamente a causa del ingreso a la industria de trabajadores rurales sin experiencia sindical de ninguna índole. Sus funcionarios salieron de la clase obrera; pero no se elevaron hasta la dirección sindical destacándose en el curso de la lucha, no fueron elegidos por su clase, sino designados y promovidos desde la Secretaria de Trabajo. Los objetivos gremiales no los obtendrían dirigiendo a los obreros contra la patronal, sino indicando a la Secretaria de Trabajo cuáles eran las concesiones que cada gremio convenía que el Estado impusiera a sus patrones. El elemento humano con que se construyeron los cuadros dirigente de la CGT estaba pues, muy naturalmente, compuesto en dosis masivas de arribistas y burócratas de todo tinte y confesión” ( Milciades Peña, op cit, 477).

[6] “La alimentación obrera era regular, la vestimenta pobre, la vivienda desastrosa. Medio millón de familias vivían en una sola pieza y otro medio millón en dos piezas. Esto en las principales ciudades. En el campo, la mayor parte de las viviendas eran de adobe, barro y paja, como cien años atrás” (Milciades Peña, op cit 473)

[7] Ídem

[8] Nota en Telam https://www.telam.com.ar/notas/202207/599476-evita-y-los-trabajadores.html

[9] Eva Peron, La razon de mi vida.

[10] Ídem

[11] Ídem

[12] Cuando en 1955 un golpe militar destituye a Perón, esta misma línea llevó a qué no se armaran milicias del CGT para enfrentar en las calles el golpe. Con clase obrera armada otra iba a ser la historia, pero como buen político burgués sabe que darle las arnas a la clase es darle el poder en bandeja ¿Quien le saca a los obreros esas armas de la mano? Perón ante prefirió ceder al golpe a enfrentarlo realmente.

[13] Eva Perón, op cit

[14]   Tanto el  Partido Comunista  de Argentina como el Socialista, con sus posiciones abiertamente gorilas y a favor la lista de la Unión Democrática (rejunte encabezado por toda la derecha proyanqui) que se enfrentaba en la elección contra Perón (“Braden o Perón” fue la consigna de campaña, apuntando al embajador norteamericano como armador de la lista), le terminó allanando el camino para que el “anticomunismo” peronista tenga mas eco aun en la clase obrera.

[15] Eva Perón, op cit

[16] Parte de los argumentos que esgrimen por no haber legalizado el aborto en aquel momento seria culpa de la “época”. Pero hay que recordarles que treinta años antes, en 1920, los y las bolcheviques habían decretado la legalidad del mismo. https://izquierdaweb.com/hace-cien-anos-los-bolcheviques-legalizaban-el-aborto/

[17] Eva Perón op cit

[18] Peña 510

[19] Peña pág. 514

[20] En una nota reciente publicada en La izquierda Diario la caracterizaba como “una figura controversial”. No era controversial ni “con luces y sombras”, nos quedamos con la definición de Peña que hace un abordaje mas marxista.

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