Crisis triple en el océano del Antropoceno, tercera parte

El calor de 3,6 mil millones de bombas atómicas: La cantidad de energía recibida del Sol no ha cambiado, pero las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero están atrapando cada vez más el calor reflejado, evitando que salga de la atmósfera.

0
118

Hasta 1970, el flujo constante de energía que la Tierra recibía del Sol era compensado por el reflejo del calor hacia el espacio, por lo que el nivel general de energía del Planeta no ha cambiado mucho con el tiempo. La cantidad de energía recibida del Sol no ha cambiado, pero las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero están atrapando cada vez más el calor reflejado, evitando que salga de la atmósfera. Los científicos del clima llaman a esto, Desequilibrio térmico de la Tierra.

El exceso de energía no es distribuido uniformemente en el Sistema Tierra. Aunque el calentamiento global se asocia normalmente como un incremento de la temperatura del aire, el océano es en verdad mucho mejor para absorber calor que la atmósfera — un grado de calentamiento del océano almacena 1000 veces más energía térmica que un grado de calentamiento en la atmósfera — por lo que no sorprende que sea el océano el que ha absorbido la mayor parte del excedente de energía solar. Sólo el 7% calienta el aire, la tierra y derrite el hielo y la nieve; el 93% es absorbido por el océano.1

Los científicos miden el contenido calórico del océano en Julios (J): la cantidad de energía requerida para producir un vatio (W) de energía por segundo. En un comentario sobre la información más reciente, el científico Lijing Cheng, del Institute of Atmospheric Physics de China, calcula que el incremento del contenido de calor del océano durante los últimos 25 años requirió la adición de 228 mil trillones de Julios de calor (eso es 228x1021 )

“Ciertamente son muchos ceros. Para hacerlo más fácil de entender, he hecho un cálculo. La bomba atómica de Hiroshima explotó con una energía de aproximadamente 63,000,000,000,000 Julios. La cantidad de calor que hemos puesto en los océanos del mundo en los últimos 25 años equivale a 3.6mil millones de explosiones como la de la bomba de Hiroshima”2

Eso es como cinco bombas de Hiroshima por segundo: y el ritmo se está acelerando.

Desde 1987 el océano se ha calentado 4.5 veces más rápido que en las tres décadas anteriores. El Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) proyecta que incluso si las emisiones son sustancialmente reducidas, para el 2100 el calentamiento del océano será de 2 a 4 veces más rápido de lo que ha sido desde 1970; y de no reducirse las emisiones, se calentará de 5 a 7 veces más.3

Al absorber y almacenar inmensas cantidades de calor, el océano retrasa el impacto del desequilibrio térmico de la Tierra en el sistema climático global. En palabras del oceanógrafo Grant Bigg, el océano “actúa como un volante gigante en el sistema climático, moderando el cambio pero prolongando una vez que comienza”4. El precio a pagar por ese almacenamiento y retraso es un calentamiento oceánico que está trastornando al ecosistema más grande del mundo de varias formas.

  • Desde 2010, el océano Atlántico ha estado más cálido que en cualquier otro momento en los últimos 2900 años.

  • El Ártico se está calentando de dos a tres veces más rápido que el resto del mundo. El hielo marino estival podría desaparecer por completo en 2035.

  • El nivel del mar está creciendo, amenazando las poblaciones costeras y destruyendo humedales susceptibles. Dependiendo del nivel de emisiones, para el 2100 los océanos serán entre 0.5 y 2 metros más altos que en la actualidad.

  • El agua más cálida contiene menos oxígeno, causando que varias especies de peces estén encogiéndose. Un estudio reciente encontró un promedio del 5% de reducción corporal por cada 1°C de incremento de la temperatura del agua.

  • La migración animal entre los polos está ocurriendo más rápido en el océano que en la tierra. La biodiversidad marina en las áreas tropicales está menguando, y las redes tróficas en las áreas más frías están siendo alteradas por el ingreso de nuevas especies.

  • Las poblaciones de organismos que no pueden migrar se están reduciendo. La mitad de los corales de la Gran Barrera australiana, están muertos.

  • Los huracanes y tornados que se forman en agua cálida tienden a ser más fuertes, húmedos y destructivos. Los modelos climáticos indican que para el 2100, el número de tormentas de categoría 5 va a incrementarse un 85% globalmente, y un 136% en el Atlántico.

Olas de calor permanente

La mayor parte de los pronósticos del cambio climático enfatizan los cambios globales promedio a largo plazo. Esas mediciones son importantes, pero pueden resultar engañosas cuando el promedio oculta cambios y eventos regionales graves a corto plazo. Por ejemplo, aunque las gestiones climáticas se centran en el promedio de temperaturas globales, las olas de calor regionales con temperaturas atmosféricas mucho más altas que las históricas están aumentando en intensidad, frecuencia y duración.5

Lo mismo está ocurriendo en el océano.

La idea misma de olas de calor marinas es nueva: el propio término apareció por primera vez en 2011, en un reporte gubernamental sobre “una anomalía de temperatura importante” en la cual “la temperatura del agua sobre la costa sudoeste de Australia Occidental roza límites sin precedentes”6. Tan recientemente como en 2015, sólo cinco artículos de revistas científicas en inglés, contenían olas de calor marinas en el título, pero en 2019 había noventa y dos; un incremento que refleja lo que la revista Nature dijo que es “la aparición de una nueva disciplina: el estudio de las olas de calor marinas (MHWs, en inglés), discretos períodos de inusual elevación de temperatura en el agua del océano”7.

El repentino crecimiento del interés científico en las olas de calor marinas no es casual. Refleja un cambio real del clima del océano en las dos últimas décadas: un incremento radical en la frecuencia, intensidad y duración de los períodos donde la temperatura del agua es mayor a la normal. Estos eventos extremos pueden tener impactos devastadores en los ecosistemas del océano: organismos que han evolucionado para vivir en un rango de temperatura deben adaptarse, huir o morir cuando ese rango es excedido.

Las olas de calor marinas suelen ser definidas como cinco o más días consecutivos donde la temperatura de la superficie del mar está 10% por encima del promedio de 30 años para la región. Usando una definición más estricta: el 1% superior. El IPCC ha concluido recientemente que desde 1982, las olas de calor marinas “han duplicado su frecuencia y se han hecho más duraderas, más intensas y más extensas” y “la tendencia observada hacia más frecuentes, intensas y extensas olas de calor marinas… no puede ser explicada por la variabilidad climática natural”8. Los científicos del clima en la Universidad de Berna, Suiza, reportan que “la ocurrencia en las probabilidades de duración, intensidad e intensidad acumulada de la mayoría de las olas de calor marinas más grandes e impactantes documentadas, se han multiplicado por más de 20 por resultado del cambio climático antropogénico”9.

El siglo XXI ha visto olas de calor marinas particularmente devastadoras en el Mediterráneo(2003), Bahía de Bengala(2010), Australia Occidental(2011), Atlántico noroeste(2012), Pacífico noreste (2013-2016), Mar de Tasmania(2016) y Nueva Zelanda(2016). Todas tuvieron un gran impacto duradero en la vida animal y vegetal. En las costas del oeste de Tasmania y Australia, por ejemplo, las altas temperaturas mataron inmensos bosques de algas, hogar de innumerables especies de peces, y las especies de erizos de mar de aguas cálidas se apoderaron del fondo del lecho marítimo, evitando que las algas y otras plantas vuelvan a crecer.

La ola de calor marino del Pacífico noreste de 2013-2016, fue la más larga, extensa y mortífera hasta la fecha. Fue apodada “The Blob”, como la película de ciencia ficción y, como el monstruo espacial homónimo, creció rápidamente y destruyó toda la vida a su paso. Luego de formarse en el Golfo de Alaska, en el otoño de 2013, en menos de un año se expandió al sur de México, cubriendo a lo largo unos 10 millones de kilómetros cuadrados y penetrando unos 200 metros.

Las cadenas tróficas que han sostenido la vida por milenios, colapsaron por un calor sin precedentes. Poblaciones de fitoplancton, copepodas, krill y otras pequeñas criaturas susceptibles al calor colapsaron, y los animales que los comían, incluyendo más de 100 millones de bacalaos y millones de aves marinas, murieron de hambre. También miles de lobos marinos, cuando su presa desapareció. Cientos de kilómetros de bosques de algas marchitaron y murieron. El calor mató el 95% de los huevos del salmón real (chinook) dell río Sacramento. El mayor florecimiento de extensas algas tóxicas jamás visto, liberó neurotoxinas mortíferas, lo que forzó el cierre de pesquerías de almejas y cangrejos desde la Isla de Vancouver hasta California.

The Blob se disipó finalmente en 2016, pero intensas olas de calor marinas siguen afectando el Pacífico noreste. Las segunda y tercera olas de calor marina jamás vistas en esa área fueron en 2020 y 2019, respectivamente. Mientras escribo esto, en octubre de 2020, la última iteración cubrió 6 millones de kilómetros cuadrados, frente a los 9 millones del mes anterior.

Hasta hace cinco años, nadie hubiera imaginado que una “anomalía térmica” marina pudiera abarcar un área tan grande como Canadá, y pudiera durar por más de dos años. Investigaciones pasadas acerca del cambio climático del océano se enfocaron en los efectos a largo plazo en el promedio de temperatura, pero ahora, como dieciocho especialistas líderes en el campo escriben: “eventos extremos, de forma discreta, están emergiendo como fundamentales en el cambio de ecosistemas, llevando a cabo repentinos y drásticos cambios en la estructura ecológica y su funcionamiento”. Advierten que las olas de calor marinas “probablemente intensificarán los cambios climáticos antropogénicos [y] están emergiendo rápidamente como poderosos agentes de perturbación, con la capacidad de reestructurar ecosistemas enteros, y alterar la provisión de bienes ecológicos y servicios en la próximas décadas”10

Un importante estudio, publicado en diciembre de 2019, proyecta que el tamaño y la frecuencia de las olas de calor marinas se incrementará tanto que en muchas el océano alcanzará “un casi permanente estado de olas de calor marinas” para el final del siglo actual. Los investigadores proyectan que incluso si los gases de efecto invernadero empezaran a disminuir hacia la mitad del siglo, para el 2100 cerca de la mitad del océano experimentará olas de calor marinas los 365 días del año. Si las emisiones no se reducen, para el 2100 habrá permanentes olas de calor marinas en el 90% del océano, y cerca de las dos terceras partes de ellas serán de categoría IV, el nivel más extremo. Para comparar: The Blob, que alteró los ecosistemas de 10 millones de kilómetros cuadrados en el Pacífico, matando millones de peces, aves y animales marinos y desplazando millones más, era sólo categoría III.

Entonces será necesario introducir nuevas categorías “posibilitando la identificación en “extremos extremos”, como categoría V, VI, etc”. Para el 2080, se las emisiones permanecen altas, el Sistema Tierra estará en un “tiempo donde el clima de las olas de calor marinas habrá cambiado por completo del rango que las especies han experimentado previamente, y representa un cambio climático cualitativamente diferente”11.

Miseria a escala global”

Por sí solo, el calentamiento del océano es la mayor amenaza para la estabilidad del ecosistema más grande del Planeta — pero el calentamiento del océano no ocurre “por sí solo”. El trío mortal del calentamiento del océano, la desoxigenación y la acidificación son todas consecuencias de la alteración mundial en el ciclo del carbono. La quema a gran escala de carbón enterrado hace largo tiempo, ha cambiado la química del océano, calentado el agua y expulsado el oxígeno. Esos procesos ocurren simultáneamente y se retroalimentan, haciendo al océano cada vez más inhabitable, incluso mortal, para los seres vivos, desde microbios a ballenas.

Peor: el trío mortal no está actuando solo. La sobrepesca ha aniquilado muchas especies, y está previsto que la mayor parte de las poblaciones de peces serán mermadas en un 90% para el 2050. Contaminantes, incluidos plásticos que en esencia duran para siempre, están envenenando la vida marítima desde la costa, hasta los fosos más profundos. El escurrimiento de fertilizantes nitrogenados ha creado miles de zonas muertas en aguas costeras y estuarios. Los pozos de petróleo de alta mar están filtrando hidrocarburos mortales, y las compañías mineras se están preparando para dragar minerales poco comunes de las profundidades del lecho marino, destruyendo algunas de las pocas partes que quedan intactas en la superficie de la Tierra.

Como escriben los geólogos ambientalistas Jan Zalasiewicz y Marc Williams: “una remodelación total del ecosistema marino” está en curso. Si todo sigue como de costumbre “los cambios que prevalecen en los límites físico, químico y biológico del mar [transformarán] irreversiblemente, y para peor, la Tierra y sus océanos”12.

El efecto de esta transformación fue resumido por la Agence France-Presse, en su resumen del informe de 2019 sobre los océanos del IPCC: “Los mismos océanos que fomentaron la evolución humana están listos para desatar la miseria a escala global, a menos que la contaminación del carbono que está desestabilizando el ecosistema marino de la Tierra, sea controlada”13.


1 Kate S. Zaital, “Disrupting the Deep: Ocean Warming Reaches the Abyss,” Earth, March 8, 2018.

2 Chinese Academy of Sciences, “Record-setting Ocean Warmth Continued in 2019,” News Release, January 14, 2020.

3 Intergovernmental Panel on Climate Change, Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate (IPCC, 2019), 62.

4 Grant R. Bigg, The Oceans and Climate, 2nd ed. (Cambridge Univ. Press, 2006), x.

5 S. E. Perkins-Kirkpatrick and S. C. Lewis, “Increasing Trends in Regional Heatwaves,” Nature Communications 11 (July 2020)

6 A. Pearce et al., The “Marine Heat Wave” Off Western Australia During the Summer of 2010/11 (Western Australian Fisheries and Marine Research Laboratories, 2011), 1. Las bastardillas en “olas de calor marinas” indican que este aún no era un término aceptado.

7 Mark R. Payne, “Metric for Marine Heatwaves Suggests How These Events Displace Ocean Life,” Nature 584 (August 8, 2020), 43.

8 Intergovernmental Panel on Climate Change, Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate (IPCC, 2019), 67, 607.

9 Charlotte Laufkötter, Jakob Zscheischler, and Thomas L. Frölicher, “High-impact Marine Heatwaves Attributable to Human-induced Global Warming,” Science 389 (September 25, 2020), 1621.

10 Dan A. Smale et al., “Marine Heatwaves Threaten Global Biodiversity and the Provision of Ecosystem Services,” Nature Climate Change 9, no. 4 (March 04, 2019).

11 Eric C. J. Oliver et al., “Projected Marine Heatwaves in the 21st Century and the Potential for Ecological Impact,” Frontiers in Marine Science 6 (December 2019). doi:10.3389/fmars.2019.00734). El estudio usó los escenarios proyectados por la IPCC RCP4.5 and RPC8.5, y el sistema de modelado climático CMIP5.

12 Jan Zalasiewicz and Mark Williams, “The Anthropocene Ocean in Its Deep Time Context,” in The World Ocean in Globalisation, ed. Davor Vidas and Peter Johan Schei (Leiden: Brill, 2011), 34.

13 “Oceans Turning From Friend to Foe, Warns Landmark UN Climate Report,” Agence France Presse, August 29, 2019.

Artículo de Climate and Capitalism.

Traducción para Izquierda Web: Pablo B.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí