
- Con tan solo once años, Parvana debe salir de casa y confrontar las injusticias de ser mujer bajo el régimen talibán.
Articulo de bibliotecasmedellin
María Fernanda Gaitán Rojas
Alza tus palabras,
no tu voz,
la lluvia hace crecer las flores,
no el trueno.
-Muhammad Rumi
Entre los años 2001 y 2014 Afganistán vivió una guerra en la que el país se vio sujeto a bombardeos, pobreza y hambruna, a un régimen que desde la violencia y el radicalismo impuso el analfabetismo y las armas como generalidad para sus habitantes y fieles, quienes padecieron la pérdida y el ardor del desprendimiento obligatorio. En este contexto, se desarrolla The Breadwinner, El pan de la guerra en español, una película animada que narra la historia de Parvana, una niña de once años que vive bajo el régimen radical de los talibanes en la ciudad de Kabul, foco de la guerra y capital de Afganistán. Su familia se compone de madre, hermana, un pequeño hermanito y padre, quien fue maestro de Historia y se encargó de alfabetizar a toda su familia, incluyendo a las mujeres de la casa, hecho que bajo normatividades del Islam estaba prohibido.
Parvana, única mujer de su familia que puede salir por ser una pequeña niña que aún no ha alcanzado la madurez sexual, ayuda a su padre con las ventas en el mercado, pero un día se ve envuelta en una discusión con un hombre, aparentemente militar, que la reprende por llamar la atención cuando trata de ahuyentar un perro; hecho que se convierte en el detonante de la trama, pues las mujeres no tienen permitido hablar, hacerse notar, discutir, mirar a cualquier hombre a la cara o a los ojos. Si lo hacen, son culpadas y responsabilizadas de distraer y despertar en los varones sus instintos más bajos, razón por la cual deben permanecer cubiertas y en silencio, casi inexistentes y solo al servicio, todo esto en pro de la supuesta preservación de su castidad.
A raíz del altercado, el hombre arresta al padre de Parvana, quien es acusado por enseñar a leer y escribir a mujeres y tener libros prohibidos en su casa; recayendo en manos la niña la responsabilidad de mantener a una familia entera. Con tan solo once años, Parvana debe salir de casa y confrontar las injusticias de ser mujer. Emprende así diferentes luchas y aventuras en medio de su rebeldía y la necesidad de sobrevivir; decide cortarse el cabello, vestirse como hombre, salir a la calle, trabajar en lo que pueda, abastecer a su familia de alimentos, buscar a su padre, luchar, fracasar, intentarlo de nuevo y de nuevo.
La cinta animada en 2D nos permite disfrutar de paisajes desérticos, representaciones fieles de la ciudad de Kabul en 2001; una paleta de colores que con tonos grises y cafés acompaña la tristeza, el dolor y la desesperación de sus personajes; un diseño sonoro tranquilo, imperceptible en algunos momentos y desgarrador o lleno de adrenalina en otros; una adaptación audiovisual que hace justicia a la novela homónima en la que está inspirada, escrita por Deborah Ellis y publicada en 2002. La autora cuenta que como fuente de inspiración entrevistó a diferentes mujeres y niñas que habitaban campos de refugiados en Pakistán y Rusia y fue así como le dio vida a la protagonista, su familia y su historia de vida.
Otra gran característica de la película son los dos universos narrativos que en esta se presentan: por un lado, tenemos la historia principal de la que ya hemos hablado, y por otro nuestra protagonista se inventa una historia paralela, dándole vida a sus propios personajes y hechos que en efecto son las mismas adversidades que ella vive puestas en perspectiva y narradas en su propia voz. Cuando Parvana le cuenta a su familia la historia de Suleyman, un niño que como ella trata de salvar a los suyos de los hurtos de un rey que se proclama por encima del pueblo con violencia, la puesta en escena cambia, la animación que vemos en pantalla es colorida, el estilo es semejante al de los libros Pop-up, y es justamente así como esta pequeña niña se da fuerza, ideas y esperanza para seguir con su lucha, contando historias, narrando hechos y permitiéndole a su imaginación fluir. La tradición oral de esta familia es pues aquello que sirve como salvavidas y le da una segunda oportunidad a esta contadora de historias.
Concluyendo, la invitación es a ser testigos de esta historia, de este testimonio de vida que nos permite evidenciar realidades quizás un poco ajenas, realidades que nos confrontan y nos recuerdan que día a día desde diferentes lugares del mundo, de distintas maneras y formas, hay que hacerse de fuerza para sobrevivir y vivir.