Convenciones internacionales son un fracaso: Apoyamos la huelga internacional por la crisis climática

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En el mundo se levanta una ola de indignación por la crisis climática y ambiental, por lo cual esta semana del 20S al 27S se ha convocado a una lucha global por el clima que registra 1.200 convocatorias.

Los efectos e impactos de la crisis climática son notorios: aumento del nivel del mar, deshielo de los polos, olas de calor y de frío extremos, sequías, inundaciones y huracanes más intensos, aumento de incendios forestales, cambios en los ecosistemas, aumento de la migración, desabastecimiento de alimentos, extinción de especies, entre otros. En general hay una redistribución de los patrones climáticos globales, que intensifica y agudiza los extremos climáticos, y que perjudica principalmente a los sectores sociales más vulnerables, la clase trabajadora, las mujeres, los pueblos indígenas, el campesinado, etc.

Además, en este 2019 el aumento de la temperatura global ha sido significativo: el mes de junio ha sido el mas caliente en la historia y mayo el mes récord de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En junio se sobrecalentaron varias ciudades europeas, rompiendo récords de temperaturas.

Mientras tanto, las convenciones internacionales por el clima y el ambiente son un fracaso. Después de 25 años de acuerdos y tratados internacionales por el clima (Acuerdo de París, Protocolo de Kioto o el Acuerdo de Río, etc.), nada han logrado revertir en generación de gases de efecto invernadero, contaminación, destrucción ambiental, etc.

Incluso son irrespetados por los intereses económicos que priman en la toma de decisiones de los estados funcionales a las grandes empresas, tal y como hizo Donald Trump en 2017 al anunciar el abandono de los Estados Unidos del Acuerdo de París que supuestamente pretendía evitar que el incremento de la temperatura global sobrepase los 2°C. Sin el país más contaminante del mundo estos acuerdos son inútiles.

La crisis ecológica y climática es producto de un sistema económico-social basado en la explotación de la naturaleza y la humanidad, que prioriza la generación de riqueza para las empresas y que socava el equilibrio del medio natural. Este sistema parte del supuesto de los recursos ilimitados y tiene una necesidad de crecimiento permanente, lo cual es anti-ecológico porque no considera los ciclos metabólicos naturales de reposición y regeneración de materia y energía.

Los gobiernos, las empresas y organismos internacionales nos intentan hacer creer que la responsabilidad es de todos y todas por igual, sin embargo, según un informe publicado por Carbon Disclosure Project (CDP), el 71% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) son producidas por tan solo 100 empresas. Además, el 10% de las personas más adineradas del planeta son responsables del 49% de estas emisiones. Definitivamente hay quienes tienen una mayor responsabilidad, los grandes capitalistas.

En Costa Rica, el gobierno de Carlos Alvarado es parte de la misma problemática, pues busca presentar al país ante la comunidad internacional como “verde”, en función de un mercado de turismo extractivista y desigual. La realidad es otra: Costa Rica no es un país verde, se le regala el agua a las empresas, no se toman acciones contra las piñeras que talan ilegalmente áreas protegidas, el tratamiento de aguas y residuos es un completo desastre, somos el país que más consume agrotóxicos por hectárea a nivel mundial, las áreas protegidas están en abandono y la complicidad del estado con las empresas destructoras es una normalidad.

Alertamos que la derecha empresarial quiere revivir la explotación de petróleo y gas en Costa Rica, mientras se avanza con un proyecto de ley para reactivar la minería, y se intentan destruir los corales en Puerto Viejo para construir un atracadero. No lo podemos permitir. Ante tal crisis ecológica global hay que conservar, proteger y fortalecer los pocos espacios naturales que nos quedan, por lo cual buscamos la construcción de un movimiento ecologista que luche contra las políticas de los gobiernos, estados y empresas. Hay que intensificar las acciones desde nuestros movimientos populares para detener el desastre ecológico en el que nos tiene este sistema destructor y contrario a la vida.

Suscriben:

Asociación de Estudiantes de Ingeniería Forestal, TEC

Frente Ecologista del TEC

Asociación de Estudiantes de Geografía, UCR

¡Ya Basta! UCR

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