¿Cómo enfrentar las situaciones adversas?

La realidad siempre es más rica que lo que aparece a simple vista,está posee más “pliegues” y nos ofrece más alternativas que las que pensamos a primera vista.

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La realidad siempre es más rica

Lo primero tiene que ver con la realidad, con lo que nos es objetivo como revolucionarios, con lo que hace al contexto de nuestra actuación.

Muchísimas veces nos enfrentamos a situaciones adversas, situaciones que parecen no tener salida, y que por lo tanto pueden desmoralizar a ciertos militantes.

Uno de los jóvenes secretarios de Trotsky en el exilio de los años 30, Jean van Heijenoort, contaba en su obra biográfica, De Prinkipo a Coyoacán, qué respondía Trotsky a la pregunta sobre cómo deben abordar los revolucionarios los escenarios adversos de la realidad.

Él menciona una metáfora muy aguda que nos llamó la atención: señalaba lo que ocurría cuando un grupo de escaladores llegaban a una pared de la montaña que parecía completamente lisa, plana, y se les representaba que no podrían escalarla. En esa situación, cuando los escaladores se acercaban más a la pared, comenzaban a ver en ella algo que de lejos no se figuraban: que la superficie era más “rugosa” que lo pensado, que tenía salientes de las cuales asirse, y que con audacia pero también mesura (es decir, no a tontas y locas), se podrían ir encontrando los puntos de apoyo para escalarla. 

¿A qué remitía esta metáfora?

Es evidente: al hecho que la realidad siempre es más rica que lo que aparece a simple vista,está posee más “pliegues” y nos ofrece más alternativas que las que pensamos a primera vista. Y que para poder apreciar esto se trata es de trascender la superficie de las cosas arribando al fondo de los asuntos, dando cuenta de las contradicciones que toda realidad siempre posee, y encontrando en ellas los fundamentos para la acción.

Moraleja: la realidad siempre ofrece alternativas, pero a condición de que sepamos apreciarla como corresponde: no como un “paquete sellado” sino dialécticamente.

No está muerto quien pelea

Pero del terreno objetivo de las cosas se debe pasar, ahora sí, al factor subjetivo, que entre los revolucionarios habla de su política para modificar esa realidad.

Hemos escrito en otra parte que la política revolucionaria, cuando se apoya en determinados presupuestos materiales, cuando los encuentra, puede mover montañas. Ya Marx había señalado en La sagrada familia que toda idea verdaderamente revolucionaria se termina “apoderando de las masas” y logra hacerlo, precisamente, porque es radical, porque va a la raíz, a los fundamentos de las cosas.

Esto no quiere decir que se puedan construir “castillos en el aire”; nada de eso. Simplemente, significa que toda política revolucionaria, si logra apoyarse en los elementos más dinámicos de la realidad, si logra ser “radical”, si logra atrapar los eslabones centrales de la cadena (como también insistía Lenin), si logra identificarlos, puede transformar una realidad por más adversa que parezca a primera vista.

Así es que podría afirmarse que no hay situaciones absolutamente sin salida (Lenin lo decía para la burguesía; pero podemos hacerlo extensivo –hasta cierto punto- como algo de validez general). Que se nos entienda bien: que la realidad no esté mecánicamente determinada no quiere decir que en ciertas circunstancias, finalmente, a pesar de haber hecho todos los esfuerzos, no se pueda evitar una derrota.

Pero incluso hasta llegar a este punto hay un largo trecho de pelea; y cuando se pelea se encuentran siempre muchísimas más alternativas de las que se creía a primera vista, esto precisamente por los dos polos de la realidad a los que estamos haciendo referencia aquí.

Porque la realidad ofrece más alternativas de las que creemos cuando la apreciamos abstractamente y, al mismo tiempo, porque una política revolucionaria (que por definición no se rinde frente a los “hechos consumados”), siempre encuentra los puntos de apoyo para la acción, para avanzar en algo en modificar la adversidad.

Como digresión es interesante colocar aquí alguna de las reflexiones que hacía Trotsky a propósito de la derrota de la Oposición de Izquierda frente a Stalin y si no hubiese sido más fácil para él dar un golpe de Estado para derrotarlo dado que estaba al frente del Ejército Rojo.

Sobre este punto (que no desarrollaremos ampliamente aquí) Trotsky señalaba, simplemente, que si hubiera dado un golpe, si no se hubiese intentado apoyar en la clase obrera sino en el ejército, él mismo es el que habría alentado todas las tendencias burocráticas que la oposición se había constituido para combatir.

Pero aquí nos interesa desarrollar el otro aspecto de su reflexión, el que respondía a la idea de si la derrota de la oposición era “inevitable”. Trotsky insistía que el conjunto de las condiciones objetivas era lo que había posibilitado el ascenso de Stalin.

Luego de los enormes gastos de la guerra civil y en vista de las derrotas de la revolución en el mundo, la clase obrera y las masas populares de la URSS querían un “descanso”; esto es lo que parecía Stalin venía a proponerles (y que el giro de los años 30 vino a desmentir): la consoladora idea de la “construcción del socialismo en un solo país” y no las perspectivas de una revolución sin fin, “permanente”…

Preguntándole a Trotsky, entonces, si la derrota de la oposición había sido “inevitable”, este respondía que no: por más difícil que sea una lucha (la del trotskismo en los años 30 en la URSS o cualquier otra), lo que decide las cosas es la lucha misma, ¡lucha que hay que darla y ver qué sale de ella!

Las nuevas generaciones

Esto nos lleva a un último punto que tiene que ver con la negativa en el marxismo revolucionario a adorar los hechos consumados. Trotsky decía que la fuerza de la inercia histórica era una de las más características de la misma.

Se refería al “peso gravitatorio” de lo establecido, de lo fijado que quedaba en la retina de los trabajadores el mundo existente, el haber sido siempre el “último orejón del tarro”, y la incapacidad de ver lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos: que ese mundo podría estar modificándose.

En realidad, era más bien el Lukács de Historia y conciencia de clase(el revolucionario, no el que se pasará después aun “críticamente” al estalinismo), el que bajo el impacto de la derrota de la revolución alemana resaltaba como subproducto del carácter conservador de la conciencia, en la representación de los asuntos por parte de los trabajadores, muchas veces pervivía un mundo que, en la realidad, ya estaba feneciendo, pero que de todos modos, creían establecido así y para siempre.

De alguna manera, son este tipo de representaciones las que se fijan muchas veces en las viejas generaciones militantes, que como subproducto de acumular muchas derrotas, sienten que la realidad no se puede modificar.

De que Trotsky señalara agudamente que el movimiento revolucionario se renueva por generaciones(libres de las derrotas pasadas), teniendo presente (en el caso de su experiencia en los años 30), el significado que para la generación revolucionaria de Octubre había tenido el ascenso del estalinismo,y la apuesta al fundar la IV Internacional por una nueva generación militante para sacudirse el peso muerto de dicha derrota.

Una nueva generación obrera y militante se está poniendo de pie en nuestro país y el mundo como un todo. Es ella la que tiene que tomar la antorcha de la mano de las viejas generaciones para a partir de hacerse marxista y acumular experiencia en el seno del proletariado relanzar la lucha por el socialismo en este nuevo siglo.

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