Quino se fue, pero Mafalda se queda

Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido mundialmente como Quino, logró lo que sólo los grandes artistas obtienen: un reconocimiento planetario (no hay exageración en la afirmación) y la vinculación instantánea de esas dos sílabas con imágenes de su obra.

0
161

Existe el chiste (con mucho de verdad) que señala que ante la mención de “Argentina” en cualquier lugar del mundo se responde con dos palabras: “Maradona y Messi”, también es cierto que en gran parte de ese mundo se le agregaba otro nombre propio: “Quino”.

Su obra fue traducida a decenas de idiomas, incluso al chino, lo que constituye una verdadera rareza y lo convierte en un fenómeno realmente universal leído por miles de millones. Su muerte, a los 88 años en su ciudad natal, Mendoza, fue motivo de congoja junto a un reconocimiento enormísimo por esos miles de millones de lectores.

En una excelente nota publicada en estos días, siguiendo la trayectoria del dibujante y guionista cuyano, se recuerda que empezó a ser conocida su obra en los años cincuenta: sus creaciones, por norma humor de una sola viñeta, aparecen en revistas como LeoplánDr. MerengueTía Vicenta y, sobre todo, Rico Tipo, la revista de humor más vendida en los cincuenta y sesenta. Rico Tipo era una gran vidriera y una posibilidad de mirar la obra de otros gigantes del dibujo, especialmente Oski, junto con Charles Schulz -el padre de Peanuts- , sean los pilares del estilo de Quino. De Mafalda todos conocen la génesis: fue primero un encargo publicitario para una marca de electrodomésticos llamada Mansfield y la campaña consistía en tiras de una familia: todos los integrantes tenían nombres empezados con «M». La cosa no anduvo, Mafalda quedó en el sótano de las ideas perdidas hasta que reflotó para Primera Plana, otro gran hito del periodismo argentino, la revista de actualidad creada por Jacobo Timerman donde Tomás Eloy Martínez pasó de la crítica de cine a la crónica, por ejemplo. Mafalda fue un éxito mayúsculo, y luego pasó a Siete Días1

Mafalda, todos sus personajes en realidad, entran en la galería de los grandes personajes del humor gráfico mundial. Sus diez años de aparición, de 1964 a 1973, son además de una efervescencia social que tuvo diversas expresiones artísticas irrepetibles. La diferencia quizás es que la nena “preguntona y reflexiva” mostraba en su personalidad una serie de matices, los cuales parecían faltar en los demás integrantes de la tira, más cercanos al estereotipo, pero la función de la caricatura es muchas veces ésa.

Aunque sea (o no) ocioso, repasemos:  Susanita expresión de cierta clase media engreída y egoísta con la fijación del “buen partido para casarse y ser madre”; Manolito procedencia étnica y laboral subrayada hasta lo grotesco; los padres de Mafalda, ejemplos de esa pequeño burguesía con deseos válidos de progreso social y cierto roce cultural; Libertad, fiel a su nombre, con progenitores desestructurados y de vanguardia; la insolencia y el desparpajo de Guille, hermanito pequeño de la protagonista, “un sesentoso” en ciernes. Teníamos (¿por qué ese tiempo verbal?) un cariño mayor por Felipe. Mientras escribimos esto, levantamos la vista y hallamos junto a la computadora, su rostro de extrema preocupación mientras se lamenta y piensa “justo a mí me tocó ser cómo soy”.

Es raro hallar en la obra de Quino el dibujo sin algún tipo de reflexión, aunque ésta se halla en la imagen siempre y su trazo es reconocible (como los grandes de este arte) a la primera visión.  Coincidiendo que el par observación e ironía definen muy bien a su obra, le agregamos reflexión. En el sentido más literal. No sólo como pensamiento de “algo” sino aquello de volver sobre nosotros mismos, que como sabemos somos sujeto/objeto, “hombres en el mundo” como decía el joven Marx. Si uno busca sólo distracción (lo que no está mal, aclaramos) puede ir a excelentes comics que para no ser injustos no mencionamos puntualmente ninguno, pero en Quino es distracción más reflexión profunda. Siempre.

Hacia mediados de los setenta y como él mismo decía “quiero salir de Mafalda” comienza una nueva etapa creativa. La nota citada la describe así: Entonces comenzó la etapa más fructífera de Quino: la del humor a página entera, que se publicó en diversos lugares (la revista de Clarín, quizás, fue su hogar más conocido). A veces una sola viñeta, a veces, un conjunto de dibujos que narraban una situación. Quino se había vuelto elegante, esencial. No hay absolutamente ningún detalle al azar en sus dibujos, ningún relleno. A la manera de Oski, deja de lado el realismo para mostrar, a través de un detalle, todo un estado de ánimo: los soles, por ejemplo, apenas trazos circulares; esas esquinas donde solo se ve el edificio en ochava mientras todo se difumina; las calles señaladas por un par de adoquines; los fondos blancos donde se destaca el personaje. Temáticamente, la fantasía, lo alegórico y el realismo se combinan casi en cada viñeta. Quino es uno de los grandes escritores fantásticos de la Argentina, tierra prolífica en esa rara especie.

Digamos también y no es un aspecto menor, que lo que señala con agudeza una compañera es también parte de las emociones que despierta la obra de Quino, la indignaciónAlgo de esa vieja indignación que decidimos nunca perder. Algo de esa “ingenuidad” de creer que frente a la injusticia, siempre hay que gritar. 2 Y esa es otra “función” del gran arte: sacudirnos, indignarnos, darnos ese “cross en la mandíbula” del que hablaba Arlt, no por casualidad escritor reivindicado por Quino. A no desesperar: Quino se fue pero Mafalda se queda.


 

Nota:

1: D´Esposito Leonardo: Adios a Quino, un auténtico genio de la observación y la ironía. BAE Negocios, 30/9/20

2: Marian Busch: De los revolucionarios para Quino, con cariño. Izquierda Web, 30/09/20

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí