“Rubicon”: La operación de inteligencia más grande del siglo XX

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Estados Unidos y Alemania en la mira. The Washington Post y la ZDF sacan a la luz sendos informes de la CIA y la BND germana sobre la mayor operación de espionaje conocido hasta hoy: más de 120 países espiados en un masivo sistema de inteligencia internacional.

Por Nano Menyon

Cuando alguien se refiere al mundillo de los servicios de inteligencia a muchos nos corre un escalofrío por todo el cuerpo pensando qué más (de lo que aún no sepamos) nos estaban espiando. La noticia del pasado martes 11 abre un nuevo capítulo en esta trama: resulta que la mayor compañía fabricante de dispositivos de encriptación del mundo durante la Guerra Fría, Crypto AG, con base en Suiza, era clandestinamente propiedad del servicio de inteligencia de Estados Unidos, la CIA, en asociación con el servicio de inteligencia de Alemania Occidental, la BND. A través de esta, los servicios de ambos países fueron capaces de acceder a material clasificado de más de 120 naciones en el mundo durante toda la Guerra Fría.

El monopolio que logró dentro de la órbita occidental Crypto AG incluye países como Irán, las dictaduras cívico-militares de América Latina, potencias nucleares enemigas entre sí como la India y Pakistán, incluso el Vaticano cayó en la trampa.

The Washington Post obtuvo acceso a un informe de la CIA sobre el programa Rubicon (así se llamó a la operación de control y compra de Crypto) y publicó una extensa nota contando la historia de la compañía, la operación germano-estadounidense y muchos de los espionajes realizados a través de estas máquinas.

Un poco de historia

Crypto AG fue fundada por Boris Hagelin, un inventor sueco, nacido en el Imperio Ruso en 1892. Durante la Revolución de Octubre huyó hacia Suecia. Luego tuvo que irse a Estados Unidos durante la invasión nazi a Noruega en 1940. Hagelin ya había inventado una primera máquina de cifrado, mucho más pequeña y liviana que la maquina Enigma alemana. Esto le permitió al ejército norteamericano comprarle este modelo para uso táctico en el frente de batalla, iniciando así su empresa de criptografía.

Hagelin regresó a Suecia a reabrir allí su fábrica tras el fin de la Segunda Guerra (muy pronto se mudó a Suiza), pero la CIA siguió bien de cerca su desarrollo. Pronto cayeron en cuenta que debían controlar esta empresa, que ya destacaba como una de las más importantes de la esfera occidental. Así es como en 1951 Hagelin y la CIA llegan a un acuerdo, donde Crypto se comprometía a venderle sus mejores modelos sólo a los países aliados a EE. UU. en la Guerra Fría. A cambio, el Estado suplantaría sus pérdidas.

Para que este plan se entienda, no debemos olvidar que Estados Unidos estaba en plena “Guerra Fría”. Recién salido de la Segunda Guerra Mundial, por esos años el país norteamericano desplegó su mayor poder de control político sobre el mundo, apoyándose en su incuestionable hegemonía económica. Para afirmar su hegemonía en todos los frentes, los yanquis debieron enfrentar numerosos enemigos y adversarios: los gobiernos semi-hostiles de otras potencias imperialistas, la burocracia de la URSS, los movimientos y gobiernos tercermundistas, las revoluciones anticoloniales, etc. Con este vasto sistema de espionaje, el gobierno estadounidense podía monitorear a casi todos sus estados enemigos, aliados, semi-enemigos y semi-aliados.

La URSS nunca contrató los servicios de Crypto, sospechando que pueda tener vínculos con las agencias de Occidente. China, Alemania Oriental y Corea del Norte tampoco. EE. UU. no podía permitir que más países consigan sus propios medios de criptografía.

Ya en la década de los ’60, con la invención de la criptografía electrónica, la flamante NSA desarrolló un dispositivo para que Hagelin lo comercialice (desesperado por esta nueva tecnología antes el riesgo cierto de quiebra). Y en 1970 la CIA decidió finalmente comprarlo en una operación conjunta con la BND. El objetivo de esta compra lo establece el mismo informe:“[…] los estadounidenses constantemente les recordaban a los alemanes que se trataba de una operación de inteligencia, no una empresa para hacer dinero»[1].

¿A quién espiaremos hoy?

El historial de espionajes a través de Crypto es vastísimo. Ya para la década de los ‘70, la empresa controlaba el 40% de los mensajes encriptados del mundo. Mencionaremos sólo algunos a modo de ejemplo, mencionados en el informe de la CIA.

En 1978 se negociaron los acuerdos de Camp David, que sellaron la paz entre Israel y Egipto, con mediación de Jimmy Carter. El gobierno egipcio contaba con maquinaria Crypto, por lo que Estados Unidos monitoreó siempre los mensajes entre el presidente egipcio Sadat y sus funcionarios en El Cairo.

Un año después, se produce la “revolución de los ayatollah” en Irán y un grupo de estudiantes toma la embajada de Estados Unidos con 52 rehenes dentro. Carter monitoreó a lo largo de la crisis (que duró de 1979 a 1981) todas las conversaciones iraníes gracias a que los cifraban con Crypto y, cuando Argelia se ofreció a mediar, también se monitorearon las conversaciones entre ambos países (porque Argelia también usaba Crypto).

Las dictaduras de América Latina fueron las que ingresaron los sistemas Crypto AG en sus países, como parte de la Operación Cóndor. Argentina se equipó con estas máquinas a fines de los ’70 y los norteamericanos tenían en su poder todos los cables cifrados del país.

Estados Unidos pudo descifrar los cables enviados por Argentina durante la Guerra de Malvinas, filtrándole toda su información al Reino Unido, según el informe de la CIA[2]. Como dijo nuestro compañero Claudio Testa, “[…] era un disparate pensar que el imperialismo yanqui rompería su alianza histórica con el imperialismo británico–forjado en dos guerras mundiales e imprescindibles frente a la Unión Soviética–en obsequio de un dictador de morondanga.”[3]

En 1989 el mismo Papa cayó ante los yanquis. El Nuncio Apostólico en Panamá (el embajador del Vaticano) le había dado asilo al dictador y narcotraficante Noriega, durante la invasión al país centroamericano. A través de los cables entre éste y el Vaticano (que contaban con Crypto) los yanquis pudieron descubrir donde estaba, y utilizaron una peculiar táctica para sacarlo de ahí: pusieron Heavy Metal a través de parlantes que rodeaban la Nunciatura durante tres días seguidos. Se ve que también espiaron los gustos del narco y ex CIA devenido en dictador.

Pero tras la caída del Muro, el gobierno de la nueva Alemania unificada pensó que la operación Rubicon les traía más riesgos que beneficios. Ya habían ocurrido incidentes, como la detención de un vendedor de Crypto en Irán, interrogado sobre los dueños de la empresa. Así, en 1993 la CIA compra la parte de la BND y prosigue Rubicon en solitario. Muchos gobiernos habían cambiado ya sus sistemas de criptografía y Estados Unidos terminó vendiendo la empresa en 2018.

Una operación capitalista e imperialista

Tardíamente, la operación Rubicon pone al desnudo los mecanismos políticos de dominación imperialista sobre el mundo al que llegan a alcanzar sus tentáculos. La supremacía económica de dominación les permite tejer redes de dominación en cada arteria de los países dominados. Así se hizo evidente con este caso de magnitudes tales que parece sacado de una ficción.

La “soberanía” política de los países capitalistas periféricos se pone al desnudo como una completa imposibilidad. Si precisamente en esa época la mayoría de África y buena parte de Asia dejaban de ser colonias, la dominación imperialista cobraba formas más variadas, más refinadas, más imperceptibles… combinadas por supuesto con el pillaje y la dominación militar directa cuando los otros modos perdían su efectividad.

El límite de la soberanía nacional de los países dependientes es su condición de países capitalistas. Un país cerrado y autosuficiente en pleno siglo XXI es una utopía reaccionaria (en el mejor de los casos) pero eso está lejos de significar que todos los países del mundo estén condenados para toda la eternidad a usar un sistema nervioso central que no les responda. Cada miembro del cuerpo nacional está controlado por alguna u otra economía central: su tecnología, sistema de comunicaciones, transporte, combustibles, industria pesada, etc. Para romper con esta realidad es necesario despojar del poder social y político a la clase social que hace jugosos negocios con la dominación imperialista, la burguesía local y semi-local.

La operación Rubicon así lo puso en evidencia: la ostentación de independencia y soberanía de la clase capitalista se hace gesticulando con un cuerpo que en realidad se mueve a las órdenes de otro.


[1] Ver ‘The intelligence coup of the century’ (en inglés). Igualmente Crypto AG dio jugosas ganancias a sus dueños, pasando de los 15 millones de francos suizos en 1970 a los 51 millones en 1975.

[2] Ver ídem

[3] Malvinas | Hechos y debates que conviene recordar

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