Einstein y Landau: Genios científicos pero también… ¡anticapitalistas antiestalinistas!

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  • El pensamiento socialista de dos de los más grandes científicos del siglo XX.

Yorgos Mitralias

Artículo aparecido en Comité para la abolición de las deudas ilegítimas. Una interesante nota, pese a sus afirmaciones exageradas, sobre las posiciones políticas socialistas de dos de los más grandes científicos del siglo XX: Einstein y Landau. 

Prácticamente todo el mundo conoce el nombre de Einstein [1], pero el nombre de Lev Landau [2] le suena solo a algunos adeptos a las ciencias exactas. Y sin embargo, los dos presentan varios puntos en común: Ocupan un lugar destacado en la pequeña lista de los mayores genios del siglo pasado. Se distinguieron por su libertad de pensamiento y el anticonformismo de su vida. Y sobre todo, ¡comparten posiciones políticas a menudo tratadas, y con no poca razón, de extremistas, de revolucionarias y de subversivas con todo orden establecido! Y de las que, “naturalmente” nadie os ha hablado nunca…

Landau: “Camaradas, la gran causa de la Revolución de Octubre ha sido innoblemente traicionada”

He aquí por qué hablaremos hoy de Einstein y de Landau no en su calidad de sabios excepcionales que han marcado la era moderna, sino en la de -desconocida al haber sido hábilmente oculta- ¡socialistas antiburócratas y comunistas antiestalinistas! De Einstein quien, como veremos en detalle más adelante, propone en plena guerra fría, como única solución a los problemas existenciales de la humanidad, la socialización de los medios de producción y la planificación de la economía, advirtiendo que ¡“una economía planificada podría ir acompañada de un completo sometimiento del individuo” si no alcanzamos a “impedir que la burocracia se convierta en todopoderosa y presuntuosa”! Y de Landau que, once años antes, en 1938, en pleno Gran Terror estalinista, osa lo impensable: ¡Co-redactar el manifiesto/octavilla siguiente, que apela a los trabajadores a derribar a Stalin “y su camarilla” en nombre de la Revolución de Octubre “innoblemente traicionada” por ellos! Y eso con la intención de distribuirlo el 1º de Mayo de 1938 en la Plaza Roja de Moscú (!) delante de Stalin y la élite de su régimen:

Proletarios del mundo, uníos.

¡Camaradas!

La gran causa de la Revolución de Octubre ha sido innoblemente traicionada. El país está inundado de aguas de sangre y lodo. Millones de inocentes son enviados a prisión, y nadie puede saber cuándo le llegará su turno. La economía se desintegra. El hambre se extiende. Está claro, camaradas, que la camarilla estalinista ha dado un golpe de Estado fascista. El socialismo no existe más que en las páginas de periódicos cubiertos de mentiras. Por su odio furioso al verdadero socialismo, Stalin es como Hitler y Mussolini. Destruyendo el país para preservar su poder, Stalin lo ha convertido en presa fácil para el bestial fascismo alemán. La única salida para la clase obrera de nuestro país es luchar con determinación contra el fascismo de Stalin y de Hitler, luchar por el socialismo.

¡Camaradas, organizaos! No temáis a los verdugos del NKVD [Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, según su acrónimo ruso]. La única cosa que pueden hacer es golpear a los presos sin defensa, arrestar a inocentes, saquear las riquezas del país e inventar procesos ridículos contra complots inexistentes.

Camaradas, uníos al Partido Antifascista de los Trabajadores. Contactad con su Comité de Moscú. Organizad en las empresas células del PAT. Utilizad las técnicas de la clandestinidad. Preparad el movimiento de masas por el socialismo a través de la agitación y la propaganda.

El fascismo estalinista existe porque estamos desorganizados. El proletariado de nuestro país, que ha derribado el poder del zar y de sus capitalistas, sabrá derribar al dictador fascista y su camarilla.

¡Viva el 1º de Mayo, el día de la lucha por el socialismo!

Comité de Moscú del Partido Antifascista de los Trabajadores

Esta octavilla nunca fue distribuida. Dos días antes del 1º de Mayo, el 28 de abril de 1938, el NKVD hizo una batida en el Instituto de Landau y lo arrestó, junto a su muy íntimo amigo y colaborador Moisei Korets (que no sería liberado hasta 20 años más tarde, en 1958), con el que había redactado y mimeografiado la octavilla. Lo que siguió no fue ninguna sorpresa: Interrogatorios y torturas en la prisión moscovita de Butykra y finalmente, condena a diez años de prisión bajo la acusación indescriptible de… “espionaje en favor de la Alemania nazi”. Sin embargo, Landau entonces era conocido mundialmente y la comunidad científica internacional se movilizó para liberarle. El famoso físico danés Niels Bohr y el presidente del Instituto de Física de la Academia de Ciencias de la URSS Piotr Kapitsa incluso llegaron a escribir a Stalin y Molotov para exigir la liberación de Landau. ¡Y milagro, tras un año de prisión, Landau fue liberado!

Foto de Landau por el NKVD (archivos del NKVD)

Como se puede imaginar, no hubo milagro para los amigos colaboradores de Landau, en el -ya mundialmente célebre en aquella época- Instituto Físico-Técnico de Kharkov, del que él mismo era a la vez inspirador, líder y motor. Investigadores soviéticos, pero también extranjeros (alemanes, austríacos, polacos, rumanos, holandeses…), la mayoría de los cuales marcaron el progreso de la física en el siglo pasado, fueron también arrestados en 1937-38, y fueron ejecutados o “desaparecieron” sin que ni siquiera se supiera la fecha y el lugar de su muerte. En resumen, tuvieron el mismo destino que millones de ciudadanos soviéticos…

Al igual que Landau, que es descrito como un “ardiente comunista” por sus colegas de Oxford a los que visitó a principios de los años 30, los científicos extranjeros del Instituto de Kharkov son también todos comunistas y miembros de los partidos comunistas de sus países. Vienen a Kharkov en Ucrania no solamente para escapar de los nazis -casi todos eran comunistas y judíos- sino también para “contribuir a la construcción del socialismo” en la URSS. Así es como el Instituto Físico-Técnico de Kharkov, más conocido como Fiztech, llega a acoger a lo mejor de los jóvenes científicos europeos, provocando el interés constante de la comunidad científica internacional, mientras que las celebridades científicas lo visitan a menudo, al menos antes de que el régimen estalinista prohibiera todo contacto con el mundo exterior.

Buscar no al científico, sino al Landau revolucionario, no es nada fácil. ¡La izquierda internacional lo ignora totalmente y no existe el menor texto al respecto escrito por un hombre o una mujer de cualquier sensibilidad de izquierda! Los únicos trabajos -por otra parte, políticamente perspicaces y honestos- sobre “el otro” Landau, el Landau político, se deben a dos americanos y a un ruso, no historiadores, sino matemáticos y físicos, que “descubrieron” recientemente al comunista antiestalinista Lev Landau ¡mientras preparaban sus estudios sobre su obra científica! Aprovechando el muy breve período a principios de los años 90 que vio entreabrirse tímidamente los archivos del NKVD ( así como del GPU [Directorio Político Unificado del Estado] y de la KGB [Comité para la Seguridad del Estado] que lo sucedieron), estos historiadores amateurs descubrieron con sorpresa el manifiesto de Landau-Korets, hasta entonces totalmente desconocido, ¡pero también el archivo personal de Landau que contenía los relatos detallados de sus sucesivos interrogatorios en los sótanos del NKVD!

Fue como si emergiera de las sombras y viera la luz la cara oculta de la historia mundial, quizás la mayor de sus tragedias. Y como era inevitable, el “descubrimiento” del revolucionario Landau arrojaba luz sobre las tragedias igualmente desconocidas y hábilmente ocultas de sus amigos y colaboradores en el Instituto de Kharkov. Entonces, dado que la sola mención de sus nombres constituye un acto de justicia elemental y de restauración de la verdad histórica, aquí van algunos: Lev Shubnikov (1901-1937), Lev Rozenkevich (1905-1937), Vadim Gorsky (1905-1937), Valentin Fomin (1909-1937), Konrad Weisselberg (1905-1937), así como Matvei Bronstein (1906-1938), considerado como quizás el mayor genio científico del período de entreguerras soviético. Esperamos que cada uno de ellos encuentre su historiador en la persona de alguno de nuestros jóvenes científicos políticamente sensibles…

¿Y los demás colaboradores de Lev Landau? Para ilustrar mejor su triste destino, hemos elegido dos cuyas historias personales son emblemáticas de la tragedia de esa época terrible que la humanidad sigue pagando caro a día de hoy. El alemán Fritz Houtermans y el polaco-austríaco Alexander Weissberg, ambos miembros de los partidos comunistas de sus países, tras haber sido detenidos y torturados, ¡fueron finalmente entregados en 1940 a la Gestapo de ese régimen nazi del que huyeron para encontrar asilo en la URSS! Este acto odioso se perpetró en el marco de la colaboración estrecha entre el NKVD y la Gestapo, que comenzó incluso antes de que el pacto Molotov-Ribbentrop (1939) fuera firmado en 1939. Así fue como 80 antifascistas y comunistas alemanes fueron entregados a la Gestapo antes de 1939, y más de 200 después de 1939…

Aprovechando la ocasión para contar en pocas palabras una de las increíbles historias personales de los científicos comunistas del Instituto de Kharkov, elegimos la odisea de Alexander Weissberg, que siguió a su entrega a sus verdugos nazis. Tras haber sido detenido en varias prisiones en Alemania y en la Polonia ocupada, Weissberg acabó en el gueto de Cracovia. Cuando se entera de que iba a ser ejecutado al día siguiente, se escapa y se refugia en otros guetos judíos de Polonia, de donde se escapa a tiempo poco antes del inicio de la operación de exterminio de su población. Logró pasar a la “parte aria” Varsovia, donde sin embargo es arrestado por la Gestapo, para ser enviado sucesivamente a varias prisiones y campos de concentración en Polonia. Se escapa de nuevo y toma parte, arma en mano, en la heroica insurrección de Varsovia. Fue arrestado y enviado en un campo de concentración de donde se volvió a escapar ayudado por un antifascista alemán. Entra en la clandestinidad hasta el final de la guerra, y temiendo ser apresado de nuevo por el NKVD, que se activa en Polonia tras la guerra, pasa finalmente en 1946 a Suecia y después a Francia…

Einstein, ¡el anticapitalista antiburócrata!

Mucho más conocido que el -totalmente desconocido- comunista antiestalinista Lev Landau, el anticapitalista antiburócrata Albert Einstein permanece sin embargo hasta hoy ignorado por la izquierda de toda sensibilidad, que se niega a invocarlo incluso cuando su “socialismo” es tratado como la ideología arcaica de algunos atrasados que permanecieron presos en el siglo XIX. Evidentemente, el ocultamiento sistemático de las posiciones marxistas y socialistas de Einstein y de Landau no es ninguna sorpresa cuando proviene de la burguesía y de los diversos medios que son sus fieles servidores. De hecho, la falsificación de la historia ha sido siempre el pasatiempo favorito de la derecha y de sus excrecencias por el mundo…

Pero, ¿qué decir de la izquierda que hace casi lo mismo, aunque -lógicamente- debería tener todo el interés en invocar el testimonio anticapitalista de dos de los “mayores genios” de la era moderna, para responder a la propaganda anticomunista y antisocialista cotidiana de sus adversarios de derecha y de extrema derecha? La respuesta no es difícil: La socialdemocracia, que ha abandonado el marxismo desde hace mucho tiempo y ha decidido cogestionar el sistema capitalista, aborrece -por no decir que odia- las posiciones radicalmente anticapitalistas tanto de Landau como de Einstein. Así pues, ¡es prácticamente “normal” y previsible que colabore de hecho con la derecha para “enterrar” para siempre los… elementos subversivos que son Einstein y Landau!

Queda sin embargo la otra, la izquierda no socialdemócrata, que sigue ondeando la bandera del socialismo. Esta debería -lógicamente- tener todo el interés en responder a la propaganda de la derecha, pero también a la de la socialdemocracia, invocando sistemáticamente los testimonios de dos grandes científicos de los tiempos modernos. Y sin embargo, nunca lo hizo. ¿Por qué? Pues porque esta izquierda estalinista y metaestalinista no puede tolerar -o más bien odia a muerte- el antiestalinismo claro y abierto de Landau, pero también de Einstein. Y es así como llegamos a la triste conclusión de que, ¡desde hace al menos 70 años, existe una conspiración de silencio heterogéneo pero muy eficaz, que tiene como único objetivo hacer desaparecer la palabra subversiva de Einstein y de Landau!

Por supuesto, están aquellos -pocos- que no pertenecen a ninguna de las categorías antes mencionadas, y que podrían tener todo el interés en invocar tanto el anticapitalismo como el estiestalinismo de Einstein -las posiciones y las actividades políticas de Landau han sido desconocidas hasta hace unos 20 años-. Lo que sorprende no es que no se refieran jamás al socialismo y a la antiburocracia de Einstein. Es sobre todo que cuando publican -muy raramente- su texto histórico “¿Por qué socialismo?”, no hacen ningún comentario o análisis que pudiera distorsionar una comprensión elemental del enorme valor y significado de ese texto. No porque haya sido escrito por “el gran Einstein”, sino porque este texto regenera el discurso marxista, yendo directamente a la raíz de los males del capitalismo, cómo se manifiestan y son vividos destruyendo a la vez a la humanidad y a cada uno de los seres humanos. ¡Y no solamente los de 1949, sino también los de 2021! Y aún más, sin las medias tintas y frases embrolladas de un cierto discurso marxista, sino con palabras simples, claras y bien comprensibles.

Ciertamente, Landau sabía que arriesgaba su vida al redactar el manifiesto del 1º de Mayo, y su plena consciencia del peligro mortal al que se exponía convierte su acto en aún más heroico y admirable. Pero, aunque Einstein era ya celebérrimo, también le hizo falta mucho coraje para escribir y publicar un texto como este “¿Por qué socialismo?” en 1949, mientras que la guerra fría causaba estragos y en el momento en que apuntaba maneras la caza de brujas (de izquierda) que se generalizaría pronto por el tristemente célebre senador McCarthy. Y sin embargo, Einstein eligió ir contracorriente y golpear al sistema en su raíz, proponiendo como única solución a los problemas de la humanidad, y por tanto de EEUU, donde él vive y trabaja, el socialismo, la socialización de los medios de producción y la planificación de la economía! Sin duda, hacía falta mucho coraje para publicar ese texto en ese momento preciso de la historia y en la metrópolis del sistema capitalista mundial…

De todas maneras, hacía falta al menos el mismo valor para ir contracorriente de la época, y hacer la crítica despiadada a la burocracia estalinista y a su régimen que figura en el penúltimo párrafo de su texto. En efecto, no es solo que el culto a la personalidad de Stalin alcanzara su cenit en 1949, y que cualquiera que osara contestarle desvelando la horrible realidad soviética, era tratado de “vendido” y de “agente” del enemigo, que debía desaparecer. Es que Einstein va, en este penúltimo párrafo, mucho más allá de la simple crítica dura al régimen estalinista, extrayendo lecciones más generales que llevan a señalar la degeneración burocrática como el peligro mortal que amenaza todo intento de derribar el sistema capitalista. Y todo eso haciendo constataciones totalmente heréticas para la izquierda “oficial” de esa época, como por ejemplo que “una economía planificada no es todavía socialismo” o que tal economía “puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo”, antes de concluir planteando a la izquierda 2 ó 3 cuestiones de importancia capital para su propia credibilidad tan maltratada, que permanecen hoy sin respuesta: “¿Cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?”.

Presentando un largo extracto del “¿Por qué socialismo?”, escribimos en 2015 estas palabras a modo de introducción: “Nada mejor para conocer al otro Einstein que escucharle hablarnos con sus propias palabras de la cuestión más actual que nunca… “¿Por qué socialismo?”. Y como escribimos hace exactamente diez años, cuando publicamos estos largos extractos, “Sin embargo, atención: sería un error tratar este texto como si fuera una “curiosidad”, una prueba de las múltiples facetas del genio de Einstein, de un sabio que se atreve a ir más allá de lo que sabe hacer. En realidad, se trata de un texto que, destinado al primer número de la revista de izquierda Monthly Review, revela a un Einstein que no es solo un profundo y terriblemente actual pensador de los problemas presentes de la humanidad, sino también un antiburócrata combativo, es decir, un comunista antiestalinista. Que el lector atento extraiga sus propias conclusiones…”


 ¿Por qué socialismo?

Por Albert Einstein

(…) Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: ’¿por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?’

Estoy seguro que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos, por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determinan el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto ’sociedad’ significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad –en su existencia física, intelectual, y emocional– que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la ’sociedad’ la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra ’sociedad’.

(…) Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos –que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos– en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo, –no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional – puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré ’trabajadores’ a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción – aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es ’libre’, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de ’contrato de trabajo libre’ para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho del capitalismo ’puro’.

La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un ’ejército de parados’. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

La claridad sobre los objetivos y los problemas del socialismo es de suma importancia en nuestra época de transición. Dado que, en las circunstancias actuales, la discusión libre y sin trabas de estos problemas ha estado sometida a un poderoso tabú, considero que la fundación de esta revista es un importante servicio rendido al público.


Notas

[1. Albert Einstein nacido el 4 de marzo de 1879 en Ulm, en Wurtemberg (Imperio alemán) y muerto el 18 de abril de 1955 en Princeton, en New Jersey (EEUU), es un físico teórico. Publica su teoría de la relatividad especial en 1905 y su teoría de la gravedad, conocida como relatividad general, en 1915. Contribuye en gran medida al desarrollo de la mecánica cuántica y la cosmología y recibe el premio Nobel de física en 1921 por su explicación del efecto fotoeléctrico. Su trabajo es muy conocido por el gran público por la ecuación E=mc2, que estableció una equivalencia entre la masa y la energía de un sistema. Hoy es considerado como uno de los grandes científicos de la historia y su celebridad sobrepasa de largo el medio científico. Es la personalidad del XX sigue, según ‘Time’. En la cultura popular, su nombre y su persona son directamente ligados a las nociones de inteligencia, de saber y de genio (fuente: Wikipedia)

[2. Lev Davidovich Landau (en ruso: Лев Давидович Ландау, lʲɛv dɐˈvidəvʲitɕlɐnˈ[da.u] Écouter), nacido el 22 de enero de 1908 en Bakou /Imperio ruso) y muerto el 1 de abril de 1968 en Moscú (Unión Soviética), es un físico teórico soviético. Es laureado con el premio Nobel de física en 1962 “por sus teorías pioneras a propósito del estado condensado de la materia, particularmente, el helio líquido”, pero sus contribuciones a la física van mucho más allá y cubren numerosas ramas donde aporta formulaciones teóricas de los fenómenos de la mecánica de los fluidos a la teoría cuántica de los campos. Elabora así una formulación teórica de las transiciones de fase de segundo orden, de la superconductividad (teoría de Ginzburg-Landau), del diamagnetismo, de los líquidos de Fermi, etc. También está acreditado que anticipó la existencia de estrellas de neutrones (o, al menos, de estrellas densas de partículas subatómicas sin carga eléctrica) antes incluso del descubrimiento de los neutrones en 1932. (fuente: Wikipedia)

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