• En las últimas horas se supo del contagio de Covid-19 de Donald Trump, un presidente reaccionario y negacionista, que a lo largo de todo el año se dedicó a negar la gravedad de la pandemia.

Desde el comienzo mismo del brote, de manera nacional-imperialista, intentó descargar la responsabilidad de las consecuencias de la enfermedad sobre otros países. Lo hizo luego de negar en primer lugar su gravedad, negándose a tomar medida alguna de prevención de la expansión del virus.

Atentó también de manera sistemática contra la salud pública, defendiendo de manera incondicional los negocios capitalistas.

Renegó también de todas las evidencias científicas, de todas las advertencias de los profesionales, y sistemáticamente alentó el desconocimiento de toda medida sanitaria. Presentándose en actos públicos no respetando el distanciamiento social, presentando curas fáciles no avaladas por la medicina. Hizo gala de un oscurantismo medieval irresponsable que agravó la expansión del Coronavirus en Estados Unidos, que es hace meses el país más golpeado por la pandemia. Ya son más de 200 mil los muertos en el país del norte.

Su gobierno es del arco de la extrema derecha de la situación actual. No sólo negó a la ciencia y sus advertencias sobre la pandemia, también se ubicó como enemigo descarado de la lucha antirracista, alentó el crecimiento por abajo de los grupos neo fascistas y supremacistas blancos. Su contagio lo recibe como un boomerang de su propia política, su negacionismo reaccionario. La movilización popular iniciada a fines de mayo pasado debería poder echarlo para lograr imponer otro curso, hacer valer sus intereses.