Sergio Moro rompe con el gobierno de Bolsonaro

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  • La renuncia de una de las figuras claves del gobierno bolsonarista tensa al extremo las relaciones entre los poderes de la democracia burguesa brasilera. Bolsonaro quiere avanzar en una política autoritaria golpista y gobernar sin el respaldo de los poderes legislativo y judicial.

Por Redacción

Moro presenta su renuncia como si fuera consecuencia de una avanzada sobre la «independencia» del Poder Judicial por la destitución de Bolsonaro del jefe de la Policía Federal. En el momento mismo de su asignación como ministro, fue presentada como «apolítica», como una continuación de la «imparcialidad» política de la Justicia en el caso Lava Jato. La realidad es que se trató con esta alianza de apuntalar el giro a la derecha del régimen político brasilero con una alianza entre el nuevo gobierno y los jueces que habían derrocado antidemocráticamente al PT. Así lo analizábamos en ese momento:

«Para lanzar una ofensiva reaccionaria capitalista contra las amplias masas brasileras en la que no tuvieran peso alguno la base social de trabajadores y las tradiciones ‘progresistas’ del PT, para hacer pasar un ajuste sin límites, el aparato del Estado de Brasil, apoyado en un movimiento proto-fascista de clases medias, dirigió todo su poder a desbaratar el peso del PT.

El Poder Judicial, con Moro entre sus más destacados miembros, lanzó golpe tras golpe al PT descabezando su organización, desmoralizando a sus miembros y aislándolo de amplias capas de oprimidos y explotados. Por su parte, el lulismo aceptó las reglas del juego de los jueces y los dejó avanzar una y otra vez. Primero, les regaló la calle; luego, aceptó el encarcelamiento de Lula. Con un PT indefenso y una burocracia sindical sin iniciativas, amplios sectores de trabajadores que ya venían decepcionados de su gobierno giraron a la derecha arrastrados por la ola reaccionaria de las clases medias cebadas por personajes como Bolsonaro.

Más que Temer, más que el Congreso, más que el PT, más que las propias elecciones, el verdadero poder recayó sobre los jueces. Ellos atribuyeron poderes políticos y proscribieron candidatos según las necesidades del giro reaccionario y de ajuste de la clase dominante. Jugaron así un rol bonapartista por encima de la institucionalidad clásica de gobierno ‘republicano’, y Moro fue uno de los principales responsables y cabeza de ese cuasi gobierno de jueces con el títere de Temer en la banca presidencial.» (El juez que proscribió a Lula y será ministro de Bolsonaro ¿Quién es Sergio Moro?)

El gobierno de Bolsonaro tiene en los últimos meses un enfrentamiento creciente entre los gobernantes clásicos de la clase capitalista brasilera (que ostentan los otros poderes del estado) y su grupo de arribistas provenientes mayoritariamente de las clases medias ultra reaccionarias y el ejército. La dinámica de conflicto era creciente, con el Congreso negándose a aprobar los proyectos de la presidencia, los jueces ampliamente distanciados e incluso con la ruptura de Bolsonaro con su propio partido el año pasado.

Así, hay un claro abismo entre franjas de la clase dominante sobre cómo continuar el gobierno del país. Los más «serios» y experimentados funcionarios del capitalismo brasilero -representados por los gobiernos de los Estados, el Congreso y el Poder Judicial- ven con creciente preocupación la irresponsabilidad del gobierno y las consecuencias alarmantes del negacionismo respecto a la crisis del Coronavirus. Del otro lado está Bolsonaro, con el apoyo de una franja importantes de las clases medias de mentalidad más medieval, algunos de los grupos más importantes de la burguesía más concentrada (agradecidos porque se les garantizan sus negocios a toda costa), oficiales del ejército y los grupos paramilitares que proliferan en buena parte del país.

Bolsonaro es muy consciente de que no puede seguir gobernando con el apoyo de los gobernantes clásicos del país así que su política ha sido la de una polarización creciente. Por eso impulsa los actos proto-fascistas que llaman abiertamente a golpe militar que ponga en el poder a Bolsonaro sin el molesto control de los otros poderes del Estado ni de la «sociedad civil» crítica.

La renuncia de Sergio Moro refuerza y confirma las tendencias golpistas y autoritarias de la actual orientación política de Bolsonaro.

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