¡Repugnante, desgarrador y bárbaro!

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  • Un joven congoleño de 24 años es brutalmente asesinado tras exigir un derecho fundamental: ¡que se le pague por el servicio prestado!

Otro crimen contra los cuerpos negros vuelve a colocar al frente nuevamente el mito de la democracia racial, la cara oscura del racismo brasileño

Eder Alexandre – Bancada de Luta Coletiva

El pasado lunes (31/01), Río de Janeiro fue escenario de otra barbaridad. El joven congolés Moïse Kabamgabe, de 24 años, fue brutalmente asesinado después de ir al Quiosco Tropicália, en Barra da Tijuca, para cobrar el pago de sus servicios.

Imágenes del propio quiosco y de un condominio frente al quiosco registraron las agresiones. Después de discutir con Kabamgabe, el administrador del local llamó a 4 personas más para que ayudaran con la paliza. Según el primo de la víctima, el linchamiento se realizó de varias formas, además de puñetazos y patadas, el congoleño fue golpeado con trozos de madera y un bate de béisbol, además, lo tenían atado de pies y manos con una cuerda que también fue usada en su cuello. Los ataques duraron cerca de 15 minutos.

Este caso vuelve a poner el tema racial en el centro de las perversidades de la sociedad en la que vivimos. Pero más allá de todo el dolor y la revuelta de esta crueldad que nos separa, me gustaría llamar la atención sobre un fragmento del discurso de un familiar de Moïse. En un momento dice: “Brasil es una madre, abraza a todos”. Este es un ejemplo de cómo el mito de la democracia racial se propaga por todo el mundo.

Es una ilusión pensar que Brasil abraza a todas las personas de la misma manera. Realmente, es un país acogedor con todos los inmigrantes blancos, pero con los negros y los indígenas (muchos, nuestros vecinos) el trato es el mismo que en el Brasil “poscolonial”, poniéndolos siempre en el papel de servidumbre, de no ciudadano, de subraza, de no humano, en el que cualquiera tiene derecho a hacer lo que quiera, incluso con pequeñas (frágiles) leyes, garantizándoles plenos derechos.

Lo que predomina en el imaginario de la gran mayoría de las personas, cuando piensan en Brasil, es justamente esta concepción: la de un país acogedor donde todos viven bien, en armonía, donde se respeta la pluralidad. Este es el pensamiento que forja nuestra sociedad, y con ello la discusión sobre el pasado tupiniquim [pueblo indígena nativo de Brasil] queda en un segundo plano, siempre empujándolo bajo la alfombra. Es crucial que entendamos la importancia del Movimiento Negro en la centralidad de las discusiones políticas, ya que todos los males del capitalismo les afectan directamente, son la mayoría de la población, los excluidos, parafraseando un extracto de la samba del Bloque EURECA: “Somos los desagradables / Favelados invisibles / Objetivo a ser exterminado / Para el Estado desechable / Negros, pobres, los matables”.

¡Basta de rebelarse después de que sucedan las crueldades, es urgente garantizar la vida de nuestro pueblo!

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