¿Qué pasa en Cuba?

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  • Claves para entender las protestas: las causas -estructurales, mediatas e inmediatas- que desencadenaron el estallido social sin perder de vista los estragos del bloqueo imperialista sobre la isla.

Victor Artavia

El pasado 11 de julio estallaron protestas espontáneas en sesenta ciudades y localidades de Cuba, durante las cuales miles de personas reclamaron por la falta de medicamentos y alimentos, así como por los prolongados cortes de electricidad.

Ante esto, el gobierno de Díaz-Canel no tardó en reprimir las protestas, acusando a los manifestantes de ser “vándalos” y “agentes contrarrevolucionarios” al servicio de los Estados Unidos. A la fecha se reportan cientos de personas detenidas y al menos un muerto por la represión policial.

Pero la realidad es más compleja de como la pinta la cúpula castrista. Las movilizaciones fueron protagonizadas por miles de personas jóvenes y trabajadoras, las cuales, día a día, hacen frente a las duras condiciones de vida en la isla caribeña.Incluso el gobierno aceptó que el país atraviesa una situación económica muy crítica, pero, como es usual en su retórica, responsabilizó por entero al bloqueo imperialista y no asumió ninguna responsabilidad al respecto.

En este artículo analizaremos las causas -estructurales, mediatas e inmediatas- que desencadenaron el estallido social y, sin perder de vista los estragos del bloqueo imperialista sobre la isla, demostraremos la enorme cuota de responsabilidad de la burocracia castrista en la crisis que aqueja al pueblo cubano.

I PARTE

LA REVOLUCIÓN CUBANA, EL BLOQUEO IMPERIALISTA Y LA PLANIFICACIÓN BUROCRÁTICA

La revolución cubana y el surgimiento de un Estado burocrático

La revolución cubana de 1959 representó un punto de quiebre en la historia de América Latina, pues tomó un curso anticapitalista y expropió al imperialismo y la burguesía cubana. En este sentido, representó un desafío directo al control del imperialismo estadounidense sobre América Latina, justo cuando estaba en el pleno apogeo de su hegemonía luego de la segunda guerra mundial.

La revolución garantizó una enorme cantidad de conquistas sociales para las masas explotadas y oprimidas, las cuales se materializaron en importantes avances como el acceso universal en educación, salud y vivienda; además, dotó a la isla de independencia ante los Estados Unidos que, hasta ese momento, trató a la isla como un gran casino y burdel para vacacionar.

Entre mayo de 1959 y finales de 1960, el gobierno cubano promulgó las cuatro leyes que marcaron el curso anticapitalista de la revolución y dieron sustento a las conquistas sociales en la isla: la ley de la reforma agraria del 17 de mayo de 1959, con la cual confiscó las propiedades de los terratenientes y las repartió a los campesinos; la ley 890 de “nacionalización mediante la expropiación forzosa de todas las empresas industriales y comerciales” y la ley 891 de nacionalización de la banca, promulgadas el 13 de octubre de 1960; y por último la ley de reforma urbana del 14 de octubre del mismo, por medio de la cual se expropió las casas de los grandes propietarios para entregarlas a sus inquilinos.[1]Debido a esto, durante muchas décadas la revolución contó con el apoyo de amplios sectores de la población, pues identificaron sus conquistas con la expropiación del capitalismo y el imperialismo estadounidense.

La expropiación del capitalismo en Cuba consumó un giro progresivo e histórico de la revolución, el cual defendemos sin dudar ante los ataques del imperialismo. A pesar de esto, desde Socialismo o Barbarie no caracterizamos que diera paso al surgimiento de un Estado obrero burocrático o deformado–tesis que sostienen la mayoría de corrientes trotskistas hasta la fecha-, sino que, por el contrario, colocó en el poder a la burocracia castrista que, desde el inicio de la revolución, gestionó el poder de forma antidemocrática, pues trasladó a la esfera estatal el ordenamiento militar de la guerrilla, sintetizado en el eslogan “Comandante en jefe, ordene”.

Por este motivo, es falso que en Cuba la clase trabajadora conquistó el poder, pues nunca contó con instancia reales de control democrático sobre la planificación estatal. Esto lo retrata con claridad el historiador Samuel Farber, para quien el gobierno cubano instauró una forma de mandato legitimada en la movilización y participación “consultiva” de las masas, pero que nunca habilitó espacios de control democrático efectivo al respecto de las decisiones fundamentales del país.[2]

Como explicaremos más adelante, esto se aprecia con claridad en la planificación burocrática de la economía cubana, donde la burocracia a todas luces antepone sus intereses –es decir, garantizar las fuentes de sus privilegios materiales- antes que resolver los problemas que aquejan a las masas cubanas. Esto, a pesar de que la Constitución de Cuba no escatima en calificativos socialistas para definir su sistema económico; en su numeral 18 señala que en la isla “rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal, y la dirección planificada de la economía, que tiene en cuenta, regula y controla el mercado en función de los intereses de la sociedad.”

El bloqueo imperialista y sus estragos sobre la economía cubana

Cuando Haití conquistó su independencia en 1804, el imperialismo francés no tuvo pudor en descargar su furia contra los atrevidos insurrectos, imponiéndoles el pago de 150 millones de francos oro por concepto de “reparaciones” (equivalente a $21.800 millones de dólares de 2010), deuda que la nación caribeña terminó de saldar hasta 1947 con un elevado costo en desarrollo humano y social.

Bajo esta misma lógica imperial, los Estados Unidos decretaron el bloqueo sobre Cuba luego de la revolución de 1959, con el objetivo de castigar al pueblo cubano por emanciparse de su tutela y afectar los intereses de las corporaciones estadounidense. Tras seis décadas de bloqueo los estragos económicos son elevadísimos y, según las estimaciones del gobierno cubano, alcanzan los 144.413,7 millones de dólares hasta setiembre de 2020.[3]

El bloqueo consta de seis leyes y varias regulaciones, cuyo objetivo es prohibir o restringir las relaciones económicas con Cuba. Se originó en 1960 durante la administración de Dwight Eisenhower, en respuesta a la expropiación de los bienes de empresas estadounidenses en la isla y por el establecimiento de relaciones comerciales con la URSS. Ante esto, el gobierno estadounidense impuso un embargo comercial parcial y rompió relaciones diplomáticas con La Habana.

Posteriormente, en la administración de John F. Kennedy, los Estados Unidos impusieron un embargo total, con la excepción de producto alimenticios y medicinas. Tras la caída de la URSS el bloqueo se endureció con la aprobación de la Ley Torricelli en 1992, la cual prohibió el comercio de subsidiarias de empresas estadounidenses en otros países con Cuba, así como los viajes de ciudadanos estadounidenses a la isla.

En 1996 se aprobó la Ley Helms-Burton, primordialmente con la aplicación extraterritorial de sanciones para empresas de otros países que comerciaran con Cuba; además, estableció que el Congreso tendría la última palabra para levantar el bloqueo, cerrando el portillo para que cualquier presidente de los Estados Unidos lo hiciera por vía decreto.

A partir del año 2000 se “relajó” el bloqueo, sobre todo para facilitar el comercio de alimentos, productos agrícolas y medicinas. Durante el gobierno de Obama se relajaron las restricciones para viajes y envíos de remesas, pero con la llegada de Trump este acercamiento se revirtió, pues durante su administración de endureció el bloqueo.

De acuerdo a un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación de 2018, una de cada nueve personas en Cuba resulta afectada por el déficit de alimentos que genera el bloqueo, principalmente porque impone que todas las importaciones tienen que pagarse en el momento (es decir, prohíbe las ventas financiadas a la isla).También limita las posibilidades de acceso para la importación de medicamentos contra el cáncer y otras dolencias, debido a las restricciones comerciales que pesan sobre los laboratorios farmacéuticos estadounidenses.[4]

Visto lo anterior,es innegable que el bloqueo imperialista asfixia a la economía cubana y representa un ataque contra su soberanía nacional, ante lo cual es una tarea de principios luchar por su levantamiento. Pero esto debe hacerse con independencia política de la burocracia castrista, la cual instrumentaliza el bloqueo para instalar una narrativa donde todas las problemáticas de la isla son producto de la injerencia imperialista, un ángulo unilateral que no admite causas internas en la crisis y circunscribe todo a un conflicto geopolítico regional. De esta forma, el gobierno agita un relato campista donde la política cubana se reduce al choque entre los sectores “revolucionarios” –el gobierno y sus agentes- contra “mercenarios” pro imperialistas –toda persona que critique al gobierno-, con lo cual justifica la represión de cualquier sector disidente bajo la etiqueta de contrarrevolucionario, sin diferenciar entre quienes sostienen una perspectiva de izquierda anti-imperialista y los que efectivamente abogan por la restauración capitalista en Cuba.

La planificación burocrática de la economía y los problemas de escasez

Sería deshonesto no relacionar la crisis económica en la isla con el criminal bloqueo imperialista impuesto por los Estados Unidos, así como desconocer los efectos que contrajo la pandemia. Pero también es errado ignorar la gestión de la burocracia castrista, la cual gobierna a través de un régimen antidemocrático de partido único que le reporta enormes privilegios y, al mismo tiempo, amplifica los efectos de la crisis sobre la amplia mayoría de la población cubana. Esto es lo que denominamos la planificación burocrática de la economía cubana, cuya irracionalidad –y terribles consecuencias- quedaron al desnudo en medio de la presente crisis. Es un tema muy complejo y, de momento, nos vamos a concentrar en unos de los sectores determinantes del Estado cubano, a saber, la cúpula militar.

Como es sabido, los altos mandos miliares representan unos de los sectores más privilegiados de la isla, los cuales ganaron terreno en el gobierno tras el ascenso de Raúl Castro al poder en 2008. La principal fuente de sus privilegios es el Grupo de Administración Empresarial SA (GAESA), una empresa creada en 1995 y adscrita al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), la cual maneja un complejo entramado de negocios, entre los cuales figuran hoteles, hostales, restaurantes, cafeterías, centros recreativos, agencias de viaje, inmobiliarias, empresas de vuelos, importadoras, rentas de autos, almacenes, navieras, servicio de mensajería y paquetería, ventas mayoristas, bancos, empresas financieras, servicios de auditoría, empresas de construcción, así como toda la red de tiendas minoristas en CUC, y ahora en MLC.[5]

De acuerdo con esto, GAESA representa un núcleo fundamental de la actividad económica en la isla y, aunque en teoría es una empresa estatal de carácter socialista, en realidad la dirige burocracia militar sin rendir cuentas a ningún órgano del Estado, pues las propiedades bajo su control no están subordinadas a la Contraloría General de la República y, por ende, sus auditorías son internas y los resultados no son de acceso público.

Aunado a la falta de controles democráticos sobre sus empresas, el consorcio GAESA se beneficia de la inversión de gigantescas sumas de recursos públicos, como se desprende del análisis del presupuesto estatal de 2019, donde un 37,3% del mismo se destinó al área de “servicio empresarial, actividades inmobiliarias y de alquiler”, sector donde se desenvuelven la gran mayoría de sus actividades económicas (muchas vinculadas al turismo). En contrapartida, en ese mismo presupuesto se recortó el presupuesto para salud, ciencia, ayuda social, ganadería, agricultura y silvicultura, afectando la producción e importación de alimentos básicos y medicinas. La siguiente gráfica refleja la inversión desequilibrada del presupuesto estatal en Cuba producto de la planificación burocrática.

Fuente: “Economía militar en Cuba”, en https://jovencuba.com/economia-militar/).

Este desequilibrio en la inversión del presupuesto estatal, aunado a los problemas derivados por las restricciones del bloqueo imperialista, explican los problemas de abastecimiento de alimentos y medicinas en Cuba, dos de los principales detonantes del estallido social del 11 de julio. El gobierno cubano prioriza un modelo económico vinculado al turismo y la entrada de divisas -lo cual beneficia a las empresas bajo control de GAESA-, pero relega a un segundo plano el desarrollo del sector industrial y agropecuario.

Lo anterior coloca al país en una condición de suma vulnerabilidad, pues importa una enorme cantidad de productos básicos para el consumo cotidiano, algo sumamente complejo cuando se carga con un bloqueo imperialista que, para empeorar las cosas, se endureció con las medidas tomadas por la administración Trump (las cuales Biden mantienen hasta el momento).

Por ejemplo, Cuba prácticamente no produce arroz, frijoles, carne o vegetales, por lo cual importa el 80% de los alimentos que consume (para lo cual destina 2 mil millones de dólares), lo cual eleva significativamente su costo para la población. Aunado a esto, el gobierno retiró varios alimentos básicos de la “libreta” de racionamiento, los cuales ahora se venden en el mercado ilegal a precios exorbitantes: una libra de pollo cuesta siete dólares, cuando su precio de importación de Estados Unidos o Brasil es de un dólar; la leche en polvo aumentó 120 veces su valor en los últimos meses, mientras que la botella de aceite lo hizo por cuatro y las salchichas tres veces.[6]

A pesar de esta debilidad estructural en la producción y abastecimiento de alimentos, el gobierno cubano no prioriza la inversión en el sector agropecuario, una medida básica para evitar la escasez y reducir sus costos para la población, así como para evitar los embates del bloqueo imperialista sobre la isla. Esto da pie a una situación inconcebible, pues los Estados Unidos figuran entre los principales exportadores de alimentos hacia Cuba, supliendo el 80% de la carne de res y pollo que se consumen en la isla. De hecho, a lo lardo del 2021 las exportaciones hacia la isla aumentaron en un 60%.[7]

Algo similar sucede con los medicamentos, pues en los últimos meses se produjo un angustiante déficit de medicinas para tratar enfermedades crónicas como el Mal de Parkinson, hipertensión arterial, diabetes mellitus, asma bronquial y afecciones nerviosas, así como de antibióticos y analgésicos. De acuerdo a las autoridades sanitarias esto se originó por dos motivos: primero, el sistema de salud cubano se concentró en garantizar los productos de protocolo a la Covid-19 y el desarrollo de las vacunas; segundo, se agudizaron las medidas del bloqueo que hicieron más difícil adquirir fármacos, materias primas, tecnologías, equipos médicos y reactivos. Estos argumentos son incuestionables, pero es preciso agregar uno más que remite a decisiones del gobierno: durante el año 2020 se redujo la inversión en ciencia e innovación tecnológica, la cual fue setenta y dos veces menor que lo presupuestado para el área de «servicios empresariales, actividad inmobiliaria y de alquiler» (que incluye la inversión turística), limitando las posibilidades financieras para adquirir y producir medicamentos.[8]

Es falso, entonces, aducir que la falta de alimentos y medicamentos se deba solamente al bloqueo; también pesa -y mucho- la política de la burocracia castrista, la cual combina ajustes contra la población e inversión de las áreas donde residen sus negocios, los cuales no rinden cuentas ante ninguna instancia y donde se especula que los burócratas devengan jugosas comisiones por las inversiones realizadas.[9]Esto explica que, en medio de una situación de crisis producto del bloqueo imperialista y los efectos provocados por la pandemia, el gobierno cubano jerarquizó invertir en la infraestructura de los hoteles y complejos turísticos desocupados, antes que centrar sus esfuerzos en garantizar comida y medicinas para la población.

La configuración del presupuesto estatal en Cuba es un ejemplo de la planificación al servicio de la acumulación burocrática, la cual no tiene nada de obrera ni socialista (como insisten en señalar algunas corrientes trotskistas contra toda evidencia). De hecho, es muy similar a lo que sucedió en otros Estados burocráticos como la URSS o los países del Este europeo, donde persistieron enormes desbalances en la planificación estatal, debido a que el estalinismo aumentó la producción económica a costa del nivel de vida de la clase obrera, priorizando de forma exagerada la industria pesada (sector I) en detrimento de la producción de bienes de consumo y la agricultura (sector II), indispensables para elevar las condiciones de vida.[10]

 

II PARTE

CRISIS ECONÓMICA, PANDEMIA Y ESTALLIDO SOCIAL

 

Elementos coyunturales de la crisis y sus repercusiones económico-sociales

En la sección anterior detallamos el impacto del bloqueo imperialista y la planificación burocrática sobre la economía cubana. Sobre estas causas estructurales incidieron otras de tipo político, dando como resultado un agravamiento de la crisis en el último período.

En primer lugar, figuran las medidas de endurecimiento del bloqueo que tomó la administración Trump (las cuales mantiene Biden hasta el momento), las cuales generaron pérdidas de 5 mil 570.3 millones de dólares entre abril de 2019 y marzo de 2020, un incremento de mil 226 millones de dólares con respecto al período anterior.

Aunado a esto, la llegada de Bolsonaro al gobierno en Brasil afectó las arcas del Estado cubano, pues implicó el fin de los contratos de envíos de médicos a ese país desde finales de 2018, a lo cual se sumó Bolivia luego del golpe contra el gobierno de Evo Morales. Este no es un detalle menor, pues la venta de servicios médicos es una de las principales fuentes de recursos para el gobierno cubano y la principal fuente de divisas extranjeras: solamente en el año 2018 facturó 6.400 millones de dólares por este rubro, suma que supera con creces los ingresos que reportó el turismo ese mismo año.

La tercera causa es la recesión económica que aqueja a Venezuela, la cual, junto con China, es el principal socio comercial de la isla. Producto de la misma, se redujo sustancialmente la cooperación económica entre ambos países, afectándola economía cubana en tres rubros muy importantes: una reducción del 24% en la exportación de servicios médicos profesionales, la pérdida de US$ 8.000 millones en inversión extranjera y una contracción del 62% en el envío de petróleo venezolano (de 104.000 a 40.000 barriles diarios), lo cual desencadenó los “apagones”eléctrico de hasta siete o más horas al día, situación que no se experimentaba desde la crisis de los años noventa.[11]

En medio de este complicado escenario, irrumpió la pandemia de Covid-19 que, sumando a las restricciones de viaje y envíos de dinero que impuso Trump, conllevó a una paralización del turismo internacional y una caída en el envío de remesas. Con relación al sector turismo, en 2020 reportó pérdidas de un 80% con relación a 2017; para el caso de las remesas, experimentaron una caída del 35% con respecto al año anterior.

Lo anterior explica el pésimo desempeño de la economía cubana desde prácticamente cualquier punto de vista. Por ejemplo, el Producto Interno Bruto (PIB) experimentó un estancamiento desde 2016 hasta 2018, sufrió una leve contracción del 0,2% en 2019 y, en 2020, experimentó una estrepitosa caída del 10,9%, la más elevada desde 1993 (el peor año de la crisis del “Período Especial”). Algo similar sucedió con la producción industrial, la cual disminuyó a un 61,3% en 2019, un retroceso del 38,7% con respecto al nivel de 1989; en cuanto al comercio internacional, las exportaciones de 2019 se redujeron un 62% con relación a 1989, a la vez que las importaciones aumentaron un 22%, dando como resultado un crecimiento del 187% del déficit en la balanza comercial de bienes.

Asimismo, la inflación tomó niveles altísimos en los últimos años y, aunque las cifras varían, los analistas estiman que ronda entre 270% y 470%, tan sólo superada por la venezolana.Esto generó una depreciación abrupta de los salarios, los cuales en 2019 equivalían al 64,3% del nivel salarial en 1989 (una caída del poder adquisitivo del 36%); para este año la tendencia no va cambiar, pues se prevé una caída del 50% de los salarios reales. Algo similar sucede con las pensiones que, para 2019, equivalían a la mitad de las de 1989. Por este motivo, aunque el gobierno recientemente decretó un aumento de los salarios y pensiones, esta medida no tuvo mayor impacto porque la inflación los depreció en instantes.

Por último, señalemos que, entre 2011 y 2019, se redujo la tasa de participación laboral, la cual pasó de un 76% al 65%. Aunque históricamente Cuba presenta tasas de desempleo declarado muy bajas a nivel mundial (alrededor del 1,3%), la situación cambia cuando se suma el desempleo oculto o subempleo, el cual ronda el 29% y, por tanto, arroja un total de 30% de la fuerza laboral en condiciones de desempleo visible y oculto, un dato que refleja la precarización de la situación laboral en la isla.

El “plan anticrisis” de la burocracia cubana

A pesar de la crisis económica, el recrudecimiento del bloqueo y la irrupción de la pandemia en 2020, la burocracia castrista no reorientó la inversión estatal para contener la situación y aliviar las penurias del pueblo cubano. Por el contrario, aumentó las inversiones en el área de “servicio empresarial, actividades inmobiliarias y de alquiler” y persistió en sus medidas para desregular la economía.

Así, entre enero y marzo de 2021, el gobierno destinó el 50,3% de sus inversiones al sector inmobiliario, algo absurdo porque prácticamente no hay turismo en la isla por la pandemia y los hoteles reportan altísimas tasas de desocupación; por otra parte, en ese mismo período, solamente invirtió en innovación tecnológica un 0,6%, en la agricultura un 2,6% y un 9,5%en industria, dejando sin solución lo problemas de abastecimiento de alimentos y medicinas que explicamos con anterioridad.[12]

Por otra parte, aunque no hay datos oficiales disponibles sobre los niveles de pobreza en el país, es indudable que aumentó en los últimos años producto de la crisis económica. A pesar de esto, el gobierno recortó el presupuesto para la asistencia social de personas en condiciones de mayor vulnerabilidad social, pasando de invertir un 2,3% del PIB en 2005 al 0,4% en 2019 (justo cuando aumentó las inversiones en infraestructura turística); a raíz de esto, la tasa de personas beneficiarias de esos programas pasó de 5,3 a 1,5 por cada 1.000 habitantes.

El gobierno presentó un plan “anti-crisis” en octubre de 2020, el cual se concentró en un “ordenamiento monetario” para unificar las diferentes monedas que circulan en la isla (el peso cubano CUP, el peso convertible CUC y las monedas de libre convertibilidad MLC). Con esta medida pretendió reducir las importaciones e incentivar las exportaciones, y, de esta manera, captar divisas internacionales para la economía cubana. Pero, al unificar la moneda y los tipos de cambio, provocó una severa devaluación del peso cubano con relación a las divisas extranjeras, lo cual encareció significativamente el precio de los alimentos y devaluó aún más el poder adquisitivo de los salarios. A sabiendas de esto, el gobierno decretó un aumento compensatorio de los salarios, pero debido a la elevada inflación no tuvo la menor incidencia.[13]

Además, para elevar las exportaciones suscribió un acuerdo con más de 100 empresas privadas cubanas que, aunque canalizan sus exportaciones por medio de empresas públicas, como tal la medida fortalece las dinámicas restauraciones al debilitar el monopolio estatal del comercio exterior.

Uno de los aspectos más regresivos del plan fue la eliminación de lo que, en palabras de la burocracia castrista, son “subsidios excesivos y gratuidades indebidas”. De esta forma, se verbalizó -y justificó- políticamente, los recortes para el presupuesto en asistencia social (lo cual detallamos líneas atrás). Esto sienta un precedente muy peligroso, pues implica abolir el principio de la universalidad de los subsidios sociales, bajo el argumento de que los deben recibir a quienes realmente lo necesitan, una definición que se torna muy caprichosa en manos de una burocracia ávida de ajustes presupuestarios.

Por último, como parte del “ordenamiento monetario”el gobierno planteó fomentar los incentivos salariales en las empresas capaces de obtener divisas, una medida que, a mediano plazo, profundizará las diferencias sociales de acuerdo a la empresa donde se labore, resultando beneficiadas las trabajadoras y trabajadores de las empresas exportadoras que, por la naturaleza de su función, tendrán mayores facilidades de conseguir divisas.

Todas estas medidas, además de erosionar muchas de las conquistas materiales de la revolución de 1959, representan un avance programático-discursivo de las salidas individuales y pro mercado, en detrimento de los criterios de solidaridad, cooperación y gestión social ante la crisis; un enfoque que se acopla a las tendencias restauracionistas que sostienen sectores de la burocracia cubana.

Dinámica y carácter del estallido del 11 de julio

Basta con revisar los portales y blogs de opinión crítica cubanos, para percatarse que, debido ala gravedad de la situación económica y social en la isla, eran muchas las señales que presagiaban un estallido como el que tuvo lugar el 11 de julio. Muchos periodistas e intelectuales independientes alertaron sobre esto desde meses atrás, pero sus denuncias chocaron contra el muro de indiferencia tan característico de la burocracia, además de ser calificados como “mercenarios” por los defensores del régimen castrista.[14]

Como suele ocurrir en este tipo de situaciones, no hay una causa directa que explique lo sucedido; es más pertinente identificar los principales detonantes.

Las protestas en curso representan un hecho inédito en la isla, pues, desde que tuvo lugar la revolución de 1959, no se produjeron movilizaciones de masas críticas al gobierno castrista; el único precedente es el llamado “Maleconazo” en agosto de 1994, una revuelta que se produjo en La Habana en medio de las penurias provocadas por el “Período Especial” tras la caída de la URSS, el cual fue contenido por el mismo Fidel Castro que se apersonó al lugar para dialogar con los manifestantes y convencerlos de retornar a sus hogares.

En esta ocasión, las movilizaciones acontecen cuando no hay ningún Castro en el poder y la “vieja guardia” revolucionaria está prácticamente fuera del gobierno, dejando al frente de la crisis a un puñado de burócratas que no cuentan con el prestigio de un “pasado heroico revolucionario” para contener el malestar social, un factor que posiblemente se decante en un fortalecimiento de la represión policial y la persecución judicial de las personas detenidas.

Además, las redes sociales jugaron un papel central en la difusión de las manifestaciones por toda la isla. Desde 2018 es posible conectarse a internet por medio de los celulares en Cuba, lo cual extendió la conectividad para alrededor de 4,4 millones de personas en la isla a través de los dispositivos móviles, una medida que, en los hechos, rompió el monopolio de las informaciones por parte del gobierno. Esto explica la aparición de muchos blogs y portales de opinión crítica en la isla que, más allá de sus diferencias

De acuerdo a los informes que recabamos sobre los acontecimientos, las protestas abarcaron seis de las catorce provincias del país –La Habana, Bayamo, Manzanillo, Camagüey, Santiago de Cuba y Holguín-, lo cual da cuentas del carácter nacional del malestar social acumulado. El primer foco de protesta tuvo lugar en la ciudad de San Antonio de los Baños entre las 9 y 11 am, desde donde se extendió a otros lugares del país en horas de la tarde. Para el caso de La Habana, las marchas se compusieron mayoritariamente de personas jóvenes y  habitantes de barrios obreros con mayores problemas sociales, además de la incorporación de artistas, intelectuales y miembros de la comunidad LGBTIQ+.[15]

Las apreciaciones sobre la cantidad de personas varían según las fuentes, algo comprensible debido a la dispersión de las protestas y los problemas de comunicación internos en la isla por el corte de la internet y redes sociales que desplegó el gobierno los días posteriores al 11 de julio. Para el caso de la marcha central de La Habana, las estimaciones oscilan entre tres mil y cinco mil personas, una cantidad pequeña en términos cuantitativo, pero significativa cualitativamente dado el contexto represivo del país, indicativo de una creciente pérdida de legitimidad del gobierno cubano ante sectores amplios de la población.

De acuerdo a la crónica publicada en Comunistas Cuba Blog, para el caso de La Habana las protestas inicialmente transcurrieron con relativa tranquilidad (aunque con arrestos puntuales), pero luego se produjeron enfrentamientos entre manifestantes con la policía y grupos pro-gubernamentales. Posiblemente en esto pesaron las declaraciones del presidente Díaz-Canel en horas de la tarde, cuando llamó a los seguidores del gobierno a enfrentar las protestas, para lo cual apeló al lenguaje militar que tanto gusta al castrismo: “Estamos convocando a todos los revolucionarios del país, a todos los comunistas, a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones (…) La orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios”.

Esta alocución ejemplifica la narrativa maniqueísta de la burocracia cubana, donde los conflictos reales del país se diluyen en una confrontación entre revolucionarios contra mercenarios pro-imperialistas. Pero las protestas del 11 de julio no fueron organizadas ni dirigidas por sectores contrarrevolucionarios en la isla, de lo cual dan cuenta los informes que comienzan a circular en los blogs y portales críticos cubanos; por el contrario, todo apunta a que su motivación central fue el malestar genuino del pueblo cubano ante las terribles condiciones económicas que enfrentan diariamente: aumento del precio de los alimentos y del transporte público, carencia de medicinas para enfermedades crónicas y, muy importante, el desborde sanitario por la pandemia de Covid-19 con miles de casos de contagio diarios.

Junto con esto, se sumaron sectoresvcon reclamos particulares contra el gobierno, en particular denunciando represión estatal en varias esferas de la vida en la isla (cultural, intelectual o contra las personas LGBTIQ+); asimismo, es innegable que sectores restauracionistas, pro imperialistas y con vínculos con los grupos de gusanos en Miami, aprovecharon el estallido para vincularse a las marchas e instalar sus consignas reaccionarias, como “Patria y Vida” o reclamos escuetos contra la “dictadura” desde una postura liberal (es decir, la misma que asume Biden en nombre del imperialismo).

Pero esto no debe dar paso a un abordaje sectario de las movilizaciones que, amén de todas las confusiones políticas que pudo expresar, reflejan un hartazgo de sectores de la población hacia la gestión de la burocracia cubana. En suma, no se puede circunscribir las protestas actuales en la lógica binaria «revolucionarios contra mercenarios», relato que atiza la burocracia castrista para negar las motivaciones legítimas de las personas que se manifiestan en Cuba y justificar la represión. Tampoco hay que perder de vista que el imperialismo y sus agentes procuran canalizar las protestas en función de su agenda, tarea que facilita el gobierno cubano con sus medidas de ajuste y la represión policial, pues desmoraliza a la población cubana –en particular a la juventud- que cada vez se identifica menos con una revolución que aconteció hace ya largos 62 años y cuyas conquistas están muy erosionadas.


 

[1]“¿Qué implica el Ordenamiento monetario en Cuba?”, en http://www.marxist.com/que-implica-el-ordenamiento-monetario-en-cuba.htm (Consultada el 16/07/2021).

[2]Entrevista: Samuel Farber y la crítica socialista de la realidad cubana, en http://izquierdaweb.com/entrevista-samuel-farber-y-la-critica-socialista-de-la-realidad-cubana/(Consultada el 17/07/2021).

[3]“Protestas en Cuba: cuánto afecta realmente a la isla el embargo de Estados Unidos”, en https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57857337(Consultado el 16/07/2021).

[4]Las consecuencias del bloqueo de EE.UU. contra Cuba, en https://www.telesurtv.net/news/cuba-consecuencias-bloqueo-estados-unidos–20181019-0043.html(Consultada el 17/07/2021).

[5] “Economía militar en Cuba”, en https://jovencuba.com/economia-militar/(Consultada el 15/07/2121).

[6] “¿Por qué estallaron las protestas en Cuba?”, en https://www.eldiplo.org/notas-web/por-que-estallaron-las-protestas-en-cuba/(Consultada el 16/07/2021)

[7] “Protestas en Cuba: cuánto afecta realmente a la isla el embargo de Estados Unidos”, en https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57857337(Consultado el 16/07/2021).

[8] “Petición a las autoridades ante la crisis de medicamentos”, en https://www.comunistascuba.org/2021/07/peticion-las-autoridades-ante-la-crisis.html(Consultada el 15/07/2021).

[9] Al respecto, en Cuba hay casos sonados de corrupción vinculados al ejército, como fue la “Causa I” de 1989, cuando se descubrió una red de tráfico de diamantes y marfil que articularon un grupo de militares –incluido un general- en el marco de la guerra en Angola.

[10] Sobre el tema, remitimos a nuestra investigación Las “democracias populares” del Este europeo, disponible en http://izquierdaweb.com/las-democracias-populares-del-este-europeo/.

[11] “¿Por qué estallaron las protestas en Cuba?”, en https://www.eldiplo.org/notas-web/por-que-estallaron-las-protestas-en-cuba/(Consultada el 16/07/2021).

[12] “Protestas en Cuba: ¿por culpa del bloqueo estadounidense?”, en https://www.dw.com/es/protestas-en-cuba-por-culpa-del-bloqueo-estadounidense/a-58262398(Consultada el 15/07/2121).

[13] “¿Qué implica el Ordenamiento monetario en Cuba?”, en http://www.marxist.com/que-implica-el-ordenamiento-monetario-en-cuba.htm (Consultada el 16/07/2021). Los datos sobre el plan anti-crisis del gobierno los extrajimos de esta nota.

[14] Nos referimos a espacios de opinión como La Joven Cuba, Comunistas Cuba blog, La Tizza, Tremenda Nota, entre otros.

[15] Para escribir esta sección nos apoyamos en dos fuentes principales: “Acerca de las protestas en Cuba del 11 de julio”, en https://www.comunistascuba.org/2021/07/acerca-de-las-protestas-en-cuba-del-11.html(Consultada el 17/07/2021) y el podcast «Las protestas en Cuba: cómo las vivió la comunidad LGBTIQ+», producido por La Potajera (del medio Tremenda Nota) y disponible en Spotify.No compartimos todas las valoraciones políticas de ambos medios, pero brindan un valioso reflejo directo de las protestas y expresan los puntos de vista del pensamiento crítico de la juventud en Cuba (junto con otros medios como La Joven Cuba o La Tizza).

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