Sobre: «Terror y utopía, Moscú en 1937»

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  • El libro “Terror y utopía, Moscú en 1937″ es una muestra de las esperanzas que despertó la revolución rusa en un futuro mejor y moderno, pero con un trasfondo de terror, que oscurecía lo que se hacía, mostrando que esta dualidad en ese año particular se encontraba en cada acto. Desde la confección de la guía telefónica a la construcción de muchas obras, pasando por congresos de arquitectos y otros.

Por Martiniano Rodríguez

Todo se pensaba como una demostración de la modernidad, de los avances, de cómo el socialismo había creado una URSS muy superior, pero cada acto terminaba con desaparecidos, muertos y acusaciones.

Una muestra de que nadie estaba a salvo del avance del stalinismo. Un arquitecto o un geólogo podía ser un saboteador, que trabajaba para el trotkismo o los alemanes (o ambos), aunque estos sean los mejores del mundo, esta acusación podía terminar con su fusilamiento sin fundamentos reales.

Para el autor, 1937 es un punto de inflexión, muchos hechos coinciden ese año, pero sin duda es alrededor de ese año que Stalin y su grupo logran consolidar su poder sobre el resto de la burocracia de la URSS. En Moscú coinciden el final del Plan General que promovió la creación de varios edificios monumentales, el final de la construcción del canal del Volga que unió Moscú al mar, la guerra civil española, el centenario del nacimiento de Pushkin, el segundo juicio de Moscú, el suicidio de Ordzhonikidze, y más.

Moscú era la segunda ciudad durante el gobierno de los zares, pero al ser declarada capital debió sufrir una serie de trasformaciones que la pusieron a la altura de las ciudades de occidente. Debía ser la muestra de una ciudad socialista, para ello se voltearon edificios y construyeron nuevos, el subterráneo, electricidad, ampliaron avenidas, una muestra de que la propiedad socialista permite una mejor planificación. Pero más allá del aspecto, cambiaron los hábitos, los autos se adueñaron de la escena, y las iglesias dieron paso a los edificios monumentales o modernos.

Todo esto, atrajo una población nueva, más cosmopolita, y volviendo a crecer luego de haber perdido gran parte de la población. Para ello el plan contempló el suministro de agua, edificios de departamentos, pero nada alcanzó frente al crecimiento desmedido. La electricidad era la gran muestra del adelanto de la ciudad. La construcción de edificios monumentales, una forma de competencia con las ciudades occidentales, pero un error creer que el monumentalismo por sí mismo es una forma superior o socialista, de hecho, hubo discusiones dentro de los arquitectos, y a la vanguardia seguían los mismos que antes de 1917.

Quienes osaron levantar la voz por la pérdida de iglesias o edificios históricos, fueron perseguidos. Para Schlögel también había un hecho burocrático, le denuncia de alguien para quitarle el departamento de privilegio.

El censo de ese año, y la guía telefónica de Moscú, permite hacer una “geografía del terror”. En ambos casos se puede ver que la represión llego a todos los lugares, desde los barrios donde vivía la elite de la burocracia hasta los barrios obreros. El censo muestra cosas ilógicas que produjo la represión: en Sibería había una gran minoría de ucranianos, ciudades donde había cárceles o centros de “resocialización” crecieron hasta duplicar la cantidad de “habitantes”. Los castigos estaban cambiando la geografía.

Ese mismo año se re habilito a Pushkin, que mas allá de las discusiones sobre este liberal, era una reafirmación de lo ruso, por sobre el resto de las nacionalidades. Algo que dice el autor, y otros que han estudiado la época de Stalin, es que había algo de xenofobia en el terror stalinista, no solo los judíos sufrieron la persecución por actos de “sabotaje” sino que algunas minorías fueron estigmatizadas. Bujarin entre otras acusaciones es culpado de judaísmo durante las acusaciones que llevaron a su juicio.

Siguiendo con la cultura, durante los años 30 tuvo su época dorada el cine soviético, se había fundado Mosfilm (un intento de Hollywood). Los temas ya no eran los de los años 20, todo apuntaba a mostrar el avance del socialismo, eran historias de campesinos que se iban a la ciudad, que acusaban a sus padres por estar en contra de la URSS, de la colectivización, etc. El otro tema era mostrar los avances: las nuevas ciudades, los canales, etc. Había que emular a Estados Unidos.

Pero el terror llego hasta el cine, Eisenstein fue censurado varias veces, y así muchos directores respetados internacionalmente. Mosfilm en 1937 casi queda paralizado por que nadie se animaba a presentar guiones, según el autor, al punto que casi cierra.

Los juicios de 1937, y los demás juicios de Moscú, no eran nuevos. Ya habían existido juicios contra miembros del partido Bolchevique y otros, lo nuevo para el autor es que estos juicios terminan con penas de muerte contra miembros del partido. O sea, hay un salto en calidad, pero habría que agregar que los Juicios de Moscú también hubo cambios en la cantidad, fueron decenas de miles.

Schlögel encuentra una relación entre este terror organizado y la guerra civil española. El Estado stalinista agitó la solidaridad a favor de la república, hubo manifestaciones, los periódicos todos los días mantenían informado al público con periodistas en España. Pero esta agitación y solidaridad internacional, creo el clima de persecución, el enemigo buscaba destruirlos: los alemanes y los trotskitas. El furor que creo que la guerra civil, permitió al interior de la URSS crear el mismo clima, los mismos enemigos. Por eso el terror no solo fue tolerado, hubo manifestaciones contra los “enemigos internos de la URSS, que saboteaban y retardaban el avance del socialismo”. El enemigo internacional también trabajaba dentro de la URSS, y la guerra civil no solo sirvió para enardecer los ánimos, también allí los agentes stalinistas “practicaron” sus juicios, percusiones y mentiras.

La idea es muy interesante, y en otro capitulo muestra la influencia de la radio que en ese momento era el “medio masivo de comunicación” y que fue usado hábilmente por Stalin. Millones de personas escuchando los discursos, los juicios, llevando ese miedo a los enemigos internos hasta el último lugar de la URSS, difundiendo las acusaciones y rumores falsos, logrando que la propaganda stalinista se haga carne.

Así la población no solo tolero el terror, lo veía como algo normal frente a un ataque, y apoyo a Stalin.

Un capitulo interesante es el que relata el suicidio de Ordzhonikidze. Entre los años 1936 y 1938 no fue el único suicidio, es tal la cantidad que se vuelve tema de discusión en las reuniones y hasta hay un decreto, al punto que se acusa a los suicidas de que lo hacen para ensuciar al socialismo, o sea suicidios organizados contra Stalin.

Este hecho ocurre días antes del Pleno de 1937 del Partido Comunista, y después de la ejecución de Piatakov y colaboradores de Ordzhonikidze. Para el autor, el Pleno es una puesta en escena, un circo, igual que el duelo por la muerte del camarada. Schlögel dice que hubo dos objetivos, salvar el poder y destruir el partido existente para conservarlo.

El principal punto era enjuiciar a Rikov y Bujarin, y ver el estado de ánimo del partido frente a eso. No solo logró que el partido asumiera la culpabilidad de ambos (no se los dejaba hablar, los insultaban, más parecido a una cancha de futbol que a un congreso de un partido), y al mismo tiempo Stalin pudo sembrar dudas sobre otros sacando a relucir el pasado y fomentando acusaciones dudosas. Hasta Bujarin sufrió una manifestación callejera en contra durante el Pleno.

El resto del pleno sirvió para discutir el sabotaje, echar culpas o asumirlas, y tildar todo error del plan como un acto de troskistas. Un gran circo que legitimo el terror e hizo coparticipe de él a gente más allá del núcleo duro. Estos puntos cambiaron al partido, según el autor quedo claro que nadie podía confiar en nadie. Las expulsiones posteriores hicieron que el partido casi desapareciera en algunos lugares, o fueran minoría (en Kirguistán los ex compañeros eran 14mil frente a 6mil militantes, Siberia perdió la mitad).

Schlögel deja bien mercado, que las reuniones casi no existían, cuando se nombraba a alguien en un puesto nunca se pedía que rinda cuentas por lo que hacía, no se discutía, se echaba a los que tenían diferencias. Podríamos agregar que así se dio forma a un partido que le permitió a Stalin gobernar sin presiones internas.

Pero como dice Schlögel, el partido que llega a 1937 es prácticamente un partido nuevo, por esa razón se podía culpar a camaradas que habían estado en la revolución, que habían jugado su vida por ella, y ahora podían ser enemigos de ella.

Ese año había 333 secretarios de direcciones (provinciales, de las repúblicas, etc), 293 entraron luego de 1934 y más de la mitad tienen menos de 35 años. Los elegidos para el Pleno de 1937, la mayoría no había estado en el anterior. Eran militantes muy nuevos, ya formados en gran medida por el stalinismo, no por la revolución. Otro factor que ayudo a aceptar los juicios como verdaderos y justos.

Moscú se había trasformado en una gran ciudad cosmopolita no solo por los que llegaban a trabajar desde toda la URSS, miles de perseguidos, gente de la cultura (ese año pasa por la URSS Feuchtwanger), que buscan en la URSS protección o ser parte de la construcción de una sociedad nueva. Ellos también son perseguidos, era más fácil incluso por que solían llegar con papeles falsos o identidades nuevas, así pasaron a ser agentes encubiertos cuyos papeles los nazis habían aportado. Bela Kun estuvo entre los acusados, de héroe de Hungría a ser uno de los que trabajo para sepultar la revolución en su país, por ejemplo. Los emigrados alemanes, todos eran nazis o trotkistas. Nadie se salvaba, las credenciales revolucionarias de antes de 1930 ya no servían, podías haber seguido al pie de la letra a Stalin y haberte jugado la vida en alguna revolución, y en 1937 ser espía de los alemanes que informaba a Trotsky y trabajabas para el sionismo.

El punto de la represión llegó a un nivel, que el Comintern (que funcionaba en Moscú) tuvo que pedir a los rusos que les proveyeran administradores porque ya no tenían como reemplazar a los “espías”. Pero Stalin no daba puntada sin hilo, la represión sobre el Comintern apuntó directo al internacionalismo y la concentración de poder. Al finalizar el terror, Dimitrov tuvo que pedir que se cierre. Lo que quedaba de esta organización internacional era casi nada, y se disolvió sin que Stalin la tenga que cerrar directamente.

En el libro también se puede ver algo que ya en los 30 ya comenzaba a ser parte de la vida cotidiana. Hay en Moscú un sector de la dirigencia, la cultura y los deportes, que tienen un nivel de vida muy superior al resto, una elite. No solo las dacha o casas de campo, fiestas, barcos, spa, etc. El autor nos muestra documentos donde se relatan fiestas con vino, carne y caviar; recuerdos de gente que pasó por las dachas y algunas de ellas tenían baños de vapor. “lo que antaño era considerado un estilo de vida anti burgués e independiente, una ruptura de tabúes, era denominado a partir de entonces un cambio vital de personas corrompidas”, dicho por el autor. La cultura y el comportamiento de esta elite de los años 30 era casi igual a los que uno ve en EEUU o el resto de occidente. Prácticamente una imitación, pero supuestamente socialista. Igual, como hemos dicho, esta elite no estuvo tranquila, fue parte de la persecución, Bela Kun paso de su dacha y sus baños de vapor, a ser un contrarrevolucionario.

Así el autor nos muestra como quería verse la nueva URSS y como el terror contribuyó a darle forma a esa visión.


1 Schlögel, Karl: “Terror y Utopía, Moscú en 1937”, editorial Acantilado, 2014, Barcelona.

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