Una polémica con Abel Prieto, ex Ministro de Cultura cubano

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  • Una polémica sobre las brutales penas de cárcel a los manifestantes del 11 de julio de 2021 y la izquierda internacional.

 Federico Dertaube

El pasado 11 de abril se hizo público el llamado internacional de izquierda a rechazar las injustas condenas a los movilizados en julio de 2021 en Cuba. Titulado «Llamado internacional al pueblo cubano y la izquierda internacional: Solidaridad con las y los manifestantes de julio del 2021«, los firmantes exigen la libertad de los condenados y una amnistía.

La ola de condenas a lo largo del último mes han llegado hasta los 30 años, con casos como la condena a 6 años de prisión a un joven por transmitir las manifestaciones en redes sociales. La atribución de «vandalismo» y violencia a los condenados es poco menos que una excusa, es evidente que se intenta que sea un caso ejemplificador para que nadie se atreva a cuestionar el curso decidido por la burocracia gobernante.

Desde la tribuna de un alto cargo, el ex Ministro de Cultura y presidente de la Casa de las Américas Abel Prieto decidió lanzar una serie de injurias contra la campaña por amnistía en sus redes sociales:

«¿Se puede ser de izquierda y sumarse a la campaña mediática contra Cuba? En los últimos días, se ha estado moviendo una ‘carta abierta’, supuestamente elaborada desde la izquierda, que repite todos los tópicos de la versión yanqui en torno a los hechos del 11 y el 12 de julio y al proceso donde los tribunales cubanos han venido juzgando a los responsables directos de la violencia. La única pincelada ‘izquierdista’ del texto tiene que ver con una rápida mención al bloqueo de los EEUU contra nuestro país. Todo lo demás es una contribución vergonzosa a la imagen de Cuba que están imponiendo los medios hegemónicos y las redes sociales. Junto a nombres que no significan nada, han reunido algunas firmas de figuras valiosas del pensamiento de la emancipación. Sabemos cómo se trabajan estas declaraciones y con cuánta  ligereza se obtienen algunas  firmas. Pero colocarse hoy del lado del Imperio para atacar a Cuba es un acto contra natura en toda persona digna, sobre todo si cree en la posibilidad de construir un mundo alternativo al reino del dinero y la barbarie».

Que ya desde la primera oración se llame a la campaña por amnistía una «mediática contra Cuba» habla de qué tan en serio se puede tomar a esta invectiva. No sería una campaña por la libertad de los condenados, por el derecho a la expresión de descontento de una parte del pueblo cubano.

No, es mucho más convenientemente contra «Cuba» misma, el país como un todo, sin fisura ni disensos, sin distinción entre el funcionario y el trabajador de barrio pobre o entre el que compra en una tienda de MLC y el que no; en nombre de esa «Cuba» es que el funcionario habla. ¿No son acaso también «Cuba» los jóvenes que pueden cargar con años de cárcel o los trabajadores pobres que se movilizaron contra la carestía de la vida el 11 de julio?

Invirtamos la carga de la pregunta: ¿se puede ser de izquierda y no adherir a esta campaña solidaria?

La «versión de los medios hegemónicos»

Quienes nacimos, nos criamos y vivimos en países capitalistas (dominados directa o indirectamente por el imperialismo yanqui) conocemos bastante bien los métodos y las mentiras de los medios de nuestras burguesías, de su adoctrinamiento anticomunista, de su defensa de los intereses espurios de las clases dominantes en nombre de la «democracia».

Y justamente por ser bombardeados día a día por esa desinformación es que podemos decir sin lugar posible a las dudas: los «medios hegemónicos» no tienen ningún interés en que se sepa que hay activistas de izquierda cubanos, disidentes o críticos del gobierno, que están siendo condenados a años de cárcel por protestar el 11 de julio de 2021. Si tímidamente algo han dicho sobre las condenas judiciales, también han cerrado meticulosamente la boca sobre la campaña internacional de izquierda por la amnistía.

Es este un comportamiento curioso: no hay momento que no aprovechen para calumniar a la revolución cubana o a la izquierda en general. ¿Por qué no dicen nada sobre la campaña que impulsaron referente cubanos y que organizaciones de izquierda como nuestra Corriente Socialismo o Barbarie apoyamos? Se trata de un verdadero «silencio atronador».

Distinto fue su comportamiento en julio del año pasado. Se encargaron de que no haya nadie que no sepa de las movilizaciones. Intentaron mostrar como referentes de éstas a quienes no lo eran, sus consignas y reivindicaciones como un deseo fervoroso de echarse en brazos del capitalismo semi colonizado por Estados Unidos, de mentir sin tregua sobre las motivaciones de que una parte del pueblo se haya echado a la calle.

Cuando se hizo notorio que no estaban las condiciones para aprovecharlo desde la derecha y la campaña restauracionista, se callaron automáticamente. Los «defensores de la democracia» y los «derechos humanos» voceros del imperialismo lo son en tanto esas palabras suenen a metal precioso en la caja registradora de un capitalista.

Es evidente: la existencia de una disidencia de izquierda cubana cuestiona su relato maniqueo de que la crisis de la isla solo puede superarse con la restauración capitalista y hacer de Cuba una Haití más grande. Los «medios hegemónicos» se sienten más cómodos si sus voces son silenciadas.

Entonces. Prieto nos dice que los movilizados del 11 de julio y sus reivindicaciones defienden los intereses de Estados Unidos, los «medios hegemónicos» nos dicen que los movilizados del 11 de julio y sus reivindicaciones defienden los intereses de Estados Unidos. Prieto nos dice que la única alternativa a su gobierno y su burocracia es la restauración, los «medios hegemónicos» nos dicen que la única alternativa a su gobierno y su burocracia es la restauración. Prieto nos dice que si alguien se moviliza en suelo cubano en oposición debe abrazar al imperialismo yanqui, los «medios hegemónicos» nos dicen que si alguien se moviliza en suelo cubano en oposición debe abrazar al imperialismo yanqui. ¿Quién es el que «repite todos los tópicos de la versión yanqui en torno a los hechos del 11 y el 12 de julio»?

Los «nombres que no significan nada»

El llamado público está firmado centralmente por intelectuales y referentes de luchas obreras y populares. Prieto pone de un lado a los «nombres que no significan nada» y del otro a «figuras valiosas del pensamiento de la emancipación». Con una autosuficiencia pedante propia de un bien aposentado funcionario burgués, para Prieto los luchadores que viven y sufren en países capitalistas «no significan nada».

De arriba para abajo, así es que ve este funcionario -que lo es en nombre de una revolución- a los oprimidos de otros países. Tal es su consideración para con los revolucionarios de otros países. Y lo hace de la misma manera que sus aliados internacionales, los intelectuales de los gobiernos «progresistas», que también escriben y opinan desde un cómodo puesto garantizado por el Estado.

Prieto, hablando en nombre de una revolución, usa el mismo tono de los ideólogos que esparcen cada vez que pueden la opinión de que el socialismo es imposible, que no hay otra alternativa que paliativos a la barbarie capitalista, que miran con aires de superioridad a quienes se embarran los pies en las luchas populares y plantean otra sociedad como alternativa. Con esa gente es que siente más afinidad este representante de la burocracia gobernante en Cuba.

En el mismo tono se refería al trotskismo de Costa Rica el embajador cubano en ese país Jorge Rodríguez, a quien ya le respondió nuestro compañero Víctor Artavia. Dijo el señor embajador: «Aquí en las últimas elecciones, ocuparon el lugar 23 entre 25 partidos… No representan a nadie, ni tienen algún tipo de apoyo».

Los revolucionarios deberíamos cerrar la boca porque somos minoritarios. Que sepa que la condición de minoría es tal para la amplia mayoría de los revolucionarios en la amplia mayoría de los países del mundo. Si aceptáramos sin más esa realidad, ninguna revolución en ningún momento de la historia se hubiera dado jamás. Pero afortunadamente tenemos la costumbre de no hacer caso a los consejos pedantes de los funcionarios que nos piden que nos mantengamos callados.

¿Quiénes sí tendrían entonces el derecho a hablar en Costa Rica porque «representan a alguien»? Evidentemente, el ganador de las elecciones Rodrigo Chaves: un abierto neoliberal íntimamente vinculado a los Estados Unidos tras haber sido por 27 años alto funcionario del Banco Mundial. Obviamente, defiende el bloqueo yanqui a Cuba. Para atacar a los inventados «agentes de la CIA» del trotskismo, defienden la investidura de los agentes de Estados Unidos reales.

«¿Se puede ser de izquierda y sumarse a la campaña mediática contra Cuba?» pregunta Prieto. Preguntamos nosotros: ¿Puede alguien ser de izquierda y considerar con semejante desprecio a quiénes no tienen la legitimación del Estado capitalista, a quienes lo combaten?

¿Es que acaso nombres como Callinicos, Lowy o nuestra compañera Manuela Castañeira «no significan nada»? Sus nombres son parte del llamado precisamente, ni más ni menos, porque son representantes de organizaciones cuya militancia ha pasado siempre por luchar contra la opresión capitalista. Tenemos compañeros que han pasado por la persecución, los despidos, la cárcel por ser militantes de izquierda.

Y justamente por eso es que defendemos ahora el derecho del pueblo cubano a expresar su descontento frente a una situación de empobrecimiento respaldada por represión. Si nuestra militancia estuviera más predispuesta a rendirle pleitesía a un Estado, a su burocracia y su policía, en lugar de defender las luchas de los oprimidos no tendríamos ningún derecho a llamarnos socialistas.

¿Que la derecha puede aprovechar las protestas? Sin duda. Pero con más razón es nuestra responsabilidad defender a quienes quieren ser la expresión de una salida a la actual situación sin restauración capitalista ni sometimiento a Estados Unidos. Y no solo de Estados Unidos: Prieto habla de «el Imperio» como si otras potencias capitalistas (como China, Rusia o las europeas) no fueran un peligro, aunque sea potencial, a la soberanía de otros países… Cuba incluida. Pero, por supuesto, si hay un solo «imperio» se puede no repudiar la agresión de la que es víctima el pueblo ucraniano y hacerse pasar por «de izquierda».

Por supuesto que estamos todavía lejos de estar a la altura de revolucionarios como los rusos de 1917 o los propios cubanos en 1959 (que son bastante diferentes a los cómodos funcionarios como Prieto). Pero por algún lado se empieza, y despreciar eso es la cosa menos revolucionaria que hay. Es reaccionario.

Una alternativa «al reino del dinero y la barbarie»

Prieto termina su invectiva con esas palabras: «Pero colocarse hoy del lado del Imperio para atacar a Cuba es un acto contra natura en toda persona digna, sobre todo si cree en la posibilidad de construir un mundo alternativo al reino del dinero y la barbarie».

¿Cómo se desataron las movilizaciones del 11 de julio? La teoría de la mera conspiración yanqui no puede explicar por qué las protestas tuvieron tales raíces populares en los barrios del país. Pongamos por ejemplo a los reaccionarios pro yanquis del Movimiento San Isidro: ni una de sus iniciativas pudo trascender la marginalidad antes del 11J.

Prieto y los funcionarios cubanos prefieren pasar por alto algo, no decir absolutamente nada sobre las consecuencias económicos y sociales de de la llamada «Tarea Ordenamiento» y la planificación burocrática. ¿Es que para ellos no tiene nada que ver?

No es un secreto para nadie que la economía cubana viene arrastrando una interminable crisis crónica por una combinación de la planificación burocrática, el bloqueo yanqui, las presiones del mercado mundial, la pandemia y -cada vez más- de las consecuencias de las reformas pro-mercado. 

Para esta (muy breve) parte sobre la situación económica cubana nos apoyamos fundamentalmente en el texto ¿Qué pasa en Cuba? de Víctor Artavia.

La orientación económica del gobierno cubano viene siendo crecientemente el vuelco a los negocios de GAESA, que pertenece a la burocracia de las Fuerzas Armadas cubanas y no son controlados por nadie, ni por las mayorías populares cubanas ni por los organismos centralizados económicos del Estado. El 37,3% del presupuesto de 2019 se destinó a “servicio empresarial, actividades inmobiliarias y de alquiler”; esto es, fundamentalmente a los negocios del turismo.

En contrapartida, los presupuestos en producción de insumos de necesidades básicas (como alimentos o medicamentos) ha decrecido. También viene sucediendo eso hace mucho tiempo con la industria. El «estado socialista» cubano destina cada vez menos de su actividad económica a la producción industrial y agrícola.

Así, cada vez más productos para las necesidades básicas de la población cubana se importan. Por ejemplo, nada menos que el 80% de la carne de res y pollo que se consumen en la isla.

Así, el consumo popular en Cuba está sujeto a la producción extranjera; lo que en una economía de baja productividad en términos internacionales lo hace extremadamente costoso y tiene amplias consecuencias inflacionarias. Si le sumamos el bloqueo imperialista, comer inevitablemente se convierte en algo crecientemente costoso. La inflación es un problema sumamente grave.

En medio de las dificultades de la pandemia, la burocracia gobernante decidió impulsar la «Tarea Ordenamiento». La unificación monetaria incluyó el impulso creciente a las llamadas tiendas de Moneda Libremente Convertible. Se trata de almacenes del Estado en los que solo pueden comprar quienes tienen MLC, atadas a monedas extranjeras, a divisas a las que la mayoría de los cubanos no puede acceder.

La mayoría de los cubanos solo accede al cada vez más devaluado peso cubano y, crecientemente, productos de necesidades básicas mayoritariamente importados se encontraban solo en las tiendas de MLC. Se supo gracias a las movilizaciones del 11 de julio que era cada vez más difícil comprar comida o papel higiénico con peso cubano.

Las movilizaciones estallaron entonces, entre otras cosas, porque muchos no podían ni comer ni lavarse sin comprar productos extranjeros en moneda atada al dólar o el euro.

¿Es que algo de esto se parece a «un mundo alternativo al reino del dinero y la barbarie»? Suponemos que hasta Prieto puede estar de acuerdo en que no. Pero como evidentemente no lo sufre igual que muchos de sus compatriotas, se siente cómodo en acusar de agentes del «imperio» a quienes sufren «el reino del dinero y la barbarie» en su propia patria, en el suelo de la revolución del 59′; que son quienes se movilizaron el 11 de julio de 2021.

Es evidente que lo que escribió Prieto no intenta convencer a nadie. Muchos militantes honestos en muchos países, que luchan día a día contra la barbarie capitalista, miran con esperanza a Cuba como alternativa. Temen que toda crítica les quite esa esperanza. Pero la lucha por el socialismo no puede tener futuro sino hace como dijo Trotsky, «mirar la realidad frente a frente», si no confronta con las dificultades reales conociéndolas lo más profundamente posible. Prieto busca exactamente lo contrario, tapar los ojos y la boca a los militantes de izquierda que lo ven como «revolucionario» dentro y fuera de Cuba.

Volvamos entonces a nuestra pregunta del principio: ¿se puede ser de izquierda y no adherir a esta campaña solidaria? Respondemos que sí, si se está ampliamente predispuesto al autoengaño y a cerrar los ojos frente a la difícil realidad. Pero lo que hace Prieto no es eso, lo suyo es defender el monopolio del poder y la palabra de una burocracia privilegiada.

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