El trabajo de menores de edad en el país es una realidad e incluso es legal desde los 12 años (Código de Trabajo). Esta es una de las grandes miserias del capitalismo que les roba la infancia y la juventud a los niños, niñas, niñes y adolescentes. La información más reciente al respecto es bastante desactualizada y proviene del Módulo de Trabajo Infantil y Adolescente de la Encuesta Nacional de Hogares 2016, realizada por el Inec con colaboración del Ministerio de Trabajo.

En ese momento se estimó que el 20,1% de la población del país estaba entre los 5 y los 17 años, es decir, unas 982 mil personas. De estas, el 3,1% indicó que trabaja en algún tipo de actividad económica (lo cual equivale a 30 mil personas) y el 73,4% está en el rango de edad de 15 a 17 años. Entre las y los menores ocupados el 75,8% son hombres y el 24,1% son mujeres, predominando entre estas el trabajo doméstico. La mayor parte (57,9%) pertenecen a los hogares con menores ingresos (quintiles 1 y 2) y el 33% se encuentra en condición de pobreza. Además, el 56% viven en la región central y el resto en las otras regiones, mayormente rurales.

Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca es el sector económico que más cantidad de menores ocupa con el 33,2% del total. Le siguen el comercio con el 26,7% y el resto está repartido entre otros sectores. En promedio las y los menores trabajan unas 20,2 horas semanales y el 91% lo hace en jornada diurna (de este dato la encuesta solo cuenta con información de una tercera parte de la población). El 40% tiene un empleo asalariado y el 24,3% están en la categoría de “trabajadores familiares no remunerados”. Además, entre las y los adolescentes de 15 a 17 años el 48% trabaja en condiciones consideradas insalubres y peligrosas.

La edad promedio de inicio de labores es de 13,33 años, lo cual incide directamente en el desarrollo estudiantil. Mientras la tasa de asistencia a la educación es de 95% entre quienes no trabajan, baja a solo 61,1% entre quienes si lo hacen. En cuanto al rezago escolar la situación es similar: 22,3% en los no ocupados y 64,7% en quienes trabajan.

El gobierno estableció la “Planificación Estratégica Nacional 2015-2020 de la Hoja de Ruta para hacer de Costa Rica un País Libre de Trabajo Infantil y sus Peores Formas” como el plan para erradicar este tipo de trabajo, sin embargo, tal objetivo no se logró. Es de prever que las condiciones económicas, las alteraciones en el mercado de trabajo (alto desempleo e informalidad) y el parón educativo de los últimos años (producto de la pandemia, aunque no exclusivamente de ella) posiblemente aumentaron la tasa infantil de participación laboral.

Asimismo, las medidas de ajuste fiscal y contrarreforma laboral que han impulsado los últimos gobiernos (incluyendo al actual) son el caldo de cultivo para que tal situación continúe y se acreciente. El deterioro de vida de los sectores trabajadores, la precarización y el alto costo de la vida empujan a las personas menores de edad a tener que trabajar para apoyar económicamente a sus familias.

Mientras no se cambie el modelo económico tal mal no se podrá erradicar. El capitalismo “no trae ningún progreso económico ni social para los trabajadores ni para la juventud. Al contrario, hunde cada vez más en la pobreza a amplios sectores y destruye las capacidades futuras de las nuevas generaciones allí donde los capitalistas lo necesitan para sus ganancias. Es necesario que la organización de la producción no esté basada en la valorización del capital, en las ganancias capitalistas, y que sea el progreso en los conocimientos de los individuos, el progreso económico-social, el que ordene las necesidades de la producción. Solo de esa forma se podrá acabar con la barbarie del trabajo infantil, y podrá por fin la humanidad dedicarse a desarrollar todas sus potencialidades”.