Zanón: 18 años de gestión obrera

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Por Facundo M.

A 18 años de la puesta en pie de Zanón bajo control obrero, publicamos esta nota a modo ilustrativo para compartir una experiencia que es patrimonio de la lucha de la clase obrera argentina y herencia viva del Argentinazo.

 

Un poco de historia

A fines del 2001 la crisis económica nacional era agudísima, con un 20% de desocupación, crecía la bronca de los trabajadores y sectores populares. Los movimientos de desocupados eran la vanguardia combativa del proceso, junto con los sectores de clase media empobrecidos, girados a la izquierda por el descontento con la situación económica y política, y la licuación de sus ahorros con el corralito y la devaluación. Los trabajadores ocupados temían ser despedidos, en este sentido, jugó un rol de contención a su bronca la alta tasa de desocupación.

La rebelión que echó a De la Rúa en diciembre del 2001 al grito de “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”  tuvo principalmente un contenido social popular, pero no obrero. Surgieron asambleas y organismos de autodeterminación democrática de los vecinos y el pueblo, crecieron organizaciones de desocupados, hubo piquetes, movilizaciones masivas y cortes de ruta, pero no intervino la clase obrera con centralidad en el proceso, no hubo huelgas generales ni coordinadoras obreras, producto del miedo a la desocupación, por un lado, y del rol traidor de las burocracias sindicales.

En contraste, o más bien como excepción en el proceso, la experiencia de las fábricas recuperadas, aunque claramente muy poco extendida nacionalmente, fue obra de los trabajadores mismos. Representó un sector de la vanguardia obrera que, al calor de la rebelión popular del 2001, supieron dar una respuesta sumamente progresiva a su situación, en el contexto de la crisis y el cierre de sus plantas. Junto con la izquierda revolucionaria, supieron además inspirar y coordinar a sectores populares amplios para la defensa de sus puestos de trabajo, resistiendo los ataques del gobierno y la patronal y aportando con su experiencia al proceso de recomposición obrera que se abriría a partir del 2001, quedando en el imaginario de una amplia vanguardia de luchadores y nuevos activistas.

Pero el proceso de la lucha en Zanón se remonta a años anteriores. En el 2000 ya había sido recuperado el sindicato por parte del sector combativo que dirigía la interna de la planta y logrado frenar varios intentos de despedir compañeros.

 

El estallido

La conflictividad alcanzó su punto más alto con la muerte del trabajador Daniel Ferrás, de 21 años, en julio del 2000, que se descompensó en la línea de producción sin contar la fábrica con una atención de salud mínima. Esto desató la bronca e indignación de los trabajadores que iniciaron una huelga que incluso se extendió desoyendo la conciliación obligatoria. La huelga se saldó con un triunfo parcial para los trabajadores que lograron la instalación de medidas de seguridad y la desestimación del preventivo de crisis presentado por la empresa al Ministerio de Trabajo.

En el 2001, con el recrudecimiento de la crisis económica en el país, la empresa comienza a pagar los salarios en cuotas, a adeudar quincenas y dinero a proveedores de materiales, además de amenazar con el cierre inminente de la empresa. El 30 de septiembre los trabajadores tomaron la planta por la noche impidiendo al otro día (1° de octubre) el ingreso de los gerentes, como medida para evitar que apagaran los hornos (cerrando la planta definitivamente). La Justicia ordenó en cuatro oportunidades el desalojo, pero los trabajadores resistieron la medida y mantuvieron el control de la planta. Meses después la empresa presenta formalmente el cierre y despido masivo de los 380 trabajadores. La fábrica queda formalmente abandonada por la patronal, comienza una nueva etapa en la historia de Zanón.

En marzo del 2002 los trabajadores ponen a producir la planta, organizándose de manera autónoma, dando inicio a la experiencia de gestión obrera más importante de las últimas décadas en nuestro país. El 8 de abril de 2003 la Gendarmería intentó (sin éxito) por última vez el desalojo de los trabajadores. Los obreros estaban atrincherados dentro de la planta, organizados para resistir el desalojo violento con gomeras y armas caseras, con comisiones de seguridad. Por fuera se congregaron amplios sectores para evitar la represión, partidos políticos de izquierda, organizaciones sociales de desocupados, estudiantes, docentes y vecinos de Neuquén. Finalmente la orden se suspendió, fracasando el intento de derrotar por la fuerza este importante proceso de lucha. La gestión obrera estaba consolidada y rodeada del apoyo y solidaridad de la población.

 

Los trabajadores “sí pueden”

Los distintos gobiernos nacionales intentaron ahogar económicamente esta experiencia obrera, escarmentando a los trabajadores por cometer el “pecado” de violar la propiedad privada capitalista y de mostrar un camino alternativo para luchar contra los despidos masivos.

El ahogo financiero que el gobierno del MPN y los distintos gobiernos nacionales impusieron sobre Zanon fue brutal. Negándoles subsidios y préstamos necesarios para renovar la maquinaria, reclamo que sostienen hace años.

Los gobiernos provinciales y nacionales buscan demostrar al conjunto de la clase obrera que no puede salirse de las reglas del juego del capitalismo, que una fábrica sin patrones está condenada a la quiebra y sus trabajadores al hambre. Pérfidas mentiras para ocultar el miedo que les produce la autodeterminación y lucha de la clase trabajadora, verdadera fueza social que sí puede poner en riesgo su poder y sus privilegios e incluso, bajo determinadas condiciones revolucionarias, hasta hacerse con el poder de una nación entera.

FASINPAT es parte de la herencia de la rebelión popular del 2001, como muestra de la potencialidad de la organización obrera frente a la crisis y los despidos, y por eso no hay posibilidad de colaboración alegre con el gobierno provincial o nacional. No hay convenio, subsidio o apoyo que no se consiga con la lucha o producto de una concesión del gobierno por el miedo a lo que esta experiencia puede representar para el conjunto de la clase obrera, o de las relaciones de fuerza más generales. Es por eso que no debe perderse de vista la necesidad de mantener una movilización permanente de exigencia al gobierno nacional y provincial.

 

Luchemos por la estatización

Hoy la fábrica se encuentra en una delicada situación económica agravada por la caída de la actividad en la construcción y el tarifazo de los servicios. La maquinaria necesita una renovación tecnológica urgente para continuar produciendo en condiciones.

Es hora de plantear la estatización como un problema de primer orden, poniendo en pie una amplia campaña y rodeando la experiencia de solidaridad, mediante multisectoriales e instancias de coordinación, como podría ser un plenario regional de luchadores obreros y populares, que también levante un programa global de enfrentamiento al ajuste del gobierno nacional y provincial.

El sindicato ceramista y la importante experiencia obrera que representa son un polo ineludible para la izquierda y los luchadores, que puede servir para nuclear a los diferentes sectores, como se demostró en reiteradas oportunidades, como los actos del 1° de Mayo en las puertas de FASINPAT o Cerámica Neuquén. Es esta unidad al servicio del enfrentamiento al ajuste la que tenemos que fortalecer, al tiempo que luchamos por una salida de fondo: la estatización bajo control obrero de Zanón y las fábricas ceramistas recuperadas.

A 18 años de la puesta en pie de esta enorme experiencia, a esa perspectiva estratégica debemos apuntar como solución de fondo ante el ahogo financiero a las gestiones obreras. La experiencia de los ceramistas de Neuquén es un bastión que debe ser defendido a capa y espada por todos los luchadores.

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