Do The Right Thing: una obra atemporal contra el racismo

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  • Do The Right Thing, de Spike Lee, retrata las crecientes tensiones raciales de un ghetto de Brooklyn, Nueva York, a lo largo del día más caluroso del año.

Por Martine Luxemburgo y Santiago Damiani

La obra se enmarca en un contexto sociopolítico vertiginoso, atravesado por las políticas neoliberales de los 80, aplicadas por el entonces presidente Ronald Reagan. Las cuales generaron una tasa de desempleo altísima entre la población negra (llegando a un 19,5% en 1983, y aproximadamente a un 15% en el momento de los disturbios1), sumado a la reciente inmigración hispánica y asiática en suburbios tradicionalmente afroamericanos, lo que ocasionó una disputa por el acotado mercado laboral.

Durante gran parte de esa década, los trabajadores negros fueron despedidos y reemplazados por latinos en condiciones de precarización que, al no estar sindicalizados (entre otros factores), llegaban a cobrar incluso la mitad del sueldo de sus predecesores, viéndose desplazados de las pequeñas empresas, ahora dirigidas por coreanos. Lo cual conllevó a enfrentamientos entre los mismos trabajadores, producto de la lógica individualista del sistema que forzaba a las minorías a competir ferozmente entre ellas, mientras los capitalistas blancos seguían llenándose los bolsillos.

Finalmente, esta situación de creciente malestar explotó en 1992, luego de que un jurado de Los Ángeles absolviera a los policías responsables de la golpiza a Rodney King, un taxista afroamericano. Esta decisión ocasionó una revuelta sin precedentes, donde miles de jóvenes latinos y negros salieron a las calles de la ciudad a batallar contra la policía exigiendo justicia y manifestándose en contra de la impunidad de las fuerzas represivas, que venían efectuando actos explícitos de racismo, violencia étnica y abuso de la fuerza desde hacía decenas de años. Protestas similares se replicaron en otras ciudades como Las Vegas, Atlanta, Chicago, Nueva York y Seattle.

 

Do The Right Thing: un fiel reflejo de la realidad

En 1989, el director y activista afroamericano Spike Lee estrenó su segunda y más aclamada obra: Do The Right Thing. Haciendo un retrato casi calcado de la situación y los acontecimientos de la década, y hasta anticipando un estallido. La película se desarrolla en un guetto de Brooklyn, en donde se ven reflejadas todas las tensiones sociales que, hacían en aquel entonces del país una olla a presión a punto de estallar, representadas también en la agobiante ola de calor.

Lee, quien también es el guionista y productor, personifica a Mookie, un repartidor de 25 años de una pizzería italiana. Él se nos presenta como un espectador pasivo de los acontecimientos que conciernen al barrio, donde viven ciudadanos de distintas nacionalidades que a diario se ven atravesados por enfrentamientos, disputas, dificultades económicas, amenazas y abuso policial. Incluso, se observa una furia latente en el propio Mookie, que se ve desanimado por las dificultades para mantener el empleo, sus problemas económicos, discusiones con su familia y con uno de sus jefes, que no oculta su desdén por los afroamericanos.

El clímax de la película ocurre cuando se desata una pelea con el dueño de la pizzería. Debido a este altercado, llega la policía para frenarlos y termina ahorcando hasta la muerte a un joven negro. Ante la frustración de ver a su amigo asesinado con total impunidad por los policías blancos, Mookie estrella un tacho de basura contra el vidrio del local, generando que el resto del barrio queme el lugar.

De este modo, Do The Right Thing se presenta no sólo como un film atemporal, sino que, por su contenido audiovisual explícito, logra reflejar la opresión y los ataques constantes que históricamente se ven obligados a sufrir las personas afro descendientes, no sólo por una condición étnica, sino también por una condición de clase. Otro elemento interesante que permite repensar esta obra es el carácter político que puede contener el arte, permitiendo a su vez comprender a esta disciplina como una herramienta de transformación, que debe ser puesta en manos de una clase a la que históricamente se le ha negado y restringido sus derechos.

Por último, cabe destacar el guión audaz y brillante de la película, característica de un director tan explosivo como su filmografía, una magnífica fotografía, banda sonora, diseño de producción y manejo de cámara. Elementos que ubican a Do The Right Thing, según el público y los críticos (aunque fue cuestionada e ignorada en su momento), como una de las mejores películas de la historia del cine, la obra maestra del realizador y una visión contemporánea y sin tapujos de los problemas raciales que azotan a Estados Unidos.

 

Fight the power: un fuego incontrolable que continúa extendiéndose

Sin duda, esta obra permite hacer un paralelismo con la incipiente rebelión antirracista que sacude en estos momentos al corazón del Imperialismo y máxima potencia mundial: Estados Unidos. Ya que la misma logra reflejar explícitamente el enfrentamiento entre pobres, producto de la impotencia del abuso policial y las aún vigentes desigualdades sociales que traen aparejado consigo pobreza, desempleo y tensiones étnicas intrínsecas de la vieja estructura racista y capitalista que sostiene a Estados Unidos. La enorme magnitud de las protestas ha logrado despertar la solidaridad en distintas partes del mundo que se expresaron en manifestaciones en Francia, Argentina, entre otros.

Al igual que el personaje Radio Raheem, cuya muerte fue consecuencia de un ataque policial brutal (que culminó con el desencadenamiento de la furia contenida en el barrio entre las mismas minorías), el ataque a George Floyd, quien fue reprimido y asesinado en manos de la policía en Minneapolis el pasado lunes, se convirtió en la chispa que desencadenó un incipiente proceso sumamente progresivo, el cual forma parte de un hecho histórico, como hace décadas no ocurría en el país.

Lo dicho con anterioridad evidencia que, nuevamente, la realidad supera y desborda a la ficción. Hoy podemos ver en las calles a miles de personas donde las diferencias entre los distintos grupos étnicos parecen diluirse, primando la pertenencia a una misma clase: los oprimidos. La rebelión desencadenada recientemente tiene como protagonista a la juventud negra precarizada, lxs afro descendientes, lxs latinos, lxs mujeres, quienes se han unido en un mismo reclamo de justicia, denunciando al sistema policial. Juventud que en solidaridad con los trabajadores, las mujeres y otras minorías se enfrenta a diario, al sistema policial represivo, avalado por Donald Trump, quien desde su asunción viene aplicando políticas socioeconómicas profundamente reaccionarias. Este nefasto personaje restringe los derechos civiles aplicando el estado de sitio y llama a abrir fuego contra los manifestantes desde su Twitter, argumentando su accionar en los saqueos, dejando de lado la violencia estatal que durante décadas han ejercido los gobiernos norteamericanos sobre la población de color.

El ataque sufrido por George Floyd fue solo fue uno de los hechos que sacó a flote los abusos diarios cometidos por las fuerzas de seguridad hacia las minorías étnicas, los cuales pueden verse también en otras partes del mundo, (como el reciente ataque sufrido por miembros de la comunidad QOM en Chaco2). Además hoy las minorías étnicas son el sector más golpeado por la crisis producto de la pandemia, lo cual se ve expresado en los actuales niveles históricos de desempleo en EE.UU, con 40 millones de desocupados, de los cuales un 16,7% es de origen afrodescendiente y un 18,9% de origen latino3.

En esta línea, consideramos que para avanzar en la consciencia, la solidaridad e impulsar la rebelión popular en la nación norteamericana, resulta indispensable poner en pie una organización independiente del gobierno y todo sector patronal, un partido de trabajadores, que denuncie fervientemente al gobierno ultrarreaccionario, impulse cada reclamo antirracista y emprenda una lucha, donde se expresen los reclamos históricos de lxs jóvenes, las mujeres y diversidades, y el conjunto de la clase trabajadora desde una perspectiva crítica y emancipadora.

Por último, a modo de reflexión, podría decirse que tal acontecimiento no solo vino a sacudir a un régimen cuya solidez es innegable, sino que también puso en vilo al mundo entero. Mundo que se encuentra atravesando un hecho histórico producto de la pandemia. La cual, si bien marcó un retroceso en aquellas rebeliones que venían desarrollándose en los distintos puntos del planeta, hoy quedó en un segundo plano a raíz del estallido en EE.UU, donde la juventud se encuentra, en estos momentos, tomando las calles del corazón del imperialismo ni más ni menos.


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